CAPÍTULO 5
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Cinco años después
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Con la sangre de sus enemigos ella se coronó en la cima de la pirámide.
Ella nunca se fue como todos pensaron, siempre estuvo ahí actuando desde la oscuridad, su oscuridad.
Ahora ella volverá y todos le adorarán y servirán cual súbditos.
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Tiempo actual
Narrador Omnisciente
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El hombre penetra con fuerza sobre su escritorio a la bella mujer, a una gran velocidad sin una pizca de sutileza. Ella gimotea sin pudor y grita vulgaridades por doquier.
Pronto, unos toques en la puerta interrumpen el momento.
—¡¿Qué pasa?!—el hombre continúa en su tarea sin detenerse.
—Señor, Balamhor Kuznetsov está aquí y lo está esperando en la sala.
—Carajo, ¿qué querrá ahora ese viejo?—se pregunta a si mismo.
Sale de la mujer y ella emite una queja.
—¡¿Porqué no le dices que espere Hilleon?!—se acerca a él e intenta acariciarlo.—¿Cuándo me harás tu mujer? ¡Quiero que me respeten y obedezcan no que me vean solo como la puta de su jefe!.
—¡Porque eso es lo que eres Kathia!, es para lo único que sirves para que te folle y nada más—ella abrió la boca ofendida.
—¿Todo esto es porque todavía no olvidas a esa tal Negginne? A esa niña idiota...—rápidamente la tomó del cuello hasta casi dejarla sin aire.
—No te atrevas a mencionar su nombre, ella siempre será mi esposa porque fue la única digna del puesto—la tiró al suelo haciéndole inhalar aire con dificultad y toser tratando de que el aire le llegue a los pulmones.
—¡Los gusanos ya se habrán apoderado completamente de su cuerpo y tú sigues pensando en ella!
-¡Largo de aquí, no me obligues a darte un balazo y mandarte al infierno de una vez!—ella logró pararse con dificultad y antes de salir él volvió a hablarle.—¡No quiero volver a verte más Kathia, así que no vuelvas a aparecerte por aquí porque si lo haces voy a entregarte como comida para los caimanes!.
Salió roja de la ira y azotó la puerta con rabia.
Hilleon prendió un puro y le dió una profunda calada, cerró por un momento los ojos recordando a la bella y rebelde Negginne mientras se apoyaba sobre la pared, la visualizó en su mente con su piel blanca y perfecta figura, sus ojos grises y cabello castaño ondulado, con sus labios gruesos y ardientes saboreando el recuerdo de aquél beso que le robó, su perfecta nariz respingada, su mirada penetrante y seductora, su encantadora sonrisa en la cual se le formaban hoyuelos en las mejillas dándole un aspecto delicado angelical
—¿Qué te estás imaginando Pracotszcky?—la repentina voz lo sacó de sus recuerdos.
—¿En qué momento entraste anciano?—recibió un bastonazo en la rodilla como respuesta.
—¡Respeta a tus mayores o te enseñaré modales a mi manera!—ambos rieron ante la interacción.
—¿Qué te trae por estos lares Kuznetsov? ¿Ya apareció el repugnante culo de Donovan Mikhaylova?—se acercó a él hasta colocarse en frente.-Te juro que cuando lo encuentre lo voy a desollar vivo por lo que le hizo a Negginne, ella ahora debería estar aquí conmigo viva y peleando a la par mío.
Kuznetsov sonrío con sorna, negó lentamente y tomó asiento en uno de los sofás.
—Créeme que tengo las mismas intenciones pero no por las mismas razones que tú—el hombre lo miró fijo un momento antes de volver a hablar.—Dime una cosa Hilleon, si ahora mismo te confesara algo cruel que pueda estar relacionado contigo, ¿Me matarías sin pensarlo dos veces o primero pedirías explicaciones?—Hilleon frunció el seño y tomó asiento delante de él.
—Depende de lo que sea, si me traicionas o mientes te mataré pero si tus acciones pueden ser comprendidas lo pensaría pero de igual manera obtendrás un castigo, ¿Porqué?—Kuznetsov sonrío una vez más y asintió con la cabeza.
—Es una simple pregunta, me interesa conocer a mis contactos para medir mis acciones en el futuro.
—Haces bien.
—Espero contar con tu presencia esta noche, tendré invitados importantes.
—¿Es tan importante mi asistencia como para que vengas aquí a recalcar la invitación?.
