V- El tatuaje.

En el almuerzo todo se había mantenido bullicioso y regado, con Cait volviendo a comer pastelitos de postre, porque por primera vez podía disfrutarlos y no iba a dejar de hacerlo, Diana haciendo bromas por doquier y Leona riéndose suavemente. Si Cait tuviera más confianza con ellas probablemente les diría que estaban coqueteando, pero no lo haría por el momento, sin embargo, intercambiaba miradas divertidas con Viktor, que también había notado la interacción entre las mujeres. Luego de que concluyera el horario de almuerzo, todos volvieron a la sala de entrenamiento donde Vi ya los esperaba delante de los sacos de arena.

— Iniciados, ahora observaréis cómo debéis de golpear, mañana pelearéis y seréis calificados— explicó Vi apretando la venda de uno de sus brazos— Atended bien, todo el que no aprenda rápido estará fuera antes del día de la visita familiar.

La piel de Cait se erizó al recordar esa fecha, después de la segunda semana de Iniciación, luego del primer corte en el proceso, era el día de la visita familiar. Todos aquellos iniciados nacidos en sus facciones de elección se reunirían con sus familias, y los trasladados tendrían un área de visita para aquellos que tuvieran padres comprensivos y quisieran verlos, se sentarían con los mayores como adultos por primera vez y serían escuchados.

De niña Cait solía soñar con ese momento, ante la idea de poder preguntar y opinar finalmente sin que nadie la callase, pero luego había aprendido que su madre hacía y deshacía a voluntad y ese día de libertad y autonomía jamás llegaría.

Cait salió de sus pensamientos, concentrándose en la forma en que el cuerpo de Vi se movía contra los sacos de arena, golpeándolos fuertemente y haciéndolos moverse en cierta medida. Sus puños se hundían en estos con firmeza, sus codos presionaban, sus patadas impactaban y todo parecía irreal por la velocidad a la que pasaba.

Luego de veinte minutos de demostración, Vi se giró hacia ellos con la orden clara de que comenzaran a practicar. El sudor corriendo por su cuerpo, bajando por donde la tinta se mostraba. Cait tragó en seco y se enfrentó a su saco.

Cada golpe le era difícil, intentaba recrear los movimientos anteriormente vistos, pero apenas si lo lograba. Su cuerpo no se movía rápido, no tenía soltura ni elasticidad, sus puños impactaban en el saco y apenas si se marcaban. Después de quince minutos sus nudillos estaban rojos y magullados, sus músculos resentían cualquier movimiento y Cait sentía como si fuera a desfallecer.

Su cuerpo se puso en tensión cuando sintió la presencia de Vi acercándose a ella, la pelirosa había estado dando vueltas alrededor de todos mientras evaluaba cómo iban pegando, pero era la primera vez desde que empezaron que se fijaba directamente en ella.

— Eres débil, no tienes músculo— comentó suavemente, Cait la miro por encima del hombro, sintiendo el calor corporal de Vi llegar hasta ella de lo cerca que estaban y un nido de avispas se desató en su estómago— Tus puntos fuertes son tus codos y rodillas, tienes que aprender a usarlos— puntualizó Vi, todo en ella denotaba profesionalidad, pero Cait solo podía pensar en lo excitante que se escuchaba su voz baja en esas circunstancias— Mantén la presión aquí— indicó Vi, su mano tocando con firmeza el abdomen bajo de Cait.

Tuvo que dejar de golpear el saco, un jadeo involuntario escapó de sus labios y su piel se erizó. Vi la estaba tocando, su cuerpo estaba cerca, cada respiración de la pelirosa tocaba el rostro de Cait y su mano presionaba firmemente en su abdomen, indicándole donde debía de centrar la tensión entre los golpes, pero a Cait ya no le importaba golpear nada.

Giró la cabeza lentamente, sus ojos encontrándose con la ardiente mirada gris de Vi, ambas se observaron durante unos segundos, Cait le pareció ver a Vi tragar en seco, pero entonces la osada se alejó, caminando hacia otros iniciados y Cait respiró profundo, volviendo a practicar en el saco.

