IX- La victoria.
Sus manos se aferraban a las barras, sus pies buscaban el mejor sitio de apoyo, Vi ignoraba a consciencia la altura, sus músculos tensándose en cada esfuerzo, el sudor corriendo por su cuerpo, su rostro pétreo mostrando una concentración que Caitlyn encontraba admirable. Cada cierto tiempo, Cait tenía que regañarse mentalmente por estar más enfocada en la forma grácil y rápida con la que Vi ascendía que en las barras en las que ella se apoyaba, no podía resbalar de nuevo, no había forma de salvarse allí. El viento corría con tanta fuerza que sus silbidos eran salvajes, similares más a un rugido, el frío calaba sus cuerpos y la adrenalina sostenía la entereza de ambas en esa situación.
—Creo que aquí está bien —dijo Caitlyn, notando que estaban a pocos metros de las barras que antes debían sostener una cabina.
—Como digas —contestó Vi, su voz mostrando el verdadero miedo que la azotaba, contrario a su expresión relajada.
Por un instante, Cait se quedó perdida en esos ojos grises que la miraban solo a ella, pero luego se regañó, recordando dónde estaban y por qué. Desvió la mirada, sintiéndose observada por unos segundos antes de ver como Vi también se concentraba en la oscuridad del horizonte. Todo parecía tranquilo, nada indicaba actividad ninguna, pero entonces Cait lo vio, un destello verde en la cima de uno de los edificios más lejanos.
—¿Viste eso? —preguntó, girando hacia Vi, quien sonreía mirándola con orgullo.
—Están en Harren Hill, es un edificio antiguo que está rodeado de una especie de pantano que se secó hace años —explicó Vi —Debí de haberlo pensado, la zona alrededor está lo suficientemente despejada de árboles como para vernos, mientras que los árboles que hay y los otros edificios les dan un camuflaje perfecto. Finn lo pensó bien este año —comentó, sus brazos tensándose mientras mantenía el agarre sobre la barra.
—Debemos bajar, planearemos algo con los demás —indicó Cait, recibiendo un asentimiento por parte de Vi, quien empezó a descender rápidamente.
Cait se preguntó por un momento cómo alguien con miedo a las alturas podía bajar tan resueltamente entre las barras diagonales y paralelas de aquella estructura, como si el miedo no estuviera allí, pero luego notó que esa misma era la respuesta. La valentía consistía en actuar pesé al miedo, en enfrentarlos, no en no tenerlos.
Empezó a descender, apoyando los pies en cada barra que las manos de Vi dejaban disponibles, sin embargo, toda su fortaleza desapareció cuando su temor se hizo realidad. Cait apoyó su pie en una de las barras, probando su peso para soltarse y sujetarse a otra, cuando iba a colocar el otro pie, la barra cedió, rompiéndose y cayendo velozmente en un choque estrepitoso contra las demás barras.
—¡Vi! —gritó Cait, la desesperación y el pánico cubriéndolo todo mientras se encontraba sujeta solo por sus manos, la próxima barra estaba muy lejos, saltar era una locura y su cuerpo no llegaba.
—¡Sujétate bien! ¡Tengo una idea! —gritó Vi, el terror plasmado en su voz mientras hablaba.
Vi empezó a descender a una velocidad casi vertiginosa, Cati se hubiera preocupado por Vi de no ser porque era ella quien colgaba solo de sus manos a sesenta metros de altura. El viento la sacudía, sus brazos dolían y sus palmas empezaban a sudarle. Podía verlo claramente, sus agarre se resbalaría y ella caería, chocando igual que la barra contra todo tubo de metal que hubiese en la caía, su cuerpo impactando contra el suelo y quedando doblando en diferentes posiciones antinaturales, sus órganos aplastados y desperdigados por todas partes. Podía escuchar los chirridos de las botas de Vi contra el metal, cada vez más lejos, su única esperanza pidiendo una resistencia que Cait no sabía si tenía.
—¡Vi! —gritó más fuerte cuando sintió sus manos resbalar de la barra, sosteniéndose precariamente.
