capítulo 26.
Narra Camus.
La temperatura había bajado unos grados más, para mí eso no era ningún inconveniente, pero la pregunta era ¿cómo estará Milo?
Quité las sábanas que se hallaban envolviendo mi cuerpo, me estire y fui al baño a lavarme la cara y los dientes, no me quité la pijama y me senté en el refilón de la cama, imágenes del día anterior llegaron a mí, el pastel, la vídeo llamada, la confesión de Milo de que ya no estaba con Kanon, el paseo, aquel abrazo y sobre todo aquel beso.
Rocé mis dedos sobre mi labio inferior y una sonrisa se me escapó.
Al salir de mi habitación lo primero que hice fue ver si Milo seguía dormido, pero me llevé la sorpresa de que él no estaba y su cama estaba arreglada, baje las escaleras y encontré a Milo sentado en un sofá con un periódico en una mano y en la otra una taza de café.
Camus.- Buenos días Milo.- dije con una sonrisa en mi rostro, sonrisa que solo él me puede sacar.
Milo.- Buenos días.- contestó sin mirarme y con tono frío.
Camus.- ¿quieres desayunar algo?
Milo.- No tengo hambre, come tú.
Iba a retirarme a la cocina, pero la intriga de saber por qué Milo se estaba comportando tan frío conmigo me detuvo, hace apenas el día anterior se había comportado tierno y cálido conmigo, ahora era un témpano de hielo.
El frío soy yo Milo.
Camus.- ¿Qué pasa?
Milo me miró y "sonrió" o mejor dicho hizo una mueca de disgusto.
Milo.- No pasa nada hielera, por cierto... Te llegó esto.- me señalo una caja azul claro con un moño blanco.
¿Un regalo? Pero ¿de quién?
Me fui acercando a la caja, sobre ella se encontraba una nota con la oración "para el mago del hielo" seguido del nombre de Surt. Abrí la caja con sumo cuidado, no lo podía creer era una lira nueva, color plata con pequeños acabados dorados.
Camus.- ¡Es el mejor regalo del mundo!
Miré a Milo quien me dedicó una mirada fría con una sínica sonrisa.
Milo.- Supongo que ese pelirrojo estará feliz de que te hay gustado.- Milo hizo una pausa y me miró directamente a los ojos.- Si me disculpas yo me retiro.- se levanto de aquel sofá con la taza de café en mano.
Camus.- Pero... ¿y la investigación? Athena nos encomendó algo.
Milo.- Mira por la ventana hielera.
Mire a por la ventana como me había dicho Milo, estaba nevando, había caído una tormenta y el paso se estaba obstruyendo, mire hacia donde estaba Milo pero ya no estaba. ¿por qué había dicho aquello? Había cometido un error.
Sólo me preparé una taza de café el hambre se me había ido por completo, imité a Milo y me fui a mi habitación.
Una hora más tarde salí y fue hacia la habitación de Milo, toque la puerta, nadie respondió, volví a tocar, aun sin respuesta.
Camus.- ¿Milo?
Nadie respondió, me iba a ir de nuevo a mi habitación cuando escuché el piano. Una melodía dulce y triste, pero que de alguna manera te hacia sonreír, bajé silenciosamente para no interrumpir a Milo, me quedé parado en el umbral de las escaleras, allí en la sala de espaldas tocando el piano se encontraba él, vestía con un pantalón de mezclilla y un suéter rojo, su cabello estaba ligeramente alborotado.
Me fui acercando poco a poco y me coloqué de tal manera que quede delante de él y apoye mis brazos en en le piano, ni si quiera se inmutó ante mi presencia, parecía perdido en aquellas notas siempre con la mirada fija en aquellas teclas blancas y negras que tocaba con tal suavidad, como si de una caricia se tratase, aquel hombre quien tocaba era más que perfecto, me volvía loco, todo de él me fascina, sus hermosos zafiros, aquella voz tan varonil, aquella piel bronceada que contrastaba perfecto con mi piel blanca, ese cabello largo y ondulado, esa musculatura, en fin, me había enamorado de mi mejor amigo.
Milo continuaba tocando, mis oídos se deleitaban con tal melodía, amaba cuando tocaba el piano, las melodías que provenían del piano, producto de los hábiles dedos de mi bicho eran más que hermosas, en el santuario no era el único con el privilegió de escuchar a Milo tocar, incluso Athena más de una vez le había pedido a Milo tocar para ella.