La tarde pasó sin más interacciones, aunque cada cierto tiempo Caitlyn podía jurar que sentía a Vi envolverla con la mirada, ella se forzó a sí misma a no mirar. Como les habían indicado, su entrenamiento terminaba a las seis de la tarde y después de eso podían hacer lo que quisieran, menos salir del complejo, solo podían salir acompañados de un osado, al menos hasta que fueran parte total de la facción.

— Quiero un tatuaje— anunció Viktor repentinamente, haciendo que las tres chicas lo mirasen como si le hubieran salido tres cabezas— No me miren así, es para sentirme más en casa, como si finalmente empezara a aceptar que estoy aquí. Debo dejar de llorar, ya sé que me han oído.

— Sí, deberías de controlar eso— aceptó Diana, pasando un brazo por encima de los hombros de Viktor— Entonces está decidido, primero iremos a comprar ropa, porque no podemos andar con el uniforme de iniciados todo el tiempo, luego a tatuarnos— afirmó, mirando sugerentemente a Cait, quien rápido negó con la cabeza.

— Oh, no— sus manos se alzaron frente a ella como escudo— No voy a cambiar mi color de cabello, cortarlo o hacerme ningún piercing o tatuaje en el rostro— negó fervientemente.

— ¿Y qué tal un piercing en el ombligo?— propuso Diana.

— ¿O en el pezón?— añadió Leona juguetonamente, haciendo a todos reír y contagiando a Caitlyn con la risa eventualmente.

Todos fueron a darse un baño para quitarse el sudor del cuerpo y ayudar con el dolor muscular, luego Diana arrastró a Cait hacia la zona de ropas. Los osados tenían un sistema de puntos para las compras, acorde a tu trabajo o tu posición te daban unos puntos y podías gastarlos en lo que quisieras, Diana estaba determinada a hacer que Cait gastara los suyos en ropa.

Sin consultarle, la peliblanca recorrió las perchas de ropa, extrayendo lo que ella consideraba adecuado para Cait, haciéndola vestir al final con un vestido negro, ajustado al cuerpo y que terminaba a mediados de sus muslos. De los bordes externos del escote salían dos tiras finas que subían hacia el cuello, uniéndose a una pieza que simulaba una gargantilla gruesa. Iba junto con dos mangas anchas que se ajustaban a mediados del brazo, cayendo en volandas hasta los puños.

— Te voy a delinear los ojos— explicó Diana alzando el lápiz.

— Te advierto que no vas a conseguir que sea bonita— comentó Cait, recordando que su madre nunca le permitió ese tipo de maquillaje debido a que era demasiado vulgar, acorde a su forma de ver la vida y también dejó claro que no le quedaría bien a Caitlyn.

— ¿Quién quiere ser bonita?— protestó Diana con el ceño fruncido, deslizando el lápiz por los ojos de Cait y sonriendo al ver el resultado, le pasó rímel en las pestañas y la ayudó a pararse, poniéndola delante del espejo— Lo que intento es que se te vea.

Cait abrió mucho los ojos al ver su reflejo. No podía creerlo, pero no era ciega, se veía sexy. El vestido se pegaba a su cuerpo como una segunda piel, adaptándose a todas sus curvas de la forma más acertada, sus largas piernas estaban desnudas y los tacones la hacían ver más estilizada. Su cabello azul caía largo y suelto, pero con un brillo que antes no tenía gracias a algo que Diana le había colocado en spray y su rostro resaltaba, con el azul de sus ojos más llamativo de lo que alguna vez había sido. Diana tenía razón, así se le veía.

— ¿Te gusta?— preguntó la peliblanca, intrigada.

— Me encanta— aseguró Cait, sonriéndole agradecidamente.

