CAPÍTULO 7
Capítulo dedicado a NunuPerez
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"Hay mucho que aprender de las bestias."
- Bram Stoker.
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Narrador Omnisciente
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Aunque el tiempo estuviera muy de malas Negginne no desistió con su idea de ir a visitar a su abuelo, el cielo nublado estaba acompañado por ráfagas de vientos helados, pero a ella ni siquiera le inmutaba porque...hacía más frío dentro de su corazón.
El Mausoleo Rousseau se encontraba situado en un lugar remoto en los terrenos de la familia donde había un extenso lago que no permitía que pareciera tan tenebroso, porque era precioso. Su Tatarabuelo Herbert Rousseau mandó a construir el lugar lejos, tan lejos de su Mansión porque odiaba saber que un día sus restos acabarían en ese frío lugar, pero su esposa Madelaine lo convenció de construirlo justo en ese espacio junto al lago para que cuando ella quisiera verlo la visita fuera agradable y no la pusiera tan triste, puesto que en ese terreno las flores campestres y la naturaleza hacían de ese espacio un lugar precioso.
Lastimosamente Madelaine fue quien dejó el mundo antes que Herbert y esto lo entristeció tanto hasta tal punto que nunca más volvió a sonreír, de todos los Rousseau podría decirse que él fue el único que se enamoró y amó a su esposa con devoción y entrega absoluta, fue el único que conoció y vivió el verdadero amor en todas sus facetas. Por esa razón él mantenía ese lugar impecable, porque era ahí donde yacian los restos de su amada.
Negginne siguió caminando por un largo sendero acompañada por Winter quien todos estos años ha sabido ser mejor compañero que cualquiera, él, su soledad y el silencio eran lo único que contemplaba día a día.
A medida que se acercaba al lugar se volvía más y más oscuro, el crudo invierno se encargaba de hacer parecer los días en noches.
Cuando el Mausoleo estaba a unos escasos metros de distancia se detuvo abruptamente al sentir una mala premonición, también notó que Winter empezó a adoptar una postura de defensa.
—Winter, ven aquí—susurró al verlo queriendo entrar.
El animal obedeció y se coloco al lado de su dueña, Negginne fingió que todo estaba bien y caminó hacia adentro porque para ella es mejor que el enemigo piense que te agarra desprevenido para sorprenderte, cuando el sorprendido al final termina siendo él.
Hizo unos cuantos pasos y al notar que la luz estaba apagada supo al instante que tenía compañía, en ese preciso momento la puerta se cerró detrás de ella quedando a obscuras.
Conocía perfectamente cada espacio del lugar y no tardó en moverse sigilosamente, las luces se prendieron en el instante en que ella se movió y su rostro se ensombrecio cuando vió al intruso.
—Byron Mikhaylova, ¿Tanto miedo me tiene tu padre que te mandó a tí?—Negginne soltó una pequeña risa y negó con ironía mientras prendió un cigarrillo con la suficiente indiferencia para enojar al imponente hombre que tenía en frente.
—Negginne Rousseau, tan hermosa como peligrosa...—pronunció con falsa amabilidad.
—¿Viniste a halagarme? Porque si es así únete a la fila—dijo con una sonrisa.
—¿Dime cómo lo prefieres rápido o lento? Soy todo un caballero así que te daré la oportunidad de elegir cómo quieres morir—le sonrió con sorna.
Él y sus secuaces les apuntaron con sus armas, Negginne sonrió como si le hubiera dado ternura y le echó una breve mirada a los diez hombres a su alrededor, y a Winter a su lado que estaba listo para atacar.
—Primero, cometiste el peor error de tu vida al venir aquí y faltarle el respeto al lugar de descanso de mis ancestros, segundo, cuando termine con ustedes sabrán porqué todos me temen...—le dió una última calada a su cigarrillo antes de tirarlo al suelo y apagarlo con tanta tranquilidad que desconcertaba.—Y por último...—levantó su oscura mirada hacia él mirándolo tan fijamente que incluso lo perturbaba.—Hace falta más que una bala para matar a un Rousseau—dejó caer su encendedor y rápidamente hizo un movimiento audaz pateando el objeto hacia el interruptor de la luz quedando a oscuras.
Las balas no tardaron en dispararse y no se escuchó el lamento de ningúna persona herida.
