Designo.

No tenia idea de que era lo que le atrajo tanto. Podía ser, por supuesto, el encanto en esa figura estilizada de músico ambulante, alta, de tinte primaveral con orbes zafiro y rebeldes cabellos blondos. Tan erótico, tan majestuoso a la vez. Por otro lado, la sola compañía de un imponente violonchelo siendo acomodado casi le robó el aliento.

Hace varios años, siendo un niño, escucho de alguna transmisora en algún lugar una sinfonía...¿Era así como se les llamaba? No tenia idea. Lo único que estaba fresco en su memoria era la dulzura, la pureza en los acordes lentos de aquella taumaturgia que le fascino.

-Padre.- llamó suavemente la melosa voz de un peliplata de seis años.- ¿Qué es eso tan bonito que se escucha?

La tibia sonrisa anhelante que Sakumo dedico a su hijo antes de besar su frente hizo aun más memorable el momento, sin llegar a perderse cuando el padre soltero volvió su vista a los trastos que estaba lavando.

-Eso, mi bebe, es música.

-La música es bonita.

-Lo se, cariño.- sonrió, complacido de que su hijo tuviese los mismos gustos que su madre.Una suave punzada recorrió su pecho pero se negó a involucrar a su chiquillo en esas tonterías.Cansado, con amor, regresó a la platica.-; Esa es música de la época barroca,se toca con violín,con violonchelo, con piano... y creo que es hermosa...

-¿Y como se llama? - preguntó con curiosidad, haciendo gala de su intelecto. Papi Sakumo alguna vez le dijo que todo tenia un nombre. Si algo tan feo como la muerte tenia un nombre, el esplendor que llegó a sus oídos no tendría porque privarse de eso.

El adulto limpió los restos de jabón en polvo de sus manos y camino con su hijo hasta el humilde aparato que reproducía la melodía. Ya existían por supuesto cosas más avanzadas (no así el ingreso monetario, así que vivían con lo que podían). Por desgracia, una vez llegaron al radio, la locutora parecía más entretenida en contar ciertos chismes que en dar el nombre de la "canción". Tras varios minutos, Sakumo revolvió con su palma blanca las sedosas hebras luna de una de sus únicas razones de vivir y le sonrió.

-Lo lamento Kakashi, no puedo decírtelo . Algún día la escucharas de nuevo.- le tranquilizó, besandole la mejilla antes de correr hacia la cuna a ver al bebe castaño que se removía entre las sabanas. El albino se dio por complacido, mirando con amor a su padre antes de seguirle el paso para cargar a su adorado hermano de ojos verdosos.

No supo que era barroco hasta que llegó a la secundaría y tuvieron que pasar unos lustros más para que volviese a escuchar ese sonido, dándole un fuerte vuelco al corazón en la boda de sus dos mejores amigos. Obito y Rin habían parado el festejo al verle llorar desde su silla, con genuina preocupación.Su hermano, su Sukea,a quien no veía desde que este huyó de casa con los pocos ahorros de la familia, estaba muriendo, rodeado de policías que le habían disparado al intentar robar una fiesta en un barrio rico.El azabache le llamaba, tosiendo, para pedirle indulgencia por sus estupideces,por irse,por terminar con su hermandad. Antes de que Kakashi dijera nada, las palabras de su única familia pararon, igual que su respiración. La misma melodía que lo hizo sonreír a los seis años se repitió por el auricular, como la música de fondo del baile, como el chirriante grito de alguna película de horror.

Obito tuvo que cargarlo hasta la cama de matrimonio mientras Rin, histérica, revisaba que se recuperará del shock. Sus mejillas aun enrojecían al recordar esa vergüenza paralizante, comparable al frió invierno en que su madre le abandono. Su pequeño corazón, bañado en angustia, no pudo encontrar reconfortantes.

Hoy, acompañando a Obito a hacer las compras con Rin y la primogénita de estos, se sentía tan,tan solo. Odiaba a su pasado, la decisión de su padre al haberse suicidado, los pasos que siguió su hermano y se odiaba él,él que nunca fue suficiente para mantener junta a su familia. Odiaba esa horrible canción que había iniciado a tocar aquel músico ambulante, arrastrándolo a recordar cada uno de los sucesos que enterró en su memoria. Odia sentir rencor.