Las dos chicas salieron sonrientes del local, dirigiéndose al Pozo, donde Viktor y Leona ya las esperaban. Cait sonrió al ver como las mejillas de Leona se sonrojaban cuando Diana le dijo abiertamente lo bonita que se veía, se iba a divertir mucho viendo esa relación desarrollarse. Más allá de ellas, Cait captó la mirada de un chico de cabello negro y largo, sujeto en una cola y ojos rasgados, estaba al lado de una muchacha pelinegra y miraban en dirección a Viktor.

— ¿Amigos tuyos?— preguntó Cait, por la intensidad de la mirada se podía decir que se conocían.

— Estaban en mi clase, él es Yasuo y ella es Ahri. Nos llevábamos bien, pero me aparté porque ellos están juntos y ser el sujeta velas nunca ha sido mi deseo de vida— explicó Viktor, mirando hacia la pareja y haciendo un asentimiento de cabeza en reconocimiento, gesto que fue devuelto por ambos.

— Pues ahora tú y yo podemos ser sujeta velas juntos— susurró Cait, riéndose junto con Viktor ante la imagen de Leona y Diana hablando por delante de ellos, sumidas en su propio mundo.

La zona de tatuajes parecía una cueva, aunque las áreas donde tatuaban se mostraban esterilizadas de forma apropiada. Viktor y ella anduvieron por la zona observando tatuajes, él buscaba algo que significase algo para la facción, lo que fuera, y ella simplemente estaba acompañándole. Al final Leona encontró un dragón en llamas y Viktor accedió, yendo con uno de los tatuadores para explicarle lo que quería.

Diana dijo que se hará una luna en el brazo y arrastró a Leona a hacerse un sol, invitaron a Caitlyn, pero ella negó aludiendo que buscaría un tatuaje para ella misma. Al girarse para permitir que sus amigas fueran adelante, reconoció el tatuaje del águila en la espalda de una mujer. Evitando que fuera obvio que iba hacia ella, Cait se acercó hasta que estuvo al lado de Grayson.

— No pensé volver a verte— comentó Grayson, quien no se asustó al ver a Caitlyn abordarla.

— Ni yo tampoco— confesó la peli azul— aunque sí estuve tentada a buscarte, tenía temas…de los que hablar— explicó, su voz bajando hasta ser un susurro, su cuerpo tensándose y sus ojos suplicantes enfocados en Grayson.

— Es mejor que no lo hables nunca, con nadie, eso es más seguro— respondió Grayson, dando el tema por concluido— especialmente en espacios abiertos— añadió, recordando las decenas de cámaras que se hallaban en el complejo de Osadía. Cait tragó ruidosamente y la frustración se veía en su rostro— ¿Quieres algún tatuaje?— preguntó Grayson, buscando darle a la chica alguna distracción y un arma a usar que la hiciera ver más normal en Osadía. Tenía que ayudarla a camuflarse entre los demás, lo había logrado con Vi, seguro que podía con ella.

Caitlyn se quedó pensativa, la verdad era que no había pensado en hacerse ningún tatuaje, no se consideraba lista para dejar atrás todo de su antigua facción, no solo por su amor hacia su padre y Jayce, sino por lo arraigadas que estaban las enseñanzas de su madre. Sin embargo, recordó la importancia del tatuaje de Grayson, el significado, y pensó que quizás esa era una buena idea, no un tatuaje solo porque sí, sino algo simbólico que le recuerde a casa.

Miró a su alrededor, observando las figuras negras en los paneles de las paredes, sus ojos fijándose en el cuervo que se mostraba en el fondo. Los cuervos eran considerados presagios de mal augurio, símbolos de lo misterioso, la intriga y la curiosidad, tres cosas que caracterizan a Erudición.

— Quiero tres de esos, aquí sobre la clavícula— indicó Cait, tocándose su clavícula e indicando el recorrido hacia su corazón. Tres, uno por cada persona de su familia que había dejado atrás.

                             ♧

— Vas a seguir mirándola hasta desgastarla— comentó Claggnor, riéndose de Vi, quien no le quitaba los ojos de encima a Cait.