—¡Byron!, ¡Byron!—gritaba uno de los hombres.
—¡Enciendan la luz ineptos!—se escuchó el rugido de Winter proveniente desde un lugar y uno de los hombres gritó seguido por otros tres.
Pronto la luz se encendió dejando ver a Negginne y Winter atacando a dos hombres más, quedando sólo cuatro.
Byron tenía una mirada macabra y sonrió con picardía.
—Me gusta hacerlo con la luz prendida—dijo para rabia de ella que odiaba las provocaciones.
Negginne utilizó sus habilidades en combate y excelencia en artes marciales impulsando su cuerpo hacia arriba para estamparle una fuerte patada en la espalda a su oponente que cayó como azote en el duro piso para después torcer su cuello, Winter le saltó encima al otro hombre directo a la yugular destrozándole hasta lo que podía, luego ella acabó con otro hombre dándole un tiro con su propia arma.
—Quédate quieta—escuchó a su espalda, le quedaba uno solo, Byron, quien esperó en una esquina a que sólo quedaran ellos dos. Negginne se negó a obedecer y cuando iba por él...—¡Dije que te quedaras quieta o le vuelo la cabeza a tu asqueroso animal!—miró a Winter a un lado saboreando la oportunidad de saltarle encima al hombre y ella sabía bien que un disparo en su cabeza lo mataría al instante y no quería perder a su amigo más preciado.
Con que así se siente el amor pensó para si misma, dejaría que la dañaran a ella pero no a su fiel y querido Winter.
—¡Baja el arma ven y pelea conmigo o quieres que vaya ahí y te haga parir!—le desafió sin miedo. Quiso sacar su navaja pero se odió a si misma cuando visualizó el arma en el suelo a unos pasos de ella.
Byron sonrió y le disparó sin dudar en la pierna derecha, Negginne apretó los dientes con rabia al sentir el dolor.
—Vas a pagar por eso...
—No me arriesgaré a ser uno más de tu lista, eres muy peligrosa así que muerta la perra se acaba la rabia.
—Todavía estoy a tiempo—Negginne miró al hombre que entraba por la puerta. Hilleon le disparó en la mano, Byron chilló y el arma cayó al suelo, pronto impactaron dos balas más en sus piernas dejándolo inmóvil y vulnerable.
Winter no esperó más y empezó a morderlo hasta despedazarlo completamente, los gritos de auxilio del hombre lo motivaron aún más, el animal estaba bañado con la sangre de sus víctimas y los órganos y restos de estos adornaban todo el piso como las flores en un jardín, era una escena brutal.
Negginne se arrodilló en el piso casi a punto de caer, la bala le Impactó en un tendón importante y le era imposible mantener el equilibrio, Hilleon al asegurarse de que ya no había peligro corrió hacia ella y la sujeto para que no cayera.
—No voy a agradecerte eres mi esposo y es tu deber cuidarme—dijo con orgullo. Ella era lo suficientemente orgullosa para aceptar la ayuda de un hombre, Hilleon se rió ya acostumbrado a su forma de ser y la cargó en sus brazos.
—Cuando me dijeron que estabas aquí algo en mi interior me dijo que viniera, fue una lástima que llegara tarde, aún tengo pendiente ver a mi mujer pateando culos—se puso seria por un momento pero no duró tanto al no poder evitar reírse genuinamente y esconder su rostro en el pecho de él, en ese momento los ojos del hombre brillaron con intensidad.
Winter que ya se había desquitado lo suficiente se alejó y les siguió a ambos. Mientras él caminaba por el sendero llevando a Negginne, veía al animal caminando delante de ellos con la sangre chorreando.—¿Porqué le pusiste Winter?—Negginne apretó los dientes al sentir que el dolor aumentaba cada vez peor pero jamás lloraría, la bala seguía dentro como una espina.
—Porque el invierno es mi estación favorita y él es tan frío como yo—asintió con una sonrisa y quiso volver a hablar cuando ella se le adelantó.—Hilleon, ¡Apresúrate esta maldita bala me dejará coja si no me la sacan ya!—aceleró sus pasos y siguió así unos cuantos minutos más hasta que la Mansión podía verse cada vez más cerca, habían hombres custodiando el lugar y cuando notaron a su Jefa en ese estado todos fueron hacia ella en manada, entre ellos Paltom.
