Últimas Veces

Hoy es uno de esos días en los que la comida me sabe a ceniza. Normalmente lo dejaría pasar, pero no puedo evitar pensar que hoy sucederán muchas últimas veces. Por ejemplo, la última vez que mis padres me despedirán para ir a la escuela, la última vez que Kyungsoo y yo tomaremos juntos el autobús para llegar hasta allá, y la más importante: la última vez que caminaré por el mundo sin saber cuál es mi camino.

Hoy no es un día cualquiera. Es el día de la Prueba de Aptitud.

A los líderes de Abnegación y Erudición les gusta mucho repetirnos constantemente lo importante que es que cada uno sepa cuál es su lugar en la sociedad, de maneras distintas, pero que ejercen la misma presión. Me lo guardo para mí, pero a veces desearía gritarle a las propagandas que suelen proyectar en las calles de la ciudad o en las áreas comunes de Cordialidad ¡Sé muy bien que mi tiempo como ser humano dependiente está contado! ¡Lo que no sé es a dónde debo dirigirme cuando deje de serlo!.

Por eso la prueba me emociona más de lo que me asusta. Siempre que intento ponerme a pensar en cuál de las facciones encajaría mejor es como si me sacaran el cerebro y lo pusieran a freír bajo el sol mientras busco la tapa de mi cabeza. Será agradable dejar atrás los días de incertidumbre. Sin embargo, no puedo ignorar la parte de mí que está aterrada de saber el resultado. Si la prueba dice que debo quedarme en Cordialidad, sé que probablemente no seré muy feliz, pero si me dice que debo marcharme... no tengo ni idea.

Sólo he experimentado tres cambios grandes en toda mi vida, pero no creo que pasar de un nivel escolar a otro pueda siquiera ser considerado como tal, menos porque mis compañeros han sido los mismos desde el inicio. Lo único a lo que uno se tiene que adaptar en ese caso, es al cambio de edificio.

Una vez oí a una mujer decir que el mundo cambia increíblemente rápido; ahora que estoy a sólo horas de descubrir qué rumbo debo tomar, creo que tenía razón. Aún así, confío en que sea la única vez en que deba enfrentarme a este sentimiento, estar a punto de lanzarme al vacío sin saber en dónde aterrizaré.

Nunca le he dicho a nadie lo que pienso verdaderamente sobre Cordialidad. Es una facción bonita, el aire es fresco, los colores brillantes de nuestros huertos y nuestras ropas lucen muy bellos bajo la luz del sol, las comidas siempre son animadas, los jóvenes como yo pasan su tiempo jugando juegos de manos, recitando adivinanzas, cantando canciones y dándose cumplidos, los adultos se ayudan mutuamente cada día sin falta, y todos sonríen las veinticuatro horas del día.

Suena idílico, pero para mí siempre ha sido algo inquietante.

Dejo de revolver la ensalada y la carne en mi plato en cuanto otra persona se sienta frente a mí.

-¿Cómo va todo, Baekhyun? ¿Estás listo para la prueba? -preguntó Kyungsoo, dejando su propio plato repleto de frutas y pan sobre la mesa para después acomodarse con una sonrisa.

-Hola, Kyung. La verdad no sabría decirte, estoy... aterrado, creo.

Kyungsoo se rió, enseñando sus dientes perfectos e iluminando sus ojos.

-Te entiendo, es un gran día ¿No es así? Me costó mucho dormir anoche, tuve que salir a arrojar piedras al lago, con eso te digo todo.

Me río para darle a entender que lo entiendo. Mi método fue diferente: me obligué a esconder la cabeza bajo la almohada estando boca abajo hasta que el sueño acudió a mí. Eso funciona normalmente.

-No tienes de qué preocuparte, la prueba no te dirá nada que no sepas ya -le aseguro, apoyando los codos sobre la mesa.

-¿Y a ti?

-Estoy a punto de descubrirlo.

Kyungsoo guarda silencio y los dos procedemos a comer alegre y calmadamente, y casi logro ignorar por completo el horrible sabor que llega a mi boca.

Hemos sido amigos desde que tengo memoria. En el pasado, nuestras familias eran vecinas, hasta que su abuela paterna falleció y decidieron mudarse a su casa en el otro lado de la facción. Aún así, seguimos juntándonos en el colegio, en las fiestas siempre buscábamos al otro para pasar el rato, y cuando nuestros familiares se retiraban a la recolección en las áreas más lejanas de la ciudad nos hacíamos compañía, en casa de uno o del otro.

Me gusta hablar con Kyungsoo. Desde siempre he tenido la sensación de que su alegría y serenidad son más genuinas que las de cualquier otro en Cordialidad. Siempre tiene algo interesante que contar, es alguien muy observador, pero si un día no encuentra nada rescatable en el mundo real, se lo inventa. Por eso suele ser requerido para entretener a otros durante las reuniones o a algunos niños, hijos de amigos de sus padres, a los que siempre mantiene contentos con sus historias. Cualquiera podría olvidar sus problemas por un momento si se sienta a escuchar a Kyungsoo.

Pensar en tener que decirle adiós algún día me provoca un nudo en el estómago.