—Lo es, asistirán todas las personas de nuestro mundo—Hilleon sabía que el hombre se traía algo entre manos pero no quiso indagar demasiado porque tarde o temprano se enteraría.—Como no tengo nada más que hacer aquí me despido, nos vemos más tarde—se levantó del sillón y caminó hasta la puerta.—¡Ah! Por cierto...linda mujer la de hoy, deberías llevarla esta noche contigo, me gusta observar cosas bonitas—Kuznetsov río para si mismo ocultando algo, Hilleon lo despidió y volvió a quedarse solo en su despacho.
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En una cabaña a las afueras de la Ciudad.
—¿Me trajiste lo que te pedí?.
—Aquí está mi señora.
La mujer contempló la caja puesta en su regazo hasta que la abrió y miles de sentimientos se apoderaron de ella, tomó el arma en sus manos y la detalló con apreciación.
—Si me permite mi opinión mi Señora, esa arma parece estar hecha para usted—la mujer no contestó y sólo tenía una cosa en mente, usarla esta misma noche.
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La poderosa Mansión Kuznetsov recibió a los altos dirigentes de todo el Continente, nadie sabía aún el motivo de la celebración y estaban a la espera de una aclaración. Hace cinco años la Comitiva cambió de Regente, colocándose Balamhor Kuznetsov como el nuevo Jefe absoluto, después de que Negginne Rousseau sufriera un atentado mientras manejaba su vehículo y fuera acribillada cruelmente y quemada viva, un final terrible para la chica de quince años.
La celebración gritaba dinero por todas partes, lo que daba a entender a los invitados que no se trataba de una celebración cualquiera, había un motivo muy grande detrás. Mientras las personas charlaban entre sí Hilleon Pracotszcky hacía acto de presencia en el lugar llamando la atención de los presentes, Kuznetsov sonrió satisfecho al verlo llegar, las personas se situaron a su alrededor para saludarlo porque así como era uno de los hombres más temidos era también el más cotizado por las damas de la alta sociedad y más de un padre lo quería como yerno, él venía acompañado por la modelo francesa Kathia Belbétt que sonreía como si fuera la Reina del mundo sujeta a su brazo.
Juntos caminaron hasta el Anfitrión.
—Bienvenido Hilleon, veo que me hiciste caso y trajiste a esta preciosidad—dijo con una sonrisa pretenciosa ocultando algo. Dejó un beso en el dorso de su mano y ella sonrió con altanería.—Disfruta esta noche, uno nunca sabe cuándo puede ser la última—rió disfrazando de broma sus sombrías palabras.
—¿Vas a decirme de una vez a qué se debe todo esto?—expresó Hilleon hastiado. Kuznetsov palmeó su hombro y sonrió con gracia.
—Ya lo verás, sólo se paciente y trata de no caerte de culo más tarde, ¡Por favor!—río y Hilleon entorno los ojos y tomó un vaso de Whiskey de la bandeja de un mesero.—Debo ir a hablar con algunas personas disculpen...ustedes mientras tanto deberían bailar—le guiñó un ojo y sólo recibió una mueca de fastidio por parte de Hilleon que le sacó una carcajada.
—Por fin se fue ese viejo, es insoportable, ¿Qué negocios tienes con él? Debería estar en un geriátrico—dijo la modelo con molestia. Hilleon observó a Kathia con aburrimiento.
—Cállate, Kathia, hazme el favor, te quejas de todo lo que se mueve—ella sonrió sin amedrentarse por sus palabras y se acercó a él, le coqueteó acariciando su rostro y pecho.
—Deja de hacerte el malo conmigo, hoy por la tarde dijiste que no querías volver a verme más y tú mismo volviste a buscarme así que eso quiere decir que te importo...
—No, no me importas, te invité porque ese viejo insoportable de allá me pidió que lo hiciera, deberías irte con él, de seguro te tratará mejor que yo ya que le gustan las jóvenes—ella se sintió ofendida por esas palabras, miró hacia todos lados tratando de no llamar la atención y en vez de recoger la poca dignidad que le quedaba e irse se quedó rogándole en silencio.
Pronto la fiesta se puso más animada y las personas comenzaron a bailar en el centro mientras los minutos pasaban y pasaban...
Aproximadamente una hora después Kuznetsov subió al escenario y llamó la atención de todos los presentes.
—Damas y caballeros, quiero agradecer a todos por haber venido hoy a mi hogar y celebrar conmigo un acontecimiento muy importante.
