Epilogue.
Thor:
El dolor viene en etapas. Uno pensaría que, después de haber experimentado esta misma clase de dolor en el pasado, la sensación puede ser hasta soportable, en cierto punto. Pero no.
No hay nada peor que esto, nada más doloroso que la calma que sigue a la muerte.
Esta es la peor etapa del dolor; la etapa en la que todo está en silencio, la tormenta ha cesado, el océano se ha calmado y el miedo ha terminado. Cuando todo eso pasa, lo único que queda es la vaciedad de la realidad azotando tus huesos. No hay nada más allá de una agonía lacerante, un sentimiento de culpa inconmensurable y una pérdida irrecuperable.
Lo sé, ya he perdido antes. Debería estar acostumbrado e incluso discreído ante el desenlace de este escenario. Debería encontrar paz en el hecho de que pude entonar una despedida, cosa que no pude hacer en el pasado. Debería estar tranquilo sabiendo que el universo está de fiesta, que la guerra ha terminado, las personas han regresado y hemos ganado. Debería tocar la libertad, agradecer el nuevo camino que se traza frente a mí y hacerle frente a esta nueva realidad, estar motivado por la motivación que deja la muerte y apresurarme a cumplir con mi parte del trato. Ya lo sé.
Pero esta es la primera vez en mil años en la que realmente he tenido la oportunidad de sopesar el dolor, de abrazarme a él y sentir el impacto desde el día uno.
Ya había experimentado este tipo de dolor antes, pero esa agonía había sido extrañamente tolerable. Porque sucedió en momentos de alta tensión en los que mi cabeza exigía mantenerse enfocada, mis sentidos demandaban una cantidad de energía y concentración considerable en orden de poder lidiar con lo que se revolvía alrededor de la muerte. Cuando murió mi madre y apenas empezaba la guerra contra los Elfos Oscuros, cuando murió mi padre y Hela regresó, o cuando murieron mi hermano y Heimdall, dándole inicio al debacle al que nos había lanzado Thanos hace cinco años. En esas situaciones fueron mis instintos de lucha y supervivencia los que me mantuvieron andando, los que tampoco me dejaron sopesar la pérdida debidamente.
Y también había algo más, algo que mantuvo equilibrado a mi alrededor para no dejarme perder la concentración.
No la recordaba en ese momento, justo después de que mi madre murió, e incluso acababa de atravesar toda la situación de Jane, los problemas de Halley y la segunda supuesta muerte de Loki cuando sucedió lo de Ultron, pero hubo un tirón. Un ramalazo de intuición que me pidió volver a Asgard, únicamente para acabar en Oquaheim. Todo eso acababa de pasar cuando la encontré de nuevo, y ella terminó por anclarme con éxito y hacerme recuperar el sentido. Después, cuando ocurrió lo de Hela y murió mi padre, ella estuvo ahí. Y cuando Asgard fue destituido, cuando el Ragnarok arrasó con todo, cuando llegó Thanos y asesinó a la mitad de mi gente, cuando ahorcó a Loki y clavó un puñal en el corazón de Heimdall, ella también estuvo ahí. Cuando la mitad del universo desapareció, ella permaneció. Ella siempre estuvo, ella nunca se fue.
Hasta ahora.
¿Pero cómo puedo únicamente detenerme a pensar en todo lo que yo he perdido cuando ella, incluso, había sufrido más? Eso es lo que me quema el pecho. No me duele su muerte, me duele y me carcome vivo la historia trágica que la precede. Me duele haber sido un inútil a su lado, para nada merecedor de todo lo que dio por mí.
La sacaron de Asgard como si fuera una cosa y no una persona. La hicieron permanecer en una tierra ajena a ella, a la merced de las decisiones de una reina malévola, le quitaron su tiara, su fuerza, su poder, y una vez más, la usaron como algo y no como alguien. Por años. Los años en los que mi vida estuvo bien, cuando todo fue dorado, para ella todo era negro. Me hicieron olvidarla, la hicieron olvidarme, la utilizaron como un medio para un fin exterior. La saqué, muy tarde, pero lo hice, y pensé que quizás las cosas por fin iban a asentarse, pero el destino tampoco lo quiso así. El destino quiso que nos separaramos de nuevo, nos puso en medio de una oleada de conflictos de interés que en ese momento se veían como lo más grande del mundo, pero resultaron siendo el menor de los problemas en todo el panorama que se armó a nuestro alrededor. Con Loki haciéndose pasar por nuestro padre, enterarme que ella lo sabía y diciendo cosas de las que finalmente me arrepentí, la muerte de mi padre, el regreso de Hela. Y ella, en ese momento, estaba... Ella estaba. Lo había renegado e incluso ese había sido el motivo principal por el que empezamos a discrepar, pero estaba, y yo no lo sabía.
