XIII- La simulación.
La segunda fase de la iniciación a Caitlyn se le hacía letárgica, consistía en quedarse sentados en un pasillo todos en filas, los nacidos en Osadía en la derecha y los traslados a la izquierda, como en los pasillos de los hospitales que ocasionalmente Caitlyn había visitado con su madre para que esta revisara algunas de las medicinas que iban a ser implementadas. El silencio era abrumador y le daba tiempo a Cait para pensar, para recordar ese instante que había causado un momento tenso entre ella y sus amigos.
Acababa de regresar de la tirolesa con Ekko y los demás, entraban al comedor y se separaban, Caitlyn había avanzado hacia la mesa donde estaban Leona, Diana y Viktor, sentándose entre ellos y viendo como la miraban sin reconocerla, no los culpaba, ella no se reconocía a sí misma. Se había mirado en uno de los cristales de los edificios cuando regresaban al complejo, tenía los ojos brillantes, las mejillas rojas y el cabello despeinado, se veía viva y alegre, ambas cosas eran difíciles de disimular cuando todo el tiempo parecías deprimida por la vida.
—¿Dónde rayos estabas? —preguntó Diana con un tono de reproche que no le gustó a Cait.
—Estaba con Ekko y los demás, me invitaron con ellos cuando me encontraron en el pasillo —respondió Cait, dubitativa sobre el motivo de enojo de la peliblanca —Ellos ni siquiera me querían allí.
—Pues parece que eso ya cambió —comentó Leona, mirando hacia los osados iniciados que se reían y lanzaban miradas orgullosas hacia Cait.
—Sí, puede decirse —admitió Cait.
—Pues me alegra que tuvieras un buen tiempo mientras yo estaba aquí enfrentando a tu estúpida facción —espetó Diana con enojo, haciendo que Cait frunciera el ceño y se pusiera a la defensiva.
—¿Eso qué significa? —preguntó Cait.
—Un entrevistador de Erudición vino hoy, estuvo haciendo preguntas sobre Abnegación y nuestra opinión al respecto, intentó que forzadamente habláramos mal, y se propasó al intentar coaccionar a Diana —explicó Leona, mucho más calmada que Diana.
—Eso fue un error —aseguró Cait.
—Uno muy grande, Diana le dio un puñetazo —rio Leona en la respuesta, haciendo que Cait se relajara.
—¿Por qué siquiera estarían preguntando eso aquí? No hay ningún trasladado de Abnegación —inquirió Cait, la curiosidad que la caracterizaba domándola.
—No lo sé, ve y pregúntale a tus amigos los osados —repuso Diana, levantándose de la mesa del comedor y largándose.
—Discúlpala, anda muy alterada —intercedió Leona, yéndose detrás de Diana y dejando a Cait y Viktor solos, una junta poco deseada por ambos en ese momento.
Después de esa tarde las cosas se habían puesto muy densas entre ellos, apenas si podían moverse o hablar estando juntos, Leona era quien más hacía de mediador, relajando el ambiente considerablemente, y al menos esa mañana habían podido tener una conversación normal, pero Cait todavía se sentía mal por eso y sobre todo, por no sentirse mal por haber ido con Ekko. Le había gustado la salida y la compañía, no se arrepentía y por el actuar de Diana, sentía que debía hacerlo.
—Así que… —inició Lux, rompiendo el silencio de aquel frío pasillo —¿Quién es el primero de ustedes?
—Yo —respondió Marcus, alzando la cabeza con altanería.
—Yo podría contigo —afirmó Lux, mirando a Marcus de la cabeza a los pies —Soy la segunda, pero definitivamente podría contigo.
—No estaría tan seguro de eso —repuso Marcus, aunque Cait podía notar la forma en que la frustración empezaba a domarlo —¿Quién es el primero de ustedes?
—Ekko —dijo Lux, inclinando la cabeza hacia el chico, que se mantenía ajeno a la interacción que ocurría —pero igual yo podría vencerlos, llevamos toda nuestra vida entrenando para esto —Cait vio el momento en que esas palabras endurecieron la expresión de Marcus, ella se alegró de que alguien le hiciera frente, pero a la vez sintió que lo que Lux dijo se clavaba dentro de ella y la aterrorizaba.
—Lux —llamó Vi, abriendo la puerta de aquella habitación al final del pasillo a donde todos entraban, pero nadie salía. Lux se levantó con soltura, caminando hacia Vi sin siquiera dudarlo, hasta que la puerta se cerró tras de ella.