Su cuerpo se agitó cuando el ruidoso sonido del metal resonó, algo crujiendo, engranajes empezando a moverse. Entre chirridos y choques metálicos, la noria comenzó a moverse. Cait podía ver el suelo lentamente cada vez más cerca, solo tenía que resistir un poco, nada más, pero sabía que también debía de ser rápida. Tenía que saltar en el momento justo y quitarse del medio a tiempo, sino la cabina que se encontraba detrás de ella la aplastaría contra el suelo y esa sí sería su muerte definitiva. Intentó mantener el agarre mientras veía la distancia cada vez más corta, su mente preparando a su cuerpo para el momento.
Cuando pudo ver el suelo a dos metros de distancia, Cait se dejó caer, su espalda golpeando el asfalto en un ruido sordo, el dolor expandiéndose por su torso. Alzó la mirada, observando la cabina que se cernía sobre ella. Dio un giro a la izquierda, rotando sobre su cuerpo dos metros en esa dirección, sintiendo la gravilla encajarse en su ropa, doblando sus extremidades para sostenerse mejor. La cabina pasó, la noria paró y ella estaba a salvo. Una risa extraña de alivio brotó de su garganta, un toque ligeramente más histérico que el del día del salto.
—¡Cait! —gritó Vi, corriendo hacia ella y arrodillándose delante, sus manos cerrándose en los brazos de Cait y sujetándola para hacer que la mirase.
—Podías haberme dicho que la noria funcionaba, no hubiésemos tenido que escalarla —bromeó Cait, intentando opacar el brillo del terror en la mirada de Vi.
La pelirrosa se rio, porque la contestación de Cait rozaba el límite del ridículo, y luego la abrazó con fuerza, sus brazos rodeando el delgado cuerpo, su calor envolviéndola totalmente, un suspiro de alivio surgiendo de lo más profundo de su interior. Cait se dejó llevar por el abrazo, sus propias manos aferrándose a la chaqueta de Vi mientras podía escuchar los latidos acelerados de su corazón. Vi había estado preocupada por ella, ella era la causante de aquellas emociones. Cait no supo cómo interpretar la sensación cálida que se extendió por su cuerpo ante esa realidad.
—Debemos ir con los otros —comentó Cait cuando sintió que tal vez se estaban demorando mucho. No quería apartarse ni que Vi se alejara, pero sabía que pronto los demás los buscarían y tenían una bandera que alcanzar, un reto que ganar.
—Sí, vamos —concordó Vi, levantándose y sosteniéndola de las manos para ayudarla a incorporarse.
Vi acomodó su propio fusil hacia adelante, Cait imitando el gesto, pero su aliento se congeló en su garganta cuando Vi la tomó del brazo, guiándola por el asfalto roto hacia el carrusel nuevamente, manteniéndose muy consciente del agarre firme, estable y a la vez delicado que esta sostenía sobre ella, solamente soltándola cuando el resto del equipo fue visible para ellas.
—¿Fueron ustedes quienes encendieron la noria? —preguntó Riven agresivamente —Ahora ellos sabrán que estamos aquí —reclamó.
—Eso no importa, Cait los ha encontrado —rebatió Vi, una sonrisa orgullosa que ninguno le había visto antes contrastando con la mirada hambrienta por lucha que lanzaba a todos.
—¿Cait? ¿Cómo es posible? —preguntó incrédula Riven, dejando que sus palabras demostraran su desprecio hacia los trasladados.
—Porque mientras ustedes estaban aquí perdiendo el tiempo, ella fue a hacer algo productivo —espetó Vi, dejando a Riven muda y acallando cualquier otra queja.
—¿Qué haremos entonces? —preguntó Ekko, decidiendo centrarse en la prueba y dejar de lado las disputas sinsentido.
Vi no contestó, se limitó a girar y mirar hacia Cait, una espera paciente en su mirada. Pronto, los ojos de todos estaban enfocados en ella y Cait estaba a punto de negar, alegando no saber qué hacer a continuación, pero el plan fue surgiendo en su mente como antes había surgido la idea de subir a lo alto. Sí sabía qué hacer y si Vi confiaba en ella lo suficiente como para no proponer nada, dejándole toda la responsabilidad, ella no iba a contenerse.
—Nos dividiremos en dos equipos para atacar, cuatro irán directo hacia los vigilantes, serán la distracción, otros cinco iremos por detrás, entrando al edificio y enfrentando a los que custodien la bandera, dos se quedaran aquí resguardando la nuestra —explicó Cait con seguridad, viendo como Vi sonreía en aprobación y los demás aceptaban la idea. Diana la miraba como si no la reconociera, no la culpaba, ella tampoco se reconocía a sí misma, pero esa versión le agradaba.
