Él.

La atmósfera otoñal albergaba el frío ambiente de Konoha, donde los habitantes vivían amenamente.

En cierta forma lo merecían. Habían luchado tanto para conseguir una unión de paz...

En esta tranquilidad poblaba una gran cantidad de individuos, entre los cuales destacaremos a uno de los hombres mas queridos del lugar, el sexto, Kakashi Hatake.

Nuestro hokage actual se encontraba en su oficina, revisando los últimos detalles de pactos recientes.

Aunque,si somos sinceros,en realidad estaba luchando contra sus ganas de dormir con tantos decretos aburridos por leer, a pesar de lo bien que redactaban los kages.

En momentos como este, viendo la montaña de folios a un lado del escritorio, se preguntaba por que le habían asignado ese papel.

Nunca pensó en ser jefe de la aldea, aun cuando la mayoría de las veces fungía en cargos altos.

No era lo mismo ser líder de un grupo, una alianza shinobi, que de un pueblo.

Además el jamas se intereso en esto, no se sentía con el perfil para ese tedioso puesto. Kakashi no era de las personas que suelen pasar horas firmando documentos, que se paran seguros en decisiones que conciernen a los demás aún con los fuertes riesgos. No era como él.

-Sensei...

Sin quererlo pronuncio aquel honorario, suspirando luego de oír su propia voz.

Tantos años y aun susurraba su nombre.

Sensei...Minato Sensei...

Decidió tomarse un respiro para poder despejar sus ideas, levantándose con pesadez de la silla al tiempo que se deshacía del ostentoso sombrero de hokage.

Sin tomar en cuenta la inmensa carga de trabajo que no reviso, comenzó a recorrer su lugar de trabajo encontrando diversos objetos a su paso. Libros, pergaminos, botellas vacías pero bien escondidas seguramente por su antecesora,pero sobre todo una especie de árbol genealógico de los hokages, donde recién había sido incluido y que llamó velozmente su atención.

El exninja copia miró atento ese elemento, concentrándose en uno de los eslabones. El cuarto, para ser mas exactos.

Kakashi paso delicadamente sus dedos por la imagen y el relieve de la palabra Yondaime bajo esta, sintiendo un nudo en la garganta. En esa foto, el ahora occiso ojiazul sonreía orgulloso con su traje de ceremonia, en esa misma oficina.

El Hatake tomo distancia del esquema, esperando sin resultados que desapareciese la molesta sensación de vértigo que lo ataco de repente.

A pesar de saber que la aldea fue reconstruida luego de su destrucción a manos de Pain, el Rokudaime no podía quitarse la idea de él entrando por la puerta para laborar. Estaba ocupando su puesto. Su oficina

-Necesito salir de aquí. - pensó en voz alta, saltando apresuradamente por la ventana, alejándose lo mas que pudo de la torre, con la esperanza de inhibir aquellas insanas sensaciones y llegando en se precipitada huida a una zona arbórea de su territorio.

Después de calmarse un poco, el de la mascara evaluó su alrededor. Frente a él se presentaba un bosque blanquecino de cerezos, preciosas sakuras de pétalos rosados, hojas cubriendo el suelo por la estación. Un bello y solitario lugar.

Justo lo que necesitaba.

Se apoyo pesadamente en el tronco de algún árbol, respiración alterada y mano a la cadera, arrugando la solemne capa que portaba, indicadora de su deber. Un deber que consistía en proteger la aldea con su vida.

Esa torpe capa.

Se despojo de la prenda, arrojándola con desprecio.

Tonto símbolo de responsabilidad desalmada.

Esa misma que asesino a su maestro.

-¡Maldita sea!- gritó golpeando con desmedida fuerza uno de los árboles sin vida del lugar, dejando salir sus frustraciones, partiéndolo y, de paso, lastimándose los nudillos.

Sacudió la mano protegida por los rígidos guantes oscuros que conservaba del ANBU , esa osada institución a la que entro por él.

¿Por que todo lo que pensaba tenia que ver con eso? ¿Por que él ?

De manera lógica, su derecha comenzó a quemar por el impacto, algo a lo cual el platino no tomo demasiada importancia. Dolía mucho mas por dentro,sobre todo en su pecho y corazón.

Minato sensei.

Suspiro con pesadez. No quería pensar en el pasado. No quería lidiar con todo de nuevo. No quería nada de este mundo.

Solo lo quería a él.

-Kakashi...

Aquel susurro lo hizo pararse en seco. Escucho con atención para captar el origen de aquella voz tan asombrosamente conocida que recitaba su nombre, mas nada pudo oír que no fuese el sonido del viento al arrastrar las hojas.

-Esta muerto, imbécil.- se regaño a si mismo, empezando su camino de vuelta a la torre, cuando un abrazo por la espalda lo detuvo.

-Kakashi...

El albino abrió los ojos pasmado por la cercanía, pero incrédulo ante lo dicho. Sin duda alguna, esa era su voz.

-¿S-sensei?.- pregunto ilusionado cual niño pequeño, olvidándose unos segundos de su sentido común.

Las manos ajenas rodearon entonces su cintura, atrayéndolo hacia si, mientras su dueño se inclinaba para besar el hombro del sexto, bajando la tela de su cara.

-Hola, Kakashi kun...

El nombrado contuvo la respiración asustado,intentando soltarse del agarre. Su maestro no podía estarle hablando, mucho menos tocarlo.

En un rápido movimiento, el contrario lo acorralo contra el tosco árbol y ,teniendo cuidado de no lastimarlo, lo inmovilizo con su cuerpo. Nuestro Hatake se tapó el rostro con los brazos.