— Cállate— espetó la pelirrosa, lanzándole un pedazo de pan que el muchacho atrapó con la boca y comió— Tengo que irme, hoy son las primeras luchas— informó, levantándose con pesar.

— Yo sé el tipo de lucha que te gustaría tener con la cerebrito— se burló Mylo, ganándose una mirada amenazadora de Vi que él sabía que significaba que se callase, lo cual lo hizo reír mientras corría lejos de ella.

Vi no dijo nada, solo negó con la cabeza de forma cansada y se alejó. Acorde al nuevo sistema de iniciación, todos debían de luchar hoy, pero eran un número impar de trasladados, así que alguien tenía que quedarse sin combatir.

Sus dedos se afirmaron sobre la tiza para escribir en la pizarra los nombres, intentaba ponerlos lo más dispares posibles, de forma que los fuertes probaran el poder y los débiles la derrota, eso debía de motivarlos a mejorar ante el miedo de quedarse sin facción.

Su mente se detuvo cuando escribió el nombre de Cait, no debía de hacerlo, sería problemático si luego la chica no mejoraba, pero no pudo evitarlo cuando decidió poner a Illaoi con Diana en lugar de con ella. Quería que aprendiera, no que la matasen en su primer combate.

Las puertas se abrieron y los iniciados entraron, se veían medio dormidos todavía, pero en los primeros días era normal que no estuvieran adaptados al sistema de despertar tan temprano. Sus ojos se fijaron en Cait mientras esta bostezaba, se veía adorable, pero a la vez se notaban las bolsas oscuras bajo sus ojos, no estaba durmiendo bien. Vi reconocía la sensación, aunque ella solo había sentido alivio al alejarse de Abnegación, aun cuando tuvo que dejar a Vander, sabía que no para todos era igual.

— Los nombres de cada pareja para combate están en la pizarra, los primeros dos, arriba al ring— ordenó fuertemente, haciendo que con su voz todos se despertaran apropiadamente.

Vio a Viktor y Leona subir al ring, ellos serían los primeros. Vi los había observado el día anterior, el chico parecía escuálido e inútil, pero la había sorprendido con una agilidad casi métrica y golpes feroces, sabía usar sus puntos fuertes y esconder sus puntos débiles. Su posición de combate era firme, estable y a la vez voluble, listo para adaptarse a lo que su contrincante hiciera.

Leona en cambio era más fuerte, pero todavía tenía que manejar mejor su posición, sin embargo, si lograba detener la velocidad de Viktor en los primeros minutos, ella ganaría. El combate estaba determinado por quien dominase en los primeros dos minutos de lucha.

— Luchen— ordenó Vi, su orden siendo cumplida de inmediato.

Viktor fue el primero en atacar, asestando en la garganta de Leona con un puñetazo firme que desestabilizó a la pelirroja. Eso la hizo gruñir y atacarle ferozmente, Viktor la esquivó a tiempo, golpeándola en las costillas con su rodilla. «Treinta segundos más» pensó Vi, si Viktor mantenía el control ese tiempo y lograba pegarle a Leona una vez más, ganaba él. Vi se tensó cuando sintió la puerta abrirse, Finn viniendo a supervisar las luchas. Sabía que eso no podía ser bueno.

En el ring, Leona le asestó un golpe a Viktor que lo desubicó unos instantes, pero cuando quiso golpearle de nuevo cometió un error fatal, dejó al descubierto su flanco derecho, manteniendo todo su equilibrio en esa parte del cuerpo. Viktor se dejó caer al suelo antes de que ella lo golpeara, pegándole una patada en la rodilla que la hizo caer hacia atrás y luego asestándole con la rodilla en el rostro. Leona escupió sangre, apoyándose sobre sus brazos en el suelo.

— ¿Qué esperas iniciado? Continúa— ordenó Finn, mirando sádicamente al combate.

— Ella ya está en el suelo— repuso Viktor sin entender.

— Aquí nadie se rinde, luchas hasta que el otro quede inconsciente— explicó Finn con una sonrisa torcida y Vi sintió un escalofrío recorrer su columna.

