Lluvia
Era un día lluvioso, al decir lluvioso, me quedo corta en mi expresión, había caído un aguacero de vientos voraces y truenos estruendosos que logró sumir en la oscuridad al mundo. Así es, la energía se había ido y me refugié en los brazos de la penumbra, sin embargo, en ese abrazo frívolo me reconforté a mi misma, me sentía sola, pese a estar rodeada de personas, amigos y compañeros en la tarde fría. Y era demencial, porque estábamos juntos y aún así nadie podría saber lo que le ocurría a mi corazón en aquel instante, este se había ahogado de ansiedad con unas simples palabras.
Palabras de un desconocido.
Había tomado la decisión de arriesgarme y ver alguien, en los últimos meses he estado tan osada que ni siquiera me reconozco, parece que la persona tomando las decisiones en mi vida fuera otra. Hablé con él, un susodicho sin rostro, un alma más que existe en el vaivén incesante del tiempo y que, extrañamente, se fijó en mi presencia diáfana.
Cometí un error, como suelo hacerlo y dejé que el aparato amargo que guardo en el pecho se emocionara con la posibilidad de una irrealidad: el amor. Sentimiento abrumador que emerge sin consentimiento, un ideal que taché como imposible hace años y que aún así, caí en sus ilusiones.
Me permití soñar y creer que alguien podría interesarse en mi piel maltrecha, en mi cabello destrozado, en mi expresión malhumorada, en mis labios agrietados... Creí en sus palabras y cometí un segundo error, fascinarme ante sus particularidades, sus frases, sus observaciones, su ser. Creer que solo con mirarme a los ojos y murmurar bellas oraciones me tendría en la palma de su mano, iluso, pues así fue, se ganó algo de mí.
Por esto no me permito creer en el amor y en su dicha efímera, porque le das la posibilidad a alguien más de herirte, lastimarte, dejarte maltrecho en un rincón sin ni siquiera inmutarse.
Es la primera vez que le permití a un extraño abrazarme, tocar mi corazón y acariciar mi rostro. La primera vez que alguien se inclinó con intención de besarme, el palpitar errático estalló en mi pecho y sentí todo pasar a cámara lenta, el tiempo se ralentizó en esa oscura parada de autobús.
Lo detuve.
Con miedo, miedo de ser herida, de ser utilizada, que sus palabras fueran mentira y que mi frágil corazón terminara arrugado o despedazado, he perdido demasiados fragmentos por mi misma, no podía permitirme perder más.
Incomodidad.
Lo supe e imagino que él también, no sabía qué decir, temía admitir que me asusté ante la posibilidad de mi primer beso y de qué pensaría de mí, que a mi edad, mi experiencia es nula y aún así me atrevo a escribir de amor, sin haberlo experimentado, qué dilema. Me alejé por miedo a ser lastimada, no quería que volviera a ocurrir, que las ilusiones románticas me atormentaran; muchos son capaces de pronunciar bellas palabras para ti y luego alejarse sin más, ha ocurrido en par de ocasiones.
Tenía miedo del silencio, ese miedo se hizo realidad.
Y ahora lo estoy viviendo, desde la distancia, siento y respiro el silencio, la soledad y la amargura de mi corazón atrofiado. Un corazón que, por ahora, guardaré bajo una gruesa capa de hierro, donde nadie pueda herirlo o dañarlo.
Porque si quiera una posibilidad me hace daño, un sueño me lastima, no quiero ni imaginar el dolor cuando de verdad me permita amar.
Sentí su mano en mi cintura, la calidez de su abrazo y cómo me reconfortó en medio de la llovizna. Sentí cuando tomó mi rostro y lo giró en su dirección, sentí sus intenciones, pero no dejé que ocurriera, el beso no tuvo lugar y ahora que vivo tú silencio, un pequeña parte de mí se alegra de que no ocurriera, habría sido peor soportar este suplicio.
Y ahora sé que no dejaré que mi corazón se lo lleve un extraño, fueron instantes vertiginosos y anhelo el sentimiento de ser querida, pero no vale la pena el dolor tras el abandono. No vale llorar ni sufrir ante la indiferencia, no vale la pena ser lastimado en la penumbra, en la fría lluvia, en una noche como cualquier otra, esperando un bus que me llevaría hasta el otro lado del mundo, tan lejos de ti cómo pueda.
Quizás allá no llueva.
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