If yo let me take your hand
Durante el siguiente mes la familia Lim estuvo visitando a los Park cada fin de semana. Se quedaban a almorzar o cenar dependiendo de la hora en la que llegaran, esto para forjar lazos y entablar las bases de la convivencia que debía perdurar de ahora en adelante.
Lim Jae Beom estuvo yendo por lo menos dos veces a la semana y llevaba consigo presentes para sus padres y hermanos, claro, sin dejar de lado a JinYoung. No entendía su actuar, él ya no necesitaba de aprobación y JinYoung comprendía que debía hacerlo para causar una buena impresión ante ellos. Hasta cierto punto lo dejó pasar, el hombre podría hacer lo que quisiera con su dinero, tenía entendido que además de la herencia majestuosa de su familia también ganó mucho dinero durante los años que estuvo activo en el ejército, o eso fue lo que escuchó en uno de los almuerzos.
Sin embargo, JinYoung no se sentía cómodo con las atenciones que estaban demás, era innecesario, por lo que armándose de valor un día le hizo saber a su prometido lo que opinaba al respecto.
—Lo llevaría a dar un paseo por la ciudad, me imagino que no encuentra atractivo estar todo el día en casa. —Lim dobló el periódico y lo colocó sobre la mesa, estuvo leyendo rápidamente los sucesos más relevantes mientras se tomaba una taza de té acompañado de pequeños pedazos de papa. Tal parece que un poco de pan no es suficiente para iniciar su día. —Es una lástima que conozca poco sobre sitios cómodos aquí.
—¿No es de su agrado el panorama de la ciudad?
—Lo encuentro poco cautivador.
JinYoung se comió el último trozo de pan con mantequilla en su plato, y siguió con la plática una vez que bebió lo último en su taza y se limpió la boca con una servilleta. —Seguro pasa un calvario viviendo aquí.
—En realidad, joven JinYoung, yo no vivo aquí.
JinYoung lo miró intrigado. —¿Vive a las afueras?
—Sí, podría decirse. Es por eso que no me encuentro cómodo, aunque supongo, a partir de ahora tendré que acostumbrarme si usted prefiere los pasatiempos citadinos.
Muy sorprendido no estaba, Lim Jae Beom era acreedor de un perfil reservado, que tuviera gustos ostentosos y diversiones extrovertidas sería lo extraño.
—Mi vida social tampoco es de esa clase. Los únicos lugares a los que suelo ir son las cátedras, los museos y el teatro. —le explicó. —El parque nacional es muy bonito, según he escuchado, pero no he tenido la oportunidad de verlo con mis propios ojos.
—Si acepta, entonces le propongo ir cuando me desocupe. Mientras tanto, espero que las reuniones como esta y los obsequios sean suficientes.
—Estaría encantado de ir.
—Por cierto, ¿qué piensa sobre el obsequio que le di?
—Está muy bonito, gracias.
—No le veo muy convencido.
JinYoung miró alrededor para cerciorarse de que nadie estaría escuchando, y con nadie se refería a sus hermanos o madre, que de vez en cuando se escabullían por los corredores para llegar hasta donde se encontraran y así pudieran echar una mirada. Para él resultaba muy incómodo, siempre se ponían en una dirección que impedía a Lim verles, pero bien que JinYoung podía ver de lejos las señas de sus manos. Simplemente los ignoraba.
En esa ocasión Lim Jae Beom llegó temprano por la mañana para poder tomar el desayuno junto a JinYoung. Desde que sus visitas dieron inicio tuvo que resignarse a salir de la cama a una hora específica, ya que no sabía cuándo ni en qué momento su prometido llegaría y desde luego, no podía presentarse con sus prendas de dormir. Como han sido varias veces ya se ha acostumbrado a levantarse cuando el ajetreo de la casa se cuela debajo de las puertas y atraviesa las paredes.
JinYoung nunca fue de sueño ligero, a raíz de la desconcertante noticia fue que todo comenzó a cambiar. Se dormía tarde porque la inquietud en su pecho difícilmente se iba y milagrosamente despertaba temprano, aunque eso no era algo qué festejar cuando su descanso no era el adecuado. Muchas veces quiso dormir hasta pasadas las diez de la mañana, pero apenas las manecillas del reloj marcaban las ocho era obligado a bañarse y vestirse con propiedad.
Su madre decía que como todavía no estaban casados el teniente no debía verlo desarreglado, eso se dejaba para después de las nupcias.
Ese día su prometido se apareció con una vestimenta elegante, siempre iba elegante pero de una forma que no sobrepasaba la opulencia. Su cabello negro en ondas estaba bien peinado y en comparación con muchos de los hombres burgueses no usaba sombreros con la copa muy elevada, de hecho prefería no usarlos.