— ¿Desde cuándo?— protestó ella, esa parte de la iniciación no se la habían explicado. Finn se tensó ante la voz de Vi, girando para mirarla con rabia.

— Desde que lo digo yo, como uno de los líderes de Osadía— repuso este con firmeza, haciendo a Vi recordar que quizás ella dictase las reglas si hubiese dicho que sí las tantas veces en que Medarda había querido reclutarla. No era así. Vi se mordió la lengua para no decir nada más, agradeciendo mentalmente no haberle puesto a Cait ningún combate ese día— Luchad— ordenó nuevamente Finn.

Se veía que Viktor no quería, no entendía qué objetivo podía tener golpear a alguien que ya estaba en el suelo, menos aun estando en la misma facción, pero desobedecer no era una opción. Respiró profundo, mirando a Leona con lastima antes de asestarle una patada en la quijada, la chica rodó sobre sí misma y quedó desmayada.

Vi corrió a ayudarla, levantándola del suelo rápidamente y cargándola sobre su hombro, mirando desafiante a Finn, que sonreía con soltura, y luego avanzando por la sala para llevar a Leona a la enfermería. Sus ojos se encontraron con los azules de Cait, que miraban con aprensión la escena, Vi tenía una disculpa escrita en su rostro, por no poder protegerlos, por no poder hacer más, de cualquier manera, sus días en Osadía estaban contados, no duraría mucho más en una facción así de corrupta.

Caitlyn sintió un nudo en la garganta al ver a Vi alejándose con Leona, podía percibir también la tensión en Diana, que parecía querer correr detrás de la pelirroja, o arrojarle un cuchillo a la cabeza a Finn, cualquiera de las dos parecía buena idea, pero era su turno de pelear y no podía hacer nada. Ahora estaban solos con Finn, quien mostraba aquella expresión placentera ante el conjunto de Illaoi con Diana encima del ring. La diferencia física era más que notable, Illaoi parecía una muralla en comparación con la peliblanca.

No quería ver eso, porque apenas Finn dio la orden de lucha Illaoi le pegó a Diana directo en el rostro, haciendo que la otra trastabillara y se fuera hacia atrás. Sin permitirle alejarse, la mujer musculosa sostuvo a Diana por el cuello, bajándole la cabeza para darle con su rodilla.

Diana logró pegarle en las costillas, zafándose de su agarre, pero en su siguiente golpe Illaoi la detuvo con facilidad, pegándole dos puñetazos en el abdomen y dejándola caer al suelo, donde empezó a patearla inmisericorde. «Desmáyate, por favor, solo desmáyate» suplicaba Cait mentalmente, pero eso no pasó.

— Me rindo, por favor— suplicó Diana, sangre saliendo de su nariz y su boca, su mano chocando contra el suelo en una petición desesperada.

— Detente— ordenó Finn, haciendo que Illaoi parase de patear a Diana— ¿Te rindes?— preguntó seriamente, Diana asintió, siendo incapaz de hablar, por lo que Cait esperó que Finn dijera algo sobre sus órdenes anteriores, sin embargo, este simplemente sonrió sereno— Está bien, siguiente pareja.

No fue difícil para Cait prever el resultado de los combates siguientes, aun cuando estaba cuidando de Diana, cuyo rostro parecía un mosaico de zonas inflamadas y sangre. Marcus se enfrentó a Ahri, lo cual parecía un abuso absoluto, Gangplank, el muchacho veraz que siempre estaba con Marcus e Illaoi y que Cait no entendía por qué habría elegido semejante nombre, se enfrentó a Yasuo, este le ganó al veraz en pocos minutos, Cait podía apreciar como el pelinegro era el mejor de todos ellos.

