Son las 3:33 a.m. y no he podido dormir. Realmente no me importa el no dormir, lo que realmente me preocupa son los pensamientos megadiversos que emergen de mi mente podrida.

Empiezo a creer que las noches son como un manojo de repentinas preguntas universales y personales. Lo lamentable es que muchas de esas preguntas no tienen respuesta, y, si la tienen, no estoy dispuesta a aceptarla.

Dicen mis libros de psicología que la negación es la primera etapa por la que pasas cuando sufres una pérdida. ¿Qué he perdido yo? La felicidad. Así es, un día muy lejano, mientras observaba el ocaso, pude ver mi felicidad marchándose junto al sol.

Todas las mañanas espero impaciente el amanecer, con la esperanza de que algún día, mi felicidad regrese con la fogosa estrella que un día se la llevó.

Soy una patética poeta deprimida, ¿qué más puedo decir?

«Amo la música».