-Esto no esta pasando. Nada de esto es real. - repetía intentando convencerse. No era la primera vez que su mente le jugaba una broma y creía haber escuchado a su profesor.

-Kakashi, mirame.

-No eres real. Vete.

Al ver la necedad y el miedo de su víctima, el captor retiro los brazos de sus costados, llevándolos a bajar las manos níveas, logrando que el ninja lo viera después de mucho batallar.

Kakashi se mantuvo quieto, en una especie de shock al principio, hasta que se aventuro a tocar la ropa del hombre para asegurarse de su existencia. Al ver que era tangible, la insegura mano albacea se poso en el pecho del Namikaze, picándolo.

-¡Eres tan tierno, Kakashi kun!

La otra palma del peliplata ascendió hasta la mejilla canela, acariciándola, tomando entre sus dedos un mechón rubio. El trigueño le sonrió y en ese momento, sus orbes oscuros se cristalizaron.

-¡Minato! .- lo estrecho con fuerza,casi tirándolo y escondiendo en la exclamación las ganas de llorar, disfrutando luego las caricias del mayor en su pelo grisáceo.

-Mi Kashi, mi pequeño Kakashi...

El zafiro lo acogió con alegría, entrelazando con amor sus dedos y sacándole un pequeño gemido de dolor al mas bajo.

-¿Te duele?

El blanquecino miró su mano para después negar.

-No es nada, solo...- se detuvo al sentir los labios de su mentor besarle con ternura, una tibia sensación que a su parecer duro muy poco.

-No vuelvas a hacerte daño con eso, lastimaras ese precioso cuerpo que tienes, Kakashi.

Al terminar de decir su mandato,el ojimar repartió pequeños besos en la palma lastimada, riendo ante el sonrojo de su ex alumno, al cual aun sostenía.

-Siempre fuiste tan lindo, si hubieses tenido esta edad antes, seguro te desposo Kakashi kun.

-¿Como es posible?

-Pues, voy, pido tu mano, tu aceptas, me besas, te cargo...

-¡No, eso no! Me refiero...como...esta aquí...

-Tu me llamaste, solo me presente. Recuerda que ya soy libre, he intentado hablarte muchas veces.

-¿Era real?

-¡Por supuesto!¿Quien crees que te cantaba por las noches?

-Con que usted era el que hacia esas raras voces.

-¡Ey! Intentaba arrullarte.

-Sensei, jamas se dedique al canto.

-Cierto, a ti se te da mejor el cantar, como aquella vez en que dormiste a Naruto cantando, tan lindo, ¿Recuerdas?

-Era un niño...

-Un niño divino, mi pequeño aprendiz.

-Usted era un pervertido, acosandome cuando tenia trece años.

-Tal vez. Pero amabas ser acosado.

El joven de la cicatriz desvío la mirada con pena, viendo oscurecer el cielo. De pronto, Minato se separo de súbito.

-¿Qué pasa?

-Debo irme, Kashi.

Esas palabras lo llenaron de terror. No quería perderlo, no otra vez.

Lo tomo con la mano, ignorando el dolor de esta.

-No se vaya sensei...

El rubio lo abrazo con vigor, aguantando los temblores de su voz y las sacudidas de su anatomía, que dentro de poco dejaría de ser real.

-No llores, no te preocupes. Volveré al anochecer,no pienso dejarte jamas Kakashi.

-¡Mentira!.- rebatió sin soltarlo su alumno, después de todo, ya había escuchado eso antes.

Su mirada celeste dejo caer algunas gotas mientras besaba las hebras platinas, sintiendo su cuerpo ascender. Era hora.

-Te lo juro. Volveré al anochecer. Solo creeme, si no es hoy sera mañana, pero te visitare y entonces podre esperarte para estar juntos. Confía en mi Kakashi.

Concentrando chackra en sus piernas,el Namikaze subió al tronco del árbol, sin retirar sus manos de los hombros de su astro platino, observándolo. El ojinegro levanto mínimamente la cabeza para poder sostenerle la mirada.

Esa mirada con la que soñó por años...¿Qué mas daba esperar un poco más?

-Confio en ti...

Minato cerro los ojos sonriendo, los mechones áureos oscilaron y el cielo se torno de atardecer.

Tan pronto se oculto el sol, el cuarto se había desvanecido.

El peliplata esperó unos segundos para tomar su capa y volver a la aldea, donde un preocupado Shikamaru lo intercepto rápida mente.

-Sexto ¿Donde se ha metido? Es peligroso que se ausente toda la tarde.

-Me perdí en el sendero de la vida. Ahora, si me disculpas, debo terminar las mandas, puedes irte a casa Shikamaru. Tu familia debe estarte esperando.

Seguido de esas lineas, el rokudaime entro a la oficina dejando a su asistente con los brazos cruzados.

-Debería tener cuidado, no podemos protegerlo si sigue escapando. Supongo que así es el, que fastidio. - y refunfuñando, el hijo de Shikaku retomo sus deberes del diario.

Wou creo que me he excedido. En este cap 1575 palabras de pura historia. Es un récord para mi, espero no haberlos aburrido.

geneVar627 no se si este sad pero yo si me emocione al escribirlo u.u

Si OS gusto regalenme una estrellita.

Si no fue de su agrado, estoy lista para el tomatazo castigo :'v

¡Gracias por leer! <3

PD: estoy trabajando en las continuaciones , es que me tardo mucho :'3

L@s quiere, Shuyaneko~

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