Porqué Lincoln practica magia

Porqué Lincoln practica magia

Lincoln mostró el pañuelo por un lado y otro. Luego, con este cubrió su mano vacía en la que juntó los dedos.

–Observen... Nada por aquí... Nada por acá... En mi mano no hay nada...

Cuando lo retiró, en esa misma mano tenía sujeta su varita de mago, ante lo cual todos los que se hallaban reunidos en la sala soltaron una exclamación de asombro.

A continuación, Lincoln agitó la varita una, dos, tres veces... Con la cuarta sacudida una nubecilla de purpurina salió desprendida de la punta: ¡Poof!

Y en cuanto la brillantina se disipó toda, en lugar de la varita sostenía por el tallo una rosa blanca, que con actuar galante entregó a Carlota.

A lo que todos en la sala lo ovacionaron con aplausos.

–¡Bravo! –le aplaudió CJ.

–¡Magnifico! –igual hizo la tía Frida.

–¡¿Cómo lo hizo?! –inquirió Adelaide, que no cabía en si de asombro.

–¡Buen truco! –le aplaudió Carl.

–Muy bien, tonto –lo elogió Ronnie Anne, forzando la sonrisa y refunfuñando un poco por lo bajo.

Aunque no lo admitiese abiertamente, hubiese preferido que le entregase la rosa a ella. Por otro lado quizá fue mejor así en favor de mantener las apariencias. Mas no por ello dejaba de sentir algo de celos de su prima quien acto seguido se puso la flor en el pelo.

–Y ahora –procedió Lincoln ante las expectantes caras de todos–, para mi acto final, necesito un voluntario.

–¿Podré servir yo? –se ofreció el tío Carlos.

–Claro. Peor es nada.

Con lo que el hombre pasó a pararse junto al chico que puso su sombrero de mago en la mesa de centro. De ahí sacó unas tijeras con las que procedió a cortar la mitad de su corbata.

–Hay, Linc, que bueno eres –rió Ronnie Anne–. Desapareciste la corbata del tío Carlos.

–No, esa no es la magia –repuso su amigo de blancos cabellos–. Apenas estoy empezando.

Dicho esto puso el pedazo de corbata dentro del sombrero. Luego quebró y vació el contenido de un huevo ahí mismo y le echó un poco de sal.

Los demás observaban en silencio con atención, a sabiendas de que si o si los iba a sorprender con su siguiente proeza.

En eso, Bobby le habló en susurros a su novia, que también había ido a visitarlos ese día.

–Hey, Bebé, tú hermano es muy bueno en esto.

–¿Verdad que si? –secundó Lori, al tiempo que Lincoln vertía el contenido de un cartón de leche en el sombrero.

–¿Y desde cuando Lincoln practica magia?

Ante tal incógnita, la sonrisa de Lori se desdibujó de su rostro y dio paso a una mueca de hastío, en conjunto con una mirada incomoda que procuraba mantenerse apartada de la de su novio.

De todos modos siempre si se animó a responder a su pregunta. No más que lo hizo en voz baja y siendo lo más breve posible.

–Pues... Hace unos meses...

Flashback.

Le contó de un día que pidió a sus padres y hermanas que se reunieran con ella en su habitación para una urgente junta familiar.

–Un momento, falta Lincoln –señaló Leni luego que Lori cerrara la puerta.

–Si, de él precisamente les quería hablar –aclaró su hermana, que desvió la mirada y se rascó la cabeza denotando lo incomoda que se sentía–. Pasa que... Literalmente... Lincoln... Se está tocando por las noches.

–¡IUH...!

El resto de las hermanas chillaron estremeciéndose del asco, salvo Lily que no entendía a que se refería Lori por ser todavía una inocente bebé. De todas formas Luna tomó la precaución de cubrirle los oídos y de paso dedicarle una mirada de reproche a la mayor de sus hermanas por haber sacado aquel tema tan nefasto a colación.

–¡Eso si que es asqueroso! –exclamó Lana; cosa con la que las demás concordaron.

Los padres de las niñas, en cambio, se miraron entre si, también dedicándose miradas incomodas el uno al otro.

–... Entiendo lo que dices, cariño... –replicó Rita a continuación–. Pero no le veo nada de malo en realidad... Tu hermano... Toma en cuenta que ya es un preadolescente que está pasando por muchos cambios y... Pues es natural que... Que quiera aprender a explorar su cuerpo.