—Así que tú eres el primero —comentó Marcus con un tono venenoso de reproche.
—Sí, ¿y? —rebatió Ekko con arrogancia y dejadez a la vez, una mezcla rara, pero efectiva.
—Y no te parece injusto que ustedes se preparen toda la vida y nosotros solo tengamos semanas —acusó Marcus, a lo que Ekko se encogió de hombros, ladeando la cabeza con indiferencia.
—La verdad es que no, es cierto que en el área física estamos más avanzados, pero nadie puede preparase para la segunda etapa, sin importar qué hagas —explicó Ekko, haciendo que Marcus cerrara la boca y que todo volviera a quedar en silencio.
Los minutos se desplazaban en el tiempo de forma pesada, Cait apenas lograba llevar la cuenta de cuánto tiempo transcurría antes de que llamaran a alguien nuevo. Vi iba alternando entre nacidos en Osadía y trasladados, nadie volvía a salir, nadie gritaba, parecía que nada estuviera pasando, pero Cait sabía que no era así.
—Marcus —llamó Vi, mientras el rubio se iba del pasillo y la seguía, con una sonrisa autosuficiente que Cait vio desvanecer segundos antes de que la puerta se cerrara, reiniciando el conteo del tiempo —Ekko —dijo Vi, haciendo que Cait diera un bote en el asiento mientras Ekko le guiñaba un ojo, dirigiéndose donde Vi. El reloj empezaba a correr nuevamente, cada segundo la pierna de Cait se movía más rápido contra el suelo, los nervios dominándola —Vamos, Cait —citó la pelirrosa, un tono más suave de lo que Cait le había escuchado hasta el momento.
Intentó que sus pasos fueran firmes y que no se notara que la ansiedad iba ganando la batalla, una calma eléctrica corrió a través de su cuerpo cuando Vi tocó su hombro para hacerla pasar dentro de la habitación, cerrando la puerta a sus espaldas y entonces el miedo se asentó, consumiéndose por el pánico en el segundo que Cait dio un paso hacia atrás, su espalda golpeando suavemente contra el pecho de Vi como si de un muro se tratase. Delante de Cait había un sillón como el de la prueba de aptitud, tenía menos cables y en esta ocasión las paredes no tenían espejos, pero sabía del peligro que conllevaba. Era divergente, estaría muerta al final de esta prueba.
—Toma asiento, Cait, no pasa nada —indicó Vi, dándole un suave empujón hacia el frente que la hizo avanzar hasta el sillón, sentándose en este y quitándose la chaqueta. De repente sentía mucho calor y, por primera vez, estar cerca de Vi no tenía nada que ver con ello.
—¿De qué será la simulación? —preguntó, viendo como Vi reprogramaba el ordenador delante de ella y sacaba algunos cables.
—¿Conoces la expresión “enfrentarte a tus peores miedos”? —repuso Vi, sacando una caja pequeña y rectangular de la maleta a su lado —En Osadía nos la tomamos muy en serio. La simulación te mostrará tus peores miedos, tu propia mente la estará creando y tú solo saldrás si logras enfrentarlo o calmarte —explicó, girando hacia Cait con una jeringuilla de cien mililitros que contenía un líquido amarillo igual al de la prueba, conectada a la pistola para inyecciones y con una aguja tan grande que Cait tragó en seco.
—¿Una inyección? —preguntó Cait sin comprender.
—Relájate —dijo Vi, apartando el cabello de Cait de su cuello en un gesto delicado que por un segundo Cait confundió con una caricia cariñosa, sintiendo los callosos dedos deslizarse por su piel, justo donde su pulso se agita, pero entonces la aguja penetra y el líquido entra en su sistema y ella entiende que no era más que eso —Usamos una versión avanzada del suero de la simulación, funciona sin cables.
—¿Cómo puede funcionar sin cables? —inquirió ella, recordando todos los planteamientos de la creación del suero que su madre le había explicado durante los años.
—Bueno, yo tengo cables —comentó Vi en un tono burlesco, pero luego retomó su actitud seria usual —El líquido contiene unos nanotrasmisores que te conectan al sistema y enviaran las imágenes que tu cerebro cree hacia el ordenador, donde yo las veré por los cables. Además de eso, el suero estimulara la amígdala cerebral, encargada de regular el miedo, excitándola para que active tus mayores temores. Muchos ni siquiera saben a qué le temen verdaderamente sino hasta que se enfrentan a esto. El sistema registrará tus respuestas ante el miedo y la simulación acabará cuando logres calmarte, regular tu respiración y tus pulsaciones.
