CAPÍTULO 21
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Negginne
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Cuando me despedí del señor Oszlak y su esposa alegando que ya era hora de irme a pesar de la insistencia del hombre por quedarme hasta el final y formar parte de la "reunión", de la cual no me interesaba presenciar nada y debía respetar mi decisión, salí sola sin mirar atrás ya que no deseaba escuchar sus absurdos debates de sobre quién tenía más dinero, mejor para ellos porque les superaba terriblemente y quedarían humillados.
Como no encontré a Decan, ni a Ivar o Nikola como quiera llamarse, ni mucho menos a Hilleon por ningún lado me dispuse irme sola. Casi la mitad de los invitados se había retirado y la otra mitad permanecía dentro del salón, ví a los del servicio esperando de pie al final de los escalones con la puerta de mi vehículo abierta y antes de llegar allí, desvié mi mirada inconscientemente hacia un costado y lo ví ahí, parado entre el montón de arbustos perfectamente podados escondido de todos pero a la vista de mí.
Paltom.
Me observaba con una sonrisa, consciente de nuestro contacto visual. Me quedé sin aire y paralizada por un momento antes de descongelar mis piernas e ir tras él.
—Señora...—dijo uno de los del servicio con confusión y lo miré un segundo para hacerle una señal de que me esperara.
Volví a mirar hacia Paltom y ya no estaba, había desaparecido como un fantasma y aún así seguí mi camino entrando sin miedo en la oscuridad con apenas una pizca de luz que permitían las luces de los faroles ubicados en la lejanía, miré hacia todos lados tratando de dar con él y no lo podía encontrar, caminé más y nada.
Está vivo, joder, ¿pero cómo?, pensaba en mi mente hasta que sentí una presencia detrás mío que me hizo salir de mis cavilaciones y su figura alta me envolvió.
—Negginne...—me habló y lo abracé genuinamente, a pesar de todo siempre me había sido leal y era un alivio saber que no estaba muerto.
Me respondió el abrazo y lo oí inhalar mi aroma con ahínco, pero también sentí su cuerpo sumamente rígido como si a la vez mi contacto le quemara.
—Desgraciado—le atesté un puñetazo en la cara, se lo merecía por engañarme y formar parte de mi lista de mentirosos.—¿Dónde estabas?, ¿qué haces aquí?, ¿porqué te escondes?—miles de preguntas tenía y quería la respuesta de todas.
—Antes de decirte todo primero necesito saber si aún eres parte de nosotros—dijo y a la vez preguntó, no entendí un carajo a lo que se refería con "Parte de nosotros", me miró como nunca lo había hecho, con una mirada dura y llena de frialdad como si fuera un soldado programado para una tarea específica.
—¿Qué?—pregunté sin entender realmente.
—¿Eres o no eres parte de nosotros?—me agarró del brazo y me lo apretó con fuerza activando todas mis alarmas.—La verdadera pregunta es, ¿Hay amor en tu corazón?—entendí lo que quería saber y cerré los ojos respirando fuerte antes de responder, no soy una mentirosa y jamás diré algo que no es si se trata de mí.
—No pude evitarlo, lo hay—así como terminé de contestar aflojó el agarre en mi brazo y bajó la cabeza frotándose la cien como si estuviera totalmente decepcionado de mí y a la vez seguro de algo mientras negaba rápidamente. Y para ser sincera no entiendo el porqué de su reacción, quién se cree para juzgarme yo soy dueña de mi vida.
—Debí hacer caso, las mujeres como tú siempre se enamoran de quien no las ama—dijo suspirando mientras yo lo seguía observando como si tuviera algún problema. Él siempre supo que jamás lo amaría porque cada vez que lo hacíamos se lo dejaba en claro como un rezo bíblico y aún así decidió obsesionarse.
—Vamos a la mansión ahora mismo y me dices todo lo que...—me interrumpió poniendo su dedo en mis labios y mirándome sin emoción alguna en su rostro. Se acomodó totalmente quedando bien parado frente a mí y por un momento me sentí pequeña viéndolo desde abajo, acarició mi mejilla izquierda con el dorso de su mano derecha y el toque y la acción me resultaron raros, más aún su mirada seria y siniestra que parecía la de un lunático.