Para mí fueron dos largos días, y para ella fueron meses enteros. El tiempo de Sakaar y Azariel volvió a separarnos, pero, de nuevo, volvimos a encontrarnos. Y esa vez no estábamos solos. Cuando yo apenas podía mantener unidas las piezas tras haber presenciado la muerte de mi padre y también haber perdido mi martillo, ella se mantuvo por meses enteros y tomó un lugar que nunca quiso en una tierra que, aunque fuera suya, jamás conoció. Se reencontró con su madre solo para perderla de nuevo. Conoció a su padre solo para enterarse que la habían usado, otra vez, como un objeto de contención, que su existencia había sido planeada y trazada con anticipación con el único propósito de servir como una barrera para evitar que su padre hiciera estragos. Pero lidió con ello, se enfrentó y aunque perdió algo en el proceso, aún así tuvo la fuerza para pelear su guerra y acompañarme en la mía. No dudó ni por un segundo en dar todo de sí misma.
Cuando Thanos llegó y destruyó todo lo que nos costó tanto salvar, yo aún tenía más porque luchar. Estaban ellas, así que seguí en movimiento. Pero fallé, y dejé que esa estrepitosa falla se alzara por encima de lo que aún tenía. Me aferré a la culpa, no me sentí merecedor de ninguna, y tenía razón. Ella me necesitó más que nunca después de eso, y aunque yo estaba a centímetros de ella, no fui de ayuda.
El temor más grande de Crystal siempre fue quedarse sola, pero tuvo que enfrentar todas esas luchas por su cuenta, porque yo no fui suficiente para acompañarla. Nunca lo fui.
Yo solo tenía razón al pensar que no la merecía, porque nunca lo hice y nunca lo haré. Tenía razón al suponer que, de tenerla más cerca, la muerte vendría a buscarla de la misma manera en la que lo hizo con todo lo que conocía.
Pero la muerte no vino a buscarla, ella se le entregó voluntariamente.
Crystal dio su vida por asegurar la de Eyra, por librar a su familia de un linaje maldito, por garantizar la libertad que siempre le quitaron, y yo no pude hacer nada por ayudarla. Sufrió una muerte dolorosa, y yo solo pude ver. Nada más.
La tarde trae consigo, sino la calma, al menos una visión más clara del panorama completo y de lo que tengo que hacer. Es la mañana después de la tormenta, solo que mi tormenta ha durado días enteros, ha arrasado con todo a su paso y, ahora que la lluvia finalmente ha cesado, todo lo que ha dejado es la gelidez en el aire que te cala los huesos; el helado viento que te recuerda que se ha llevado la lluvia, pero el cielo sigue gris, tormentoso, opaco. Las probabilidades de que el sol se asome entre las nubes empiezan a surgir, pero incluso este hecho se ve muy lejano. Realmente no tiene nada que ver con el cambio climático, pero este empieza a verse influenciado por lo que hay en tu corazón y en tu cabeza, como si se tratara de una reacción automática.
Por un momento, todo lo que puedes hacer es pensar en que el sol jamás brillará de nuevo, que la tormenta será permanente... pero incluso en lo más profundo de tu ser sabes que eso no es así.
Desde que regresamos de Nueva York no ha parado de llover en Nuevo Asgard. Ni un mínimo atisbo de rayos de sol se asoma entre las nubes, grises y tormentosas, y el viento, que debería alejar toda la lluvia, lo único que hace es extenderla. Toda nuestra pequeña población se ha visto aplastada por las masas de aire de temperatura helada, pues no les han dado un respiro en todos estos días. Es una puesta en escena bastante deprimente, de esas que solo te hacen sentir peor, y de momentos no puedo evitar preguntarme si acaso yo tengo algo que ver con el fluctuante estado tormentoso que envuelve este lugar. Si acaso, de manera
imperceptible, soy yo el que está tiñendo las tormentas en el firmamento. Pero, de nuevo, si es mi culpa no soy consciente de esto, aunque tampoco estoy dando la oportunidad de aflojar un poco.