Le sorprendió que llevara una canasta llena de pan dulce y otras cosas que a JinYoung le gustaban, seguramente obtuvo la información de la señora de la familia, o quizás era buen observador. Pidió a los empleados que llevaran una mesita y sillas para poder sentarse en el jardín, y cuando estos se hubieron retirado, procedió a darle el presente semanal.
Debía admitir que tenía buen ojo para los obsequios, sabía exactamente lo que sería del agrado de su familia, y a pesar de que JinYoung no era muy partidario de las joyas o los perfumes, se vio encantado con lo bonitos que eran los collares y lo bien que olían las fragancias en botellas pequeñas. Pero ya era más que suficiente.
—No le gustó, ¿es así?
Nadie estaba escuchando, era el momento adecuado.
—No es eso, sólo que... ¿No le parece que ya me ha dado bastantes regalos?
—Seguro no los suficientes.— escuchó al teniente decir antes de beber un poco de su segunda taza de té.
—Me trae uno cada vez que viene, y no sólo eso, también se toma la molestia con mi familia.
—No es molestia. Si me tomo tantas libertades es porque de alguna forma, me veo en la necesidad de recompensarlos.
—¿Disculpe?— JinYoung miró escandalizado a su prometido. —¿Como una especie de retribución por haber hecho una compra? ¿Me ve de esa manera, señor Lim?
—¡No! ¡No me refería a eso!— el apuesto hombre suspiró derrotado. —No me expresé de la manera adecuada. Quiero hacerle saber que mi intención no fue ofenderlo ni nada parecido, fui descuidado.
—Explíquese entonces.
—Decidí otorgar los presentes como una clase de disculpa. —antes de que le interrumpiera, prosiguió. —Sí, si quiere verlo como una compensación está bien, eso es, pero no por el motivo que cree. No lo estoy comprando, joven JinYoung.
—¿Entonces por qué se disculpa?
—Porque usted se va a casar conmigo.
JinYoung miró esos ojos que encierran aires ocultos, había algo ahí sobre la situación que parecía no tranquilizarle, como si lo estuviera pensando una y otra vez sin poder expresarlo como seguramente quería. El rostro antes relajado ahora se veía sombrío, una máscara rígida había tomado su lugar, pero desde afuera podía observar ráfagas de ¿preocupación? ¿Culpabilidad?
No estaba seguro.
¿Es probable que Lim Jae Beom no se sienta capaz de sobrellevar un matrimonio y por eso lo hacía? ¿Estaba menospreciándose?
El hombre no tenía nada de malo, hasta ahora no descubrió nada que jugara en contra de Lim Jae Beom, así que cualquiera que fuera el trasfondo no podría saberlo si la verdad no salía de su boca. A veces el teniente es difícil de leer.
—No logro comprender.
—Sé que su familia se preocupa por usted. Desconozco si es consciente de la situación, pero todos me han hecho saber que la luz de esta casa es usted. Sus hermanos están tristes, ni hablar de sus padres. —le vio tomar una bocanada de aire antes de continuar. —Al casarnos tendrá que irse a vivir conmigo, ¿entiende?
En realidad JinYoung no había pensado mucho sobre lo demás, estaba temeroso por el día de la boda y restando las otras cavilaciones, en su mente siempre se repetía lo mismo; la boda.
Pues bien, la boda estaba próxima. Si no fuera porque a las familias no les agrada estar en boca de todos, quizás ya estuviera unido a Lim. Ninguno de los dos lados quería ceder sin antes crear expectativas porque si tan ansiosos de hablar estaban los demás, entonces debían hacerlo bien. Seguramente con todas esas visitas ya deberían estar especulando. JinYoung nunca tomaba en cuenta lo que se decía de su familia, a cada Park le ha tocado un poco, incluso a él, es por eso que sabe de antemano la clase de mentiras que se pueden inventar cuando no se tiene algo mejor que hacer.
Se supone que tres meses iban a ser suficientes. JinYoung sospechaba que el primero se trataba de las visitas formales y el segundo sería de los últimos detalles, porque al llegar el tercer mes ya estarían caminando hacia el altar.
Todos parecían conformes con eso, deseosos por que la fecha llegara.
Lim bajó el tono de voz y mostrándose apenado le habló de la forma más serena posible. —Sé que no es así, pero se siente como si yo estuviera arrebatando lo que más aprecian.
Todos excepto Jae Beom y él.
JinYoung sintió como si le estrujaran el corazón, tanto por su familia como por el hombre frente a él.
Todavía existía un poco de resentimiento hacia los suyos, por lo que hicieron a sus espaldas y la forma en que se iban a beneficiar por el matrimonio. Pensó que sus actitudes insensibles se debían a la oposición que mostró una vez enterado, que fueron duros con él porque temían la ruptura del compromiso. Pero Lim Jae Beom le mostró un panorama en el que su madre había derramado lágrimas pidiéndole que fuera gentil con él porque ya había pasado muchas dificultades en su corta vida como doncel, y donde sus hermanos le hablaban de lo que no debía hacer para causarle molestias y así mismo exigían que lo tratara como a un rey.