No perdieron tiempo, se dividieron rápidamente, corriendo entre la oscuridad, las ruinas de los edificios desiertos y los árboles existentes, el camuflaje perfecto. Cuando llegaron al límite donde ya no había forma de no ser vistos, el equipo liderado por Ekko se lanzó a la batalla, las balas de pintura impactaban en los cuerpos con precisión, los gritos y órdenes se escuchaban por doquier, ellos no prestaron atención y siguieron adelante.
Al pie del edificio había dos del equipo contrario custodiando, además de Finn. Vi le dio una señal a Cait que indicaba que siguiera adelante, quedándose atrás con dos iniciados nacidos en Osadía y enfrentando a los contrarios. Finn intentó eliminar a Vi disparándole, pero la pelirrosa era más ágil, trepando en una de las bases de lo que antes debió ser una casa, saltando hacia un árbol e impulsándose de este para pasar por encima de Finn, disparándole a quemarropa. Cait no había recibido ningún disparó, pero a la velocidad a la que las balas salían disparadas, aun siendo de pintura, ella sabía que debían de doler.
Diana y ella subieron rápidamente por las escaleras, encontrándose a Illaoi custodiando la bandera. Eran muy confiados si solo dejaban a una en esa misión. Diana tomó el flanco derecho, resguardándose de los disparos de Illaoi detrás de unas cajas vacías que estaban apiladas, Cait aprovechó la distracción para correr detrás de la chica, disparándole por la espalda. Cuando la muchacha se giró para enfrentarla, Diana le disparó también, dándole tiempo a Cait a acercarse y pegarle con la culata del fusil.
Con una sonrisa de victoria, Cait corrió hacia la bandera que colgaba del techo, saltando para atraparla y lamentablemente, notando que no tenía altura suficiente para alcanzarla. Lo siguió intentando, gruñendo de frustración al no lograrlo.
—Ya basta, Cait —dijo Diana, acercándose a ella —Ya no tienes nada que probar, has hecho suficiente hoy, además, sabes que no llegas.
Parecía una explicación razonable, Diana saltó, atrapando la bandera y asomándose al balcón, batiéndola en el aire con un grito de victoria. Los disparos cesaron, todo el equipo se unió a los gritos y vítores de celebración. Cait, sin embargo, no podía quitarse el sabor amargo de la boca. Diana tenía razón, ya no tenía que demostrar nada, pero igualmente se sentía como si le hubiese faltado algo por completar. Sacudió la cabeza, un vago intento de quitarse esos pensamientos de la mente, sonriendo y uniéndose a los gritos de los demás. Ambas bajaron corriendo las escaleras, siendo recibidas por los gritos y abrazos de los otros, que no tardaron en elevar a Diana sobre los hombros, alzando la bandera más alto.
—Lo hiciste increíble, Pastelito —habló Vi, apareciendo detrás de Cait con esa extraña habilidad para escabullirse —Me gustaría ver qué más eres capaz de hacer —añadió, sus palabras fueron un suspiro cerca de Cait, quien mojó sus labios con la lengua en un gesto nervioso y placentero, sonriendo y sin despegar la vista del resto del grupo.
Mientras el tren conducía en el camino de regreso, Cait todavía pensaba en las palabras de Vi, sintiéndose plenamente complacida de que ella la hubiese reconocido sin problemas. Miró a su alrededor, encontrando a Marcus, Illaoi y Gangplak sentados juntos en el suelo, cubiertos de pintura azul y rosa por todas partes, esos habían sido los colores de las balas de su equipo, el equipo de Finn había usado pinturas verdes y naranjas. Por la mirada mordaz que Marcus le daba a Diana, Cait se encontró a sí misma agradeciendo no haber sido la que cogiera la bandera, no necesitaba más odio por parte de Marcus.
—Oye, Cait —la llamó Ekko, señalando el lugar a su lado en el suelo del tren. Cait miró a donde Diana estaba demasiado ocupada contándole los detalles a Leona, decidiendo que no hacía daño acercarse al chico, por lo que fue donde este y se sentó a su lado —Muy bien hecho allá afuera, eso fue impresionante —aseguró, haciendo a Cait sonreír.
—Muchas gracias —respondió ella, recibiendo un gruñido de parte de la chica rubia.