A lo que su esposo secundó con un gesto afirmativo, pese a lo incomodo que les resultaba hablar de ello.

–Si, pero, literalmente, lo ha llevado a limites poco sanos –se apresuró Lori a aclarar–. Miren esto.

Para exponer su punto se agachó a sacar algo de debajo de su cama y lo levantó ante todos para que lo pudiesen ver bien.

–¿Qué es eso? –preguntó Luan, quien tampoco consiguió descifrar que era aquello al primer vistazo. Era de forma plana y rectangular y de color azul–. ¿Una tabla?

–Literalmente, son sus sabanas que quise lavar esta mañana.

Con esto dicho, Lori azotó la plancha contra el piso y esta se rompió en un millar de pedazos como si estuviese hecha de vidrio: ¡CRASH!

Lo que dejó a sus padres ojiabiertos y sin habla.

–¡IUHH...! –sus hermanas volvieron a chillar con repudio.

–¡Se acabó! –vociferó Luna, quien cogió a Lily en brazos y salió con ella de la habitación.

–Tenemos que hacer algo al respecto –insistió Lori habiendo dejado en claro su punto–, que esto, literalmente, se está saliendo de control; y estoy segura que la lavadora está embarazada.

–Ni ziquiera zé como ezo ez zientíficamente pozible –objetó Lisa.

–La vida, como que encuentra la manera –intentó explicar Leni.

–Ya veo lo que pasa –convino el señor Lynn tras haber captado el problema señalado por su hija; y para el cual decidió debía hallar una solución–. Mmm... ¡Ya está! Lo que deberíamos hacer es ayudar a Lincoln a encontrar un pasatiempo.

–Excelente idea –lo apoyó su esposa–. Lo que necesita es un pasatiempo, como las niñas.

Fin del flashback.

–... Así que lo invitamos a que se sumara a nuestras actividades; pero como no se interesaba en alguna de estas, intentamos con otras opciones, y en uno de esos intentos vimos que la magia era lo suyo.

Terminado de escuchar el relato de Lori, Bobby se quedó desconcertado, dado que no esperaba que aquella anécdota partiese de algo así de asqueroso.

Cuando volvió a mirar a Lincoln, este cubrió el hoyo del sombrero con un pañuelo de seda y dio unos pases mágicos con la varita, la cual previamente había hecho reaparecer en su mano con sus fantásticas dotes de prestidigitador.

Cuando quitó el paño, del interior del sombrero salió volando una paloma, con lo que todos soltaron otra exclamación de asombro y aplaudieron con mayor entusiasmo.

–¡Otra vez! –pidió Carl mientras le aplaudía.

Los demás contemplaron con gran asombro el fondo del sombrero, que Lincoln alzó en alto para que todos pudiesen observar que no había nada adentro, nada en absoluto. Todo esto al tiempo que la paloma se posaba en su hombro.

Lori y Bobby también aplaudieron. Fuese como fuese, el joven hispano reconoció que, en efecto, el chico había encontrado su vocación.

Para dar por finalizado su acto, Lincoln volvió a ponerse el sombrero y saludó al publico con una cordial reverencia.

–Muy bien, pequeño Loud –se aproximó Bobby a felicitarlo con una amistosa palmada en el hombro.

Pero, entonces, con este leve contacto bastó para que las ropas del albino crujieran y se cuartearan en su totalidad: ¡CRASH!

Segundos después, su polera anaranjada y sus jeans azules quedaron dispersos en la alfombra divididos en miles de pedazos sólidos, tal como si lo que se acabase de quebrar fuera un jarrón al que tumbaron de su pedestal.

Todos se quedaron mirando sobresaltados al avergonzado chico, que había quedado en interiores en medio de la sala, con sólo su capa de mago, su sombrero y sus zapatos como vestimenta adicional.

La primera en reaccionar fue Ronnie Anne al sacarle una foto con su teléfono, segundos antes que Lincoln se cubriese con la capa.

–¿Qué clase de truco fue ese? –preguntó en su inocencia Adelaide, a quien una muy ruborizada Sid se apresuró a taparle los ojos.

Bobby, por su lado, retrocedió a paso acelerado hasta caer contra una pared y, sin dudarlo ni un momento, se limpió la mano en el tapizado.

–¡GUÁCALA!

FIN

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