—¡Negginne, ¿Qué te han hecho?!—su mirada se oscureció y miró a Hilleon.
—Byron Mikhaylova me esperaba junto a sus secuaces en el Mausoleo pude con todos pero al final logró darme al menos un balazo...—maldito desgraciado ojalá arda en el infierno maldijo en su mente.
—¡Llamen al doctor ya!—dijo con urgencia y acataron órdenes.
—Paltom ven con nosotros—Hilleon apretó la mandíbula al escuchar eso pero no dijo nada.
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Una vez que el doctor terminó el proceso de curación se retiró contento al llevarse con él varios fajos de billetes de cien euros por haberla tratado bien y lograr que no haya sentido ningún dolor cuando extrajo la bala.
—Paltom, quiero que tú y un grupo de hombres vayan al Mausoleo y dejen todo como estaba no quiero que quede ningún rastro de esas mierdas allí—él asintió y se acercó a ella hasta quedar agachado.
—¿Necesitas algo más?.
—Sí, cortale la cabeza o lo que queda de ella al bastardo de Byron y mándaselo a la Mansión Mikhaylova, sé que le llegará el mensaje a su padre—asintió con seriedad y pronto salió de la habitación a cumplir su orden, Hilleon no dijo nada aunque le molestaba la presencia de Paltom y más aún verlo respirar cerca de ella pero tenía que aceptar que él siempre había sido su hombre de confianza.
—¿Ya estás mejor?—le sujetó la mano apretandola suavemente.
—Siempre estoy bien—respondió ella con una sonrisa.
—Mikhaylova pagará por haberse metido contigo Negginne—ella sonrió y por dentro bailaba al haber escuchado lo que tanto esperaba oír de Hilleon.—Pondré a ese viejo a tus pies y se arrastrará pidiendo tu perdón.
—¿De verdad harías eso por mí?—arqueó una ceja esperando su respuesta.
—Haría lo que fuera por tí mi cruel Maligna con cara de ángel—pronunció con seguridad. Ella tomó su mano y la puso en su rostro.
—Quédate conmigo esta noche—le dijo con fingida inocencia.
—¿Es una invitación?—preguntó con una sonrisa pícara a la que ella respondió igual.
—Es una orden—ambos se rieron de su interacción porque desde que volvieron a juntarse su manera de tratarse es raramente peculiar, no se sabe con exactitud si es atracción o mera cordialidad.
Más tarde él y Negginne durmieron en la misma cama, esa fue la forma en que ella le agradeció el haberle ayudado.
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Un mes después de aquel altercado los guardias recorrían cada espacio de la extensa propiedad controlando que nadie volviera a colarse y ocurriera un nuevo ataque.
Negginne se recuperó con facilidad y no tardó ningún segundo en volver a entrenar, hace unos días atrás le llegó un sobre con nueva información de Mikhaylova, los medios no tardaron en aquel entonces en revelar la noticia del cruel y despiadado asesinato del hijo mayor de Donovan Mikhaylova pero antes que ser una noticia triste fue una que sirvió para sacar a la luz los trapos sucios de esa familia alegando que se trató de un ajuste de cuentas por los negocios turbios que maneja el patriarca del que no se sabe nada hace años.
Negginne se enteró que se cambió el rostro para no ser detectado por ninguna cámara de reconocimiento facial, la cucaracha se sabe esconder muy bien.
Hilleon contactó a toda su gente y también comenzaron con la búsqueda, pronto darían con el paradero del hombre y no tardaría en cumplirle la promesa que le hizo a ella.
Mientras se encontraba en su despacho firmando unos documentos porque además de ser un mafioso era el dueño de una empresa automotriz, uno de sus subordinados se comunicó con él por teléfono.
—¿Qué sucede Wilson tienes la información que te pedí?
—Más que eso Señor, atrapé a uno de ellos y lo tengo aquí bien controlado—Hilleon sonrió con maldad y satisfacción.
—Buen trabajo manténlo ahí hasta que te dé indicaciones—cortó la llamada y fue hacia su auto, debía darle la noticia cuanto antes a Negginne.—Qué mujer más orgullosa si tan sólo viviera aquí conmigo no tendría que conducir tan lejos para verla—dijo con obvio fastidio para si mismo.
