CAPÍTULO 20

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Narrador Omnisciente

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Tres días después...

-Hilleon-él miró con una sonrisa de boca cerrada a la mujer embarazada a su lado, mientras le acariciaba el vientre.-¿Quizás alguna vez este bebé pueda vivir en paz sin pagar las consecuencias de esta guerra?-preguntó con pena y angustia.
Él se puso en cuclillas frente a ella y le tomó las manos haciendo presión, que indicaba seguridad y le transmitía fortaleza.

-Vivirá, tú y yo nos encargaremos de eso-se inclinó un poco más besando su frente.-Acabaré con todo aquel que se atreva a ponerte una mano a tí o a mi hijo-sentenció como un juramento.

La mujer sonrió satisfecha con su respuesta y depositó un beso en sus labios que él correspondió, acostumbrado a la dulzura y sumisión de ella.

Ese sueño, que fue más un recuerdo, logró perturbar a Hilleon a tal grado que abrió los ojos y su respiración se volvió agitada llena de ira y desilución. Sus ojos se desviaron desorbitados, sin sentido activo alguno, hacia los cables que lo tenían conectado a una máquina y donde una aguja penetraba su brazo.

-Te estoy diciendo que iré y no pienso cambiar de opinión Decan-afiló su oído y oyó la voz de la mujer de sus pesadillas, a quien pretendía amar pero que odiaba con el alma.

No pasó ni un minuto cuando Negginne hizo presencia en la habitación y al verlo despierto sonrió aliviada pero su sonrisa se apagó y fue reemplazada rápidamente por una ceja arqueada y la preocupación.

Lo vió forcejeando con los cables y con la cara roja de ira, su ceño fruncido y las venas que resaltaban con más fuerza de sus brazos, le indicaba que no estaba bien.

-¡Saquenme estas porquerías, no las necesito!-gritó con rabia, ella salió de su estupor y corrió a calmarlo, arrodillándose en un costado.

-Hilleon, para, acabas de despertar-él la ignoraba y seguía en lo suyo, eso causó que la mínima tristeza se asentuara en ella.

-¡Voy a salir de aquí y iré a matar a ese perro con mis propias manos, quítate!-sin medir su fuerza la empujó mal y fue suficiente para que ella chocara contra la gran máquina a un costado y se golpeara el brazo.

Él se dió cuenta del grave error que cometió y se disculpó rápidamente.

-Perdón, yo...

-¡Nada, cállate!-le cortó ella aún frotándose el brazo y le apuntó con su dedo.-Te salvé el puto culo de morir aún sabiendo que podía morir yo también, estuve todos estos días preocupada porque aún no despertabas, ahora vengo y te encuentro más loco que de costumbre y me recibes con malos tratos-negó con decepción.-Creí que...-iba a decir lo que sentía pero se arrepintió y volvió a guardarlo en lo profundo de su alma.-Nada, ¡Vete a la mierda!-caminó hasta la puerta y antes de que la abriera su hermana entró.

-Hermano, ¡te despertaste!-exclamó Ana con alegría.

-Cuidado, no vaya a ser que te dé un sopapo a tí también-le dijo Negginne con molestia antes de salir por la puerta sin darle siquiera una última mirada.

Anna se le quedó mirando hasta que la perdió de vista y finalmente cerró la puerta y mirando a su hermano giró los ojos hastiada.

-¿Qué le hiciste Hilleon?, ¿acaso no puedes estar si no peleas con ella?-caminó hasta sentarse en uno de los sofás que estaba en uno de los costados.

-No quise hacerlo, pero reaccioné mal-respondió arrepentido.

-¿Qué te hizo reaccionar así? Me confunde tu actitud, puesto que acabas de despertar después de que casi te acribillan y se supone que por tu estado debes estar tranquilo, pero como dije, se supone...

-Volví a soñar con Caroline-esa declaración fue suficiente para que Anna respirara hondo y negara varias veces.

-Ella ya no está Hilleon y tú no puedes dejarte guiar por lo que esa maldita carta decía, en ese momento cualquiera pudo haber sido recuerda que estábamos en una guerra y las estrategias sucias que todos usaban eran el arma más común-se acercó a él y le agarró las manos con fuerza y con toda seguridad dijo lo que pensaba.-Negginne no es santa de mi devoción pero es una mujer justa y no le tiene miedo a nada, aunque su modo de ser la hace parecer como una Psicópata no lo es y no puedes asegurar que fue ella quien mató a Caroline y a tu hijo.

-En la carta decía que fue ella misma quien atentó contra su vida y todo coincide...-Anna se frotaba la cien con irritación.

-Hilleon, hay una salida para que te saques las dudas, ¡PREGÚNTALE!-gritó alzando los brazos al aire.-Nadie puede mentirte y sabrás si ella dice la verdad o no, además, tú también quieres saber la razón de su odio hacia tí, lo más conveniente es que hablen antes de que uno de los dos de el primer paso y mate al otro, y seguramente al final se arrepentirán.

-¿Porqué estás tan segura de que podría arrepentirme?-le preguntó a sabiendas de que él mismo sabía la respuesta pero quería escucharla de otra boca.

-Porque es obvio hermanito, que estás enamorado de ella y ni siquiera puedes contener la ira cuando ves a otro hombre respirando el mismo aire que ella.

-Puedo deshacer eso si quiero, porque si resulta ser la asesina de mi hijo, no tendré piedad alguna.

-En ese caso estaré de tu lado, aunque Caroline me caía para el culo, mi sobrino no tenía la culpa de nada-respondió profundamente.

-Jamás entendí tu resentimiento hacia ella-logró articular él tratando de descifrar la razón.

