CAPÍTULO 1
<~>
Memorias de Negginne
<~>
Febrero del año 2018, (República Checa).
Son las cinco de la mañana en punto, horario clave para salir a entrenar y no quedarme durmiendo como una perezosa según mi abuelo Volker. Ese hombre a parte de ser el mejor abuelo del mundo, es el más estricto de todos y por eso hoy he decidido llevarle la delantera, ayer me quedé dormida sólo unos minutos y todo por haberme quedado tocándole el piano a los invitados de la cena, que se organizó por su cumpleaños y pasarme de mi horario de descanso, pero eso no era ni un intento de excusa para el gran Volker Rousseau y su silbato del demonio.
Así que hoy seré yo quien lo sorprenda a él.
Ya estoy vestida adecuadamente para el entrenamiento de hoy así que espero firmemente que por fin me deje demostrar mis verdaderas habilidades.
Mi habitación está a oscuras, escucho sus pasos provenientes del pasillo, me acuesto y me tapo de lleno hasta la cabeza, finjo estar dormida y escucho la puerta abrirse lentamente, oigo sus pasos acercándose, se aproxima y...
—¡Boo!...—estallo en risas cuando retrocede torpemente y se tropieza contra el mueble, prendo la luz de la lámpara aún con mis risas latentes y la que se sorprende ahora soy yo.
¡Mierda! ¿Quién carajos es este tipo?.
Me levanto de un salto y adopto una pose de defensa porque el hombre que entró a mi habitación no es mi abuelo, no tengo idea de quién sea pero se metió al lugar equivocado.
—Hola pequeña...—me causa repulsión escuchar su voz—¿Quieres jugar conmigo? Si no gritas y no te mueves prometo no hacert...
Sin dejarle terminar su predecible oración estampo mi puño en su horrible cara llena de cortes, él no se queda atrás y me lo devuelve pero logro esquivarlo.
—¡¿Quién eres y qué has vendido a buscar?!—no me responde y sigue lanzandome sus puños, se aleja unos metros y extrae una navaja de su bolsillo.
—¡Eso no te interesa mocosa!—amaga una puñalada, dos y tres.
—Bien, tienes una navaja, ¡Yo también tengo una!—extraigo mi preciosa navaja, que es mi principal elemento de combate favorito, que me regaló mi abuelo después de haberle ganado en una pelea a manos limpias a uno de sus subordinados, terminé con un ojo morado y el labio roto pero a él le fue peor, porque a pesar del tamaño bestial que tienen esos hombres yo me les pongo a su altura y estoy siempre dispuesta a pelear con cualquiera que se cruce en mi camino, desde que tengo no me gusta perder y mucho menos decepcionar a Volker.
Cada vez que estoy frente a una difícil situación repito en mi mente una y otra vez su frase:
Tener miedo es cobardía y generar miedo es respeto.
Dos cortes limpios en las gambas, lo suficiente para que chille de dolor.
—¡Aaaaahhhhh!—suelta el arma y se tira al suelo sujetando sus partes heridas, pateo la navaja lejos y lo inmovilizo en el suelo haciéndolo retorcerse de dolor.—¡Maldita niña!
—¡Shh! No estás en posición de hablar.—pongo mi dedo índice en mis labios indicándole silencio.—Ahora.—sonrío con falsa amabilidad.—O hablas o te parto el cuello, tienes tres segundos.—presiono con más fuerza mi pie sobre su cuello, me lanza un escupitajo que no logra llegarme ni de chiste a la cara y se retuerce intentando zafarse de mi agarre.—La persona que te pagó para que hicieras esto mal gastó su dinero porque no cabe duda de que eres un inútil.—niego con decepción.—Mides casi dos metros y una chica de apenas catorce años te tiene en el piso inmovilizado con...su pie.—vuelve a retorcerse cual gusano.—No escucho que hables, tres...
—¡Aaahhhhh!—grita irritado.
—Dos...
—¡Suél...tame!—sigue gritando y tratando muy inútilmente de apartarme.
—Uno, se acabó el tiempo, adiós.
Finjo que voy a cortarle el cuello cuando la puerta se abre, enarco una ceja y contemplo a mi hermano caminando hacia mi entre aplausos pausados, portando su típica y fastidiosa sonrisa burlesca.
—¡Bello, bellísimo, excelente escena hermanita!.
No hace falta seguir preguntando quién mandó a este incompetente, así que de una fuerte pero muy fuerte patada lo dejo inconsciente en el suelo sin dejar de hacer contacto visual con mi supuesto hermano.