Ni siquiera hoy.
—¡Ay, qué hijo de perra! —exclama Halley a todo pulmón.
—Oh, por Dios —le sigue Natasha en tono exasperado—. Salte de la cocina, ya. Es el quinto plato que rompes en menos de media hora. Ve a recoger las plantas, y si llegas a romper una te las vas a ver conmigo —la señala con el dedo, de manera amenazante.
La chispeante rubia arruga el ceño, simulando estar ofendida, cruza los brazos sobre el pecho y alza la barbilla para denotar un poco de dignidad.
—Conste que iré a recoger las plantas pero no porque tú me lo digas.
—¿Dónde va toda la ropa? —inquiere Beverly a su vez, bajando las escaleras de la cabaña con unas tres cajas acomodadas una encima de otra sobre los brazos.
Natasha se vuelve hacia ella y evalúa lo que trae la pelinegra.
—Ponlas en la entrada, Tony está ordenando todo. Creo.
Steve, que se halla un poquito más alejado, asoma la cabeza por encima de la mesa del comedor que sostiene entre sus manos.
—¿Y la mesa?
—Ehhh... —Natasha lo considera por un segundo completo—. Supongo que habrá que sacarla, también. No estoy segura de dónde quiere poner todo lo de Crystal si se va a deshacer de esta cabaña —se voltea a mirarme, esperando una respuesta.
Tomo aire.
—Son pocas cosas, Crystal no pasaba todo el tiempo aquí —les explico con la voz rasposa—. Todo eso que llevan es mío, lo llevaremos a su casa. Allí me quedaré.
El rostro de todos relampaguea con entendimiento inmediato. Quizás debí haber empezado por ahí cuando llegaron, pero tampoco me habían dado una oportunidad de decirles algo, todos simplemente se pusieron manos a la obra a tratar de ayudar con esto. En realidad, yo casi no estoy haciendo nada.
Ya hemos pasado por el funeral de Victoria en Nueva York y también por la reunión en masa de todos los superhéroes existentes, pero yo había estado retrasando esto. Lo pospuse tanto como pude, esforzándome de manera muy vaga por aminorar la sensación de dolor en mi pecho, pero igualmente ha llegado el momento. No puedo alargarlo más, no puedo seguir ignorando la vaciedad de la realidad, no es justo para ella ni para los demás. Al menos han sabido respetar mi única petición: no viene nadie más que ellos a la despedida de Crystal. Conozco a mi sirena lo suficiente como para saber que no le gusta ser un foco de atención, que le gustan las cosas calmadas y tranquilas, como el océano, como el agua mansa que siempre se esmeró en mantener. Necesito preservar esa idea, no hacer algo que vaya en contra de sus principios, sino rendirle honores de la manera más adecuada posible.
Escucho a Beverly refunfuñar algo, malhumorada.
—¿Qué estás haciendo? —masculla, abriendo la puerta de la entrada en su totalidad—. ¡Dijiste que tendrías las cajas ordenadas y listas tú mismo!
Tony saca los ojos de la revista que está leyendo y la observa con las cejas alzadas.
—No, dije que lo tendría todo listo, más no que yo lo haría.
Seguidamente, Edward, Morgan y Grant pasan por en frente de nosotros con una caja cada uno.
Hago una mueca.
—¿Dónde está Eyra? —le pregunto con el ceño fruncido. Stark ladea la cabeza levemente hacia mí.
—Hace rato no la veo.
—Está arriba —interviene Bruce, que se encuentra sentado muy cerca de Tony—. Dijo que tenía sueño.
Eso me hace sentir muy extraño. Apenas ha empezado a caer el atardecer, no tenemos previsto rendir los honores sino hasta más tarde, cuando la noche haya llegado por completo, y estoy bastante seguro de que Eyra ha tomado su siesta hace unas dos horas.
Y no soy el único que se percata de eso.
—Puedo ir a...
—No —interrumpo a Halley con voz calma—. Está bien, yo voy. Vuelvo en un minuto.