Y se molestó también consigo mismo por siempre ceder ante ella, por bajar la guardia y pasar de ser el peor de todos a su esclavo, de la muy orgullosa pero preciosa Negginne Rousseau.
Era su cruel tentación.
Cuando llegó a su casa la buscó y dió con ella en la sala encontrandola muy risueña con Paltom, se sintió muy celoso e inconscientemente llegó hacia ella tomándola de la cintura y besándola como un loco, ella no se negó pero logró apartarlo sutilmente.
—¿Qué pasa?—dijo con una sonrisa.
—Mi gente tiene en sus manos a uno de los hombres de Mikhaylova, ven conmigo iremos a verlo ahora mismo—esta vez Negginne tomó la iniciativa en darle un apasionado beso, lo que le hizo sonreír como idiota y a Paltom tensar hasta el último de sus músculos.
—Tengo un lugar predilecto donde lo podemos llevar.
—Bien, ¿Dónde es?—ella sonrió con picardía y tomó su mano para guiarlo.
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—¿Era necesario cubrirme los ojos con esta puta venda Negginne?, ¿Acaso no confías en mí?—expresó molesto Hilleon quien llevó todo el camino una venda que le impedía ver a dónde se dirigían porque ella no se arriesgaría a brindarle la ubicación del lugar más privado de su familia.
—No te lo tomes personal pero nadie fuera de mi familia tiene que saber dónde está ubicado este lugar, es extremadamente confidencial y no, no confío en tí Hilleon, estamos casados pero no enganchados así que no pidas más.
—él resopló con frustración y no le dijo nada más porque ella era la mujer más reservada que conoció jamás.—Llegamos, bienvenido a Grydscontz, aquí traemos a todos los que se portan mal—dijo Negginne con una ligera risa.
Él notó que el lugar se encontraba en medio de la nada y era subterráneo, no le sorprendió ya que con todo el poder de los Rousseau más de una cosa rara debían poseer.
Cuando entró captó al instante que el lugar era usado para mantener prisioneros a sus enemigos y turturarlos.
Escuchó a Negginne dar órdenes y llevaron al hombre a uno de los bloques, las personas del lugar lo observaban con sospecha y se mantenían lejos de él.
—Ven, entremos aquí—ella lo guío hasta el bloque y pronto vió al hombre colgado de los brazos con cadenas y semidesnudo, al menos lo dejaron en boxers. Todos salieron del lugar dejándolos solos a ellos dos con el prisionero.—Te conviene hablar o empezaré a usar mis juguetes.
Señaló la mesa a un costado que contenía una infinidad de objetos para torturar.
—¡Mátame porque no voy a decir nada estúpida!—escupió y la miró con desprecio. Hilleon se acercó y estampó su puño en la cara del hombre.
—¡No vuelvas a hablarle así!—advirtió en un tono amenazante.
—Como sabía que dirías eso supongo que no te molestará que traiga aquí a Illeana, Leyna y Terry—el rostro del hombre palideció y Negginne sonrió.—Habla y ellos estarán bien, será tu vida por las de ellos—pronto el hombre volvió a oscurecer su mirada y escupió.
—¡No diré nada yo moriré por Donovan Mikhaylova!—Negginne blanqueó los ojos y agarro un mazo con puntas afiliadas.
—¿Crees que él daría la vida por ti maldito idiota?—le inserto el arma en una de sus piernas y el hombre gritó con fuerza y se retorció.—¡Habla o será peor!—volvió a estampar el mazo en su otra pierna.
—¡Nunca lo encontrarás!—gritó el hombre en su dolor y ella siguió dándole.—¡Maldita niña estúpida ya verás lo que te hará cuando te atrape, hará que todos sus hombres se turnen para cogerte puta!—Hilleon sin titubear tomó un bate de béisbol bordeado con clavos puntiagudos y extremadamente filosos, comenzó a golpearlo también y pronto la sangre empezó a salpicarle en su rostro y cuerpo a él y a Negginne.
—¡Habla infeliz!—seguían dándole hasta que el hombre no pudo más y decidió hablar.
—Suu- Suiza, ¡Está en Suiza!
—¡¿Quién lo apoya?!
—¡Se hace llamar el Emperador Negro!—ambos siguieron golpeándolo para que hablara más.
—¡Ya por favor no sé nada más!, ¡Piedad por favor!, ¡Piedad!