—Ignora a Riven, está de malas porque no fue ella la que tomó la bandera —explicó Ekko, ganándose un golpe en la cabeza por parte de Riven.
—No creo que quisieras la atención de Marcus y su pandilla —comentó Cait, intentando mejorar el estado de ánimo de la chica.
—A esos trasladados escuálidos me los desayuno yo sin problemas —afirmó Riven, mirando a Cait con la mirada de un depredador, pero eventualmente sonriendo —Mucho gusto, de cualquier forma. Alguien capaz de hacer lo que tú hiciste allá fuera, merece en toda norma mi atención y mejores modales —concedió ella, estirando la mano hacia Cait, quien no dudó en estrechársela.
El resto del viaje en el tren fue tranquilo, muchos hablaban entre ellos y casi todos los vencedores reían, Cait más que muchos, considerando que Ekko había estado jugando con una bala de pintura y en un salto del tren por las vías viejas la había reventado sin querer, llenándose la cara de pintura rosa y tragando parte de esta, haciendo que Cait y Riven estallaran en carcajadas. Cuando la risa paró, Cait captó la mirada gris de Vi en ella, sonriéndole suavemente, como quien disfruta de lo que está viendo, Cait le sonrió de vuelta.
Esa noche, Cait durmió cómodamente, su cuerpo estaba agotado, todavía le dolía de la paliza de Marcus y tenía varios hematomas, pero ya se había acostumbrado. El cansancio la venció rápidamente, haciéndola soñar con que volvía a repetir el reto de Osadía, con que esta vez era ella quien alcanzaba la bandera y en la celebración, Vi la alzaba sobre sus hombros, pero rápidamente todo se torció cuando el sueño se transformó en pesadilla.
Alguien la descubría como divergente, su madre aparecía en Osadía y ordenaba que la mataran, Vi era quien jalaba el gatillo. Despertó abruptamente, durante unos segundos se quedó mirando a la oscuridad del cuarto, intentando normalizar su respiración, manteniendo el cuerpo rígido en la posición en la que había despertado.
Cerró los ojos, buscando con todas sus fuerzas la calma, repitiéndose mentalmente que nadie sabía nada, que todo estaba bien. Finalmente sintió su cuerpo relajarse, sus latidos bajar a una velocidad estable y pudo abrir los ojos, notando que ya todos estaban despertando y rotándose para las duchas. Diana la saludó sonriente, yendo a ducharse primero mientras Leona buscaba el desayuno de todos, Viktor había desaparecido por las duchas de los chicos, una división inexistente que ellos habían creado para el confort de todos, pues originalmente las duchas eran mixtas.
Cait tomó más tiempo del que creía para lograr pararse de la cama, cada mirada en su dirección era tomada por ella como un intento de averiguar su secreto, pero cuando Leona atravesó la puerta con su café y pastelitos para Cait, simplemente se olvidó de todo.
—¿Segura que no te esperamos? —preguntó Diana, ellas se habían arreglado antes y Cait recién iba a bañarse, todavía le quedaba tiempo para hacerlo y llegar al entrenamiento.
—Sí, adelántense, llegaré pronto —aseguró, tomando su toalla y ropas y dirigiéndose a la ducha.
—Si toca disparo te reservo un puesto a mi lado —avisó Diana, su voz alejándose a medida que se iban y Cait entraba a ducharse.
El agua estaba fría, contrario a su baño en Erudición, sin embargo para Cait era perfecta, podía ser que ya se hubiese acostumbrado, pero para cuando cerró la ducha, su mente estaba despejada y sus pensamientos se habían calmado. Se secó el cuerpo a consciencia, vistiendo su ropa interior y alcanzando los pantalones. Cuando la tela lisa se deslizó por sus piernas, Cait se sintió extraña, forcejeó con el pantalón unos minutos, hasta que notó el motivo, no subía por encima del muslo.
Cait retiró el pantalón, observándolos por un instante extrañada, mirando de nuevo sus piernas, percibiendo aquello que no había notado antes. Músculos, en sus piernas se marcaban músculos. A paso lento, Cait se acercó al espejo de cuerpo entero que había en la esquina del baño, observando su cuerpo en ropa interior negra y lisa, nada sexy, pero muy práctica.