Pobre hombre, la presión de cada uno seguramente pesaba tanto como si cargara una locomotora sobre su ancha espalda, que en un sentido figurado lo creía capaz, pero un peso de tal magnitud difícilmente se soporta durante un largo período.
No es que fuera egoísta de nacimiento, JinYoung no se permitió pensar en nada que no tuviera que ver con sus asuntos, era por ello que los lamentos de su madre y el desasosiego de sus hermanos y padre por la pronta despedida nunca fueron motivo para quitarle el sueño. Y así, mucho menos pensó en el hombre con el que se iba a casar, lo que estaba viviendo después de la propuesta oficial.
Fue por ese motivo que su corazón tembló de compasión una vez que pudo dar con ello.
—Sé además, que no está contento por cómo los eventos tomaron su curso. —Lim sostuvo su mano sobre la mesa y le observó directo a los ojos. —Si lo hace sentir mejor entonces dejaré de dar regalos a sus familiares, pero no me quite el gusto de no darle más, JinYoung. Disfruto hacerlo, créame.
—Si no hay otro camino, preferiría que fuera así, gracias. Como no puedo detenerlo, solo espero que no se vea obligado a darme cosas caras. Me gustan más las cosas sencillas.
—¿Prefiere cosas sencillas como flores, dulces o libros? —sonrió el pelinegro. —¿Qué es lo que debo darle a mi futuro esposo para hacerlo feliz aunque sea un segundo?
—Eso está bien. —respondió sintiendo cosquillas por las caricias de Lim. No se imaginó al teniente como alguien que supiera de romanticismos y peculiaridades que hacen sentir alagados a los jóvenes.
Por un momento se preguntó si el buen primogénito Lim tuvo alguna pareja antes de comprometerse o si se había enamorado de alguien pero se vio obligado a desechar sus sentimientos. Sintió mucha curiosidad al respecto. La sociedad no era tan estricta con los hombres que tenían la capacidad de preñar, pero era lo contrario para aquellas personas que podían quedar preñadas.
Esperaba que más allá de lo poco que intuía sobre Lim, este no fuera desvergonzado o tuviera un pasado distinto a la actualidad. No quería que después de casados llegaran hijos no reconocidos a destruir el matrimonio.
"Oh, por todos los cielos. Estoy pensando como mi madre."
JinYoung no tuvo enamorados oficiales, pero sabía que algunos hombres quisieron cortejarlo. Muchos socios de su padre trataron de convencerlo para juntarlo con alguno de su hijos, pero el señor Park respondía que todavía era joven y que aun quedaba tiempo como para apresurarlo, después de todo apenas estaba en los primeros años de la edad casadera. También le gustaría saber si lo que dijo fue verdad o se debió al acuerdo entre las dos familias.
En la academia intentaban acercarse con intensiones de ir más allá, pero ni siquiera les permitía dar un solo paso. JinYoung tenía otras prioridades, además debe admitir que siendo un chico literario se deja llevar -en ocasiones- por ideas románticas sobre amores mutuos o instantáneos.
Tristemente no fue su caso.
Nunca se sintió atraído por nadie, no lo suficiente como para permitir que se acercara e ir en contra de la voluntad de sus padres. Le hubiera gustado ser más liberal, nunca se portó mal ni quebrantó las reglas. Curiosamente ahora sí le daba ganas hacerlo, pero ya era tarde. Además no tenía idea de cómo ser rebelde, él no es así. Admite su temperamento bravío cuando experimenta situaciones que lo ponen en una mala jugada, pero no va por ahí en busca de cualquier insignificancia para generar disturbios y así aprovechar ir en contra. Odia las peleas, así que hará todo lo posible por no meterse en ellas.
¿Lim Jae Beom habrá sido rebelde en alguna ocasión?
¿Habrá experimentado el enamoramiento?
Al fin y al cabo estaba más cerca de los treinta que de los veinte.
Tenía muchas dudas, pero no era cortés preguntar acerca de asuntos muy personales que no le incumben. Aunque siendo ahora su prometido tenía el derecho de saber, ¿no es así?
—Señor Lim... Digo, Jae Beom. —tras ver la ceja arqueada del hombre mayor corrigió su desliz. De milagro no le dijo teniente, el rango quería deslizarse de sus labios cuando le hablaba, todavía sigue sin poder verlo como un civil más. —¿Puedo hacerle algunas preguntas?
—Está en toda libertad de hacerlo.
—Son cosas más... personales. ¿Lo encuentra correcto?
Lim Jae Beom se tensó y tragó nervioso, más no se opuso. —Sí, no hay problema. Prosiga.
—Antes de que se hiciera oficial el compromiso, ¿tuvo alguna pareja? ¿Estuvo enamorado alguna vez?