—Qué pena, a partir de hoy te convertiste en una porquería más—no me dió tiempo a responder cuando alejó el dorso de su mano y rápidamente volvió a posarlo en mi cara pero en forma de una contundente bofetada que me tiró al piso desprevenida.
—¡¿Estás loco o qué?!—fue lo único que se me ocurrió decir con la rabia latente antes de poder ponerme de pie.
Lancé mis puños sobre él y logré golpearlo esquivando sus golpes y me odiaba por traer vestido y tacones que no ayudaban nada con el suelo blando. Él no decía nada e intentaba de todas las formas posibles lastimarme, yo intentaba mantenerme con la mente enfocada en esquivar sus ataques y no en lo que realmente me generaba su traición, porque no podía creer esto, Paltom traicionandome.
—¡¿Cómo pudiste ser tan estúpida, Negginne?!, ¡¿cómo?!—en ese momento me doblé el tobillo intentando alejarme de él y como si fuera poco sacó una picana eléctrica y me dió una descarga que me revolcó en el suelo antes de poder estabilizarme.
Grité y sentí la quemazón en mi brazo, volvió a descargar y mi cuerpo se debilitó, quería con todas mis fuerzas ponerme de pie y romperle el hocico pero todo se fue al demonio cuando escuché voces detrás y volvió a darme otra descarga que terminó por desestabilizar mis sentidos.
Sentí que me apresaban y golpeaban sin cuidado alguno, otra descarga se posó en mi cuerpo pero no en el brazo, fue directo a mi entrepierna, me estaban torturando, me estaba preparando para lo peor y me odié por verme tan débil e indefensa. Recordé la última vez que me había sentido tan sola y descuidada, reviví mi trauma y sentí el mismo desespero y miedo.
—Почувствуй эту суку!—gritó alguien en ruso riéndose a carcajadas dándome varias descargas a la vez que se ganaron mis gritos desgarradores.
<<¡Siente esto puta!>>
Con la poca resistencia que poseía me safe un poco y le metí mis dedos en sus ojos haciendo que el hombre gritara y se alejara, reí fuerte y a la vez me aguantaba el dolor que ocasionaron las descargas que fueron más constantes, querían retenerme a la fuerza porque sabían bien que en mi estado normal no podrían siquiera tocarme un cabello.
No podía reconocer sus rostros ni saber sus identidades, todos iban cubiertos y sus figuras de montaña no ayudaban en nada, pero se me hizo reconocer algunas risas.
—Давай преподам этой суке урок, я хочу проверить, правда ли то, что они говорят... трахнув ее, ты попадешь в рай—escupió uno con una voz que me dió entera repulsión y empecé a sudar frío escuchando el sonido de su cinturón desprendiéndose. Los demás comenzaron a reírse y no oí al miserable de Paltom protestar.
<<Vamos a darle una lección a esta zorra, quiero comprobar si es verdad lo que dicen...con darle una follada puedes llegar hasta el cielo>>
Apreté las piernas con todas las fuerzas que tenía y gritaba dando golpes y cabezazos a diestra y siniestra, no iba a dejar que me hicieran lo mismo que cuando era una niña, esta vez no.
Sus asquerosas manos empezaron a recorrer todo mi cuerpo, no era sólo uno, lo hacían todos al mismo tiempo pronunciando obscenidades y agarrándome como el trofeo de un torneo del que no estuve enterada.
Alcancé a morder la mano de uno y otro procedió a taparme la boca y desgarrar mi vestido dejando mis pechos expuestos a sus repulsivos ojos, mis manos quedaron atadas inmóviles así como todo mi cuerpo, eran muchos monstruos y yo una muñequita de cristal a punto de ser destruida en mil pedazos.
Al instante en que preferí morirme antes de revivir aquel día en mi mente varios tiros resonaron tan cerca de mí que por un momento creí que se depositaron en mi cuerpo cuando sangre se salpicó con furia sobre mi rostro, aclaré mi vista y el hombre que estaba a horcajadas encima mío, yacia quieto en la misma posición pero su cráneo y parte de su cabeza habían volado lejos quedando destrozado y terminó cayendo a un lado sin vida alguna.