Sus piernas estaban marcadas, definidas, sus brazos se veían más fuertes, inclusos sus hombros se presentaban más anchos. Llevó una de sus manos a su abdomen, pellizcando con sus dedos la piel en un intento de encontrar las roscas que antes lograba estirar, no estaban. No, no tenía el cuerpo marcado al nivel de Vi u otras chicas de Osadía, pero ya no era la chica escuálida y delicada que había saltado del tejado el primer día, y eso le gustaba.
Tomando sus pantalones, envolvió su cuerpo en la toalla y regresó al cuarto, necesitaba comprar ropa nueva antes del entrenamiento, no tendría forma de encajar en la ropa que había obtenido hasta el momento. Pensó que no habría nadie en el dormitorio para esa hora, se equivocó. Apenas pasó la puerta vio que Marcus, Illaoi y Grangplak estaban allí, hablando animadamente de algún tema del que Cait no quería saber nada. Sin mirarlos siquiera, Cait avanzó hasta su cama, soltando los pantalones y sacando del gavetero el vestido que Diana la había hecho comprar, sabiendo que de toda su ropa solo eso le quedaría.
—¿Qué pasa, cerebrito? ¿Te vas tan rápido? —preguntó Marcus, acercándose a la cama de Cait y bloqueándole el paso.
—Quítate del medio —exigió Cait, viendo como Illaoi se paraba detrás de ella, impidiéndole marchar y Gangplak se limitaba a mirarla, devorándola con los ojos. Las manos de Cait se aferraron con más fuerza a la toalla.
—Quizás tiene miedo de que nos enamoremos de su cuerpo —comentó Gangplak.
—Para eso habría que verla un poco más, es que ahora mismo parece una niña chiquita —dijo Illaoi, mirándola de pies a cabeza —Dios mío, cerebrito, que pálida estás —añadió en un burlesco tono preocupado.
—Me pregunto seriamente qué hay debajo de la toalla —intervino Marcus, su mano acercándose peligrosamente al cuerpo de Cait.
Ella vio la salida, en ese gesto Marcus había dejado un espacio abierto bajo su otro brazo. Cait no lo pensó, se movió rápidamente debajo de Marcus, corriendo más allá de él. La mano de Marcus se cerró en el borde de la toalla, tirando de esta hacia atrás y dejando a Cait en ropa interior, pero ella no se detuvo, pegó su vestido al frente de su cuerpo, tapándole lo más que podía mientras las risas de aquel trío llegaban hasta ella.
Pasó corriendo por la puerta, escondiéndose en el baño nuevamente, sintiendo el calor en los ojos, las lágrimas llegando. En su mente se seguían repitiendo las palabras de ellos, la manera en que la miraban, la forma en que la acorralaron. El dolor se iba transformando en rabia y al final, Cait solo quería venganza. Se vistió rápidamente, saliendo camino al área de ropas que estaba al otro lado del complejo, comprando lo necesario y pagándole a la muchacha, pidiéndole que le guardase el vestido y diciéndole que vendría en la tarde a recogerlo y comprar más ropa. No esperó respuesta, prácticamente tomó sus palabras por cumplidas.
Avanzó rápidamente por los pasillos, corriendo escaleras abajo y llegando al pozo, entrando a la sala de entrenamiento cuando Vi ya terminaba de escribir los nombres de quienes combatirían hoy. Bien, eso era lo que Cait quería, un combate. Su mente rezaba plegarias para que su lucha fuera contra Marcus, pero al ver el nombre de este en el inicio de la pizarra al lado del de Yasuo supo que eso no pasaría. Debió de haberlo previsto, después de su último encuentro Vi no la emparejaría con él, pero entonces vio como Vi escribía el nombre de Illaoi al lado del suyo y una sonrisa deforme se marcó en su rostro. No era Marcus, pero sería suficiente.
Diana intentó hablarle, pero la forma tensa de Cait, con sus ojos mirando vorazmente el combate entre Yasuo y Marcus, apreciando la manera en que el pelinegro golpeaba al rubio hasta la inconsciencia, una marca sádica de deleite en su observación, fue suficiente para que tanto ella como Leona y Viktor mantuvieran distancia. Cuando Marcus escupió sangre por última vez y se desmayó, Cait sonrió. Pasaron dos combates más y en algún punto Finn se había unido a la observación junto con Vi, pero a Cait eso no le importaba, a medida que el tiempo avanzaba la furia iba perdiendo fuerza y el nerviosismo ganaba. Iba contra el tanque, como Diana le decía a Illaoi, incluso en su enojo, Cait sabía notar cuando las oportunidades estaban en su contra.