Tomo una bocanada de aire y, sin detenerme a mirar al resto, empiezo a andar de vuelta hacia la cabaña, pero esta vez me dirijo hacia las escaleras.
Como se ha vuelto usual, todo lo que envuelve la estancia en la que mi hija se encuentra es el silencio. No se escucha nada, además de su respiración acompasada y los lentos latidos de su corazón, que llegue a asemejar todo lo que fue antes de esto. Antes, cuando la que se dedicaba a subirme los ánimos era ella, cuando sus carcajadas resonaban por toda la cabaña y cuando no faltaba un minuto al día en el que no se escuchara su vibrante voz hacer eco contra las paredes, hablando de todo y de nada a la vez. Cuando sabía que la noche era nuestra, porque el día ya lo había pasado con su madre. Ahora no hay nada que se parezca a eso, todo lo que hay es quietud.
Eyra está acostada sobre mi cama, tiene los brazos debajo de su mejilla contra la almohada y sus ojos están apretados. Lentamente me acerco hasta ella y me siento en el orillo de la cama. No está dormida, solo finge estarlo.
—¿Princesita? —la llamo en voz muy baja.
Eyra aprieta los labios.
—Está dormida, deje su mensaje después del tono, beep.
—¿Y cómo me respondes, entonces? —entrecierro los ojos.
Me inclino hacia ella y la tomo de los costados para sentarla. El cabello rubio se le alborota tanto que sale disparado hacia arriba, así que tengo que pasar mis dedos por su rostro para quitárselo y poder observarla bien.
Y me quedo sin aliento cuando lo hago.
Siempre he encontrado increíble y fascinante la manera en la que sus rasgos se asemejan tanto a los míos. No hay ni un solo rastro de Crystal en toda ella. Su cabello es rubio y brillante, sus ojos son azules con pequeños toques de gris en ellos, y tampoco tiene las facciones respingonas y delicadas de la pelirroja. Incluso soy capaz de entrever un pequeño parecido con mi madre, que sería su abuela, y nada más. Como si Eyra estuviera representada únicamente por Asgard, por mí, pero no por todo lo que era su madre y de dónde venía. Es solo yo, y en su momento eso me hacía sentir regocijante, triunfante y feliz, pero ahora me siento mal. Ahora mismo soy capaz de darlo todo porque hubiera sido pelirroja y de ojos esmeralda, de esa manera ella sería la viva imagen de la parte buena de nosotros.
—Tengo sueño —farfulla, haciendo un mohín de disgusto—. Hablamos en la mañana, papá. Buenas noches.
Se lanza de nuevo hacia atrás, pero pongo una mano en su espalda para evitar que lo haga.
—Son las cinco de la tarde.
—Edward dice que el tiempo es una conspiración y no existe. Además, en alguna parte del mundo es medianoche, con eso me basta.
—Eyra —la llamo de nuevo, esta vez infligiendo más volumen a mi voz—. Creo que ambos sabemos por qué te quieres ir a dormir —acabo murmurando.
La niña frunce los labios y junta mucho las cejas, denotando frustración. Me escudriña por un minuto completo.
—¿Te bañaste? —pregunta con curiosidad, evadiendo por completo mi comentario anterior.
—Sí.
—¿Y comiste?
—También.
—¿Sacaste la basura?
—Natasha la sacó.
—¿Y te lavaste los dientes?
—Sí a todo —meneo la cabeza—. ¿Por qué tan preguntona?
Eyra suspira y sus ojos azules se abren más, como si se estuviera quitando un peso de encima, o como si mis respuestas la hicieran respirar tranquila.
—Porque mamá no está —responde—. Sin ella, yo tengo que asegurarme que tú hagas todas esas cosas. Yo te tengo que cuidar como lo hacía ella todos los días.
Siento como si un puñal es clavado en mi corazón.
La cosa con la que voy a tardar más en perdonarme: haber permitido que, por cinco años completos, la única faceta que Eyra conociera de mí haya sido esta. Que todo lo que hubiera visto de mí y su madre haya sido esa idea y vuelta inestable en la que los dos sufríamos por separado, no juntos. Ahora mi hija tiene la idea en la cabeza de que tiene que tomar la misma posición de Crystal: asegurarse de que yo esté bien. Porque siempre he sido yo al que han tenido que cuidar y procurar cuando yo tenía que haberlas cuidado a ellas.