—No, no tuve. -carraspeó. —Y tampoco me he enamorado. —JinYoung tenía ganas de contradecirle, no creía que fuera posible. Lim ha de tener muchos conocidos y bastantes conexiones gracias a su familia, como un militar antes activo seguro viajó por muchos lugares, visitó ciudades, villas y pueblos. Desde el sitio donde se encuentra ve casi imposible que al menos una persona no haya sido de su interés. No se ve como un hombre que tiene estándares altos respecto a los títulos o la sangre de una posible pareja, tampoco luce como alguien quisquilloso sobre modales, apariencia u otras cosas que a muchos sí han de importarles.
Es por ello y más, que su respuesta le resulta difícil de creer. Probablemente se cerró a la idea de tener una relación por el trabajo que desempeñaba, quizás ni siquiera estaba dentro de sus planes adentrarse al mundo de los hombres jefes de familia. Que estuvieran a punto de convertirse en esposos no quiere decir que esté dispuesto a cumplir cierto papel como un marido real. Esas son las hipótesis más fuertes, JinYoung duda que el motivo de la nula experiencia del pelinegro en cuestión de amores se deba a que es un romántico, igual que él, y que todo este tiempo estuvo esperando el momento y la persona adecuada.
Será muy difícil saber.
—¿A qué se deben sus dudas?
—Sólo tenía curiosidad. Yo tampoco experimenté esa clase de sentimientos tan desbordantes, por un momento pensé que podría estar sufriendo un corazón roto debido a mi. Quería saber si su corazón le es leal a alguien más.
Usando un tono juguetón que pocas veces ha escuchado provenir de él, Lim le respondió. —Para su tranquilidad, afirmo; ningún desconocido vendrá de la nada a importunar el compromiso.
JinYoung apartó la mirada en vergüenza cuando los ojos misteriosos de Lim se quedaron mirándole fijo con emociones desconocidas. Por si fuera poco, las palabras que de su boca salieron, esta vez en un tono rotudamente serio, ocasionaron una marea dentro de sí mismo, de una gran magnitud que agradeció no estar de pie, ya que conociendo las emociones y reacciones de su cuerpo en los últimos días, seguro sus piernas se hubieran debilitado.
—Mi corazón no le pertenece a nadie, de ahora en adelante sólo le será leal a usted.
JinYoung recordó las palabras de su madre, que los hombres de las artes son menos avaros pero fáciles de palabra. No sabe si se refiere a que saben usarlas para atrapar en sus redes, o que pueden hablar con libertad sobre cosas que normalmente los hombres son necios en revelar.
Quería creer que las palabras del pelinegro salían desde lo profundo de su alma, que estaban bañadas en su honor y no serían olvidadas con el tiempo. En lo que respecta a él, jamás se atrevería a deshonrar su palabra y compromiso con el hombre.
Por alguna razón, pensar que el corazón de Jae Beom le sería leal a él y a nadie más, ocasionó que el suyo corriera igual de intenso que caballos blancos a galope.
Los días avanzaron a una velocidad extraordinaria, cuando menos lo esperó habían transcurrido dos meses en los cuales su prometido cumplió su palabra, dándole presentes sutiles que encontró encantadores. Las flores no faltaron al igual que notas escritas por el mismo Lim Jae Beom. Eran frases cortas donde le deseaba buenos días, a veces adjuntando versos que mantenían a JinYoung pensando con profundidad.
Después de aquél desayuno las veces que vio al teniente se redujeron, tuvo que encargarse de algo relacionado a los negocios de su familia y las tierras bajo su poder, fue por eso que no pudo visitarlo con la frecuencia de antes. Gracias a eso pudo dormir unas cuántas horas más, pero por alguna razón no lo encontró satisfactorio, seguía estando cansado y preocupado, la incertidumbre por el paradero de su prometido entró en el juego.
Que le diera espacio al irse por unos días fue magnífico, sin embargo, no pudo reducir ese sentimiento desconocido por no verle. No sabe si estuvo contento o disgustado con su ausencia, sólo sabe que suspiró de alivio cuando lo vio llegar una tarde y con la misma se lo llevó al parque nacional.
Pasaron una buena velada, hasta le compró florecillas y un listón. Muy en el fondo estuvo la intriga por ver si Jae Beom iría a cambiar de parecer para después revelarse contra sus padres y huir.
En poco tiempo pueden ocurrir varias cosas.
Que el teniente decida esperar al amor de su vida, que se enliste de nueva cuenta en las filas que irían al frente de las guerillas de naciones aliadas, o que viera un mejor prospecto en una hija o hijo de padres más adinerados.
Claro, no fue así.
