CAPÍTULO 18: RUINAS ARCANAS


Planeta de los Estelares, ciudadela en ruinas.

BÁLAGOS: Sigue andando, no te pares o te arrepentirás.

MARTA: Urgh...

ÓMINA: Qué belleza la de esta ciudadela. Es una pena que esté en ruinas, en el pasado tuvo que ser impresionante.

MARTA: Los vestigios del pasado son muy importantes para las generaciones futuras, no toleraré que le hagáis ningún daño a este planeta.

BÁLAGOS: Veo que aún no te percatas de la situación en la que te encuentras. No eres nadie para decirnos qué hacer, y si te pasas de lista te mataré sin contemplaciones.

ÓMINA: Bálagos, no tienes que tratar así a nuestra invitada. Recuerda que va a ayudarnos mucho en nuestro plan, y así salvará a los suyos de un destino terrible.

MARTA: Prometiste que no les pondrías un dedo encima a los humanos de mi colonia.

ÓMINA: Claro que me acuerdo de esa promesa, querida. No utilizaré el meñique, jajajajajaja.

MARTA: ¡Eres una mentirosa! ¡Como les hagas algo no te lo perdonaré!

ÓMINA: Relájate querida. De ti depende el que ellos sufran las consecuencias de tu estulticia o que permanezcan con vida.

BÁLAGOS: Sí, eso tiene que obligarte a ayudarnos eficientemente. Imagínate tu colonia presa de unas llamas gigantescas y llena de cadáveres humanos, ¿podrías vivir con la culpa de ser la responsable de tantas muertes?

Marta encadenada se abalanza sobre Bálagos, pero recibe un manotazo por parte de la Diosa Dragón y Marta cae al suelo. Una pequeña corriente de sangre recorre la frente de Marta.

MARTA: ¿Por qué hacéis todo esto? ¿Qué atrocidad os hemos hecho los mortales a vosotros para que nos hagáis sufrir tanto?

BÁLAGOS: Tienes mucho valor al hacernos esa pregunta una escoria mortal como tú.

ÓMINA: No te hagas la tonta. ¿Acaso no sabes que un mortal se atrevió a matar al primer hijo de nuestro Maestro Abagizal?

BÁLAGOS: Hace tiempo tratábamos a los demás con respeto e igualdad, pero como entenderás tras aquella tragedia no podemos permitir que los criminales salgan impunes de tan tamaña barbaridad. El sufrimiento que padecéis todos los mortales ahora es el castigo que merecéis por el crimen que cometió uno de los vuestros.

MARTA: ¿Insinúas que por culpa de un solo individuo todos los mortales tenemos que pagar las consecuencias?

BÁLAGOS: Eso es.

ÓMINA: Es lo que dicta la justicia divina. No importa que una sola persona haya cometido un delito, todos los de su especie pueden ocasionarlo también y han de ser castigados con la mayor dureza y severidad.

MARTA: No hay derecho.

BÁLAGOS: Lo que opine una mortal nos trae sin cuidado. Ahora levántate y sigamos nuestro camino.

Marta se levanta a regañadientes del suelo. Tras un rato andando por la ciudadela en ruinas de los Estelares, Ómina y los demás pueden ver dos esqueletos cuyos huesos están cubiertos y corroídos por un extraño líquido negruzco.

BÁLAGOS: Es curioso, esos dos esqueletos están cubiertos de un extraño líquido negro.

ÓMINA: A pesar de ser esqueletos desprenden una enorme energía. Estoy casi segura de que esos esqueletos son 2 Estelares que perdieron la vida hace mucho tiempo.

MARTA: Si me quitáis las cadenas podré analizarlo a fondo.

BÁLAGOS: De acuerdo, pero no intentes nada raro. ¡Soldado, quítale las cadenas a la humana!

SOLDADO: Como usted diga, ama Bálagos.