La escena era brutal y me quedé dura viendo a Hilleon e Ivar, ambos con armas de alto calibre. Y cuando mi esposo vió el estado en el que me encontraba, sus ojos reflejaban un odio puro y un infierno cruel se hacía carne en él.
Me arrastré queriendo llegar a él entre el lío de balas, viendo a Decan junto con los soldados y a mi hermano redimiendo a mis atacantes.
No sé qué me pasó pero me quedé quieta, inmóvil y sentí mucho frío, un fuerte escalofrío me recorrió todo el cuerpo como si la muerte hubiera venido hasta mí para reclamarme.
Sentí las manos de Hilleon tocandome, gritando cosas que no podía entender por la rapidez y desconcierto, me tenía en sus brazos y a través de mis ojos podía ver los suyos desesperados y asustados por mí, su semblante endurecido se calmó cuando posé mi mano en su mejilla.
No podía oír pero logré entender lo que sus labios me decían pronunciando un <Mi amor> pero al final lo único que pude escuchar fue un pitido en mi oído y el cansancio que me arropó como un látigo.
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Mi cuerpo débil, inerte, casi fundido en el colchón, caí en depresión. No quería que nada me afectara, me creí fuerte, indomable e intocable, pero todo eso era una vil fachada para tapar, esconder a la suave mujer que quería vivir una vida en paz sin dolor y crueldad, esa misma que conoció a temprana edad. Nunca entendí ni entenderé porqué, me eché la culpa a mí misma por el simple hecho de existir y también le eché la culpa a todo el mundo, Dios tampoco pasó desapercibido. Odiaba el hecho de que me convertí en un monstruo como ellos, justamente por ellos con quiénes yo no tenía relación pero por su causa la vida me obligó a madurar rápido y crecer a la velocidad de la luz, pagué yo misma mi propio dolor causandome más dolor del que ya poseía.
La soledad es el lugar más seguro que conozco decía una de las tantas letras de Edgar Allan Poe, recordando a mi padre leerlas para mí. Mi soledad no depende de la presencia o ausencia de las personas, al contrario, odio a quien roba mi soledad sin, a cambio, ofrecerme compañía de verdad contra demandaba Friedrich Nietzsche. Yo interpretaba todo en mi vida misma, viviendo sola y no teniendo ningún tipo de vínculo especial más allá de considerarlo una hermandad de años o lealtad porque nunca quise o tuve la intención de entregar mi corazón, para que nadie lo apuñalara o me lo arrancara para apoderarse de él y hacer de mí su marioneta.
Viendo e imaginando los ojos preciosos de Hilleon pude entender que, al igual que yo, me amaba más que ayer. Pero viendo a Ivar siempre supe que también lo amaba y saberlo vivo, un implante de tranquilidad reposaba en mi alma.
Pasaron tres días desde que me libraron de volver a ser violada en manada y con el único que me atreví a hablar fue con Decan quien me mantuvo al tanto de todo lo que tuvieron que hacer estos días para no dejar cabos sueltos y también de cómo sí nos tendieron una trampa. El objetivo siempre fue dañarme lo más posible.
Tenía mucha vergüenza de ver a la cara a Hilleon e Ivar, y no sé de qué me avergonzaba realmente, quizá era por la forma miserable y casi como una basura en la que me encontraron tirada, lloré tanto de rabia y dolor e implore a Dios preguntándole porqué era yo la que tenía que pagar cuando sólo me dedicaba a castigar a los malos y a ellos los bendecía con justicia y vida. Porque jamás hice daño a alguien que no lo merecía.
Winter no se separó de mí como todo mi fiel compañero, cuando tenía frío se aseguraba de calentarme con su cuerpo y de acurrucarse con entusiasmo para que dejara de temblar. Aún así me costaba todo, tuve que llamar a la ama de llaves más antigua de la casa quien prácticamente me vió crecer y con quien ya no tenía porqué avergonzarme de nada. Raveena me ayudó con mi aseo personal y a alimentarme, mi estado era peor de lo que creía, lloraba por todo y ella tenía miedo de darme afecto, me odié en cada instante en que se aguantaba las ganas de abrazarme porque lo único que hice todo este tiempo fue ser una maldita tirana que ejercía crueldad y generaba miedo en cada persona que se le cruzaba.
