Y al final, es mi corazón, el que perdió el juego.
Ya no me sorprendo, ya solo lloro en silencio, me ahogo en silencio, me muero en silencio y el día en que me vaya, solo quedará ese silencio, tan profundo, tan abrumador, así como cálido y acogedor, ya me acostumbré al silencio. Hoy, en medio de mis lágrimas y el silencio acojonante en mi habitación, me pregunto: ¿Por qué llamaste a mi puerta en tantas ocasiones? ¿Por qué insistías en buscarme si al final ibas a abandonarme?
Te ignoré y debí haberte ignorado por siempre, como hago con tantos otros, no te escribí, no te busqué, ni te pensé, pero apareciste, te di una oportunidad y error mío, te abrí la puerta, te invité a entrar, te pregunté si preferías té o café, te dejé dormir en mi sofá e incluso te permití acariciar las sábanas de mi cama. Tocaste todo, impregnaste todo, me prometiste todo y ahora te fuiste, con palabras simples, sin explicarle a mi mente la razón de tu ausencia, de tu despedida, de tu partida.
En la primera escena me dije a mi misma que no te volvería a ver, que nada había atrapado mi atención, que no valía mi tiempo. En la segunda escena me encariñé un poco, te escuché hablar y reír, para luego besarme sin más ¿Por qué esa noche me besaste tantas veces y luego te distanciaste? Venías, te ibas, me invitabas, te invitaba, me diste un regalo, te di un regalo, me diste tu cuerpo, te di el mío y aunque no quería ni planteármelo... Terminé imaginando un futuro contigo.
Quiero mirarte a los ojos y preguntarte por qué lo hiciste, por qué insistías, por qué volvías a escribir, a preguntar, a incitarme a amar, si al final nada iba a durar, si te ibas a esfumar. ¿Para qué?¿Por qué?¿Querías diversión?¿Te divertiste conmigo? Eso espero, porque te entregué mi cuerpo para satisfacer tu deseo. ¿Querías compañía? Eso espero, porque abrí mil espacios en mi limitado tiempo ¿Querías amor? Eso espero, porque te robaste mi corazón con unas cuantas miradas, palabras, abrazos y besos.
¿Falso? Quiero creer que no, pero mi mente me exige encontrar una respuesta y lo único que puedo pensar es en que me usaste por un momento.
¿Qué querías? Aún no lo entiendo.
¿Amigos? Sí, claro, un pretexto.
Y ahora te vas lejos, con tu razonamiento e intelecto dudo que pienses en mí como he pensado en ti, dudo que llores como he llorado aquí, dudo que te sientas inferior, menospreciado y usado. Al principio era yo la que no quería empezar una partida entre tu y yo, y al final, es mi corazón, el que perdió el juego.
(3/02/2022) A cada corazón roto, unas palabras le dedico.
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