-Soy mujer y nosotras las mujeres vemos cosas que los hombres no, mi intención no es hablar mal de la difunta pero ya que preguntaste-dijo en un suspiro.-Ella era una cosa contigo y algo muy diferente con los demás, contigo agachaba la cabeza y era toda una mujer dócil pero en cambio con otros como conmigo era tremendamente arrogante, falsa, maldita y sobre todo una zorra-levantó la mano acallando a Hilleon que la miró mal y quiso hablar.-¿Qué no conocías su historial? Antes de ti se paseó por las camas de casi todas las figuras más influyentes de Europa y muchas otras cosas más que ya no tiene caso que las sepas.

-No me importa, tengo la plena seguridad de que el hijo de siete meses que llevaba en su vientre era mío, muy mío-respondió seguro de si mismo, a lo que Anna respondió sólo con un suspiro antes de ponerse de pie.

-Te aconsejo que no tomes una decisión equivoca con Negginne, aunque me trate de rubia tonta me cae bien y confío en ella-se acerca a su hermano y le besa la mejilla.-No cualquier mujer se metería a un lío de balas a salvarte la vida, es evidente que ella también te ama, sólo que no sabe o no puede expresarlo, deberías encararla pero antes arrastrarte por su perdón porque ahora mismo te debe estar odiando-se rió y negó con la cabeza. Él sin embargo, no dijo nada, quería pensar todo a solas.

-¿Cuándo puedo irme de aquí?-preguntó al recordar el lugar donde se encontraba.

-Hoy mismo, creo, ya estás bien y despierto así que iré a avisarle al doctor-se despidió y salió de la habitación, él quedó completamente serio recordando las importantes palabras de su hermana.

Recordó especialmente el momento en que se encontraba sin ninguna oportunidad de salir bien librado, estaba herido y su arma se había quedado sin balas y no había nadie alrededor que lo auxiliara hasta que ella apareció como un ángel salvador entre la tormenta de tierra.

Sonrió orgulloso y sin creer que era ella la mujer que veían sus ojos, por un momento creyó ver un espejismo pero cuando sintió sus manos levantandolo supo que era realidad.

Su herida le dolía hasta los huesos y le presionaba con furia haciéndole debilitarse, le pidió que se fuera y que se salvara pero ella no lo dejó, se quedó junto a él y lo salvó demostrando ser toda una guerrera.

Quería reventarse la cabeza contra la pared por lo que hizo, en vez de agradecerle por su valentía, la hirió y la dejó irse como si nada, pero hoy mismo mostraría redención hacia ella.

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Negginne

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Estúpida, estúpida y estúpida, ¿cómo pude ser tan idiota para creer que el inmundo animal de monte de Hilleon Pracotszky iba a recibirme contento y con amor? Nunca me había sentido tan ilusa en la vida y recuerdo que es por esta razón que no espero nada de los hombres.

Salí de la habitación y mientras iba caminando por los pasillos me crucé con Decan que notó mi conducta irascible.

-Confirma mi presencia, iré a esa estúpida gala-pateé una de las puertas que estaba cerrada.

-¡Negginne, no deberías ir!, ¿no crees que es bastante sospechoso que la hayan cancelado cuando avisaste que no asistirias y ahora vuelven a hacerte la invitación?-preguntó con desconfianza.-¡Es obvio que requieren tu presencia porque tienen algo planeado para ti!-con la suficiente rabia en mi ser, me detuve abruptamente y agarrándolo del cuello lo estampé contra la pared más cercana apuntandole con mi dedo en su cara.

-Yo no soy una cobarde y sabes bien que nunca me escondo de nadie, tengo muchos acertijos que resolver y no me voy a quedar de piernas cruzadas esperando que se resuelvan solos-me di cuenta de la brutalidad con la que lo agarré y lo solté para que respirara, no pedí disculpas porque odio cuando me subestiman.-No soy tan estúpida para ir a la guerra sin armas, tú y varios hombres más irán conmigo, es más, se me hace estúpido estar diciendo esto porque tú sabes lo precavida que soy.

-Tienes razón, no debí ser un imbécil, juré serte leal y servirte a toda costa y así será hasta el final, hermana-la última palabra me hizo retroceder años atrás cuando apenas era una niñata y ya me mezclaba en asuntos de mayores, y junto con él, Paltom e Ivar cuando no estaba de mal humor entrenábamos juntos.

A pesar de que Paltom no hacía nada por ocultar su enamoramiento hacia mí y Ivar sacaba chispas por eso como todo hermano sobreprotector, Decan siempre fue genuino y amistoso, lo quería y sigo queriendo más a él como hermano que a Ivar, hacíamos buen equipo cuando mi abuelo nos ponía un par de subordinados especializados para que luchemos contra ellos, él me cubría la espalda y yo hacía lo mismo. Tengo mucho que agradecerle a Decan, sobretodo por ser mi mayor confidente y enseñarme que sí puedo confiar en alguien.

-Es común en ti que seas un tonto, hermano-le dije con una sonrisa dándole un leve empujón, nos reímos ambos y nos fuimos de la clínica.

De camino a casa mis pensamientos anteriores volvieron, mi enojo y decepción resurgieron en mi sistema. Odié la forma en que Hilleon me trató y yo no soy de las que se deja tratar así y después ser yo la que pida perdón cuando no es mi culpa, planeo hacerle pagar con creces el simple hecho de haberme hecho sentir mínimamente mal, porque a mí nadie me lastima y mucho menos él.

Absorta en mis planes malévolos en su contra, sentí de repente que el vehículo bajaba la velocidad lentamente, lo que me hizo mirar al frente con una ceja arqueada, noté que aún no habíamos llegado y eso me hizo desconfiar.

Mirando a Decan y a su misma confusión nos dirigimos al chófer.

-Entendido-dice respondiendo a través del auricular que lleva en la oreja.

-¿Qué sucede Steven?-preguntó Decan en un tono fuerte.

-Señora Negginne, permanezca en el vehículo, me informan que nos están siguiendo y los demás subordinados están tratando de identificar a quien pertenece el vehículo-terminó de decir cuando oí el sonar de mi teléfono. Miré el número desconocido en la pantalla y no dudé en contestar.