—¿Soy tan mala que no merezco siquiera una mirada de compasión, Raveena?—pronuncié las palabras con dolor y con una mirada triste, ella se puso la mano en el pecho y por primera vez sentí que alguien pudo sentir empatía por mí.
Me acercó a su pecho y me abrazó, rompí a llorar en ese momento sintiendo por primera vez la calidez de un abrazo que podía sentirse como el de una madre. Y más tarde después de cesar mi llanto y cerrar mi momento Mommy issues, Raveena salió de la habitación y se llevó a Winter con ella para alimentarlo.
Con mis emociones contrarias a mi yo diario me quedé acostada en la cama, mirando sin apuro el cielo nocturno por la ventana a través de las cortinas que bailaban con el viento y por un momento quise ser una de esas estrellas para estar muy lejos de aquí.
Recostada en la cama boca abajo deseando una y otra vez lo mismo escuché la puerta abrirse nuevamente y esperé el salto a la cama de Winter que nunca llegó.
Como un imán mi cuerpo sintió el magnetismo y supe que la presencia en la habitación se trataba de Hilleon. Seguí mirando por la ventana, sabía que no podía aguantar otro segundo más sin verme y esperó a que me calmara y estuviera más consciente que hace unos días.
Sentí su peso en una esquina de la cama y no esperé a que dijera nada, como si el alma me entrara al cuerpo otra vez me lancé a sus brazos acurrucandome como si se me fuera toda la vida en ello y sus fuertes brazos me sujetaron de igual manera.
No me importaba parecer débil, no me importaba parecer una damisela indefensa que deseaba ser salvada, porque sí ¡joder! Quería ser salvada por él, toda mi fachada de maldita se me cayó en el momento.
—Gracias...—dije con los ojos cerrados inhalando su delicioso perfume y sintiéndome de su pertenencia entre su fuerte y enorme anatomía.
Sus manos acariciaban mi espalda con cuidado y suavidad, besando mi cabeza. Me alejó un poco de su pecho para por fin verme a la cara y giré el rostro.
—Mírame, por favor...—quise llorar al escuchar su tono suplicante y herido, recordando lo demacrada y desgastada que me veía.
No tardé en obedecer y enlace mi mirada con la suya viéndolo a sus adorados ojos grises, los mismos que escondían misterios y te intrigaban hasta el infinito.
—¿Porqué será que cada vez que te veo no sé qué decir después?...suena a cliché pero yo creo que es más propio decir que estar frente a la mujer que saca lo peor de mí para utilizarlo a su favor es un privilegio—quise reírme pero una simple sonrisa se formó en mis labios, así es Hilleon, tampoco sabe cómo ser romántico y si no aprendes a interpretar sus palabras estarás perdido.
Tomó mi rostro entre sus manos y cerré los ojos sintiendo la calma que me traspasaba, con sus dedos se encargó de definir cada parte de mi cara sin querer perderse ningún detalle de la misma y sentí sus labios imponerse sobre los míos con ahínco y muy voraz.
Quería que me hiciera el amor como nunca antes y me proclamara suya una y mil veces.
Acomodó mi cuerpo sobre la cama y se alejó, la pérdida de su tacto me hizo sentir el frío otra vez pero mi mirada se abrió cuando visualicé una nueva figura entrando en la habitación.
Ivar.
Se había quitado la piel de Nikola y volvió a ser el verdadero él. Sollocé sin lágrimas conmocionada al ver su rostro después de tanto tiempo a pesar de que siempre estuvo aquí, no podía explicar porqué sentía tanto por él si me había colmado la paciencia con su indiferencia y malos tratos en el pasado.
Los dos se colocaron justo en frente de mí al pie de la cama, observandome como si de algo divino se tratara, alguien a quien le debían devoción y no dudarían en idolatrar. Yo, al contrario, no sabía qué decir y mi garganta se cerró sin intención de relajarme para poder abrir la boca y articular algo.
Lo único que pude hacer era mirarlos con confusión para que entendieran que no sabía cómo proceder con la especial situación.
—Nos tomamos el tiempo de sentarnos a hablar, ambos...sobre tí—dijo Hilleon con tranquilidad y caminando lentamente por el borde de la cama hasta situarse justo a mi lado izquierdo.
