CAPÍTULO 48: FRENTE AL DEMONIO
DRAGNYA: Esa mirada suya me aterra, Señor Oceanus. ¿Por qué está tan enfadado conmigo?
OCEANUS: ¿Tienes la desfachatez de preguntarme tal cosa? ¡No quiero ni pensar el cataclismo que podrías haber ocasionado si no hubiera llegado a intervenir!
DRAGNYA: ¿Cataclismo?
OCEANUS: ¡Exacto! ¡Dudaste un miserable segundo y eso fue lo que permitió que cayeras en las zarpas de las tinieblas! ¡Deberías avergonzarte de ti misma, no hemos estado invirtiendo tanto tiempo en educarte y en formarte para que llegado el momento nos fallaras a todos de una forma tan lamentable como esta!
DRAGNYA: Pero, yo...
OCEANUS: ¡No hay peros que valgan! ¡Tienes una misión de gran importancia y por esto has estado a punto de echarlo todo a perder! ¡Nos habrías matado a todos y habrías sido la responsable de un daño irreparable!
DRAGNYA: Yo no quería, me obligaron a comportarme así a través de un hechizo...
OCEANUS: ¡Me importa un bledo! ¡Las circunstancias son totalmente irrelevantes, lo que importa realmente es el resultado, grábate eso en la mente!
Dragnya tiembla de miedo y de impotencia, y comienzan a saltársele las lágrimas. Oceanus al ver esto da un suspiro y se acerca a la pequeña, apoyándole una mano en el hombro.
OCEANUS: Escúchame, quiero disculparme por haber perdido los estribos. No ha sido apropiado el haberme desahogado contigo, pero lo cierto es que estoy aterrado y no tengo la menor idea de cómo va a terminar todo esto. Os aprecio a todos, y el mero hecho de pensar que puedo perderos es algo muchísimo peor que la muerte misma.
DRAGNYA: Snif...¿Hmm?
Dragnya se levanta, se seca las lágrimas y abraza fuertemente a Oceanus. El Guerrero Supremo no puede evitar el abrazarla también, pero repentinamente se escucha una carcajada burlona y un tornado de oscuridad aparece, apareciendo Ómina de él.
ÓMINA: Qué demostración más sincera de afecto, pero no deja de provocarme náuseas al mismo tiempo. Os estáis demorando demasiado en hacerme una visita en mi palacio.
OCEANUS: ¡TÚ!
DRAGNYA: ...
ÓMINA: Menuda hostilidad tenéis hacia mí, pero también tenéis vuestros motivos para tenerla. ¿Será tal vez por las múltiples atrocidades que he cometido, y qué esperabais? Siendo la Diosa de la muerte, de la oscuridad y del caos es mi propósito ocasionar desastres a mansalvas.
OCEANUS: No será por mucho más tiempo una vez te haya despachado. No causarás más dolor ni más daño a nadie más.
DRAGNYA: ¡No te tengo miedo, que lo sepas!
ÓMINA: Estoy convencida de ello, ya que has demostrado un enorme coraje y una valentía digna de encomio al haberte enfrentado sin dudarlo a los temibles Dioses Dragón.
OCEANUS: ¿Qué quieres de nosotros? ¡Responde!
ÓMINA: Sencillamente daros mi enhorabuena a ambos. Sois los únicos que destacáis entre ese puñado de morralla que conforma vuestro equipo de poca monta. Niña, la primera vez que nos encontramos en las ruinas supe nada más verte que tenías un potencial extraordinario. Es una pena que hayas logrado zafarte de la oscuridad que te había implantado, pero eso ya no me importa en absoluto.
DRAGNYA: Cómo si quisiera recibir los elogios de una arpía como tú.
La sonrisa de Ómina se desvanece rápidamente, siendo cambiada por una expresión de furia ciega. La terrible Diosa transforma su brazo en el de un dragón negro, y bañado en oscuridad le propina un devastador zarpazo a Dragnya en el estómago, lanzándola por los aires hasta que se detiene al chocar brutalmente con un pilar rocoso.
OCEANUS: ¡Dragnya! ¡Maldita seas! ¡Me las vas a pagar todas juntas!
Oceanus materializa rápidamente un gigantesco mandoble y se dispone a abalanzarse sobre Ómina para asestarle un poderoso espadazo, pero un siniestro brillo de color púrpura inunda los ojos de la insidiosa Diosa, teniendo como resultado que Oceanus quede completamente paralizado y no pueda llevar a cabo su ataque.
