Soledad

Me permitiré soñar solo una vez más, pese a que considero los sueños una falsedad, me permitiré creer que hay ruído, cuando la soledad es lo único que me rodea.

Todo se desbordó de nuevo, no entiendo por qué me sorprende. Siempre es así, siempre termino mal parada en medio de miradas que me juzgan ¿Lo peor? Son las miradas de las personas en las que más debería confiar, son quiénes se suponen que estarán ahí siempre.

Quiero decir algo, seré yo quién no esté aquí para siempre. Seré yo quién se marchará sin decir palabra alguna y espero que nuestros caminos no se vuelvan a cruzar de nuevo. Seré yo quién se irá sin despedirse, seré yo quién desaparecerá sin más y me alejaré, dejaré este caos en manos de quién lo creó y no me importará si el mundo se cae a pedazos en mi ausencia.

Estoy cansada de tratar de ayudar, cansada de hacer todo bien y reprimir lo que realmente quiero... Ella, maldita ella y sus ojos ciegos ¿Acaso no ve el caos?¿Acaso no ve la distancia entre nosotros? ¿Acaso no ve como todo se deshace entre sus manos? Claro que no, solo le importa que sonríamos para la fotografía y que los demás vean una familia unida, feliz ¡Oh, qué envidia! Ineptos, no tienen nada que envidiar... Claro, pero ¿Cómo verá ella la anarquía? Si jamás notó cuando yo sufría en silencio, jamás vio mis lágrimas, jamás escuchó mis gritos, jamás me notó en la oscuridad ¡Nunca! y para cuando me marche, solo le quedarán esas insulsas fotografías, mi recuerdo será expresado en falsas sonrisas... Espero sea suficiente para ti.

Por otro lado, él, que no se merece ni siquiera ser mencionado, él, una de las mayores decepciones de mi vida. A ti, de no ser por ti cuantas cosas estarían bien, eres la destrucción, el dolor y la mayor fuente de excusas que he conocido. No tienes ni criterio, ni palabra ¿Se puede confiar en ti? Para nada, lo comprendí desde pequeña y noté lo que ella todavía no nota, porque vive ciega y sorda, tu por otro lado, no eres ni ciego ni sordo, aparentas serlo para evitar involucrarte, todo lo haces a tu conveniencia ¡Ya nada me sorprende!

Y ellos dos, parece que nada cambiará con ellos dos, no sé para qué pongo en riesgo mi tranquilidad, si solo parezco un estorbo tratando de hacer las cosas bien... ¡Ganaron! Estoy exhausta, ya no puedo con nada, ni conmigo misma.

Quizá debería terminar con lo que empecé cuando tenía quince ¿Será hora de decir adiós? Cada día lo parece más y entonces me iré; y ella, la ciega y sorda, hará de cuenta que sigo aquí y puede que incluso se culpe por mi ausencia, él, el conveniente, irá para despedirme, como si su apoyo siempre hubiera estado aquí y ellos, quizá ellos lloren, no puedo decirlo con claridad, ellos se preguntaran por qué pero seguirán haciendo las cosas igual.

Soledad, gracias por hacerme una vista y haber traído contigo a la depresión y a la ira, me hacían falta viejas compañeras, esta vez, cuando se marchen ¿Puedo irme con ustedes?

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