—Ivar, ¿Porqué no me sorprende de ti?—me da una sonrisa de lado más falsa que una moneda de cuero.
—Acabo de llegar y este es mi regalo de bienvenida—mira con asco e indiferencia al hombre inconsciente.—Aunque debería ser al revés, qué mala eres pequeña N.
Voy a insultar su hombría con todo lo que tengo pero me contengo cuando visualizo una figura imponente y respetable hacerse presente.
—Ivar.
El cuerpo de mi hermano se tensa al instante y aunque evite mostrarle miedo ambos sabemos que es imposible no sentirse intimidados por Volker Rousseau, un hombre que a pesar de tener sesenta años recién cumplidos literalmente está en mejor estado que nosotros dos juntos y tranquilamente podría matarnos usando solo una de sus manos, conociendo sus habilidades y sabiendo como el padre todo lo que ha hecho y sigue haciendo a quienes lo ofenden.
—Abuelo, pensaba que estabas en Moscú...
Lo interrumpe de un golpe certero al estómago dejando sin aire a Ivar, luego procede a darle una profunda calada a su puro como si nada hubiera pasado.
—Te hubiera perdonado si esta falta de respeto iba dirigida a tu padre o a cualquier otro, pero elegiste la opción errónea—lo toma del cuello de su chaqueta conectando sus miradas.
—¡¿Cómo te atreves a hacerle esto a tu hermana?, ¿Te has vuelto loco muchacho?!—Ivar se suelta, él no conoce otra forma de ser más que la de ser un rebelde o morir.
—¡Ya no es una niña, ya tiene edad para defenderse!.—me mira con desden.—Quería ver si es capaz de hacer lo que yo hacía a su edad o si no es más que una niña tonta y ridícula.
Me acerco a él y le doy el mismo golpe que mi abuelo pero cambio el puño por mi rodilla.
—¡La próxima el golpe será a tus bolas, imbécil, a mí me respetas que yo no soy tu criada!—intenta atacarme pero mi abuelo lo detiene.
—¡Esta es la última vez que haces esto, la próxima haré que te rompan todos los huesos o te los romperé yo, ya no eres un adolescente rebelde Ivar!.—sujeta con fuerza el cuello de su chaqueta.—¿Cuándo dejarás esa manía de acosar a tu hermana?—coloca una mano en el hombro de mi hermano y con la otra hace ademanes para que el neandertal de dos metros comprenda.—Somos una familia, el enemigo está allá afuera, debemos cuidarnos entre nosotros, pero tú haces todo lo contrario, ¿Crees que podrás tú solo con todos los malditos bastardos que intentan acabar con nosotros?—se miran fijamente a los ojos como si se lanzaran balas a través de ellos.—Te advierto, hijo, con un solo Rousseau no será suficiente, así que compórtate como un hombre.
Ivar intenta refutar pero sabe perfectamente que el abuelo tiene la razón. Entro en escena aunque dudo que me escuche a mí.
—Es cierto, Ivar, ¿Cuándo dejarás de intentar arruinarme? Apenas tengo catorce y tú ya tienes veinte.—niego con la cabeza intentando entender.—No sé lo que te hice pero lo que haya sido olvídalo, el abuelo tiene razón estamos juntos o nada.—le doy una mirada a mi abuelo en busca de aprobación para decir lo siguiente y él asiente, agarro por los hombros a mi hermano y me concentro en él.—Hilleon Pracotszcky volvió a lanzar una amenaza en contra de nosotros.
Ivar frunce el ceño y hace una mueca de rabia, y disimuladamente noto cómo sus puños se cierran con ira y los músculos de su cuerpo se tensan, así hasta un poco de miedo me da este neandertal.
—¡Iré a encontrarme cara a cara con ese hijo de puta, ¿Quién se cree que es?!.
Puede ser un neandertal estúpido y a veces enorme para nada pero cuando se meten con los suyos su instinto protector se activa y a nadie le conviene tenerlo de enemigo, se aleja de mí e intenta irse cuando el abuelo lo detiene.
—No irás a ningún lado sin que yo y tu padre lo ordenemos, ¡¿Entendiste?!
—Yo, Ivar Rousseau, iría hasta el mismísimo infierno para salvar a mi sangre, mi padre y tú deberían dejar de subestimarme de una vez por todas, ¡¿No lo crees?!
Y así ví cómo mi único hermano se alejaba con ira irradiando por sus poros, saliendo por la puerta y no creí que sería la última vez que volvería a verlo.
<~>
Cinco meses después...