Pero no puedo dejar que eso siga adelante. Mi madre me lo dijo cuando la vi en el atraco al tiempo: "Thor, tienes una familia. Una familia que te necesita, que cuenta contigo, que cree en ti y no te va a dejar solo. Todo lo que tienes que hacer es ser tú mismo y dejarte envolver por lo que te ofrecen, así tu corazón comenzará a sanar". Y yo había regresado de ese atraco con la mente lista para hacer lo que me había dicho mi madre. Para reparar mi relación con Crystal, para recuperar el tiempo perdido, para que Eyra viera más de mí que solo esto...
Las cosas han resultado bastante diferentes, y quizás ahora no puedo hacer lo primero que me propuse, pero aún estoy a tiempo de cumplir la segunda.
—No, preciosa, no —niego con la cabeza. Ella me mira un poco confundida, así que me acomodo en la cama y la tomo de los costados para cargarla y ponerla sobre mi regazo. Tan acostumbrada está que automáticamente enreda los brazos alrededor de mi cuello y ladea la cabeza para verme mejor—: Es mi trabajo cuidarte, a ti, no al revés, preciosa. Sé que quieres hacer las cosas justo como las hacía tu mamá y que, de un modo u otro, esto es todo lo que has visto, pero... Pero eso no siempre fue así. Nosotros no siempre fuimos así.
Eyra frunce el ceño.
—¿Cómo?
—A que tu mamá no siempre tuvo que cuidar siempre de mí, a que no siempre estuvimos distanciados —le explico con calma—. Y siento mucho que hayamos permitido que tú vieras todo esto, pero incluso nosotros podemos tocar fondo, y eso está bien. Está bien fallar, porque al final puedes recuperarte, y eso es lo que vamos a hacer, ¿verdad? Vamos a hacer las cosas muy bien para hacer que mamá se sienta muy orgullosa de nosotros. Nadie, jamás, nos va a cuidar de la manera en la que ella lo hacía, pero te prometo que yo sí lo haré contigo —le beso la cara—. Te prometo que todo va a estar bien, que lo haré mejor. Te prometo que lo haré muchísimo mejor. ¿Me perdonas?
—¿Por qué? —pregunta en voz baja.
Trago saliva con fuerza.
—Porque no pude proteger a tu mamá.
La niñita rubia niega con la cabeza una sola vez con expresión discrepante. Suelta los brazos de alrededor de mi cuello y presiona la palma de su mano derecha contra mi cara.
—Lo soñé —musita con los ojos un poco apagados—. Soñé con una batalla, con piedras de colores y un caballo blanco. Había mucha gente, pero también un monstruo, y ese monstruo solo podía ser detenido por mamá. Y por eso tenía miedo, pero después soñé con mamá nada más. Ella está en una playa muy bonita, y está bien. Está sonriendo. Ella me pidió que fuera feliz, me pidió que no la olvidara, y yo no lo voy a hacer, pero si me despido de ella, ¿se irá para siempre? Si te acompaño a la despedida,¿terminará de alejarse? Yo sé que mamá hizo eso porque quería protegerme, que lo hizo por mí, ¿tú crees que hubiera sido mejor si moría yo y no ella?
Definitivamente es igual a mí, incluso ha desarrollado la capacidad de prevenir algunas cosas en sueños. Como me pasó con las gemas, con el Ragnarok, con Olympia; ella también pudo hacerlo con esto. Incluso vio el final de su mamá.
—No quiero que digas eso otra vez, Eyra —digo. No sé cuánto más poder mantener una voz serena y libre de temblores—. Tu mamá te quería tanto que siempre fuiste su prioridad, tanto que todo lo que hizo fue por ti, pero esto no es tu culpa. Tú eres la mejor versión de nosotros dos, nuestro amor más bonito, y tu bienestar siempre será nuestro trabajo. Crystal ya hizo su parte del trabajo, y ahora me toca a mí. Despedirte de ella hoy no hará que se vaya, princesita. Jamás se irá de aquí —toco su corazón—. Ella misma lo dijo, ¿no es verdad? Nos lo dijo a ambos, que aquí siempre estaría. Su amor nunca nos va a dejar solos y yo tampoco lo haré contigo. Ahora nosotros tenemos un trabajo —le recuerdo—. Tenemos que estar bien para que ella también lo esté, ¿cuento contigo?