En una habitación del segundo piso una mujer observaba la fiesta desde allí mientras fumaba un puro, nadie sabía que estuvieron siendo observados todo el tiempo a través del gran ventanal de esa habitación.
Mientras veía todo en silencio un hombre se le acercó desde atrás y llamó su atención.
—Señora, el camino está despejado ya puede bajar—ella sonrió para si misma y se levantó lentamente para ir camino a encontrarse con toda esa gente.
—Esta misma noche quiero que sean partícipes de este gran momento—continuaba hablando mientras las mujer llegó a la alfombra, nadie notó su presencia por estar de espaldas prestando atención a las palabras de Balamhor.
Hilleon por un lado sentía una especie de sensación agridulce que no sabía si era bueno, malo o ambos, Kathia que aún seguía a su costado obstinada a marcharse aprovechó su distracción para volver a tomar su brazo y sujetarlo, porque sabía bien que Hilleon no la rechazaría delante de la gente para no crear un escándalo.
Él la miró con molestia y ella le sonrió descaradamente como si todo estuviera bien.
—Ya no los haré esperar más, ¡Esta fiesta es en honor a mi querida ahijada, la única, Negginne Rousseau!
La gente se miraba entre sí y lo miraban a él con desconcierto, algunos murmuraban que la edad ya le había afectado, otros no entendían nada y Hilleon sintió un malestar en lo profundo de su corazón.
De repente se escuchó el jadeo de sorpresa de una persona, de a poco la conmoción aumentaba y se iban quedando en shock totalmente aturdidos.
—Es...¡Es ella! ¡Está viva!—gritó alguien entre la multitud y todos dejaron de respirar quedando estáticos.
Negginne caminaba en medio de la multitud como si de una pasarela se tratara e iba acompañada de su fiel amigo Winter que caminaba a la par suyo, se había vuelto una bestia feroz y aún más atemorizante.
Ella había cambiado totalmente, estaba mucho más alta, su cuerpo se veía mucho más sensual y trabajado que antes, iba vestida completamente con su color característico el negro, con una calza ajustada que resaltaba sus redondas nalgas acompañada de unas botas negras de tacón aguja altas y ajustadas hasta los muslos donde siempre guardaba su navaja en la pierna izquierda. Un corsé que se ajustaba perfectamente a su pequeña y estrecha cinturita resaltando sus senos grandes y naturales, como siempre llevaba puestos guantes de cuero y una liga negra en el brazo derecho, su delicada cadenita de oro con el dije de cruz nunca se la quitaba, mucho menos su otra cadenita de oro con el nombre Negginne como dije.
Su cabello castaño ahora estaba más largo y hermoso, pero lo traía lacio en vez de ondulado, su rostro desprendía un aura fría y peligrosa, llevaba un perfecto delineado y sombras de tonos oscuros como su corazón que hacían que sus ojos grises penetraran como mil dagas y se vieran amenazantes, para rematar sus labios estaban pintados de rojo carmesí dando el toque final.
Hilleon al verla casi cae de culo justo como le advirtió y predijo Kuznetsov.
No sabía si sentirse feliz por ver que estaba más viva que nunca o odiarla por haber fingido su muerte y esconderse cinco años, se debatía en si ir hacia ella o esperar a que ella vaya hacia él.
Negginne lo estuvo observando todo este tiempo, está al tanto de todo lo que hizo, inclusive con quiénes se enredó pero a ella no le interesa porque también tiene su agenda personal bastante ocupada en ese aspecto que todos conocemos.
Caminaba con la frente en alto totalmente seria y reservada sin expresar ningún tipo de emoción, las personas aún estaban estáticas, ella se detuvo en el centro y antes que cualquier cosa hizo un leve asentimiento a su padrino que bajó del escenario hasta llegar a ella.
La abrazó y ella le respondió.
—La verdadera Jefa de la Comitiva ha regresado.
—Has hecho un buen trabajo Kuznetsov—el hombre asintió satisfecho y como era de esperarse todos comenzaron a hacer preguntas, Negginne endureció su mirada y se enfrentó a la multitud con un tono mordaz.—No voy a darle explicaciones a nadie ni mucho menos me sentaré a contarles la historia de cómo no morí porque lo único que deben saber es que disfruté torturando y descuartizando los cuerpos de todos los que traicionaron a mi familia—nadie se atrevió a refutar, nadie era tan tonto como para enfrentarse a algún jefe de la Comitiva y mucho menos a la verdadera líder indiscutida.