En ningún momento pensó librarse e irse como si nada, admitió incluso que a media plática para firmar un acuerdo –mientras el señor Lim se encargaba de la gran parte– extrañó las charlas tranquilas y perezosas que solían tener. El viaje que hizo fue para que cerrara tratos en nombre de su padre, quien se suponía iba a estar por otros lares haciendo lo mismo, aunque bien, terminó antes y lo alcanzó en el camino.
Él está de acuerdo en algo al menos. El tiempo con Jae Beom no lo encuentra insulso.
Pero por más que piense en eso una y otra vez, no está seguro de sentir algo por el hombre, y tampoco está seguro de que Lim sienta algo por él. Es muy pronto como para que eso sea posible, apenas están conociéndose y para JinYoung eso es más que suficiente. El romance no es parte de sus prioridades.
En un abrir y cerrar de ojos la última semana con los preparativos acabó, fue una sorpresa enorme para él cuando de repente al despertar un día, su madre en compañía de dos sirvientas de la casa y la dama que se encargó de hacer su traje entraron para sacarlo de la cama.
"Pruébatelo ahora, hijo. No hay mucho tiempo".
Con los ojos cerrados JinYoung hizo lo que se le ordenó, tropezando tres veces en lo que terminaba de ponerse los pantalones. Las mujeres en la habitación parecieron estar satisfechas, porque después de los gritos emocionados le hicieron correr deprisa al baño para ducharse.
Al salir, las sirvientas le ayudaron a secarse el cabello y colocarse el traje de tres piezas que la habilidosa dama confeccionó. Se había tardado en hacerlo porque las telas e hilos dispuestos para los trajes fueron importados, pero pudo conseguirlos a tiempo gracias a Lim. Bendito sea el teniente y sus conexiones.
Todos en la casa parecían estar muy ocupados limpiando y colocando muchos adornos florales y cintas blancas que colgaban por todos lados. JinYoung fue llevado hasta un salón totalmente decorado con lámparas nuevas y ramos puestos en los jarrones de porcelana que pertenecieron a su abuela. Frente a él había un espejo grande de ornamentas doradas, no fue hasta que se vio reflejado en él que pudo darse cuenta de lo que pasaba.
Era el gran día.
Desde ese momento su mente quedó en blanco y simplemente se dejó peinar y maquillar como un muñequito. No dijo nada, no hizo muecas cuando lo peinaron ni se movió. Únicamente reaccionaba cuando uno a uno los demás integrantes Park entraban para felicitarlo y presentar sus respetos.
Pudo respirar con alivio cuando vio a la familia Tuan llegar, todos repitieron los mismos pasos y en esta ocasión lo dejaron un rato a solas con Mark, el hijo mayor, el amigo a quien más apreciaba.
"Estoy un poco molesto porque no te dignaste en ir personalmente a llevarme la invitación, pero comprendo, tenías que ocuparte de otras cosas y no te culpo, también pasé por eso".
"Lo siento, no podía pensar en nada".
"Luces bellísimo, JinYoung. Tu prometido se desmayará cuando te vea. Qué envidia te tengo. ¡Te vas a casar con un terrateniente!"
Mark se encargó de ponerle un ligero tono carmesí en los labios, haciendo el trabajo interrumpido de las damas. También le arregló el moño en el cuello y le colocó un broche de plata en el cabello. El doncel mayor parecía brillar de la emoción por ver a su amigo contraer matrimonio, sonreía y hablaba sin parar, como no había hecho en años.
No podía creer que todos estaban emocionados por la boda, incluso Mark, pero él... no podía decir lo mismo. Su reflejo en el espejo dorado no parecía compartir la misma emoción. Vestía un traje de tres piezas de color azul, la chaqueta tenía detalles bordados y botones en color plateado, la camisa blanca se deslizaba ligera por su cuerpo como seda, los pantalones de tiro alto se aferraban con gracia a su cintura y traía puesto unas botas altas de color negro. El maquillaje no se notaba excesivo, sin embargo, su amigo puso especial énfasis en cubrir sus ojeras y darle color a sus labios, pues alegó verle un poco pálido.
Debía admitir que lucía espectacular, incluso cuando tiene el rostro congelado y no comparte el sentir de los demás.
"¿Qué pasa, JinYoung? ¿Por qué esa carita?"
"Tengo miedo".
Las propiedades de su futuro esposo son tierras extensas y para poder llegar a ellas se tiene que atravesar el campo abierto. JinYoung jamás ha salido de la ciudad y mucho menos pisado el campo, no sabe cómo es la vida ahí y es por eso que teme, nadie conocido estará con él para ayudarle a enfrentar lo que le depara.
"¿Por qué?"
"No quiero irme".
Mark era inteligente, no tuvo que decir nada para hacerle ver que era un arreglo, era más que evidente debido a la rapidez de las cosas. Fue esa misma inteligencia y precaución que usó para no exaltarlo con preguntas que probablemente no podría manejar, en su lugar, el doncel bajito lo acunó en sus brazos y lo consoló un buen rato hasta que su madre entró indicando la hora de partida. Para su desgracia, Tuan tuvo que ir antes, no sin prometer quedarse a su lado cuanto pudiera, después de la ceremonia.