-Dile a tus hombres que ni se les ocurra hacer un movimiento en falso porque si yo muero, todos se irán conmigo-esa voz, cómo no reconocerla, Nikola.

Ni siquiera le respondí, corté al instante y me dirigí a Steven.

-Es un amigo, dile a los demás que bajen la guardia, pero avísales a los de la casa que estén preparados-demandé con seguridad. Tampoco confío ciegamente en otro loco.

-¡Sí Señora!

-Acelera, quiero llegar cuanto antes.

Aumentó la velocidad y finalmente llegamos a la entrada de la Mansión donde visualicé a todos los hombres con las armas apuntando al vehículo que venía unos metros atrás.

Nos adentramos por el sendero hasta llegar a la puerta y bajé apresurada junto con Decan para recibir al invitado no deseado.

El vehículo comenzó a detenerse poco a poco y el sonido de los guardias quitándoles el seguro a las armas hizo eco por todo el lugar. En ese mismo instante, Nikola salía del vehículo con toda la tranquilidad y seguridad del mundo como si una palabra mía no bastara para que lo hicieran añicos.

-No me gustan las visitas inesperadas-dije con una clara molestia en la voz, si ya estaba cabreada me puse peor ahora, recordé lo que este sujeto me había hecho también.

-Hola, Negginne, yo estoy muy bien ¿y tú?-le quité el arma a uno de los guardias y disparé en su dirección, no le di pero espero que haya entendido mi clara advertencia.

-La próxima sí irá a tu cabeza-me sonrió y se acercó.-Quieto, ¿qué se supone que haces aquí?, ¿qué quieres?-la razón de su presencia aquí no debió ser para algo bueno.

-¿No vas a invitarme a pasar?-siguió con su estúpida sonrisa presuntuosa y no estoy para sus juegos.

-Depende de lo que quieras veré si te dejo seguir adelante o no-sonrió más y me hizo un ademán para que les diga a mis hombres que bajaran sus armas, lo cual ni me molesté en obedecer. Finalmente se rindió y puso las manos en sus bolsillos.

-Tiene que ver con el atentado del que fuiste partícipe el otro día-dijo sin más y me latió la curiosidad por saber qué es lo que quiere decirme, aún tengo cuentas que saldar con Kuznetsov.

-Sígueme-le dije rápidamente y caminé hacia adentro junto con Decan y él siguiéndome detrás. Mis guardias bajaron sus armas y se quedaron custodiando a los hombres que vinieron con él.

Ya dentro de mi oficina tomé asiento y Decan se quedó de pie a mi lado observando al sujeto de en frente con una ceja arqueada.

-No me malinterpretes Decan, pero quisiera hablar a solas con Negginne-el hombre a mi lado me miró esperando una orden y le hice una seña para que se retirara tranquilo, no es como si necesitara protección porque el primero que intente tocarme a la fuerza perderá la mano, siempre lo digo.

-Y bien, espero que sea algo que valga la pena escuchar, digo, ya que viajaste hasta aquí para decírmelo-crucé las piernas y me recosté desinteresadamente sobre el respaldo de mi silla.

-Quería verificar personalmente que no estuvieras herida, recibí un informe de que hubieron muchos heridos...-y ahí está, no sé qué tipo de juego pretende jugar conmigo.

-Como verás estoy vivita y coleando, perfectamente bien-la clara alteración resonando en mi voz por su intento de parecer preocupado por mí.-¿Era eso lo que querías que viera?, ¿que el maldito mejor amigo de mi abuelo fue el traidor todo este tiempo?, ¿huh?.

-Eso y más Negginne, aún te falta mucho por descubrir, eso apenas es la punta del Iceberg.

-La punta de mi navaja te la voy a insertar en la garganta si no me dices lo que quiero, ¡¿qué mierda estás ocultandome?, ¿quién coño eres?!-solté toda la mierda junta, no sé porqué no lo mato, algo más allá de mi consciencia me lo impide, me dió tantas vueltas y perdí la paciencia.

-Negginne, sólo espero que algún día puedas perdonarme, pero no puedo decirte nada hasta saber de qué lado está tu lealtad, tú no confías en mí-me puse de pie, no quiero seguir escuchándolo, todas estas cosas que dice me hacen querer salir corriendo, no sé si por miedo a la verdad o porque simplemente no quiero escuchar nada que salga de su boca.

Antes de escapar por la puerta me tomó del brazo y forcejeamos, intenté golpearlo para que me soltara y predijo cada uno de mis golpes como si conociera mis técnicas.

Terminé inmovilizada contra la pared y la frustración fusionada con mi tristeza a voces estallaron, no pude contener las gruesas lágrimas que empezaron a caer, estuve aguantando todo este tiempo estas lágrimas que me queman porque aunque nadie lo sepa yo sí lloro, siempre lo hago cuando nadie puede verme.

La vergüenza se apodera de mí y no puedo parar, intenté esconder el rostro para que él no me viera llorar, nadie es digno de verme en un estado de debilidad, menos él. Aflojó su agarre y con su mano me tomó suavemente de la barbilla haciendo que lo mirara y me encuentre con su mirada de adoración y comprensión hacia mí.

-Tus lágrimas hacen que tu hermoso rostro brille y les tengo envidia porque son parte de ti y te tocan...-se inclinó hasta quedar a la altura de mi rostro y comenzó a lamer mis mejillas limpiando cada rastro de lágrimas.-Son dulces...

No podía hacer nada, no quería hacer nada para detenerlo y alejarlo, hay algo en él que no me deja alejarlo de mí siempre que lo tengo así de cerca, es como si lo conociera hace tiempo.

-¿Q...qué haces?-es lo único que logré articular dejándome por él. Sus ojos volvieron a hacer contacto con los míos y una sonrisa alucinante se formó en sus labios.