Antes cuando era más pequeña, supongamos que tenía unos seis o siete años, creía que era la niña con la vida más genial en el planeta, tenía todas las atenciones para mí, mi abuelo y mi padre hacían todo por mí aunque con este último poco compartía conmigo ya que casi nunca lo veía, eso debido a que mi abuelo siempre le encomendaba tareas pero aún así se hacía sentir con ostentosos regalos todas las semanas. A medida que fui creciendo jamás pensé que todo se volvería más recto, más complejo, ya todo no era porque era "La más pequeña de los Rousseau" si no porque todo iba cayendo sobre mis hombros poco a poco y yo debía sostenerlo como sea sin caer y mucho menos permitirme fallar cuando llegara el momento de tomar el control total. Aprendí cosas buenas y malas, fui testigo de sucesos que a más de uno dejaría traumado a mi edad, pero me fui amoldando, fui forjando mi propio carácter, era lo suficientemente madura para saber que nada es para siempre y que hacerse ilusiones nefastas como el extraño amor, era una pérdida de tiempo.
También supe que me molesta la gente, bueno, más bien la gente tonta, esa que da cringe, por eso me rodeo de gente inteligente porque me caen mal las personas que fingen ser una cosa y son totalmente lo contrario, odio la injusticia por sobre todas las cosas, y nunca perdono la traición, no me gusta salir a ver los rostros ridículos y lascivos de hombres que sólo quieren poner su maní quemado entre tus piernas, me gusta vivir tranquila con mi soledad, nutriendo mi mente de todo lo bueno que puede brindar este mundo cruel y por supuesto alejándome de todo lo que me haga mal, sé qué a la mayoría de la gente de mi círculo le caigo mal pero yo me amo ya que no puedes juzgar a alguien por cómo es en el exterior, porque eso es lo peor que hacen los malos, obligarnos a dudar de los buenos.
El dieciséis de abril cumplí quince años y mi abuelo acordó que ya era hora de que comenzara a relacionarme con la gente hipócrita, perdón, la gente de la élite.
Apenas van cuarenta minutos de fiesta y ya estoy harta, asistí en representación de toda mi familia al aniversario de las empresas Knelordz, una familia que por décadas le ha estado besando los pies a los Rousseau para mantener su estatus.
Ya he amenazado con darles donde no les da el sol a diez hombres en lo que lleva de esta patética celebración, querían bailar conmigo pero yo no y cuando se convierte en insistencia algo malo se acerca, entonces, mejor evadir.
—Señorita Rousseau.
Oigo a uno de mis guardaespaldas llamarme.
—¿Qué sucede Decan?.
—Su abuelo me pidió que la llevara a un lugar seguro.
Enarco una ceja desconcertada e inconscientemente me dejo llevar por los guardaespaldas.
Salgo del lugar y gracias al cielo por sacarme de esa ridícula fiesta y subo a la camioneta, observo a los guardaespaldas moviéndose alrededor del vehículo como un ejército, pronto salimos de la Villa y me llevan hacia donde deberían estar mi abuelo y mi padre.
—Decan, dime, ¿Qué está pasando?.
Pronuncio con más volumen las últimas palabras mirando hacia todos lados y esperando una respuesta.
—No lo sé Señorita, sólo me ordenaron llevarla hasta Grydscontz.
—¡¿Qué carajos voy a ir a hacer yo a Grydscontz?!.
Decan no me responde y empiezo a sacar suposiciones yo sola, ir a ese lugar de por si ya me parece sospechoso y señal de que algo no está nada bien así que cierro los ojos, no dejaré que nada me perturbe.
Grydscontz es como ir al infierno pero a uno real aquí en República Checa. Una vez que eres llevado allí no hay manera de que puedas salir vivo, ahí hay hombres y mujeres que son capaces de violar tus derechos humanos de todas las formas posibles sin ningún tipo de pudor como si de eso tratase o dependiese su vida, es su razón de ser, viven para eso, tal es su compromiso que han creado una fortaleza y lo peor de todo es que mi familia es la creadora de dicha residencia, mi tatarabuelo Arnost Rousseau fue el encargado de fundar este "Parque de diversiones" como lo llamaba él, al principio él llevaba a sus víctimas ahí y los mantenía en cautiverio hasta que se aburría o se morían, por ende, mi familia va allí cuando se presenta algo delicado.