Cait observó a Vi conectar a su cabeza varios sensores y cables, la imagen en la pantalla se encendió en verde, mostrando un cerebro normal y la forma en que ciertas áreas se excitaban, Cait logró entender que eran las estimuladoras del miedo y la conciencia, quizás eso explicaba por qué sentía los párpados pesados y se había desplomado en el sillón, como cuando un sueño muy fuerte empieza absorberte y no te deja despertar.
—Se valiente, Cait —dijo Vi, inclinándose sobre ella, que logró ver su imagen distorsionada a través de sus párpados entrecerrados —La primera vez es siempre la peor.
Cait cerró los ojos. La imagen cambió bruscamente, de repente, ya no estaba en un sillón en una habitación del complejo de Osadía, sino en un campo abierto. El sol golpeaba su piel, se sentía caliente, quizás demasiado, el muro y la valla estaban a su alrededor, a menos de veinte metros, Cait reconocía que era uno de los campos de Cordialidad. Todo parecía normal, si acaso había demasiado viento para estar cerca del suelo, pero nada más, hasta que el primer graznido la hizo mirar hacia el cuervo que se acercaba a ella. El dolor la laceró de inmediato cuando las garras de las patas de aquella ave se aferraron a su hombro, Cait gritó y le dio con la mano, alejando al cuervo, pero otro más apareció, picoteándole el brazo.
Miró a su alrededor, notando la bandada de cuervos que venía hacia ella, tenía que huir. Cait corrió, luchando porque sus piernas fueran tan rápido como ella necesitaba, hasta que la tierra bajo sus botas se volvió fango y la hizo quedar atrapada. Gritó, porque el dolor se volvió insoportable en el instante en que decenas de ciervos se cernieron encima de ella. Podía sentir los picos enterrándose en su piel, las garras desgarrándola, las plumas a medida que estos se deslizaban por su cuerpo, bajo su ropa, entre ella y el lodo, buscando más áreas de su piel para arrancar.
Pataleteó y agitó los brazos desesperada, les dio algunos golpes, pero por cada cuervo que golpeaba, uno nuevo tomaba su lugar. Los gritos rasparon su garganta, haciéndola sentir un ardor desde dentro, pero ella no se detuvo. Estiró el brazo, intentando arrastrarse mientras sentía como si piel era arrancada a tiras y picotazos, rompiendo su ropa, alcanzando sus músculos. La sangre se acumuló debajo de ella cuando no pudo moverse más, mientras los animales con plumas lograban abrir una parte de su abdomen, sintió los picotazos dentro, estaban entrando.
—¡Ayuda! —gritó, sintiendo su voz romperse y morir a último momento, sus cuerdas vocales se desgarraron, la sangre saliendo por su boca en una crisis de tos que fue aprovechada por un cuervo para adentrar su cabeza en ella y picotearle la lengua.
Cait cerró con fuerza los dientes, sintiendo la sangre del cuervo cuando lograba segmentar su cabeza de su cuello y luego escupió, era asqueroso. Otro cuerpo picoteó sus labios y el dolor la hizo abrir la boca, algo que le dio acceso a introducir sus patas y rasgar con sus garras.
« Se valiente, Cait. »
La voz de Vi hizo eco en su cabeza, el recuerdo de su petición. Valentía, eso era lo que necesitaba en ese momento, pero luchar no estaba funcionando.
« La simulación acabará cuando logres calmarte, regular tu respiración y tus pulsaciones. »
Tenía que calmarse, Vi se lo había explicado. Sintió uno de los cuervos que cubría su cuerpo picotearle el ojo, el dolor la abrumó por un instante, pero se dejó llevar. Sintió el dolor, cada desgarro, picotazo, cada pedazo de su piel que era arrancada, se dejó llenar de esta mientras se forzaba a respirar lento. Una respiración, un número, una respiración, otro número y así fue contando, escuchando el propio sonido de sus latidos en sus oídos. Todo se oscureció.