—Cait, Illaoi, al ring —ordenó Vi y el tiempo se había acabado, era hora de la verdad.
Mientras sus pies subían hacia el círculo, Cait estaba segura de que terminaría perdiendo ese combate también, la rabia se había disipado casi completamente, pero entonces vio a Illaoi frente a frente, como esta le sonreía de forma torcida con diversión, la mirada perversa que la devoraba, como un depredador mira una presa.
—¿Fue una marca de nacimiento lo que vi en la nalga izquierda, cerebrito? —preguntó burlona Illaoi, su cuerpo adoptando rápidamente la posición de combate —Deberías de hacerte chequear, te ves tan mal que pareces enferma.
La rabia había regresado. Cait no esperó, ya no esperaría. Avanzó dos pasos rápidamente, su cuerpo bajando cuando Illaoi intentó defenderse con un puñetazo, su rodilla impactando con la parte baja del musculoso cuerpo de la mujer, alejándose a tiempo para que esta no la retuviera. Illaoi ya no sonreía. Esta vez fue el turno de ella de atacar, Cait intentó esquivarla, pero no fue lo suficientemente rápida con sus músculos todavía adoloridos, recibiendo un golpe directo en el costado y siendo sujetada entre los fornidos brazos.
La nueva posición le dio una ventaja, Cait aprovechó para hacer palanca con el peso de Illaoi, impulsándose y golpeando con su talón la rodilla de la mujer más alta, haciéndo que la soltara. Intentó pegarle de nuevo en el rostro, buscando derrumbarla, pero Illaoi logró protegerse a tiempo, alejándose. Cait respiró jadeante, analizando la posición de Illaoi, algo tenía que haber que no estaba protegiendo. Lo percibió, los brazos muy altos, los puños muy pegados, todo en ella estaba posicionado para proteger su rostro, dejando al descubierto sus costados. Ellas dos tenían el mismo error en combate.
Cait se apresuró hacia adelante, bajando a tiempo para impactar un golpe en el abdomen de Illaoi, su puño hundiéndose entre la grasa y el músculo, sacándole todo el aire a la mujer. Del impacto, Illaoi se dobló sobre sí misma, algo que Cait aprovechó para asestarle un golpe en la mandíbula, derribándola en el suelo y viendo como escupía sangre. No se detuvo, ya no podía.
« Habría que verla un poco más »
Su pierna giró hacia atrás y aventó una patada en el rostro de Illaoi, haciéndola rodar sobre el círculo, escupiendo sangre.
« Parece una niña chiquita »
Otra patada en el rostro, sus gruñidos escuchándose por encima de los gemidos de dolor de Illaoi.
«Fue una marca de nacimiento lo que vi en la nalga izquierda»
Una más, esta vez más en la mandíbula, un buche de sangre manchando el suelo y su bota.
« Te ves tan mal que pareces enferma »
Un gruñido exasperado, una patada nueva, el sonido del hueso de la nariz al fracturarse, más sangre sobre el rostro de Illaoi. Unas brazos se cerraron a su alrededor, alejándola de Illaoi aun cuando ella pataleteaba por defenderse, por seguirla golpeando. Las manos la sujetaron con fuerza en un abrazo firme del que no podía deshacerse.
—¡Ya basta! —ordenó Vi, su voz llenando los sentidos de Caitlyn mientras afianzaba el agarre para sostenerla en el lugar —Ganaste, ya basta —le repitió más suavemente, sintiendo como Cait dejaba de oponer resistencia, perdiendo toda su fuerza y desplomándose totalmente en Vi.
—Estoy bien —susurró Cait, sus manos colocándose encima de las de Vi mientras su errática respiración se normalizaba —Ya estoy bien —repitió, viendo como sus compañeros se llevaban a una inconsciente Illaoi a la enfermería. «Ya estoy bien» No lo estaba.
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Menuda paliza manda Cait 🤣. Se lo merecía.
Me acabo de dar cuenta que mis fanfics son opuestos. En El renacimiento Vi es quien lidera la mayor parte de la narración y la que pierde el control, aquí es Caitlyn quien lidera la narración y obviamente quien pierde el control. Eso es otro nivel de intercambio.
En fin, me dejan en comentarios sus opiniones por fa, y ya nos leemos el fin de semana, probablemente el domingo. 🙌🏻♥️🥰
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