"¿A dónde vamos?- preguntó todo tembloroso al subir al carruaje".
"Al hogar de los Lim. Fueron ellos los que compraron la mansión Coney, ¿Puedes creerlo?- la señora Park alisó los pliegues de su vestido y prosiguió. -Parece que se vendrán a menudo por sus nuevas fábricas". -JinYoung se hubiera sentido menos acongojado si supiera que su prometido es quien se haría cargo de eso, pero sabía bien que no, tanto él como su hermano tenían sus propiedades fuera de la ciudad.
"Pensé que sería en la casa"- dijo confundido, pues él así lo pidió. Tanto para la pedida de mano como para la ceremonia nupcial, exigió que fuera en su habitación favorita de la casa.
"En un principio sí, pero la mansión es más bonita y el salón donde se llevará a cabo la ceremonia es más grande".
"Pero yo quería el salón de las pinturas".
"Fue un sacrificio pequeño, hijo. Ya verás, te va a gustar".
Su padre y hermanos lo esperaban en la propiedad Lim, estuvieron ahí desde la mañana, fue por eso que no los vio en todo el día hasta ese momento. Entraron por una de las puertas a los costados, todo el mundo estaba usando la puerta del frente y por lo tanto no podían usar la misma, nadie debía ver al novio antes.
"Ven, hijo. Acércate".
La habitación que usaron estaba dispuesta sólo para el novio y la familia, nadie más podía ingresar. Ahí se encontraban sus hermanos y madre esperando que el señor Park terminara de hablar con él, ninguno de los presentes, ni siquiera el propio JinYoung, tenían previsto lo que iba a pasar.
Fue cuando los cálidos brazos de su padre lo rodearon, que JinYoung empezó a llorar y repetir una y otra vez que no quería casarse, que tenía miedo y que no saldría de ahí ni aunque lo llevaran a rastras.
"Yo quería... Yo quería el salón de las pinturas". - murmuró con lágrimas correr por sus mejillas.
"Pero..."
"¡Lo dije! Ustedes vieron todo desde el principio; el compromiso, la decoración, la comida, los invitados. ¡Hasta mi prometido! Lo único que pedí fue que se realizara en ese lugar. ¡Y me ignoraron por completo!"
Como nada de lo que dijeran lograba calmarlo, tomaron la decisión de darle espacio y lo dejaron a solas unos minutos, recalcando que no serían tantos, pues la ceremonia estaba a nada de iniciar.
Eso había sido una hora atrás.
No supo cuántas veces sus hermanos y padre intentaron convencerle desde afuera, demasiadas quizá, porque se cansaron tanto de hacerlo que no lo habían vuelto a molestar en un buen rato.
"Por Dios, qué estoy haciendo. No puedo dejar mal a tantas personas. Toda la mañana estuvieron arreglando el lugar. Muchos habrán trabajado en vano".
"La comida se desperdidiará."
"Los invitados hicieron espacio en sus apretados itinerarios para poder venir."
"La costurera estuvo noches en vela haciendo el traje."
"Mis padres quedarán decepcionados. Los Lim se van a molestar y Jae Beom..."
Oh, Jae Beom.
No podía imaginar la vergüenza que le haría pasar. Estaba haciendo toda una escena que inició con el enojo hacia su familia pero que no sólo les afectaría a ellos, sino a su prometido también. Estaba apenado, muy apenado por sus acciones, por lo egoísta que estaba siendo.
Pudo salir de su nube cuando tocaron la puerta. Inhaló profundo en espera de otra pelea con la señora Park, pero la voz calma del teniente fue lo que escuchó en su lugar.
—¿Podemos hablar, JinYoung? ¿Me deja pasar?— abrió la puerta con cautela, pero antes de que diera un paso siquiera, JinYoung se apresuró en cerrala.
—¡No, no me puede ver!
—¿Cuál es el problema? ¿Tiene que ver conmigo?
La duda en él le hizo recordar aquella falta de confianza de la que fue testigo en su último desayuno. Lamentaba agrandar esa brecha, pero por más que quería gritar a los cuatro vientos lo que por su mente pasaba, se contuvo en hacerlo. Lim no tendrá tiempo para preocupaciones banales de un doncel malcriado. Ya había hecho suficiente.
—Yo sólo quería que fuera en el salón de las pinturas. Sólo eso. —agotado, se deslizó hasta el suelo y recargó su espalda contra la puerta. —Es el día de mi boda, no debería sentirme triste, no se supone que sea así. —podrá no estar contrayendo matrimonio por amor, pero la desilusión y desdicha de ese día no es algo que le gustaría estar sintiendo.