Gritó, cuando las luces brillaron contra sus ojos y el cuarto volvió a materializarse a su alrededor, Cait gritó, encogiéndose sobre sí misma en el sillón, lágrimas, mocos y sudor bañaban su rostro y ella temblaba incontrolablemente, sus manos deslizándose por su cuerpo, espantando animales que ya no estaban allí. La simulación había acabado y ella sabía que en ningún momento había sido real, pero la sensación de dolor hormigueaba por su piel y no se iba.
—Cait, ya pasó, ya se acabó —aseguró Vi, acercándose a ella.
—¡No me toques! —gritó Cait, tirándose contra el suelo y cayendo sobre sus manos y rodillas, alejándose de Vi. Logró incorporarse tambaleante y torpemente, corriendo hacia la otra esquina y pegándose a la pared, de frente a Vi.
—Se acabó —repitió Vi, acercándose lentamente y tocando con delicadeza el cabello de Cait, pasando la mano por su cabeza en una caricia suave a medida que veía las lágrimas correr por el rostro congestionado —Cait —volvió a llamarla, pero Cait solo negaba frenéticamente con la cabeza, deslizando sus manos por sus brazos de forma ansiosa —Cait voy a llevarte al dormitorio.
—¡No! —espetó Cait abruptamente, mirando hacia Vi con rabia —No quiero que… me vean así.
—Venga, cálmate —dijo Vi, poniendo los ojos en blanco de la frustración, no con Cait, sino con el sistema de Osadía —Te sacaré por atrás.
—No lo necesito —rebatió Cait con rabia contenida.
—Tonterías —repuso Vi, tomando a Cait por el codo e iniciando una caminata rápida hacia afuera de la habitación, por la puerta trasera.
Mientras caminaban por los pasillos en penumbras, con escasas luces azules, Cait fue calmándose, recordándose a sí misma que nada de lo que había pasado era real, pero las sensaciones no se habían detenido y la quemaban por dentro. Parpadeó un par de veces para despejar las lágrimas, al inicio no sabía por cuál de los tantos pasillos habían girado, pero en la siguiente curva reconoció el corredor y supo que estaban a unas decenas de metros de la habitación. La ira se apoderó de ella, y Cait empujó con fuerza la mano de Vi, pegándose a la pared y girando para enfrentarla.
—¿Por qué demonios me habéis hecho eso? —preguntó enojada —¿Qué sentido tiene, eh? ¡Cuando elegí Osadía no pensé que me estaba presentando voluntaria para varias semanas de tortura! —Vi frunció el ceño, ella dudaba de muchas cosas en la facción, pero las simulaciones no eran una de ellas. Vi creía fervientemente en la importancia de superar tus mayores miedos, porque si los superabas, o al menos aprendías a vivir con ellos, a actuar en su presencia, te volvías imparable.
—¿Creías que superar la cobardía sería fácil? —repuso Vi con tranquilidad.
—¡Eso no es superar la cobardía! La cobardía es cómo decides ser en la vida real, ¡y en la vida real no me va a matar a picotazos una bandada de cuervos, Vi! —espetó Cait, llevándose las manos a la cara y sollozando, escondiendo su rostro con sus palmas.
Vi la miraba atónita. Cait no era igual que el resto de los iniciados, su mente funcionaba diferente y Vi podía verlo. « No está aprendiendo las lecciones que Finn quiere que aprendan, sino otras mejores, más sabías. » pensó Vi, notando como lo que nadie antes había visto, Cait lo había aprendido en solo una sesión. La fascinación cubrió sus pensamientos, aun cuando solo pudo permanecer en silencio, mirándola llorar. Normalmente Vi se sentía incómoda cerca de las personas que lloraban, había pasado por esa situación en las dos iniciaciones anteriores, los iniciados que no superaban el corte se rompían en llanto y Vi solo daba la espalda y se iba, incapaz de lidiar con eso, pero allí, con Cait, era diferente.
—Quiero irme a casa —murmuró Cait y Vi sintió el pánico presionar en lo bajo de su abdomen, todo lo que tomaría sería que alguien estuviera mirando las grabaciones de las dos cámaras que se encontraban en el pasillo en este justo momento, que escucharan lo que Cait acababa de decir, y Finn tendría el motivo perfecto para exiliarla con los sin facción por traidora a la facción.
—Aprender a pensar en una situación aterradora es una lección que todos, incluida tu familia de cerebritos, necesitan aprender. Si no puedes aprenderla, tendrás que salir d aquí, porque no te queremos —dijo Vi con voz tensa, quizás era demasiado ruda, ejercer esa presión en alguien que acaba de tener un colapso podía no ser recomendable, pero Vi sabía que Cait podía soportarlo, tenía que poder.