-No vuelvas a sentir pena por estas cosas conmigo, me ofende y me hace sentir lejano a tí cuando no lo soy-lo aparté de mí y como si un refucilo me iluminara la mente iba a decirle que...

-Negginne...-la puerta se abrió y Hilleon entró en el salón donde una clara tensión se apoderaba del lugar. Nos miró a ambos y se detuvo más en Nikola observandolo con desconfianza.

-Bienvenido Hilleon, estábamos charlando con mi pri...

-Basta de eso Nikola-me sacudí todo rastro de la situación anterior y me puse seria. Fijé mi mirada en Hilleon que me miraba arrepentido.-Nikola no es mi primo, Hilleon, en realidad no sé quién corno es, pero según él fue amigo de mi hermano Ivar-así como terminé de decirlo, ambos comenzaron a reírse y los miré como si les hubieran salido dos cabezas sin entender sus reacciones.

-De hecho ya lo sabía, simplemente le seguí el juego para que me diera tiempo de averiguar ciertas cosas y así poder llegar a una conclusión...-la sonrisa de Nikola se apagó instantáneamente y fue reemplazada por seriedad absoluta acompañada de su ceño fruncido, lo que se ganó una sonrisa maliciosa por parte de Hilleon.

-Iba a decírtelo en estos días, no pretendía ocultartelo de todas formas-le dije con seguridad, porque era la verdad.

-Ese secreto no es nada en comparación con el suyo-dice Hilleon mirando a Nikola que parece un niño cuando lo descubrieron haciendo travesuras.-¿Prefieres que se lo diga yo o le dices tú?-siento que algo va a explotar dentro de mí, no sé si es mi cabeza o mi corazón debido a la alta presión pero mi subconsciente me hizo alejarme lentamente hacia atrás, bastante apartada de ellos.

-Negginne, sé que no eres tonta y pudiste deducirlo...-no, negué varias veces y las lágrimas que había cortado volvieron a salir y sentí que choqué contra la pared, lo que iba a decir anteriormente volvió a presentarse y lo tengo en la punta de la lengua pero no me atrevo a decirlo.

De repente todos los sucesos pasados volvieron a mi presente, la lista que me mostró Decan, la reciente traición de Kuznetsov, el atentado en Suiza...

-¿Quién eres y porqué sabes tanto de mí?-solté casi sin aire.

-¿Huh?-soltó Hilleon y lo miré un segundo, viendo la confusión en su rostro y me hizo asustarme más.

-¿Q...qué sabes tú?-le dije para que hablara de una vez ya que el susodicho del tema principal se quedó estático observando mi reacción.

-Fue él quien estuvo protegiendo a Mikhaylova todo este tiempo, él lo escondió de tí y te oculta más cosas de las que puedes contar-escupió sin asco las palabras y con la vista borrosa por las lágrimas volví a centrar mi vista en Nikola Ambrož, si es que ese es su verdadero nombre.

Agarré valor y temblando, casi al borde del colapso hice la pregunta que ha estado recorriendo en mi mente todo este tiempo, desde que lo ví para ser preciosa.

-¿Ivar?-solté y no podía controlar mis temblores.

Su silencio y cuando asintió con seguridad, me hizo quebrar.

Me tapé la boca para no gritar y salí como una loca de allí, me sujetaba de las paredes, sentía que la respiración me fallaba y el aire no me llegaba a los pulmones, escuchaba voces distorsionadas detrás de mí y finalmente choqué contra el duro pecho de quien reconocí como Decan.

-Sácame de aquí, por favor...-dije en un hilo de voz y mirando detrás mío con un claro enojo me agarró y me llevó.

Me subió al vehículo y como una muñeca de trapo me dejaba llevar, condujo sin rumbo y traté de calmarme para hablar.
Se detuvo en un lugar aislado, lejos del ruido de afuera y abrí la puerta cayendo de rodillas en el suelo respirando fuerte.
Me agarró de los hombros y antes de poder prevenirlo una oleada de vómitos salieron desde mis entrañas, devolví hasta el alma y mi cuerpo no cedía.

-¿Qué carajos te hicieron Negginne?-me decía con molestia mientras me agarraba del cabello para que no me ensuciara, porque de por sí ya la situación era un asco.-Te descuido un minuto y terminas así, qué mierda-continuaba, apuesto a que él estaría así si hubiera estado conmigo en la habitación.

Cuando terminé y logré estabilizarme me pasó una botella con agua, me enjuague la boca y me lavé un poco la cara. Poniéndome de pie lo abracé con fuerza y quería sentir que por lo menos alguien no estaba conspirando a mis espaldas.

-¡Es Ivar, el maldito bastardo de Ivar, es él Decan y nunca murió!-grité impotente.-¿Ahora qué tengo que esperar?, ¿que mi padre y mi abuelo revivan también por arte de magia? ¡Todo es una reverenda mierda, me vieron la cara de estúpida todo este tiempo!-como lo deduje, se quedó de piedra mirándome con incredulidad.

-Maldita sea, algo no me cuadraba en él pero no pensaba que fuera por precisamente eso, ¡mierda!-los dos nos pusimos histéricos como niños cuando pierden un juego.

-Quiero meterlos a los dos en una botella y lanzarla al mar para que sea tragada por una ballena-es lo más tranquilo que se me ocurre para Hilleon e Ivar.-Por eso tanto se creía el gran conocedor de mí y no sabe un carajo, es un estúpido cascarrabias que cada vez que me veía por poco y me vomitaba encima.

-Me esperaba cualquier cosa pero menos esto Negginne, si creíamos que estábamos avanzando con nuestra investigación ahora nos metieron una patada en el culo y retrocedimos veinte pasos atrás, no se sabe claramente en quien confiar y en quién no-lo miré y lo encaré con seguridad.