—Seamos honestos, Negginne, a los dos nos preocupa tu persona y queremos protegerte a toda costa...—Ivar hizo los mismos movimientos que Hilleon y se colocó a mi otro costado del lado derecho.—Ahora queremos hacerte sentir bien, ambos...
—¿Nos concedes ese honor, Negginne?—terminó Hilleon y lo miré sorprendida a él y al otro. Puesto que es extremadamente posesivo y le disgusta totalmente que otro toque sus cosas.
Sea lo que sea que hayan hablado creo que fue para bien.
De repente el ambiente se volvió cálido y ardiente, mi corazón latía con fuerza y pasaba saliva por mi garganta con dificultad, ambos estaban expectantes a mi respuesta. Y finalmente asentí, entendiendo que en su conversación a los dos les convenía unirse por una causa y obtener los mismos privilegios, de nada servía crear una guerra interna donde sabían quién sería el vencedor mucho antes de pelear.
Yo anhelaba la atención de los dos y me encantaba sentirme protegida y adorada por ellos, estaba siendo una egoísta pero que alguien venga y me diga lo contrario por desear algo que siempre ha tenido mi nombre escrito y no dudaré en hacerlo totalmente mío.
Aguanté la respiración cuando los dos empezaron a desvestirse y quedaron expuestos para mí en toda su gloria, no era la primera vez que veía un cuerpo masculino desnudo pero sí la primera vez que veía dos tan perfectos.
Mis ojos bajaron a sus miembros que antes de haber podido incentivar su hombría, se encontraban activamente erectos y dispuestos.
De pie frente a la cama me miraban como si quisieran comerme y antes de que les permitiera dar un paso adelante levanté mi mano y comencé a desatar el nudo de mi bata sin dejar el contacto visual. Mi piel expuesta y caliente resplandecía con la tenue luz de la noche que se colaba por las ventanas.
—Hagan que se me borren las huellas que esos desgraciados dejaron en mi cuerpo—dije por única vez y tiré mi cabeza hacia atrás desnuda por completo.
Las manos de Hilleon se apretaron en torno a mis tobillos arrastrandome hasta el final de la cama, luego Ivar se colocó detrás de mí levantándome y sosteniendome entre su duro pecho. Mis piernas fueron abiertas y pude ver la reacción de mi esposo al ver mi intimidad, todo en él se volvió fuego y antes de devorarme me dió una mirada agradecida saboreando el placer.
Sujetando la parte trasera de mis muslos hundió su cara en medio de mis piernas y se ganó un jadeo de mi parte al sentir el contacto directo de su lengua húmeda y caliente en mi piel sensible. Era fantástico en su tarea y no tardé en excitarme por completo.
Ivar afincó su agarre en mi mandíbula y plantó un beso apasionado en mis labios profanando sin pudor mi boca, justamente como se lo define a él, arrebatado. Amasaba mis tetas y daba pellizcos a mis pezones erguidos dejando besos de boca abierta en mi cuello y rostro.
Las piernas me temblaban y con Hilleon nos mirábamos fijamente, mis gemidos salían de mi boca como un cántico a la libertad y ellos disfrutaban escuchándolos. En un momento quise cerrar las piernas sintiendo la liberación y él me atajó acelerando más su acción, luego bajé mi mano lentamente sintiendo los músculos de Ivar y me detuve justo antes de llegar a su falo.
—Agarralo—dijo y más que decirlo fue una orden, lo miré y en sus ojos ardía la llama del deseo.
Tomé su grueso miembro con mi mano y empecé a masajearlo de arriba a abajo una y otra vez, a veces rápido y luego lento. Fuertes gemidos provenían de mí por el cambio drástico de Hilleon cuando cambió de técnica y empezó a penetrarme con los dedos, Ivar a su vez jadeaba y apretaba los dientes con fuerza hasta que sentí el primer orgasmo atravesar todo mi cuerpo.
Para las normas y leyes impuestas por la sociedad nada de esto era correcto, mi esposo me estaba compartiendo con mi hermano y yo quería que mi hermano me follara como un salvaje. Me importaba un carajo que esto no fuera bien visto porque nunca me niego al placer y realmente nunca ví a Ivar como mi hermano, sino como al único hombre que no podía domar hasta ahora.