Se hace tarde, así que nos apresuramos en terminar de comer y volvemos a colgarnos nuestros bolsos para llegar hasta la salida de autobuses. Nuestros padres ya están allí, aunque en mi caso es sólo mi madre, como ella me explica, mi padre tuvo que atender al llamado de Johanna Marcus, nuestra representante; la palabra líder no es de su agrado. Le digo que lo entiendo, y que de todos modos los veré en la cena después de la prueba y lo pasaremos bien. Ella me sonríe, me da un beso en la frente, y dos en cada mejilla, para después sostener mi rostro con ambas manos, haciéndome reír.

-No puedo esperar a ver en quién te convertirás cuando vuelvas a casa -dice mi madre, clavando sus ojos marrones en los míos, cálidos como el chocolate en una mañana lluviosa. Sus palabras deberían tranquilizarme, pero solo consiguen aumentar mis nervios y el sentimiento de culpabilidad que plantó su semilla en mí desde la primera vez que cruzó por mi cabeza abandonar la facción.

Le doy un último abrazo, y su aroma a canela y madera me calma momentáneamente. Kyungsoo ya ha terminado de despedirse de sus padres y me llama desde la puerta del autobús para que me ponga en marcha de una vez.

Durante el camino, ignoro el olor a tubos de escape y me centro en contemplar el camino, consciente de que no volveré a recorrerlo después de hoy. Entre más nos acercamos al centro de la ciudad, los grises edificios en obras o en ruinas comienzan a desaparecer y dan paso a las elegantes estructuras de cristal brillante, las vías elevadas están por todas partes. Me gustaría subir a un tren algún día, apuesto a que es divertido, pero sólo los de Osadía pueden hacerlo.

Osadía...

Llegamos al edificio de Niveles Superiores minutos antes de que abran las puertas. Nos formamos de acuerdo a nuestra facción mientras esperamos a que den las ocho. No puedo dejar de jugar con la correa de mi bolsa mientras aguardo, pero una vez que oigo ruidos sobre las vías a nuestras espaldas me olvido de su existencia y volteó la cabeza en el momento justo para ver a los chicos de Osadía lanzarse de los vagones en movimiento. Algunos ruedan sobre la colina de césped, otros son lo suficientemente hábiles como para caer de pie y seguir corriendo hasta llegar a la entrada, o cuánto menos, para no tropezarse en el intento. Siempre he disfrutado de ver sus entradas, aunque a veces han ocurrido accidentes: hace dos años, una chica se golpeó la cabeza contra la acera y otros corrieron para llamar a la enfermera. Tuvieron que darle costuras.

Su estilo es totalmente opuesto al nuestro. Mientras Cordialidad es todo colores y luces, Osadía es todo oscuridad, acero y titanio. Me gusta verlo en ellos, pero no sé si me quedaría bien a mí. Lo que más me llama la atención de los suyos es su audacia. A veces me gustaría intentar las cosas que ellos hacen, parecen tan... libres, como si no necesitaran que nadie les diga qué hacer, solo lo hacen. Los riesgos de salir herido hacen que me replantee la idea por momentos.

Las puertas se abren y entramos en el edificio. Aunque estamos en el mismo curso, Kyungsoo y yo debemos separarnos, él tiene Historia de las Facciones, yo tengo Física Avanzada. Detesto todo lo que tenga que ver con matemáticas o ciencias, me aburro demasiado. Por suerte, después de hoy no volveré a pisar esas clases, el resto de mi educación quedará en manos de la facción que escoja.

Estoy a un pasillo de llegar a mi aula cuando siento dos toques en mi espalda, temblorosos, pero fuertes.

Me giro y me reciben los ojos grises de Park Chanyeol. Lleva las prendas características de los osados, su chaqueta de cuero negra tiene bordados plateados en las mangas y el cuello, sus botas están cubiertas con la cantidad necesaria de adornos metálicos y lleva su cabello plateado en un corte degradado que le sienta muy bien.

Somos compañeros de clase, pero nunca hemos intercambiado palabra, en parte porque me intimida demasiado: es increíblemente alto, su mirada podría destruir puentes y su complexión fuerte me pone nervioso. Tampoco es que yo sea el ser más sociable sobre el planeta, y nos sentamos en lados opuestos de la clase, así que ya te imaginarás.

-Uhmm, ¿Puedo ayudarte? -pregunto, quitándome polvo invisible de la ropa.

Parpadea un par de veces y ladea la cabeza con la boca entreabierta, pero en vez de intentar hablar nuevamente, abre la mano y me muestra un gorrión de madera tallada del tamaño de una uva. ¡Es de mi collar!.

-Creo que perdiste esto... ten -me extiende el pajarito y yo lo tomo rápidamente.

-Gracias.

Nos quedamos mirándonos por un rato. Nuevamente intenta decirme algo, pero se acaba rindiendo y pretende quitarse una mancha justo arriba de los labios.

-Q-que tengas buen día -dice, se aclara la garganta y atraviesa la puerta del aula. Envuelvo al pajarito entre mis dedos y lo coloco de vuelta en la cuerda antes de entrar, procesando mi primera interacción en la vida con Park Chanyeol.

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