-Es una pregunta que tengo para ti, ¿puedo confiar en tí?.

-¿Puedo yo confiar en tí? Mi cabeza también cae si la tuya cae-dice y ambos asentimos.

-No quiero ser una perra cursi pero, te voy a partir el hocico si me traicionas, eres hoy en día la persona en quien más confío y en quien sé que puedo conseguir respaldo-dije con sinceridad.

-Eso no fue cursi, eso fue demasiado dulce para mi gusto-su falso dramatismo me hace bufar.

-Claro, considerando que te gustan las mujeres maltratadoras-nos reímos y parecemos un par de lunáticos hasta quedarnos en silencio y pensando.

-¿Cómo piensas proceder ahora? Si me lo preguntas creo que lo más seguro es amordazar a Ivar y obligarlo a hablar, sabes bien que tiene un carácter de los mil demonios y hace lo que se le da la gana-podría ser, de paso me desquito por el hermoso boludeo que me hizo pasar.

-Tiene muchas cosas que explicarme, pero haré que él mismo caiga en la trampa y me diga toda la verdad, sabes bien que nunca hará nada si lo obligan porque es más terco que una mula.

-Acuérdate de Hilleon, estará allí como un puto chicle.

-Ni siquiera lo menciones, él también está en el pozo-prendí un cigarrillo y subí a la camioneta.-Es hora de volver, tengo una gala a la cual asistir-encendió el vehículo y volvimos.

En lo único en que podía pensar es en cómo me enfrentaría a ambos, sobre todo a Ivar, o al revés, cómo él se enfrentaría a mí después de haberse ocultado y mentido todo este tiempo.

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Terminé de arreglarme, miré mi figura en el espejo en la pared y sonreí satisfecha. El vestido negro de satén, que se ajustaba a mi cuerpo y resalta mis atributos siempre ha sido una de mis prendas favoritas, nunca lo había usado pero siempre me tentaba al verlo colgado junto a mis demás prendas.

-Falta algo...-me dije a mi misma y tomé el collar de perlas con una hermosa piedra negra en el centro para colocarlo en mi cuello, suspiré recordando uno de los tantos obsequios de mi abuelo.

Volví a mirarme en el espejo acomodando mis guantes negros y largos de satén que combinan con el vestido, controlando que mi peinado estuviera bien y mi maquillaje no estuviera corrido. No suelo salir mucho así que cuando lo hago debo impactar, pura vanidad.

Winter bostezaba mientras estaba plácidamente acostado en mi cama y se ganó unos mimos de mi parte porque él es el único ser que me puede con sólo una mirada. Va, qué digo, me puede a mí y a todos en esta casa, Myriam la cocinera es la primera que cae cada vez que él le pega una visita y usa su personalidad de gatito mimoso para sacar provecho, es todo un caradura.

Dándole un suave beso en la cabeza me dirigí a la puerta de mi habitación y me detuve un momento. Hoy al volver a casa agradecí mentalmente el no haberme encontrado ni con Hilleon ni con Ivar en ningún sitio, y aunque me sienta mal en el fondo espero no volver a encontrarme con ninguno ésta noche.

Mi propósito principal para asistir a la cena es porque estará Kuznetsov y ese viejo y yo tenemos muchos asuntos que resolver, sin mencionar que yo soy la Emperatriz de la Comitiva y cualquiera que ose hacer algo a mis espaldas firma su propia sentencia de muerte.

Salí de la mansión y fui en busca de mi propósito tratando de mantener mi cordura a raya y mi temperamento calmado.

En todo el camino Decan me estuvo dando indicaciones sobre los hombres y sus puntos de vigilancia, como él y todos, yo también estoy armada y no pretendo darle chance a nadie de herirme si es que esa es su intención al insistir tanto con mi presencia.

Y cuando por fin llegamos a la Villa de los Oszlak varios empleados nos recibieron en la entrada, observé todo el lugar y evidentemente invitaron a mucha gente, puesto que el lugar está repleto de vehículos estacionados.

Es de esperarse, los Oszlak son una familia proveniente de Turquía y se abrieron paso en el mercado exportador de diamantes para la elaboración de joyas preciosas. Mi abuelo en una ocasión visitó por mera cortesía una de sus minas y en ese mismo viaje me trajo el diamante negro que traigo puesto en el collar.

-Sé bien que eres precavida pero nunca está de más advertirte, ten cuidado con lo que ingieres-me dice Decan casi susurrando y asentí levemente mientras caminábamos por un estrecho camino hasta la entrada donde nos guían los empleados.

-¡Hoş geldin! -exclamó con alegría el anfitrión pasandome la mano que correspondí educadamente.

<<Bienvenida>>.

-Merhaba Bay Oszlak-respondí con una sonrisa cortéz.

<<Hola, Señor Oszlak>>.

-Nada de Señor, usted puede llamarme Ahmet-dijo con una sonrisa de oreja a oreja contento con mi presencia y sólo asentí.-Le presento a mi esposa Nasly-no me sorprende para nada que la mujer sea demasiado jóven y él un vejestorio, me limité a pasarle la mano y sonreírle con cordialidad.

-Usted también puede llamarme por mi nombre, me hace sentir vieja el "Usted"-y realmente es así, además me gusta como suena mi nombre.

-Adelante, Negginne-me indicó y me adentré al lugar, pero me detuve verificando que Decan sea tratado con la misma cortesía que me trataron a mí, esperé a que se posara a mi lado y le tomé el brazo.

-Tú eres mi acompañante hoy así que esta noche seré tu garrapata-le dije sonriéndole y lo hizo igual hasta que su mirada cambió y se puso tenso.

Ambos visualizamos a Kuznetsov a lo lejos, charlando con un grupo de hombres en una ronda bastante animada. Iba a ir directo a él cuando el Señor Ahmet me detuvo.

