CAPÍTULO 15: CARA A CARA CON EL DIABLO


Penumbra y Blackorbion llevan encadenado e inconsciente a Ragnvald hacia la sala del trono del palacio, donde se encuentran Vladyron y Ómina. Penumbra lleva en su mano el Cristal que habían ido a buscar a la ciudad de los Estelares, siendo el tercero que tienen en su poder y restándoles solamente uno para conseguirlos todos.

BLACKORBION: Caramba, este viejo ha sido de armas tomar. Incluso habiendo empleado todo nuestro nuevo poder hemos resultado bastante heridos en esta última batalla. A pesar de ser viejo aún sabe defenderse extremadamente bien.

PENUMBRA: Recuerda que era el maestro de los miembros de la Triple Divinidad Estelar y fue quien los adiestró en el arte de la batalla. Además, ya nos lo advirtió el gran Vladyron, que aún debe pasar algo más de tiempo para controlar a la perfección este nuevo poder.

BLACKORBION: Aún así ha sido una lucha divertida. Hacía mucho que no tenía a un rival de mi altura.

PENUMBRA: Ya, ya. ¿Y qué es eso que me ha contado Ómina de que te dejaste usar como sparring por la mocosa de Lúmina? 

Blackorbion se enfada mucho al recordar la humillación que sufrió a manos de Dragnya.

BLACKORBION: Brrrrr... Esa muchacha no es una rival para tomar a la ligera. A pesar de que no había recuperado todo mi poder en aquel momento pudo hacernos frente a Ómina y a mí sin demasiada dificultad. Es como si tuviera un gigantesco poder dentro de su interior que se manifestó en aquel momento. La próxima vez que la vea le daré su merecido.

PENUMBRA: Siempre igual, cada vez que eres derrotado no para de atormentarte ese pensamiento. Cuando te enfrentas nuevamente a quien te ha vencido pierdes los nervios y te precipitas mucho, eso puede acabar costándote la vida algún día.

BLACKORBION: No me sermonees, sé muy bien lo que hago, ¿por quién me has tomado?

PENUMBRA: Ya se ve, ya. Pues te tomo por un desquiciado que adora pelear y destruir por encima de cualquier cosa.

BLACKORBION: Eso se debe principalmente a la marca que me concedió el gran Vladyron hace tantísimos millones de años: la mía es la de la destrucción, mientras que la tuya es la del caos.

PENUMBRA: Recuerda que también poseemos algunas de las de nuestros compañeros caídos en combate. Esos malditos Estelares han acabado con gran parte de los Regentes Sentimogu, pero su poder sigue en nuestro interior y continuaremos nuestra lucha hasta vengarlos a todos.

BLACKORBION: ¡EXACTO! ¡Pagarán por lo que nos hicieron! ¡Todos y cada uno de ellos! ¡Lo de vivir en armonía con los Estelares era una jodida farsa! ¡La lucha entre nuestros clanes está destinada a durar hasta que uno masacre por completo al otro y gobierne sobre toda la creación eternamente!

PENUMBRA: Afortunadamente desde que el gran Vladyron se sumó a nuestra causa las cosas nos han ido especialmente bien. Una vez le ayudemos a realizar su sueño podremos vivir en paz sin preocuparnos por la guerra y gobernar sin preocupaciones.

Penumbra y Blackorbion llegan a la enorme puerta de la sala del trono del palacio, la cual se abre inesperadamente y ambos Regentes la cruzan, siendo recibidos por Vladyron, quien se encuentra sentado en su imponente trono, y por Ómina, quien se halla de pie a su lado.

PENUMBRA Y BLACKORBION: ¡MI SEÑOR VLADYRON!

Blackorbion y Penumbra se postran ante su maléfico señor, quien les ordena levantarse de pie con una retorcida sonrisa dibujada en su rostro al ver el Cristal y a Ragnvald encadenado e inconsciente.

VLADYRON: Os doy mi enhorabuena, mis queridos compatriotas. Habéis conseguido haceros con el Cristal que tanto necesito para llevar a cabo mi plan de purificar este mundo corrupto, y además me habéis traído un regalito de lo más inusual. ¡Muy buen trabajo! ¡BRAVO!

PENUMBRA Y BLACKORBION: ¡GRACIAS SEÑOR!

VLADYRON: Dejad que vea quién es nuestro distinguido invitado.

Blackorbion arroja a Ragnvald a escasos metros del trono de Vladyron, recuperando el conocimiento y sintiendo un gran terror por lo que está presenciando. Tras la silueta del maligno ser, Ragnvald puede ver una manifestación de la verdadera esencia de Vladyron, tan siniestra y maligna que resulta imposible de describir. El Líder Sentimogu se levanta de su trono y camina hacia Ragnvald y se agacha frente a él para tener contacto visual.

RAGNVALD: ...

VLADYRON: ¡Caramba! ¿Tanto miedo te doy que te has quedado mudo? Descuida, no voy a hacerte ningún daño.