Eso fue todo, la mañana se había ido en eso y desafortunadamente Vi todavía no regresaba, por lo que Finn sería el encargado de llevarlos al comedor.
Avanzaron por la ruta de pasillos tercera, llegando hasta el puente del Abismo, Cait sentía cierta atracción insana sobre ese lugar, le gustaba como el agua chocaba con las rocas y la sensación de peligro, pero no iría allí a pasar el rato. Finn detuvo la marcha, haciendo que todos ellos parasen y mirándolos divertidamente, Cait sabía que algo malo iba a pasar.

— Diana, da un paso al frente— llamó Finn, toda la piel de Cait se erizó, eso no podía ser bueno— Cuélgate de la baranda— ordenó, haciendo que un jadeo general se escuchara por encima del sonido del agua.

— ¿Qué?— preguntó Diana sin comprender.

— Quiero que te cuelgues de la baranda por cinco minutos, sosteniéndote solo de tus manos, o no permitiré que continúes la iniciación— explicó él, la amenaza respirándole en el cuello a Diana.

Cait tragó en seco mientras veía a su amiga secarse las manos en los pantalones, quitarse la chaqueta y aferrase a la baranda. Era lo suficientemente alta para que sus piernas le permitieran cruzar la baranda, cuando estuvo del otro lado afianzó su agarre sobre el metal y fue bajando hasta que solo quedaba soltar sus pies, quedando sostenida por sus manos. Viktor activó el cronómetro del reloj de su muñeca, la tensión subía rápidamente entre todos.

— Cuando estéis en Osadía, aprenderéis que no podéis rendiros, no importa qué pase— dijo Finn, refiriéndose a todos ellos— Os entrenamos duro para que no os rindáis nunca, aunque eso signifique vuestra muerte. Cualquiera que no esté de acuerdo con eso puede retirarse de inmediato, no pertenece a esta facción.

Habían pasado un minuto y treinta segundos y Diana se sujetaba bien, parecía que podía lograrlo, pero entonces una ola impactó contra las rocas, cubriendo todo su cuerpo y el agua hizo que sus manos resbalaran. Un grito salió de su garganta, sujetándose solo por sus dedos, la tensión aumentando, la muerte respirándole en la nuca.

— ¡Vamos, Diana!— gritó Viktor, quizás porque si fuera él quisiera que le animarán, quizás porque se sentía culpable por haber golpeado a Leona, pero continuó gritándole, dándole ánimos, aplaudiendo aunque solo fuera él. Cait se sentía congelada en el sitio— ¡Solo queda un minuto!— le gritó.

Cait miró el reloj, necesitaba que el tiempo corriera más rápido porque una de las manos de Diana se había deslizado y ahora ella se sostenía por los dedos de su mano derecha solamente. Un codazo por parte de Viktor hizo a Cait reaccionar.

— ¡Vamos, Diana! ¡Tú puedes!— gritó ella, acompañando los vítores de Viktor. El cronometro marcó los cinco minutos.

— Ya se cumplió el tiempo— habló Viktor, dando un paso al frente. Finn alzó su muñeca, tomándose su tiempo para mirar el reloj. Cait sintiendo el terror ante la imagen aumentar con cada segundo.

— Bien, puedes subir, Diana— accedió Finn y Viktor corrió a ayudarla— No, dije que ella puede subir— le detuvo Finn, pero Viktor se quitó la mano que lo detenía por el hombro de un golpe rápido.

— No, ella ha hecho lo que pediste, no tiene que hacerlo sola— bramó Viktor, corriendo hacia la baranda y sujetando a Diana antes de que sus dedos fallaran totalmente.

Cait corrió hacia ellos, inclinándose sobre la baranda y alcanzando los brazos de Diana, tirando junto con Viktor de ella hasta que pudieron subirla hasta el suelo del puente, cayéndose todos sentados por la fuerza del gesto y el peso de la peliblanca.

Los tres respiraban agitadamente y ella abría y cerraba las manos entre gestos de dolor, se miraron unos a otros a los ojos y Cait fue la primera en reír. No daba risa, pero el alivio hacia cosas raras en las personas, los tres rieron.

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Puto Finn, ganas de matarte dan.

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