-Charlemos un poco Negginne, hace tiempo que no tengo la oportunidad de reunirme con su familia y me gustaría que habláramos de negocios puesto que su abuelo...-lo detuve con la mano alzada y endurecí la voz para frenarlo.

-Señor Oszlak, la alianza sigue en pie, mi abuelo ya no está pero quedé yo y le aseguro que no pretendo arruinar ningúna de las conexiones que mi abuelo hizo a lo largo de su vida, si su intención al invitarme aquí ha sido para comprobar lo contrario, está equivocado-escupí en un tono mordaz pero sutil a comparación de cómo suelo hablar, tragó grueso e intentó disimular su nerviosismo con una risa desinteresada y me unió las manos para frotarlas suavemente.

-Me alegro que seas igual a él, hablaba muchísimo sobre tí y decía que algún día tú te harías cargo de todo esto incluso mejor que él-eso me hizo sonreír con nostalgia y luego de eso me sonrió por última vez y tomó a su esposa para irse con los demás invitados.

Iba a volver con Decan cuando una gran mano posesiva se instaló en mi cintura y se me erizó la piel al instante.

-Más hermosa que de costumbre, Malignant.

Eso es lo que tiene Hilleon, puede derretir mis paredes de hielo con su fuego arrasador.

Antes de poder darme la vuelta para por lo menos estamparle una cachetada por su intento de persuasión él fue más veloz. Me besó con tal vehemencia que quería que me hiciera suya ahí mismo y antes de poder hacer o decir nada me llevó hacia un pasillo desolado y volvió a besarme igual pero esta vez se aseguró de manosear mi cuerpo cual pervertido.

Me dejé llevar por sus toques hasta que de la nada recordé sus acciones de hoy y lo alejé con fuerza; y una fuerte bofetada fue a parar en su rostro.

-Unos cuantos besos no arreglarán tu mal comportamiento de hoy a la mañana, estoy ofendida y muy enojada contigo Hilleon-como toda una caprichosa me di la vuelta dándole la espalda y me crucé de brazos. No sé si con él funcionará pero esta táctica siempre hacía que mi padre hiciera lo que yo quería.

-Realmente estoy arrepentido, hoy fui a tu casa con la intención de pedirte perdón pero no esperaba que todo se fuera al carajo-me di la vuelta y me enfrenté a su mirada de perro arrepentido y quise reírme.

-Yo tampoco esperaba eso y mucho menos que el único, el grande y el Rey Hilleon Pracotszky fuera a la casa de una mujer a disculparse, si no me lo dices dos veces no me lo creo-dije con ironía volviendo a cruzar los brazos y desvié la mirada con molestia. Ví por el rabillo del ojo que se acercó y me atrajo hacia él abrazándome por la cintura.

-Nunca te había visto llorar y aunque no haya sido por mi culpa, me sentí una porquería.

-También fue por tu culpa Hilleon, lo de Ivar fue la gota que derramó el vaso pero tú me hiciste sentir igual de mal-no debería estar confesandole estas cosas al tipo que profeso odiar y él a mí también.

Se quedó mudo y no me decía nada, solté una risa irónica y quise alejarme de él pero no lo permitió.

-Sí, también siento, aunque no lo creas tengo sentimientos y odio sentirlos por tí-esas palabras hicieron que sus ojos brillen como estrellas.

-Repite lo que dijiste, por favor...-dijo suplicante y me arrepentí en el interior por lo que dije, debí dominar mis pensamientos.

-Nunca voy a enamorarme de tí y mucho menos podré amarte, resignarte y perder la fe es lo mejor que podrías hacer-solté sin emoción alguna aunque por dentro sé bien que es todo lo contrario y aún así me gané una risa burlona de su parte.

-Vida mía...creería todo eso que dices si tan sólo no hubieras dado la vida por mí en ese atentado, pudiste huir dejándome solo y herido pero te quedaste y me defendiste a muerte...

-Sí, ¿pero qué hay de tí?, ¿acaso podrás si quiera demostrarme lo contrario a la imágen que ya tengo de tí? Tú me odias y yo igual, sigamos así que es me...

Me interrumpió para empezar a besarme como un desquiciado, como es él naturalmente y la necesidad de sentir su piel me sometía cada vez más sin querer detenerlo pero debía hacerlo por mi bien.

Me quedé quieta esperando su respuesta con el rostro casi desilusionado.

-No sé bien si yo soy tu tipo pero, ¿por qué no nos damos una oportunidad para averiguarlo?-sonreí y por supuesto que sonreí y le salté encima para besarlo con más fuerza.

-Tonto, tonto y mil veces tonto, te odio-se reía y yo le seguía.

-Gracias-se detuvo y me tomó las manos, deslizó los guantes dejando mi piel expuesta y se llevó mis manos a los labios para darles cálidos besos.-Nunca podré recompensar ni la mitad de lo que hiciste por mí aquél día, perdóname por haber sido un idiota y haberte herido, no fue mi intención.

-Bien, acepto tu disculpa sólo si me cumples algo...

-Lo que pidas-sonreí con malicia y me puse de puntas de pie para llegar a su oído.

-Quiero que me lleves a tu casa y me pongas sobre la mesa de torturas como la última vez-me alejé lentamente y solté una carcajada fuerte cuando deslizó saliva por su nuez de Adán y apretó las manos con fuerza.

-Hecho-afirmó serio y le guiñé el ojo mientras volvía a colocarme mis guantes.

Me dió su brazo para que lo tomara y antes de acercarme me detuve y me eché un vistazo y negué.

-Vete tú primero y dile a Decan que estoy bien, iré al tocador a arreglar mi maquillaje y mi vestido.

-Te espero aquí, no quiero dejarte sola-rodé los ojos y le hice un ademán para que se alejara.

-No me pasará nada, sabes bien que puedo defenderme muy bien-ni se inmutó y no me quedó otra opción que ahuyentarlo.