Poco a poco empecé a despertarme volviendo a mi estado habitual y quería darles un poco de retribución, pero era una absurda excusa para no aceptar que quería saciar mi hambre y fantasía de tenerlos a ambos dentro de mí.
Hice un movimiento audaz y me bajé de la cama poniéndome de rodillas al instante.
Los dos me miraron con sonrisas excitadas en sus rostros cuando entendieron mi juego, los incité a acercarse y quedaron parados frente a mí.
La imágen parecía la de dos dioses del Olimpo en todo su esplendor y una ninfa arrodillada a sus pies implorando ser follada con ferviente pasión.
Agarré con ambas manos sus falos que estaban a una mínima distancia de mi rostro llevándome a la boca uno y después otro, fui intercalando dándole la misma atención y dedicación a ambos. Los sonidos guturales que provenían de mi boca eran la clara demostración de que lo estaba dando todo.
Mis ojos clavados en ellos y mi corazón latiendo con rapidez por la adrenalina viéndolos tan excitados y procurando con todas sus fuerzas no venirse, me hacían sonreír con perversidad. Me sentía sumamente atraída por la vista que tenía de ellos desde aquí y no me importaba que mis rodillas dolieran.
Me concentré en Hilleon y sonrió acariciendome, me llevé todo su miembro hasta lo profundo de mi garganta y echó la cabeza hacia atrás con los dientes apretados y las venas de sus brazos estaban a punto de explotar por la adrenalina que sentía.
—ahaah...¡por un carajo Negginne!—lo saqué de mi boca y sonreí lamiendo y dándole besos a su exhuberante polla sin importarme lo vulgar que me viera haciéndolo.
Mi atención pronto se dirigió a Ivar y sin darle lugar a nada hice el mismo movimiento mentiendolo por completo en mi boca y me sostuvo un momento más con ambas manos sosteniendo mi cabeza.
—nghmm—apenas pudo articular tragando grueso y con todos sus músculos duros como rocas.—Joder, se siente tan bien estar dentro de ti...—exclamó con emoción y me dejó salir.
Fui levantada por debajo de los brazos como una bebé y puesta otra vez sobre la cama.
Ivar se colocó entre mis piernas y antes de entrar en mí hundió su rostro entre mis piernas y succionó mi clítoris con voracidad sacándome fuertes gemidos que fueron apagados por los alucinantes besos de Hilleon que sonreía viéndome al borde del éxtasis.
Sin previo aviso entró en mí sacándome un fuerte grito y rápidamente los gemidos y jadeos se apoderaron de la habitación. Entraba y salía de mí con rapidez embistiendome con fuerza, sus movimientos pélvicos haciendo maravillas en toda mi líbido y sentía estar en las nubes, casi podía tocarlas.
La mirada que Ivar me regalaba no era otra más que la que siempre me daba, de adoración pura y redención.
Mi esposo me besaba y mordía, ambos se turnaban para hacerlo y también para comerme las tetas sin pudor, el fuerte orgasmo que me atravesó fue inevitable y lo recibí con ganas.
No me dieron tiempo a respirar bien cuando Hilleon me puso de espaldas y me levantó las caderas hasta su altura y entró en mí de una sola estocada, el grito feroz fusionado con la deliciosa sensación de su arrebato me produjeron espasmos e todo el cuerpo.
—hmm...mhha...—mis gemidos me hacían ver como una ninfómana insaciable.
El sonido de piel con piel en toda la habitación era una sinfonía.
Me enloquecía, me hacía tocar el cielo llevándome hasta lo más alto, mi hombre me follaba como un desquiciado, rápido, duro y sin piedad, sus embates eran certeros, firmes y tocaban todos mis puntos débiles. Me alzó hasta que mi espalda quedó pegaba a su pecho y siguió penetrandome sólo como él sabía hacerlo, no aguanté y giré el rostro para besarlo y devolví mi rostro para besar a Ivar también.
Estaba en medio de los dos y me sentía una diosa, única y bendecida, me fundí con ellos hasta que mis piernas temblaron y mientras otro orgasmo mío se acercaba, los dos se vinieron conmigo y recibí la satisfacción con lágrimas y una enorme sonrisa implantada en el rostro.