—¿A mí tampoco me explicarás nada Negginne?—Hilleon habló al fin con la mirada endurecida.
—Mucho menos a tí—dijo con indiferencia. Lo miró de pies a cabeza desinteresadamente y luego se fijó en la mujer a su lado, Kuznetsov notó esa acción y no pudo soportar sonreír con burla, siempre le encantaba crear discordia era como una costumbre para él.
Kathia al notar la mirada despectiva de Negginne corrió a Hilleon creyendo que este la apoyaría, la mujer no conocía en absoluto el terrible carácter de ella y cometió el error de desafiarla.
—Hilleon, ¿Ya vez que no te quiere? Deja de perder el tiempo con esta mujer, ¡Tú también eres poderoso como ella!—miró a Negginne con desprecio haciendo que esta sonría por primera vez en toda la noche.—¡Hazme caso Hilleon!, vámonos y dejemos a esta mentirosa y al viejo decrépito con su locura.
—Kathia...—Hilleon intentó advertirle pero fue interrumpido por Negginne.
—¿Cómo llamaste a mi Padrino y cómo me llamaste a mí? Repite eso una vez más.
—¡Viejo decre...
El sonido del disparo resonó en todo el lugar y algunas mujeres gritaron horrorizadas, los hombres acostumbrados a ver esas cosas sólo se mostraron fascinados por la sangre fría de la mujer mientras el cuerpo de Kathia cayó como trapo al suelo y la sangre del orificio en su frente se derramaba lentamente, fue una escena inesperada.
—Sabía que hoy la usaría—dijo con tranquilidad detallando su arma con adoración. Miró una vez más el cuerpo de la mujer sin emoción alguna y les hizo un ademán a sus subordinados para que se la llevaran de su vista.—Eso le pasa a los que me faltan el respeto y qué mejor muestra que esta—les advirtió a todos.—Ahora lo pensarán dos veces antes de querer enfrentarse a mí—lentamente caminó en círculos aún con su arma en mano.—Hoy he vuelto para poner las cosas en su lugar y hacerme cargo de lo que me pertenece, el legado de mi abuelo aún sigue latente y vive conmigo así que espero que todos sean prudentes y piensen dos veces antes de cometer un error porque yo no volví para hacer amigos volví para demostrar quién es la que tiene el poder aquí—nadie se atrevió a mover siquiera un músculo después de escuchar esas advertencias.—La fiesta acabó retirense todos—nadie protestó y algunos hasta casi salieron corriendo de la mansión.
—Tenemos que hablar Negginne, ¡Merezco una explicación no puedes dejarme así!—expresó Hilleon con euforia.
—Pensaba decirte, pero te pones tan insistente que me cansas—dijo ella con aburrimiento.
—¿En dónde estuviste todo este tiempo?.
—Lejos, muy lejos.
—Hablo en serio—como si le diera igual la conversación, Negginne miró a su padrino ignorandolo.
—Padrino ya debo irme, mi hogar me espera estuve ausente mucho tiempo.
—¡Que te vaya bien entonces, nos vemos luego!—ambos se despidieron y ella salió caminando ignorando la presencia de Hilleon que con una tremenda rabia la siguió hasta la salida.
—¡Tu lugar es conmigo en mi casa recuerda que estamos casados Negginne y aún conservo esos papeles!—ella reía por dentro y no sabía porqué era pero le encantaba hacer enojar a Hilleon hasta el punto de desesperarlo.
—Mi lugar es en mi casa y con respecto a eso, nuestro "Matrimonio" no está consumado así que no cuenta.
—Es por eso que debemos estar juntos Negginne.
—¿Qué quieres de mí Hilleon?, ¿Acaso no notas que no me importas en lo absoluto? Y al parecer esta obsesión tuya conmigo ni tanta es ya que te estuviste revolcando con cualquiera en mi ausencia—claro que sabía lo que Hilleon quiere de ella, lo sabía perfectamente pero es así como quería jugar con él y era muy hipócrita en fingir enojarse por saber que él ha estado con otras.
—Soy hombre y tengo mis necesidades tú te fuiste cinco años y te recuerdo, por si lo olvidas, estabas muerta.