-Vete o no habrá ni sexo y ni disculpa aceptada-levantó las manos sin quejas y se fue casi despavorido haciéndome reír.

Empecé a caminar por los pasillos desolados y no encontraba el dichoso baño, cuando me giré para ir en otra dirección choqué contra un duro pecho y alcé mi vista para encontrarme con el rostro perverso de Garret Kuznetsov, el hijo mayor del viejo Kuznetsov. Y no estaba solo, detrás de él lo acompañaban sus otros tres hermanos, Sándor, Kristof y Áron.

Nunca me han dado buena espina pero mantuve una buena relación por lo obvio, pero aún así no dejaban de producirme repulsión y molestia sus constantes miradas de escrutinio sumadas con deseo y mucha, mucha perversidad pecaminosa, como si yo fuera algo que se les antojara comerse hace tiempo. Todos ellos tienen casi la edad de mi padre y siempre fueron buenos amigos, en el pasado habían rondado la Mansión y la última vez que los ví fue en el velorio de mi abuelo donde ni siquiera en ese momento dejaron de desnudarme con la mirada, joder, me conocen desde que soy una bebé.

-Linda Negginne, ¿cuánto tiempo sin verte?-dijo Garret con una sonrisa lasciva y sus hermanos al oírlo se acercaron detrás.

-Bastante que digamos-dije con indiferencia ocultando la incomodidad que me generaban los cuatro.

-¿Cómo estás querida?-saludó el segundo tirandome todo el humo en la cara y lo ignoré.

-Bien, Kristof.

-Cada vez más parecida a su madre-dijo Áron con una sonrisa que ocultaba algo y sólo sonreí.

-Bien, qué bueno verlos pero si me permiten debo seguir mi camino-dije tratando de huir de esta incómoda conversación si se le puede llamar así y uno de ellos me agarró del brazo. Me di la vuelta rápidamente safandome y lo miré dispuesta a pelear.-No vuelvas a tocarme sin mi permiso o te arranco la mano, Sándor-el susodicho alzó las manos y los demás se rieron.

-Lo siento Negginne sólo quería saludarte, hablaste con todos menos conmigo.

-Hola y adiós-me di la vuelta y continué mi camino, par de idiotas, a ellos también les tocará su hora después de que arregle mis asuntos con su Padre.

Seguí buscando unos minutos más hasta que por fin encontré el dichoso baño y había una mujer dentro. Saludé con un asentimiento y me saludó igual, me acerqué al lavabo, me quité los guantes y metí las manos al agua para después pasarlas por mi cuello y darme un poco de frescura.

Controlé que mi vestido no tuviera algún desperfecto, acomodé mi collar y mi peinado, antes de ponerme los guantes verifique que mi maquillaje estuviera intacto y vi en mis labios el desorden que dejó Hilleon, saqué mi labial rojo nude de mi pequeño bolso para arreglar el problema.

Pero antes de irme debía calmar mi incomodidad reciente y tranquilizar mis nervios, hoy tuve un día de mierda y al menos quería terminarlo relajada. Saqué mi caja de cigarrillos y prendí uno dándole una profunda calada, miré a un costado y noté que la mujer a mi lado estaba igual que yo, podrida de todo.

Le pasé mi cigarrillo y lo aceptó con gusto, las dos fumamos en silencio un buen rato y quise romper el hielo, había algo en ella que me llamaba la atención.

-Negginne Rousseau-le pasé la mano y le sonreí de lado.

-Diamond Lauder-me sonrió igual y estrechamos nuestras manos.

No soy de hacer amigas en ningún tipo de situación y tampoco es que las tenga, no porque no quiero sino porque nunca he conectado con nadie y no sentí la afinidad que quiero sentir alguna vez con otra mujer. Pero esta vez es algo diferente, la mujer a mi lado me genera una especie de confianza y hasta la podría halagar porque es hermosa y me provoca entablar una conversación con ella.

Su cabello pelirrojo y su piel blanca resaltan por demás dándole ese toque sensual y místico que pocas mujeres poseen, al igual que sus ojos hipnotizantes y mirada seria y desafiante, en sí todo su rostro me parece perfectamente precioso y delicado, al igual que su cuerpo, que si fuera lesbiana este sería mi tipo de mujer. Dejé de mirarla tanto porque enarcó una ceja debido a mi escrutinio y tiene razón, a mí también me molestaría que una extraña me estuviera relojeando tanto.

-¿Viniste sola Diamond o acompañada de uno de los tantos idiotas que están aquí?-le pregunté con una ligera sonrisa dándole una calada al cigarro antes de volver a pasárselo.

-La segunda opción lastimosamente, vine con mi marido-levanté las cejas desinteresadamente y me giré para mirarme una vez más en el espejo.

-Bueno, creo que ya debo irme tengo varios asuntos de mierda que atender, ha sido un placer, Diamond-le guiñé un ojo como despedida y me respondió igual.

-Lo mismo digo, Negginne.

Salí del baño y iba camino al salón cuando una alta y corpulenta figura salió de las sombras y me acorraló.

-Suéltame Ivar-intenté safarme pero su agarre era demasiado fuerte como siempre.

-Tranquila, sólo te estoy protegiendo-hice un intento más por librarme pero fue inútil.

-No me apetece hablar contigo, eres un hijo de puta, espera a que me saque este vestido y verás-me acalló poniendo un dedo en mis labios.

-Eso me encantaría en verdad Negginne, pero ahora, quieras o no tendremos que hablar.

-Su-el-ta-me-dije y le di el último empujón logrando así salir de su agarre.

-Te dejaré ir pero sólo te pediré una cosa, no reveles que estoy vivo-me advirtió.

-¿Porqué no lo haría?-le desafié.

-Porque si lo haces todo se irá al demonio y tú principalmente serás comida para los buitres-no le dije nada y me di vuelta continuando mi camino con la ira emergente.