El de piel nacar estudiaba una carrera en ciencias y,aunque realmente se sentía feliz con eso, una parte de su alma seguía anclada a la pasión por las artes, al calor que envolvía su ser al estar con su padre, al recuerdo de su mamá y su hermanito.Anhelaba, en el fondo, poder ser el joven rubio que en su mente parecía tocar para si esa misma canción, sonriendo a su instrumento, a los transeúntes y a la vida.

Las notas lo atraparon, envolviéndolo de una forma maravillosa. Sus ojos negros se cristalizaron, su sangre corrió más lento y su interior se estrujo.Era bello, bello como no es posible describirle, rebosante de sensaciones que creyó perdidas dentro suyo. Era magia.

Un pequeño niño que pasaba de la mano de su madre posó sus oscuros ojos sobre el instrumento y sonrió con genuina inocencia al joven intérprete. Este, aun tocando, curvó sus labios en una perfecta sonrisa, inclinando hacia el su rostro como saludo. Kakashi sintió que podría haber enmarcado la imagen en un espejo de plata y mirarla por el resto de su vida.

Cuando el acorde terminó, las manos canela ordenaron suavemente un fino mechón dorado tras de su oreja y cambiaron la pagina de la carpeta donde se leían veloces partituras a mano.Escogió esta vez un suave tocar un poco más moderno, una de esas canciones que sin saber su nombre y careciendo de letra perforan profundo en tu pensar con un impulso de nostalgia. La melodía que escucharía el albino en cada uno de sus sueños.

Las cuerdas se tensaron al mismo tiempo que los brillantes ojos azules tintinearon con deseo, manipulando sus finas manos con la ternura de un ángel recién venido al mundo, que mira por primera vez a su madre. En el instante en que las cerdas hicieron contacto para nacer la música,el Hatake cerró los ojos, la albacea de la tarde beso su rostro y se sintió enamorado.

Por primera vez, el llanto emberrinchado de la castaña niña le pareció irritante. Quería de alguna manera pedirle al mundo que no hablara, que guardara silencio para escuchar los deliciosos sonidos que salían del talentoso personaje sentado a unos metros. Podia sentir que eso era lo que le faltaba, una tregua consigo mismo, algo, ese algo que le permitiera seguir.

No supo el nombre de la música. Ni de los labios de su padre, ni de la llamada de la boda, ni de la profunda mirada de ese rubio excelso. No supo el dolor de su pecho, ni la extrañamente sofocante liberación que sintió después de ese día.

Mucho tiempo después, una pizca de la edad del universo y toda una vida detrás, decidió inventarle un nombre. Pudo haberlo llamado ceso, edad, infancia. Pudo denominarle dolor, alegría o calma.

En su ultimo suspiro de vida, rodeado de recuerdos y escuchando como el susurro de su padre lo invitaba a seguirlo, ¿Qué mas daba como se llamaría aquella música?

Un sutil parpadeo, una pequeña risa. Kakashi durmió contento, sonriendole a su padre y a Sukea antes de correr hacia las figuras celestiales.Había encontrado lo que buscaba, por fin...

-Papá, se como se llama. Definitivamente descubrí como se llama.

Sakumo le regalo una sonrisa, tan imponentemente cariñoso como el día que se fue. Acarició su cabello, indicándole con un gesto benévolo que continuase.

-Papá...se llama perdón.

¡¡OH MY GOOD!! :0000

Se supone que esto es un borrador, no se como fue que se publico :'v

Lamento mucho el malentendido.

Mm, al parecer no esta tan incompleto porque las bellezas de kimberlimazariegos18 , Kimi_Uchiha y AsiYepYep pudieron leerlo. Disculpen, ¿Podrian decirme por favor si tuvieron alguna dificultad con esta parte? Tenia pensado borrarla pero estoy reconsiderando dejarla por aqui. Lamento el error.

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