RAGNVALD: Así que tú eres ese al que se refieren como Gran Señor.

VLADYRON: Je, así que has oído hablar de mí. No sabía que fuera tan famoso, la verdad.

RAGNVALD: ¿Te das cuenta del daño que estás haciendo a este mundo y a todos sus habitantes? ¡Por no hablar de los que viven en los Universos Exteriores! ¿Quién te has creído que eres para decidir el destino que debemos correr todos nosotros?

VLADYRON: ¿Daño? ¡Estoy tratando de arreglar este mundo y castigar a todos aquellos que cometieron pecados sublevándose contra su destino! Si la gente como tú sufre es porque es lo que merecéis. Descuida, una vez lleve a cabo mi plan purificaré este mundo y eliminaré toda inmundicia que lo perjudica. Los Sentimogu serán parte de los elegidos que habitarán el mundo del mañana, y los sacrificios que se hagan pasarán a formar parte de ellos, así tendrán un nuevo propósito.

RAGNVALD: ¡NO TIENES NINGÚN DERECHO A DECIDIR QUIÉN SE SALVA Y QUIÉN NO! ¡Llevamos millones de años sufriendo por vuestra culpa y perdiendo cada día millones de vidas inocentes, entre ellas seres queridos y mortales que no tienen culpa de nada.

Los Regentes Sentimogu se molestan al escuchar las palabras de Ragnvald.

VLADYRON: Así que no tienen culpa de nada... Eso es lo que me estás diciendo, tiene gracia... Los mortales son seres imperfectos que no hacen otra cosa que causar graves problemas, algo común en seres imperfectos e ignorantes. La verdad es que nunca entenderé por qué tú y el resto de los Estelares junto a vuestros simpatizantes les seguís defendiendo.

RAGNVALD: Porque son vidas que merecen florecer, libres de cualquier sometimiento impuesto por los seres divinos como nosotros. Nuestra misión es supervisar su evolución y que hallen el camino correcto por sí mismos.

VLADYRON: No estoy de acuerdo contigo. Los mortales deben recibir un propósito impuesto por los dioses como nosotros, y deben aceptarlo sin rechistar. En el pasado múltiples razas de mortales se aliaron con los Estelares para masacrar por completo a los Sentimogu, y muchos de ellos fueron eliminados. Las bajas de aquella guerra fueron devastadoras en ambos bandos, y es por culpa de semejante conducta que los mortales sean tratados con tanta dureza y severidad por nosotros.

RAGNVALD: Tienes razón, durante millones de años los Estelares estuvieron en paz con los Sentimogu y había respeto mutuo entre ambos tipos de deidades. Pero tanto el Dios Sentimogu como el Universal querían acaparar el dominio de la Tierra Universal y nos lanzaron a todos en una cruenta batalla que duró muchísimo tiempo y se cobró miles de millones de vidas.

VLADYRON: Deberíais haberos negado a iniciar esa maldita guerra. Sé que me parezco mucho a uno de tus 3 discípulos más portentosos, si cambiamos el color del cabello y de los ojos, quitamos mis hermosos bigotes y cambiamos el estilo de vestir seríamos prácticamente iguales.

RAGNVALD: ...

VLADYRON: Una verdadera lástima lo que le ocurrió. Su cuerpo y su alma fueron aniquilados al tratar de realizar un hechizo prohibido que acabó con miles de millones de Sentimogu, un suicidio en toda regla.

RAGNVALD: Él a diferencia de vosotros es alguien que hizo lo correcto, a pesar de conocer las terribles consecuencias de llevarlo a cabo. Murió como un héroe, y como maestro suyo no puedo estar más orgulloso de él por el noble sacrificio que realizó.

VLADYRON: ¿Estás de coña? Tus tres discípulos son una vergüenza para un guerrero legendario como tú: uno de ellos está criando malvas vete tú a saber dónde; otro se encuentra convertido en un Sentimogu y bajo mi absoluto control; y la última de los tres desertó de la batalla hace muchísimo tiempo.

RAGNVALD: Yo sigo confiando en ella... Sé que vendrá a ayudarnos tarde o temprano, estoy convencido de ello.

VLADYRON: Bueno, piensa lo que te venga en gana. En eso vas a tener razón porque ahora que tu nietecita se ha reunido con tu querida Lúmina estoy seguro de que no tardarán demasiado en venir aquí para rescatarte e impedirnos que llevemos a cabo nuestros planes.

RAGNVALD: <<Menos mal, Selenya se encuentra a salvo y se ha reunido con Lúmina>>.

Blackorbion se enfada al escuchar que Selenya está viva.

BLACKORBION: ¡Así que esa metomentodo sigue con vida! ¡Estoy impaciente de que venga aquí junto a esa otra mocosa pusilánime que me humilló en combate y castigarlas como merecen!