El soldado le quita las cadenas a Marta, quien se dispone a analizar los dos esqueletos y el misterioso líquido que los cubre. Tras un análisis con un aparato de su invención, Marta llega a la conclusión de que los restos han permanecido ahí durante 30 millones de años. Respecto al líquido, comprueba que sus niveles de toxicidad y corrosión exceden todos los límites.

ÓMINA: ¿Qué ha descubierto profesora?

BÁLAGOS: Estás tardando demasiado en dar una respuesta. Habla o te vas a enterar.

MARTA: Según mi análisis, estos huesos tienen una antigüedad de 30 millones de años. El líquido tiene una elevada concentración de toxinas y es muy corrosivo. Mi teoría es que podría tratarse de veneno de Sentimogu.

ÓMINA: Magnífico, me gustaría saber si ese líquido puede incrementar las capacidades de combate de una persona. Soldado, bebe una muestra de ese veneno para ver sus efectos.

 SOLDADO: Pero ama. Ya ha oído a la profesora, ese líquido podría matarme en un instante.

BÁLAGOS: Parece que no estás dispuesto a seguir nuestra doctrina divina. Si no vas a obedecernos no tienes ninguna utilidad para nosotros. Si no haces lo que te ordenamos te mataremos, pero si bebes eso tal vez tengas una posibilidad de sobrevivir.

MARTA: ¿Sois capaces de hacerle eso a un aliado vuestro? No tenéis ningún perdón.

ÓMINA: Cierra el pico. ¿Lo harás, soldado?

SOLDADO: ... De acuerdo...

MARTA: No lo hagas. No sobrevivirás a eso.

SOLDADO: Mi vida ya no tiene ningún sentido para mí. Estoy dispuesto a morir si se me presenta la ocasión, no quiero seguir con esto por más tiempo.

BÁLAGOS: Voy a vomitar con tanto sentimentalismo barato. Vamos, igual consigues aumentar ese poder tuyo tan mediocre.

ÓMINA: Quiero ver como reacciona un Soldado Dragón al beber esa sustancia.

MARTA: ¡Sois despreciables y no tenéis ningún corazón!

BÁLAGOS: Cómo me molestan los mortales, esa fuente de sentimientos a la que llamáis corazón es la fuente de todo mal y ocasiona todos los desastres.

El Soldado Dragón coloca su dedo en la misteriosa sustancia y le da un toque con la lengua. Enseguida comienza a sentir una impresionante energía procedente de su cuerpo. Tras unos segundos su cuerpo se cubre del extraño líquido y su cuerpo inerte se desploma, ante la despiadada mirada de Ómina y Bálagos. 

ÓMINA: Bueno, no esperaba otro resultado.

BÁLAGOS: Es preocupante la rapidez con la que se ha extendido esa cosa por el cuerpo de un ser vivo.

MARTA: ¿Esas son las palabras tras ver a uno de los vuestros sufrir de esa manera?

BÁLAGOS: ¿Sufrir? Yo no he visto nada.

ÓMINA: No perdamos más tiempo con charla inservible. Retomemos la marcha y esposad a la profesora.

La profesora Marta es esposada otra vez y siguen andando rumbo a la reliquia. Algo más lejos Dragnya y los demás han podido presenciar toda la escena.

DRAGNYA: Así que ellas son Diosas Dragón, son horribles.

VIDAR: Ya lo creo que sí pequeña Dragnya.

BRISA: Debemos seguirlos con cautela, no queremos que nos vean aún.

UMBRÍA: La crueldad de los Dioses Dragón no tiene límites. Me corroe la indignación y la impotencia.

LYA: Tengo que reconocer que los Dioses Dragón me provocan un enorme temor. Pero no puedo olvidar que ellos fueron los responsables de la destrucción de nuestro planeta, Tiger.

TIGER: Tienes razón, no me importa quien sea, no permitiré que vuelvan a hacer sufrir a los demás nunca más.


FIN DEL CAPÍTULO 18

CONTINUARÁ...

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