—Haría todo lo posible por conceder su petición, pero en estos momentos es imposible cambiar de lugar. Voy a mandar a cada uno de mis empleados para que las traigan.
Lim se fue para decirle a todo el mundo que la boda se llevaría a cabo sólo si acataban sus órdenes, pero a los cinco minutos regresó y al igual que él, se deslizó hasta sentarse en el suelo para seguir hablando con él, aun con la puerta funcionando como una barrera.
—Lamento mucho comportame de esta manera. No sabe cuan apenado me siento.
—Pierda cuidado. Este tiempo nos servirá para aclarar algunas cosas.
—¿Quiere decirme algo?
—Nada de lo que diga podrá deshacer su sentir, lo sé bien. Tal vez ni siquiera desee escucharme, pero me veo en la necesidad de hacerle entender. A partir de hoy contará conmigo en todo momento, no tendrá que enfrentar adversidades por si solo porque yo estaré con usted. Está bien que sienta miedo, que esté confundido y dude de ciertas cosas, sin embargo, jamás dude de todo lo que seré capaz de hacer en su nombre. Cuando sienta que está a punto de desfallecer, compartalo conmigo, entre los dos podremos soportar el peso.
El corazón de JinYoung se sacudió con ímpetu, tan decidido en hacerle escarmentar que golpeaba en su pecho y lo dejaba aturdido. Lim Jae Beom era impredecible, con tantos misterios en su alma dudaba en saber algo respecto a él, pero su voz calma y sus palabras suaves cual algodón siempre sirvieron para regresarle la tranquilidad.
Desconoce a su prometido, pero no duda en que es un hombre honorable y bondadoso, se lo mostró antes en sus visitas y se lo está demostrando ahora.
—Si me permite tomar su mano, le aseguro no dejarlo caer por nada del mundo, en todo caso, caeremos juntos.
Funcionó, la sinceridad de Jae Beom fue todo lo que necesitó para armarse de valor y salir en dirección al salón donde todos aguardaban, después de haber limpiado su rostro, retocado el maquillaje y de acomodar el broche en su cabello.
Las pinturas fueron colocadas a lo largo del corredor y dentro del salón en zonas estratégicas para que pudiera verlas, de la mano de su padre las admiró conforme y con calidez hasta que llegó al final del camino y entregó su mano a Lim.
Vestía un traje igual al de JinYoung, sólo que de color negro. Se vio tan inalcanzable ahí, frente al altar, no podía dar crédito de la belleza del hombre que con su típico porte elegante lo recibió como su esposo. De nueva cuenta las manos de Jae Beom temblaron cuando llegó el momento de colocar el anillo.
Podrá parecer irreal, pero casi puede jurar cómo es que al momento de que la alianza se deslizó sobre su dedo, sintió cosquillas y calor sobre su piel cubierta por el guante de encaje. Quitando el hecho de que JinYoung estuvo a punto de dejar caer el anillo cuando se lo puso al pelinegro, todo salió bien, sin otros contratiempos.
Las habitaciones eran espaciosas y la decoración parecía sacada de un cuento, la atención de los sirvientes era de primera, es por ello que los invitados estaban contentos y conformes. Seguro que ambas damas de familia están satisfechas con lo que a partir de ahora correría por las calles, que la boda de dos hijos tan ilustres había sido la mejor.
En un día tan atiborrado de fuertes emociones, se convirtieron en esposos. Había hecho una pausa y prometió no pensar en nada más, gracias a eso pudo percatarse de que la fiesta estaba saliendo bastante bien. No invitaron a mucha gente, sólo familia y allegados, lo cual fue bueno porque JinYoung se había cansado de ir de un lado a otro cuando lo llamaban junto a Jae Beom.
Gracias al cielo llegó el momento de los retratos, así que luego de estar alrededor de una hora recorriendo el lugar, se dirigieron a una habitación con ventanas amplias por donde entraban los rayos del sol. Estaba sentado en un sillón que aparentaba ser del estilo barroco, Jae Beom estaba parado detrás de él con la mano descansando sobre su hombro, ambos miraban al frente cada vez que el fotógrafo indicaba nuevas posiciones. YuGyeom estaba en una esquina haciendo un bosquejo rápido, su regalo de bodas iba a ser un cuadro de los recién casados y aprovechando que el cielo seguía claro, comenzó a pintar lo básico.
Les tomaron fotografías con todas las familias y también solos, la cabeza había comenzado a darle vueltas pero Jae Beom le puso fin en un momento oportuno.
—Son más que suficientes, gracias por su trabajo.
El fotógrafo por fin los dejó en paz y lo vieron salir con su enorme cámara. JinYoung no esperó que los Lim contrataran a uno, era muy caro tomar fotografías, pero ahora sabe que para la familia de su esposo no hay inconvenientes.
Su esposo.