Llegué al salón y busqué por todos lados a mi hombre y no lo vi por ningún lado hasta que di con él hablando con una mujer y otro hombre. No me gustó para nada las manos inquietas de ella posándose en sus antebrazos y hablándole con complicidad así que disimuladamente caminé fijamente hasta ellos.

Cuando me vió sonrió en mi dirección y la mujer con la que hablaba se ubicó al lado, casi atrás del hombre que está con ellos.

-Tardaste bastante, ¿estás bien?-me preguntó preocupado agarrando mi mejilla y dándole una suave caricia.

-Sí, sí sólo quería tomar un poco de aire fresco-le sonreí y luego se dirigió al hombre de enfrente.

-Alexei, te presento a mi esposa, Negginne Rousseau-el hombre me resultó muy intimidante a parte de ser muy atractivo, su mirada seria y actitud fría me dieron la impresión de que es un hombre con el que no hay que meterse, me pasó la mano y la tomé en un cordial saludo-Negginne, él es mi gran amigo, Alexander Spencer.

-Un gusto, Alexander-le sonreí y en mi mente estoy tratando de recordar, creo haber escuchado mencionar su nombre en alguna parte pero no recuerdo exactamente cuándo ni dónde.

-Igualmente, Negginne-y la mujer detrás de él se queda como una estatua, insulsa e inútil, de entrada me cayó mal.

-¿Tú debes ser su esposa?-le pregunté mirándola con desdén y antes de que me respondiera una figura que conocí hace unos minutos atrás se hizo presente.

-No, esa soy yo-dice Diamond con una sonrisa que respondí igual, con complicidad como un chiste privado de ambas y los demás nos miraron con las cejas arqueadas.

-Diamond, él es mi esposo, Hilleon Pracotszky-ella le pasó su mano y Hilleon le saludó igual.-Y Hilleon, ella es Diamond Lauder, la esposa de Alexander-las miradas que nos dimos los cuatro unos a otros parecen de una obra de teatro, no incómodas pero sí algo sorprendidas.

-¿Tú ya la conocías?-me preguntó Hilleon y Alexander parecía bastante interesado en mi respuesta también y antes de responder le di una mirada cómplice a Diamond.

-Por supuesto que sí, somos amigas íntimas-ella no respondió pero al igual que yo quería reírse. Alexander le dió una mirada sorprendida y luego volvió a centrar su atención en Hilleon que sonrió desinteresadamente.

-Bueno, en ese caso iremos a hablar unos asuntos y las dejamos solas-yo asentí y Diamond le dió una mirada indescifrable a Alexander que prometía asesinarlo si él no obedecía su mandato.

-Juliette, ve por Richard y quédate con él-le dijo Alexei a la mujer que se ofendió por su orden pero la maldita sabía ocultar muy bien sus emociones. Miré a Diamond de reojo y vi la sonrisa que se formó en sus labios al lograr su cometido y sin duda ya me cae bien, es de las mías.

-Vamos a tomarnos una copa, tenemos muchas cosas de que conversar.

-Vamos, me hace falta desde que llegué a esta aburrida fiesta-me respondió y solté una risa. Pero antes de poder dirigirnos a buscar nuestras copas Decan se acercó y pidió hablarme un momento.

-¿Qué sucede?-le pregunté.

-Kuznetsov se fue, no podrás reunirte con él hoy, quizás el viejo dedujo que lo enfrentarías y escapó antes de tiempo-no puede ser, maldito zorro astuto.

-Bien, no me quedará más remedio que ir a enfrentarlo en su propia casa aunque eso implica meterme en la boca del lobo.

-¿Estás segura?-me preguntó con desconfianza.

-Siempre-dije con seguridad.

-Haré los preparativos entonces-asintió y me dejó con mi nueva amiga.

-¿En qué estábamos? Ah sí, ¿puedes decirme porqué coño esa lamprea anda detrás de tu esposo como una maldita sombra?...-estalló en risas y me miró con gracia.

-¿Lamprea?-preguntó aún riendo.

-Sí, es exactamente igual a una Lamprea que es un gusano cual boca es una ventosa con dientes que se fija a los animales y les chupa la sangre-otra oleada de risas salió de Diamond y yo seguía con mi cotorreo.-Si Hilleon hubiera tenido una de esas por detrás hace tiempo que le hubiera volado la cabeza como a la última.

-¿Cómo que a la última?-preguntó con genuina curiosidad, sonreí perversamente y me acerqué más a ella como para susurrarle un secreto a voces.

-Tengo mucho que contarte, aún no sabes nada sobre mí...

Y así las horas pasaron con secretos y confesiones bastante reveladoras para ambas con las que pudimos conocer más acerca de nuestra personalidad y ambas quedamos encantadas una con la otra, es como ese dicho que dicen por ahí "Dios las hace y el diablo las junta", decir con confianza que entablé una grata amistad con una mujer que realmente vale la pena llamarla amiga y sentir que es como mi alma gemela perdida que por fin encontré. Es igual de mala, igual de astuta porque pensamos casi igual y sobre todo que no tenemos piedad con nadie que intente pasarnos por encima, no es una vil hipócrita e idiota, sabe bien en el mundo en que vivimos y lo conoce, me contó que su marido es bastante peligroso y yo le conté que el mío es un demente, quizá por eso se llevan bien. Diamond me cayó bien y espero que ella piense igual de mí ya que prometimos reencontrarnos en el futuro y salir juntas a cometer catástrofes.

Tampoco perdí la oportunidad de darle varios consejos sobre cómo tratar a la furcia que anda detrás del culo de su esposo y ella me dió consejos sobre cómo proceder con Hilleon ya que en cuestiones amorosas soy inexperta.

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Capítulo escrito en relación con la historia Deseo y Poder de NunuPerez espero que hayan disfrutado del capítulo, besos, Giselle.💋🍷

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