—Es intento, pero estoy fracasando —excusó Cait en un murmullo triste y Vi tuvo ganas de reír a carcajadas.
—¿Cuánto tiempo crees que estuviste dentro de la simulación? —preguntó Vi crípticamente, una sonrisa ligera tirando de sus labios sin llegar a formarse.
—No lo sé, ¿media hora? —respondió Cait dubitativa, las lágrimas ya se habían detenido.
—Tres minutos —corrigió Vi, dejándose llevar por la sonrisa —Has salido tres veces antes que los demás iniciados. No sé qué serás, pero está claro que no eres una fracasada —« Quizás sea divergente. » pensó Vi, pero prefirió desechar el pensamiento, había visto a Cait aterrizar de primera en la red cuando el salto del primer día y había escuchado a Rell hablar por horas sobre la cerebrito en la tirolesa, era probable que simplemente fuera valiente —Mañana se te dará mejor —comentó, intentando animarla.
—¿Mañana? —preguntó Cait, pero Vi no contestó. Colocó su mano en la espalda de Cait, sintiendo su calor a través de la fina camiseta negra, y la fue conduciendo hacia los dormitorios, cerrando los metros que faltan —. ¿Qué fue tu primera alucinación?
—No fue un qué, sino un quién —respondió Vi sinceramente, preguntándose mentalmente por qué no le había contestado mejor sobre las alturas, que había sido su verdadera primera alucinación, pero en cambio había decido decirle sobre la más profunda de todas, la más oscura, su mayor terror —No tiene importancia —añadió, buscando aligerar el ambiente.
—¿Y has superado ya ese miedo? —insistió Cait, queriendo saber más que Vi ahora que se mostraba comunicativa.
—Todavía no —contestó Vi con un tono de pesar, la puerta del dormitorio mostrándose delante de ellos a menos de cinco metros, deteniendo su caminata y mirándose mutuamente, devolviéndole la chaqueta a Cait, que ella misma había sido incapaz de tomar y viendo como ella la sostenía con una de sus manos mientras escondía la otra en el bolsillo de su pantalón —Puede que nunca lo consiga —admitió.
—Entonces, ¿no desaparecen? —inquirió Cait, la preocupación colándose por sus palabras.
—A veces, sí. Y, a veces, aparecen nuevos miedos para sustituirlos —explicó Vi, mirando fijamente a esos ojos azules hipnóticos —El objetivo no es no tenerle miedo a nada, eso es imposible. El objetivo es aprender a controlar el miedo, a liberarse de él —Vi se quedó viendo a Cait rumiar esa información, notando como empezaba a entender que lo que otros percibían como valentía sin miedo, era en realidad un miedo bajo control, por eso Vi podía escalar y desplazarse saltando entre los tejados o las plataformas del complejo, aun cuando tenía pánico a las alturas —De todos modos, tus miedos rara vez son lo que parecen ser en la simulación —añadió.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Cait, confundida.
—¿De verdad te dan miedo los cuervos? —cuestionó Vi con una ceja alzada en incredulidad —Cuando ves uno, ¿sales corriendo pegando gritos?
—No, supongo que no —respondió Cait, dando un paso hacia Vi y apoyándose en la pared.
Ambas tenían el cuerpo descansando en la superficie de piedra y se miraban, Vi podía notar que la distancia que las separaba era de quince centímetros y sus manos hormigueaban por tocar a Cait y cerrar totalmente ese espacio. Cait se inclinó más, ahora eran menos de quince centímetros y Vi se vio a sí misma sufriendo internamente.
—Entonces, ¿qué es lo que me da miedo en realidad? —susurró Cait, su aliento golpeando los labios de Vi en la corta distancia mientras el azul y el gris chocaban sin detenerse.
—No lo sé, solo puedes saberlo tú —respondió Vi en un murmullo ronco y por un instante sus ojos captaron como la piel de los brazos de Cait se erizaba.
—No sabía que convertirme en osada sería tan difícil —comentó Cait en una queja serena, ni rastro del pánico que anteriormente la azotaba. Vi se deleitó un instante en como Cait se mordía el labio inferior con cierta inseguridad, podía deducir que estaba pensando en si debió de haberse callado la boca. Con otro osado tal vez, pero Vi no quería que Cait callase nada de lo que pensaba o sentía con ella.