Fue entonces cuando recordé aquella vez que vi a Milo tocarle una pieza a Kanon, antes de pelearnos y de que todo se fuera al caño. Cerré mis ojos para tratar de olvidar aquel recuerdo amargo, ahora Kanon no seria un obstáculo, o tal vez sí, no podía evitar ver a Milo y entre ratos recordar que él y Kanon estuvieron juntos, que se besaban, se miraban con ternura o incluso he de suponer que estuvieron juntos en la cama.
Negué con la cabeza, ahora tenia a Milo a solas, para mi y para nadie más, aunque creo haberla regado al decir que el regalo de Surt había sido el mejor.
Di un pequeño suspiro llamando la atención de Milo. Nuestras miradas chocaron, zafiros contra aguamarinas, sentí esa fuerza y determinación característica de él, por un momento creí que se detendría pero no lo hizo, su mirada se volvió a posar en aquellas teclas para continuar como si nada, agradecí aquello, realmente quería escuchar aquella pieza hasta el final y tal vez memorizarla para después tocarla solo para él con mi lira, era lo que mas deseaba, deleitar a Milo con la música tal y como él lo hacia.
Unas cuantas notas más y la pieza terminó. Me miró de nuevo.
Camus.- Es una hermosa canción...
Milo.- Lo sé.- dijo frío.
Camus.- ¿qué sucede?
Milo.- Nada, es sólo que me encantó que me echaras en cara que el regalo de aquel pelirrojo era el mejor.- dijo con cierta brusquedad.
Camus.- No te lo eché en cara.- dije con firmeza.
Milo.- Dijiste delante mío que "era el mejor regalo".
Camus.- ¿entonces estas celoso?
Milo guardo silencio un momento, había dado en el blanco, estaba celoso, aunque hubiera dicho aquello lo que Milo había hecho el día de mi cumpleaños fue perfecto.
Milo.- Yo no estoy celoso.
Camus.- Claro y Aldebaran es guapo.
Fulmine con la mirada a mi compañero quien sacó su teléfono y comenzó a teclear para después colocar el móvil en su oreja.
Camus.- ¿a quién llamas?
Milo.- A Kanon.
Camus.- ¿Para qué?- aquella respuesta no era de mi agrado.
Milo.- tengo que saber como esta mi templo.
Camus.- Para eso esta Hyoga.
Milo.- Shhh ya me contestó... ¿Kanon?
Me encolerizó aquello y le arrebate el teléfono, colgué la llamada y lo a vente a saber quien sabe donde.
Milo.- ¿Por qué hiciste eso?
Camus.- ¿Por qué le llamaste a Kanon? Puedes hablar a Hyoga quien aun está en el santuario.
Milo.- ¿Ahora quién es el celoso?
Me quedé en silencio, era verdad, estaba celoso, había caído en su jueguito, claro estaba que solo había marcado a Kanon para molestarme.
Camus.- ¡Yo no estoy celoso!
Milo.- Si claro hielera.
Camus.-No me llames hielera, te recuerdo que es mi cabaña en la que estas posando por lo que me debes respeto.
Milo se paro y se acercó a mi, su rostro estaba a centímetros del mío.
Milo.- Repite aquello.
Camus.- Es mi cabaña...- dije en un hilo de voz.
Milo se acercó aun más y comenzó a rozar su nariz en mi cuello, mis piernas comenzaban a temblar, parecían gelatina, me estaba volviendo un manojo de nervios, fue entonces cuando Milo me dio un leve beso en el lóbulo de mi oreja.
Milo.- y tú eres mío Camus.- susurro provocándome un leve rubor en mis mejillas.
Los labios de Milo se posaron en mi cuello y fueron subiendo hasta mi mejilla, sus labios estaban a milímetros de los míos, había cerrado los ojos pero los abrí de golpe, caí en cuenta de que estábamos peleando. Lo aparte de mí y lo mire con seriedad.
Camus.- eres un idiota.
Milo.- Así me quieres.
No te quiero, te amo...
Negué con la cabeza y me fui a mi habitación lo mas rápido que pude, pero a mitad de las escaleras me detuve para verle.
Camus.- No caeré en tu juego.
Milo.- eso está por verse.
Me sonrió con malicia, rodé los ojos y me fui ahora si, a mi habitación, al llegar me tiré en la cama y clave la mirada en el techo.
¿Qué estas tramando Milo de Escorpio?
Disculpen la tardanza, el colegio, las tareas y el haber visto el final de Kobato me hicieron entrar en depresión 7n7 (la canción que toca Milo es de ella ❤) ¿Alguien más a visto Kobato? ¿no? Diganme que no soy la única 7n7
Bueño, el punto es que ya les he dejado un nuevo capítulo, espero y les guste n.n.
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