ÓMINA: Eso es, retuércete como la miserable sabandija que eres en realidad. En ti no queda nada del Oceanus de antes, luchábamos codo con codo por un objetivo común: el coronar a la raza Sentimogu en la cúspide de todas las razas y gobernar con puño de hierro el multiverso por toda la eternidad, y una vez que hayamos completado el ritual mis demonios recuperarán su apariencia y sus poderes original como Sentimogu. Cuando lo haya logrado podremos lanzarnos a la conquista de todos los universos una vez más, como ya hicimos en el pasado. Esa maldita Lúmina nos selló para que no pudiéramos escapar jamás de este miserable universo, pero esa maldición no durará mucho más tiempo jajajajajajaja.
OCEANUS: ¿Y qué esperabas? Después de todas las barbaridades que cometisteis es un milagro que se os perdonara la vida. Teníais criaderos de cualquier tipo de raza a los que teníais como sustento para satisfacer vuestra hambre, saqueabais todo tipo de planetas y matabais a cualquiera que se pusiera en vuestra contra. Los Sentimogu sois seres despreciables a los que haré desaparecer para que no podáis causar más daño a nadie.
ÓMINA: Menudo hipócrita estás hecho, querido Oceanus. ¿He de recordarte que tú también cometías ese tipo de crímenes? Además, recuerdo perfectamente que eras el segundo líder Sentimogu que más disfrutaba haciendo ese tipo de cosas, pero fuiste asesinado y tuvimos que devolverte a la vida, ¿y cómo nos devuelves el favor? ¡aliándote con nuestra más odiada enemiga! Mucho me temo que la reencarnación te ha transtornado, dado que permitiste que Lúmina te manipulara para ser su vulgar títere.
En este punto la furia de Ómina alcanza su punto álgido, agarrándole la cabeza a Oceanus con su brazo de dragón y apretando fuertemente, haciendo aullar agónicamente al Guerrero Supremo. Inesperadamente, una bola de luz es lanzada hacia Ómina, quien abre su mano derecha para pararla y hace añicos el ataque al cerrar el puño, pero este hecho tiene como resultado que la Diosa suelte a Oceanus.
DRAGNYA: Diablos... No te he pillado por sorpresa esta vez.
ÓMINA: Pues claro que no, preciosidad. Me pillaste desprevenida aquella vez en las ruinas porque desconocía tu poder, pero no te servirá una segunda vez. Debo decir que eres alguien impresionante, te has recuperado en escasos segundos de una herida mortal, y con el poder que poseéis ambos tal vez podríais darle una buena pelea a Abagizal, el líder de los Dioses Dragón.
DRAGNYA: No tengas ninguna duda, y una vez que nos hayamos encargado de ese Abagizal iremos a por ti y te derrotaremos de una vez por todas.
ÓMINA: Tienes una lengua muy larga, pero como puedes ver el individuo que ha sido capaz de vencerte se encuentra tirado en el suelo, y ha sido completamente incapaz de asestarme ni siquiera un solo golpe. Bueno, es hora de que me marche para ultimar los preparativos de la gran ceremonia que marcará el aciago destino que le espera a todos los universos. Una última cosa, os aconsejaría que fuerais a ayudar a vuestros amigos, ya que están enfrentándose al Dios Dragón Thunderion. Os estaré esperando en el Palacio del Inframundo, crearé una estrella para que podáis llegar sin perderos si tenéis la intención de detenerme.
Ómina crea una estrella que lanza al cielo, la cual vuela a una gran velocidad dejando a su paso una estela negra.
DRAGNYA: No escaparás.
Dragnya dispara una bola de luz gigantesca hacia Ómina, pero ésta se envuelve en un tornado de tinieblas y desaparece sin dejar rastro antes de que el ataque de la niña pueda alcanzarla. Dragnya corre preocupada hacia Oceanus, quien se levanta y propina un potente puñetazo de rabia al suelo, produciendo múltiples grietas a su alrededor.
DRAGNYA: ¡Señor Oceanus! ¿Se encuentra bien?
OCEANUS: Sí, no tienes de qué preocuparte. He estado completamente indefenso ante ese demonio, no he podido hacer nada contra ella. ¡Maldita sea!
DRAGNYA: Su poder es inmenso, pero ahora debemos centrarnos en ayudar a Earthius y a los demás...
OCEANUS: Tienes toda la razón, hay que ponerse en marcha cuanto antes.
FIN DEL CAPÍTULO 48
CONTINUARÁ...
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