—rogaba el hombre y Negginne perdió totalmente el control esto por la frustración de no poder encontrar a Mikhaylova y asesinarlo de una vez por todas, las sangre les salpicaba y salpicaba hasta haberlos bañado completamente, el hombre ya había muerto y su cuerpo estaba lleno de agujeros.
Hilleon se detuvo pero Negginne seguía hasta que le sujeto las muñecas y sus miradas se encontraron.
Ella soltó el mazo y comenzó a besarlo con locura, él le respondió al instante y enseguida se subió a él enredando sus piernas alrededor sus caderas nunca importó el estar cubiertos de sangre, la pasión y deseo que desbordaban los dos los había cegado de lujuria.
Negginne se acercó a la mesa y empujó todos los objetos al suelo para subirse encima y abrirse de piernas, lo tomó de la camisa y se encapricho con su boca, él arrancó la parte inferior de su ropa de un solo tirón y se alejó un momento para contemplar su intimidad en toda su gloria y sonrió con picardía y malicia.
La escena era grotesca muy caótica pero algo era seguro, ellos dos no son de este mundo porque siempre han sabido que al no tener miedo de nada disfrutan más.
Se enterró en ella tan fuerte tan duro y preciso que Negginne no pudo evitar blanquear los ojos pero esta vez fue de placer, sentía que moriría de excitación en cualquier momento por las fuertes y rápidas embestidas.
Los movimientos pélvicos de Hilleon y sus toques la enloquecieron hasta sobrepasar sus límites, estimulaba su clítoris como un experto en el tema y la puso a gemir como una hembra en celo.
Negginne cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás por un momento cortando todo contacto visual cuando dos fuertes bofetadas impactaron sobre sus mejillas, abrió los ojos de golpe pero no por el enojo sino por las vibraciones que eso le causó a ella le encantaba recibir esos tratos, la tomaron por el cuello con fuerza casi cortándole el aire y las embestidas eran cada vez más profundas y fuertes.
Ella estaba en un frenesí, nunca la habían hecho sentir tan merecedora.
Con unas cuantas estocadas más Hilleon salió de ella, bajó a Negginne de la mesa con tanta rapidez que casi va a parar al suelo por la sensibilidad de sus piernas, la puso de espaldas y la empujó boca abajo, ella se sujetó de ambos lados de la mesa y él le abrió las piernas de par en par para volver a entrar en ella sin compasión.
Hilleon tenía tantas cosas para decirle pero conociendo su carácter no quería arruinar el momento y mantuvo sus pensamientos para él y uno de ellos era que, estar dentro de ella se sentía como el maldito cielo y jamás quería dejar de hacerlo.
Los sonidos obscenos que se producían con la fricción de sus partes los hacía querer más y más, las nalgas de Negginne estaban rojisimas por las palmadas, apretones y mordidas que le dió Hilleon, le penetraba tan profundo que rebotaban con cada embestida y se estrellaban contra su pelvis con rudeza.
Se habían olvidado totalmente que a un costado de ellos estaba el cadáver del hombre al que acababan de matar y también ignoraron el hecho de estar cubiertos de su sangre.
Negginne sentía que sus piernas ya estaban paralizadas totalmente y después de esto caminaría como Bambi pero ella quería más, hizo que Hilleon saliera de ella para acostarlo sobre la mesa y subirse encima, lo que más le gustaba hacer después de pelear era cabalgar sobre la polla del hombre que deseaba.
Hilleon terminó de arrancarle la última prenda que llevaba puesta dejando sus senos a la vista, esos que le obsesionan desde la primera vez que los vió.
Rebotaban de arriba abajo mientras ella saltaba sobre él, y no supo en qué momento pero quedó hechizado por la divinidad de la mujer, porque eso era ella DIVINA en todas sus formas, deseaba retratar el momento en un cuadro y colgarlo en la pared de su oficina justo al frente de él, este preciso momento en el que ella se balanceaba de adelante hacia atrás y meneaba sus caderas con tal perfección que le parecía una diosa, alzaba las manos y se frotaba el cabello con los ojos cerrados para luego masajearse a sí misma y sonreía como si cantara su canción favorita.
Él sólo sabía una cosa en ese momento, estaba fascinado por esta mujer, loca y peligrosamente obsesionado de Negginne.
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