JinYoung observó al hombre frotarse los ojos, tuvo que cambiarse dos veces, su padre insistió tanto en que saliera con su traje de teniente primero en las fotografías que no tuvo más opción. Secretamente JinYoung agradeció a su suegro, había tenido mucha curiosidad por saber cómo lucía con el traje y como su carrera militar no estaba activa creyó que no podría verle vestido de esa forma jamás.
—¿Has comido algo, JinYoung?
—No he podido.
—Iría a traerte algo, pero ni siquiera puedo ver bien.
El traje era espectacular, lo hizo parecer más alto de lo que en realidad era y por supuesto, más rígido y distinguido. Es una lástima que en pocas horas sería devuelto a la maleta donde fue traído.
—¿Cómo vas con eso, YuGyeom?
—Estoy a punto de acabar.
—Qué buena noticia.— el teniente primero se puso de pie y dio pasos pequeños, todavía aturdido por las luces cegadoras.
—Ni se te ocurra husmear.— le dijo su hermano.
—Tranquilo, no puedo ver ni mis propias manos.
Jae Beom tomó con dificultad unos pastelitos de la mesa de postres en la habitación y se sentó junto a JinYoung para compartirlos con él. Con disimulo escudriñó al hombre con el que pasaría el resto de sus días.
Como siempre, misterioso y amable. ¿Seguiría comportándose de esa forma o iría a mostrar su verdadera personalidad con el paso de los días?
Ante las desconocidas adversidades sería el único que lo acompañaría, la única persona que estaría para verle enfrentar el cambio tan drástico de vida. JinYoung se preguntaba, ¿realmente estaría con él? Vivirían bajo el mismo techo y quizá pasen demasiadas horas al día uno en presencia del otro, pero ¿estará el hombre a su lado?
La incertidumbre por el mañana era enorme, pero quizás descubrir que Lim Jae Beom era diferente y no un caballero de fantasía sería más lamentable.
YuGyeom dio por terminado el bosquejo y empezó a guardar sus cosas, permanecieron sentados un rato mientras terminaban de comer los postres, ambos esperando que al menos los dejaran llenar sus estómagos con algo ligero.
La mirada de JinYoung cayó sobre la boca contraria y el pulso se le aceleró tras recordar el beso. Cuando el sacerdote dijo la tan célebre frase "puede besar al novio" sintió que el alma salió de su cuerpo y regresó de inmediato cuando las manos del mayor tocaron sus mejillas. El cuerpo se le erizó al sentir el roce de su beso en la esquina de sus labios.
Podía sentir el ligero cosquilleo, la calidez de sus manos y la ternura con la que fue tratado. Un trato así no era fantasía.
No podía serlo.
YuGyeom carraspeó y JinYoung desvió la atención a él, sonreía mostrando a JinYoung la agudeza que poseía ante cualquier cosa, como si estuviera diciendo "te atrapé en el acto".
—¿Quieres más?— le preguntó Jae Beom. —¿O prefieres otra cosa?
—Un poco más estaría bien.
En eso, la madre de su esposo los llamó desde la puerta para que fueran al salón, para alivio de JinYoung se llevó al hijo menor consigo.
Con un suspiro agotado, el pelinegro se puso de pie. -Bueno, creo que en otro momento será.
JinYoung lo siguió y tomó la mano que Jae Beom le extendía. Quería esconder sus mejillas atizadas de los demás, pero será más evidente si lo intenta.
En cuanto pudiese iba a ir corriendo hacia Mark, tenía unas cuántas cosas que contar para deshacerse de los sentires graciosos que experimentó y sabía que él tendría la habilidad suficiente para devolverle la quietud.
—¿Te agrada el bailar, JinYoung?
—Me gusta, pero lo he hecho pocas veces.—mientras bajaban al primer piso, observaban a las mujeres con sus largos vestidos flotar con el ritmo de la orquesta a la par de sus acompañantes. —Difícilmente tuve una pareja de baile en las fiestas, mis hermanos no son partidarios de tal diversión.
—¿Te gustaría bailar entonces?—JinYoung detuvo su andar y lo miró perplejo. Jae Beom continuó. —No considero ser tan bueno, pero esta pieza es espléndida.
—Sí, me gustaría.
—Gracias por concederme el honor.
En vista de que Jae Beom también estaba haciendo un esfuerzo, no puso resistencia.
Llevado del brazo, caminó hasta el centro donde se mezclaron entre las demás parejas. Estando tan cerca JinYoung creyó que podría ser incómodo, Jae Beom nunca lo había tocado tanto como ese día, pero no fue así. Durante el baile y con movimientos gráciles, Jae Beom no solo estaba sosteniendo su mano y cintura, también sus esperanzas apenas nacientes de una promesa fidedigna.
"Si me permite tomar su mano".
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Capítulo dos, listo. Disfruten.
Sorry por la tardanza, Yazz, lo bien hecho lleva tiempo. :*
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