ÓMINA: Consideradlo una segunda oportunidad para vengaros de ella. Si hubiera querido podría haberla eliminado mientras estaba viajando por el espacio-tiempo. El gran Vladyron, en su infinita compasión, me pidió personalmente que no acabara con ella.

RAGNVALD: Grrrr...

PENUMBRA: Tarde o temprano vendrán hasta aquí para rescatar a este viejo. Nos viene de perlas, podemos esperarles mientras cazamos y matamos algunos incautos en algún lugar remoto cerca de aquí.

BLACKORBION: Me parece bien, pero antes de eso quiero descansar un poco tras nuestra batalla con este vejestorio. ¿Contamos con su permiso, Lord Vladyron?

VLADYRON: Concedido, pero antes de eso encargaos de llevar el Cristal y a este distinguido caballero a los lugares donde les corresponde estar.

PENUMBRA: Con gusto, maestro.

BLACKORBION: Entendido, mi señor.

Vladyron se pone de pie y se pone de espaldas, dispuesto a volver a sentarse en su trono. Blackorbion se acerca a Ragnvald para agarrarlo por sus cadenas y llevarlo a los calabozos más profundos y seguros del palacio.

RAGNVALD: ¡ESPERA!

Vladyron se detiene, mientras que Blackorbion le pisa la cabeza a Ragnvald con el pie descalzo, hundiéndosela en el frío suelo de la sala, provocando que el Héroe Estelar sangre un poco por la frente y fluya por su rostro.

BLACKORBION: ¿Cómo osas alzarle tanto la voz al Gran Lord Vladyron? ¡Pídele disculpas inmediatamente y no le hagas perder más su valioso tiempo!

VLADYRON: Déjalo, Blackorbion. Sé que quiere hacerme una última pregunta y estaré encantado de responderle.

BLACKORBION: ¡Pero Señor...!

VLADYRON: ¡Ya me has oído! ¡Déjale hablar!

BLACKORBION: Ergh... Como vos digáis...

Blackorbion levanta su pie de la cabeza de Ragnvald, permitiéndole hablar.

RAGNVALD: Sé que en realidad no eres un Sentimogu, ¿Quién o qué eres en realidad?

VLADYRON: Estás en lo cierto, no soy originalmente un Sentimogu. Soy quien va a arreglar los graves daños que ha sufrido toda la creación por la arrogancia de los Dioses y por la estupidez de los mortales, masacrando al Universal y al Dios Sentimogu para recrear el mundo a mi imagen y semejanza.

RAGNVALD: ¿Y por qué no castigas también a los Regentes y al resto de Sentimogu que están bajo el mando del Dios Sentimogu? Ellos también han cometido múltiples atrocidades que no pueden ser perdonadas.

VLADYRON: Ellos se han resarcido uniéndose a mi causa y apoyándola. Ese es el principal requisito para obtener mi perdón. No voy a negar de que he matado a múltiples Sentimogu que seguían ciegamente a su Dios, así que me ha llevado algún tiempo convencerlos a todos, y los que se negaran servirían de sustento para los que están a mis órdenes, al igual que los mortales.

RAGNVALD: Desgraciado... Fracasarás... Todos los hombres como tú terminan fracasando.

VLADYRON: Es una teoría interesante. Se ha terminado la charla. ¡Blackorbion, llévalo a los calabozos sin que sufra ni una sola herida más! Recuerda que es un invitado de lo más importante.

BLACKORBION: ¡Como usted mande, mi ilustre señor!

Blackorbion agarra a Ranvald por las cadenas y se lo lleva a rastras en dirección a los calabozos.

PENUMBRA: Con vuestro permiso, yo también me retiro, mi señor. Voy a llevar el Cristal junto al Cristal Oscuro para que comience a nutrirse de su poder, como los otros dos que poseemos.

VLADYRON: Maravilloso, puedes marcharte, Penumbra. Descansad un poco y cuando os hayáis recuperado de vuestras lesiones partiremos a las llanuras a cazar alguna deliciosa presa.

PENUMBRA: De acuerdo.

Penumbra se marcha y Vladyron se sienta en su trono, quedándose junto a Ómina.

ÓMINA: Ya falta muy poco para que puedas acabar la magistral ejecución de tu plan, Vladyron. Dentro de poco todo cuanto conocemos cambiará drásticamente. No puedo esperar a ver el resultado final de tu utopía.

VLADYRON: Será un paraíso sin igual, Ómina. Una utopía en la que reinarán la paz y los Sentimogu por toda la eternidad. Será vuestra recompensa por vuestra inquebrantable lealtad hacia mí y a mi noble causa.

ÓMINA: Me siento muy feliz de escuchar esas palabras. Además nos divertiremos un poco torturando a la zorra de Lúmina y a los cabrones de su séquito, me hierve la sangre de la emoción que estoy sintiendo.

VLADYRON: Todo a su debido tiempo, querida. La paciencia es una gran virtud y tenemos que poseerla para poder ejecutar nuestros objetivos de manera satisfactoria.

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