Dicho lugar infame da escalofríos tal y como lo recuerdo desde la última vez que vine y fue a los ocho años. Nunca olvidaré el día en que mi abuelo me llevó allí para fomentar mi "Valentía" y para que aprendiera a tener "Estómago", me tomó de la mano cual niña inocente y me dirigió a una de las tantas habitaciones y al entrar me recibieron los gritos desgarradores de un hombre que estaba siendo mutilado, el torturador era el hombre más aterrador que había visto, con su cara de lunático y más aún con la sonrisa de par en par que ponía mientras con una motosierra le cortaba parte del brazo a su víctima, y jamás le importó que su rostro se estuviera llenando de sangre. Mi abuelo por su parte aplaudió la acción y cuando el tipo terminó le palmeó el hombro con orgullo y dicho hombre se regocijaba con la felicitación de su amo.
Yo no lloré, ni grité, no hice nada. Me limité a quedarme quieta como una estatua sin ningún tipo de expresión en el rostro, porque así debía comportarme si quería seguir siendo la Reinita del abuelo.
El lugar se encuentra bajo tierra fuera de la vista de las personas, nadie, ni siquiera la NASA tiene la mínima idea de que existe un lugar tan vil y tan terrorífico, porque es el infierno frío aquí en la tierra.
Mis tacones aguja no suenan lo suficientemente fuerte para apaciguar los gritos de lamento y dolor de las personas que están cautivas aquí, pidiendo clemencia, pero los ignoro, malditos hijos de puta algo habrán hecho, tanto las víctimas como los victimarios todos son culpables de algo, porque aquí no hay nada más que basura humana.
Ni siquiera me tomo el tiempo de saludar, todos se abstienen de siquiera darme una mirada y menos de cruzarse en mi camino y no por que les de igual, sino porque para ellos, nosotros, somos la realeza y ellos simples plebeyos, tal es su devoción a mi familia que morirían por nosotros si fuera necesario y si no, también.
Estos pasillos se hacen eternos, llego a la oficina donde se hacen las reuniones y al abrir la puerta me recibe el rugido de dolor de un hombre.
Observo sin expresión alguna el actuar de Paltom uno de los subordinados de mi padre mientras con una pinza dobla los dedos de quien sea el hombre que está siendo torturado, llevo mi mirada hacia mi abuelo, mi padre Owen y Tijana una de sus subordinadas o amante o lo que sea, no me importa, de todas formas me cae bien.
—Lindo espectáculo, ¿Qué sucede quién murió?.—dije eso porque no sabía qué más decir, de por sí estar en este lugar de mierda me provoca malestar.
—Tu hermano.—dice mi padre y blanqueo los ojos.
__¿Y ahora qué hizo ese neandertal?.—conociendo a Ivar algún desastre habrá hecho.
__Lo mataron.—termina de decir mi padre y algo dentro de mi se rompe, más aún cuando Volker señala una maleta que ignore hasta este momento, no sé cómo ni porqué pero corro hasta llegar a ella y me arrodillo encontrándome con el cuerpo de mi hermano mutilado, no lloro, me es imposible llorar, nunca puedo, pero sale de mí un grito cargado de ira, mucha ira desde lo más profundo de todo mi ser.
Me levanto abruptamente y comprendo qué intentan hacer con el animal maniatado, de un empujón quito a Paltom y sin pensarlo dos veces saco mi navaja y la clavo en el muslo izquierdo del hombre.
—¡¿Quién le hizo esto a mi hermano?!, ¡Habla ahora mismo o te haré cosas peores que él!
El desgraciado grita pero se ríe como todo un maniático, comienzo a reír yo también y saco la navaja de su pierna para llevarla hasta su ojo y sacarlo como un cirujano.
Su grito de horror me hace reír a mí también, me hace reír su desgracia, su dolor, pero me callo al recordar el dolor que habrá sentido mi hermano.
Grita como cerdo en el matadero implorando que pare, nadie hace nada para detenerme y voy a hacer lo mismo con su otro ojo cuando larga todo como un rezo bíblico.
—¡Fue Hilleon, Hilleon Pracotszcky!
—¡Eso no es suficiente para mí!
Clavo la navaja una vez más en una de sus asquerosas piernas con más pasión.
—¡Te- te-te quiere a tí también!
Sé que esto es lo único que este maldito sabe, los que están detrás de la muerte de Ivar no son tan idiotas para contarle sus planes a un inútil.
Me alejo y le doy una mirada a Paltom.
—Quémenlo vivo pero antes asegúrense de que sufra lo suficiente, sean creativos.
La muerte de mi hermano Ivar fue el inicio de mi ira pero no fue lo suficientemente fuerte para tumbarme.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top