—Sí, lo sé, olvídalo entonces me da igual, yo también cabalgué por una que otra polla pero nada importante—dijo con aburrimiento. Rió para sus adentros viendo la cara deformada por la rabia de Hilleon al escuchar su confesión y por fuera no mostraba emoción alguna, si las miradas mataran Negginne ya estaría en el más allá.
—¿Con quiénes? ¡Dime y los mataré nadie puede tocar lo que es mío!—dijo con los dientes apretados.
—No seas ridículo Hilleon, a mí tampoco me gusta que toquen mis cosas pero ahí andabas como fruta de mercado dejándote manosear por todas, así que estamos a mano, igualdad de género, ¿Porqué tú sí puedes follar y yo no? Actualízate.
—Entonces ven conmigo y déjame hacerte mía.
—Lo pensaré, pero hoy no se me apetece, además antes de estar conmigo deberás lavarte la boca y la verga con desinfectante, no vaya a ser que me contagies alguna enfermedad.
—Negginne.
—Hilleon—ambos se miraban con intensidad y había una cierta tensión sexual entre ambos que rápidamente fue borrada por ella.
—Estés de acuerdo o no, yo me quedaré en mi Mansión porque soy la Jefa de la Comitiva y mi destino no es depender de un hombre y estar en su cama todo el día, yo no funciono así—Hilleon sabía que Negginne no daría su brazo a torcer y en ese momento la dejó ir porque él también tenía que procesar el hecho de que estuviera viva y devuelta.
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—Has hecho un buen trabajo Paltom cuidaste la casa con dedicación, no esperaba menos de tí.
Por supuesto que todos en la Mansión se volvieron locos cuando vieron llegar a la dueña de ésta que creían muerta, incluso habían creado un santuario para la familia en el jardín con fotos de todos ellos y de vez en cuándo las sirvientas iban a prenderles velas y orar por sus almas, puede que hayan sido una familia despiadada y distante pero nunca abusaron de su poder con la servidumbre y no tenían nada que quejarse de sus patrones porque siempre fueron generosos pagandoles mucho más de lo que era debido, el ser tacaños no estaba en su diccionario.
—Por supuesto, yo vivo para su familia y para usted—Negginne se fijó disimuladamente en Paltom, se veía más apetecible que antes pero no quería volver a darle una oportunidad, lo que menos quería era que se volviera loco por ella y cometa alguna incoherencia, además su verdadero objetivo es Hilleon.
—Bien, iré a descansar, avísame si surge alguna cosa—él asintió y se quedó allí parado, ella subió las escaleras y Winter le siguió galante como si también hubiera extrañado el lugar, era el animal más mimado del planeta, su habitación era incluso más grande que el cuarto de huéspedes y contaba con instalaciones especiales para él.
Negginne entró a su habitación y todo estaba como lo había dejado, impecable, prendió su vinilo y comenzó a escuchar la hipnotizante voz de Lana del Rey, se quitó la ropa y se metió a la tina con agua caliente, sales y aceites especiales de baño para relajar su cuerpo.
Dos horas después salió de allí totalmente relajada en toda su gloria, entró a la habitación y fue directamente a buscar su bata de seda cuando se sintió observada por lo que dirigió su vista hacia un sillón en la esquina de la habitación.
Hilleon admiraba su cuerpo desnudo sin pestañear mientras se fumaba un puro, ella simplemente lo ignoró y siguió buscando su bata.
—¿Buscas esto?—él sostenía su bata y olía su aroma como si fuera una droga.
—Sí, dámela—se levantó y camino hacia ella a grandes pasos para no darle tiempo de huir, ella intentó arrebatarle la bata pero él no se la dió.—¿Qué quieres Hilleon?, ¿Tanto querías verme desnuda? Ya me estás viendo, ahora, si me permites, ¡Voy a vestirme y dormir!
—Te quiero a ti Negginne, ¿Tanto te cuesta entender?.
—Pero a mí no se me apetece estar contigo, no tiene sentido que tengamos sexo sin pasión, al menos no de mi parte, sería una experiencia bochornosa y créeme que cuando me follan mal no vuelvo a repetir nunca más.
—Si no quieres estar conmigo al menos déjame estar cerca de ti, no sé en qué bruja te has convertido o qué hiciste para hechizarme pero te veo y siento ganas de comerte.
—Eso se llama canibalismo y está prohibido en muchas sociedades.
—Hablo en serio.
—Bien, puedes quedarte en la Mansión hoy.
—No en la Mansión, aquí, contigo, en tu cama...
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