—No siempre ha sido así, según me cuentan —reconoció Vi, elevando un hombro con indiferencia, haciéndole saber a Cait que su confesión no era ofensiva ni molesta —Ser osado, me refiero —especificó, solo en caso de no haber sido lo suficientemente clara.
—¿Qué ha cambiado? —preguntó Cait intrigada, pestañeando lentamente, como si cualquier movimiento brusco pudiera romper esa burbuja.
—El liderazgo —admitió Vi, sabiendo que quizás era muy peligroso, pero que si Cait iba a vivir al filo de la navaja, al menos tenía que ponerla en sobreaviso —La persona que controla el entrenamiento establece el estándar de comportamiento de la facción. Hace seis años, Ambessa Medarda y los demás líderes cambiaron los métodos de entrenamiento, para hacerlos más competitivos y brutales, se suponía que era para comprobar la fortaleza de los iniciados, y eso cambió las prioridades de Osadía en su conjunto, creando un sistema inmisericorde, porque la ley de Ambessa es que los lobos no tienen misericordia. Seguro que ya te imaginas quién es el nuevo protegido de la líder.
Vi apreció con detenimiento como Cait llegaba a la verdad, la respuesta obvia era Finn; aun cuando ella no debía estar dando esa explicación y menos allí, en el pasillo, igualmente se sentía bien dejarle claro las cosas a Cait. A Finn lo habían entrenado para ser cruel y despiadado, y él los iba a entrenar a todos para lo mismo, matando cualquier rastro de humanidad remanente en medio de ese sistema corrupto, Vi no quería eso para Cait. Vi no lo permitiría.
—Entonces, si fuiste la primera de tu clase de iniciados, ¿en qué puesto quedó Finn? —preguntó Cait después de varios segundos de razonar el tema.
—El segundo —admitió Vi, recordando la manera en que Finn la había incinerado con los ojos por ello, si las miradas mataran, Vi habría caído muerta justo allí.
—Así que era la segunda opción para el liderazgo —adivinó Cait, asintiendo lentamente con la cabeza —Tú eras la primera.
—¿Por qué lo dices? —preguntó Vi, sorprendida de la seguridad con la que Cait hablaba.
—Por la forma en que Finn actuó la primera noche, en la cena. Estaba celoso a pesar de tener lo que quiere —explicó Cait y Vi se encontró a sí misma pensando en ello.
Nunca había reflexionado que Finn podía sentirse celoso o amenazado por ella, cuando jamás Vi dio motivos para creer que se interesaría en el liderazgo de Osadía. Muchos se lo cuestionaron, Mylo y Rell sobre todo, aludiendo a su capacidad nata de liderazgo y educación, pero ella simplemente no podía enfrentarse a eso. Ser una de las líderes significaba estar en el control de una facción corrupta, al lado de una genocida loca, y además tener que encontrarse con los líderes de Abnegación, Vi no podía con tanto. Su mente salió de su enajenación al ver a Cait sorberse los mocos y secarse la cara con la chaqueta, para luego alisarse el pelo.
—¿Se nota que he llorado? —preguntó Cait y Vi se sintió enferma por la pregunta en la misma medida que la encontraba divertida.
Le parecía enfermizo que eso era lo que hacía el nuevo sistema de Osadía, tomaba a personas valientes, tan condenadamente hechas para ser osados que lograban superar sus miedos en un tiempo récord, y los destrozaban y hacían sentir débiles, como si tuvieran que esconder ese miedo, como si temer fuera algo de vergüenza. Vi lo odiaba, odiaba todo lo que tenía que ver con ello, pero no podía arreglarlo, sin embargo, sí podía ayudar a Cait a sentirse mejor.
—Hmmm —Vi se inclinó hacia adelante, dejando su rostro a menos de diez centímetros del de Cait, entrecerrando sus ojos para que pareciera que estaba pensando algo, analizándolo —No, Cait —respondió finalmente, su expresión volviéndose más seria —Pareces tan dura como una roca —finalmente la risa le ganó, sonriendo abiertamente.
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Violyn/Caitvi todos melosas. Por un capítulo sin interactuar, ahora les traigo dos donde solo interactúan ellas prácticamente.
¿Qué opinan del capítulo? ¿Les ha gustado?
Déjenme saber sus opiniones al respecto, sigan al otro cap, SIGUIENTE 🔜🔜🔜.
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