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Abrí los ojos y sonreí, estaba dormida entre los dos, las manos de Hilleon y Ivar casi se tocaban y me quería reír por lo cerca que estarían de no ser por mí, estaba segura de que se pondrían furiosos de hacer un mal movimiento y terminarán tocándose entre ellos.
Me aguanté la risa y con suavidad tratando de ser lo más sigilosa posible para no despertarlos, salí de la cama y tomé mi bata, me la puse rápidamente y salí de la habitación no sin antes darle una mirada, volví a taparme la boca para no reírme fuerte parecían una pareja gay después de practicar el coito y se veían tan inocentes.
Salí de mi habitación y busqué un lugar tranquilo y solitario para pensar.
Mi despacho.
Caminé hasta la antigua oficina de mi abuelo que me pertenece por derecho y se me hace irónico que voy ahí cada vez que hago algo malo o estoy confundida.
Entré y encendí la luz, iba a sentarme pero visualicé los libros en el librero y decidí elegir uno para perderme en sus páginas.
—Veamos, qué es lo que leías Volker Rousseau...—fui hacia un estante donde estaban los más antiguos, porque esos predicaban más sabiduría.
Miré atentamente y terminé eligiendo uno al azar y noté que parecía vacío, era muy liviano, lo abrí y me encontré con un hueco en medio.
—¿Qué es esto?...—susurré para mí con curiosidad y me senté en el sofá más cercano para mirarlo mejor.
Dentro del libro habían papeles dentro con dos fotos y una nota, miré las fotos primero y una mostraba lo que parecía ser un hospital o un lugar de reposo, miré atrás y estaba escrito (Cleveland, Estados Unidos). La dejé a un costado y tomé la otra imágen que mostraba a una hermosa mujer que tenía algo parecido a mí sólo que su cabello era rubio y sus ojos verdes y me quedé sin respirar un momento, ¿acaso era mi madre?...
Sentía una extraña conexión con la mujer de la foto y no entendía porqué, corté el momento cuando tomé la nota que estaba entre los papeles y había una dirección escrita.
La curiosidad me carcomía, quería saber porqué mi abuelo tenía estas cosas escondidas en este libro falso.
—¿Negginne?—escuché que alguien me llamaba por el pasillo desde afuera y rápidamente metí las fotos y lo demás en el libro y lo cerré antes de que la puerta se abriera y me mostrara a Hilleon.—¿Qué haces aquí? Ven a la cama—me atrapó y me beso tan dulcemente que hizo que mi cuerpo disipara toda tensión muscular.
—Quería leer un poco, pero como veo que no puedes estar sin mí tendré que acompañarte—mentí para no darle información de más, era muy tarde para ponernos a descifrar enigmas.
—Todavía no he terminado contigo—dijo y me mordí los labios atrayendolo hacia mí.
—Ni yo...—dijo el integrante que faltaba y me reí burlonamente recordando la imágen de ambos en la cama.
—Se veían tan adorables y poco heterosexuales durmiendo juntos que hasta sentí ternura—dije y reí más fuerte notando su incomodidad y clara molestia.—Veo que sí hubo roce—no pude contener mi risa y caí en el sofá despreocupadamente.
Y ellos aprovecharon mi momento de descuido para volver a tomarme otra vez, ¿qué diría mi abuelo si se enterara de que profane su templo?...
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Holi, sé qué no actualizo con frecuencia y me siento mal por ello y por eso también me veo en la necesidad de escribirles esto. He estado atravesando momentos complicados con los que batallo con mi propia mente y para no fallarles, agarré fuerza y escribí este capítulo.
Así que espero que sea de su agrado.
Agradezco de corazón a las que siempre están
ahí leyendo, comentando y sobretodo siendo
fieles a mi historia sin dejar de seguirla.
Tienen un lugar en mi corazón.
Quedan oficialmente cuatro capítulos más el capítulo final para que esta historia culmine y me ponga a escribir el segundo libro, así que nada (por dentro grita y llora).
Si quieren comunicarse conmigo y resolver sus dudas son libres de escribirme ya sea por aquí o en mi Instagram sad_pr0stitutee.
Con muchísimo amor, Giselle.🖤💋🍷
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