Eyra hace una mueca.
—Pero ahora que mi mami no está... ¿Me vas a ignorar a mí como la ignorabas a ella?
—Jamás —murmuro—. Jamás te voy a dejar, preciosa. Nunca lo hice y nunca lo haré. Mi relación con tu mamá fue... complicada, pero nos amábamos mucho. La amo mucho, y la extraño, y la voy a extrañar toda mi vida, igual que tú la vas a extrañar, pero nunca nos va a dejar realmente. Siempre estará con nosotros.
—Confío en ti —Eyra asiente y deja un beso sobre mi nariz—. Te amo, papito. Tú no me dejes.
—Nunca, princesita. Te amo.
Le doy un fuerte abrazo que ella corresponde con toda la intensidad que puede. Cuando intento levantarme, ella enreda sus piernas alrededor de mí y ahí comprendo que no me va a soltar. Así que, entrelazados así, salgo de la habitación para terminar con toda la tarea de recoger antes de que caiga la noche y le demos pie a la despedida.
⚡⚡⚡
—Ven, muñequita —llama Tony a Morgan, porque la niña se encuentra caminando sobre las rocas cerca del mar—. Si te caes vas a tener que pedirle asilo a los peces porque no te voy a sacar.
Halley le da un codazo en las costillas.
—Idiota —refunfuña con mala cara.
Sorprendentemente, el cielo se ha despejado. Ha caído la noche por completo pero las nubes se han abierto en el cielo para mostrar la luna, que ilumina toda la playa de Nuevo Asgard. Ha llegado el momento de dar el último adiós a mi sirena, y por eso estamos aquí.
Tony y Halley son los que se hallan más cerca de mí, próximos a la orilla con Morgan, mientras que Natasha está caminando también sobre las rocas mientras Grant y Edward la llevan de las manos, uno de cada lado. Bruce está hablando con ellos, y tiene la mano estirada hacia adelante para prevenir cualquier caída. Barton no está, y Vera tampoco. Vera se encuentra con Amethyst aún en Nueva York, pero Barton ha tenido cosas que hacer. Sin embargo, son Steve y Beverly los que se encuentran más alejados. Están sentados en la arena y tienen la mirada perdida en la distancia mientras se suscita una conversación en voz baja entre ellos.
Steve es quien más me preocupa, pero he tratado de no pensar mucho en él para no sopesar lo acaecido con Victoria.
En este momento, no tengo idea de cómo balancear las dos pérdidas. Sé que lidiar con la de Crystal me acarrea una insoportable sensación de dolor, pero no quiero asimilar la muerte de Victoria. Simplemente no quiero hacerlo. No quiero pensar que está muerta, que una vez más he perdido una hermana, que no la voy a ver mandonearme de nuevo o que no escucharé su solemne voz decirme que todo estará bien o que estoy haciendo algo mal. Victoria ha sido lo que más he conocido y lo que más se ha mantenido estable a lo largo de toda mi vida. La he molestado desde que era una bebé, cuando niña la tomaba como accesorio para impresionar a las personas con mis increíbles habilidades para cuidar infantes. Ella siempre me cuidó a mí, en realidad. Siempre nos cuidamos la espalda, luchamos codo a codo desde el principio y nos cubrimos los errores más grandes entre los dos.
Vaya, realmente los he perdido a todos. Niego con la cabeza. Por algún motivo que no soy capaz de alcanzar aún, la muerte de Victoria no termina de llegarme. No sé si se trate de alguna especie de conmoción que no me permite aceptar lo que está pasando, pero a ella no la siento lejos. Es diferente a Crystal, cuya ausencia ya he aceptado por completo. A Victoria la siento cerca, y no sé por qué será así... Igual, soy el único que lo percibe de esa manera. Especialmente Steve y Beverly son los que la llevan peor por ella, eso se les nota con solo verlos a la cara.
Y yo soy capaz de comprenderlos a ambos. Sé lo que se siente ver morir al amor de tu vida y también a tu hermano. Los entiendo a los dos.
Alguien me palmea la espalda.
—¿Estás listo, fortachón?
Me he ensimismado tanto que no me percaté del momento en el que ambos se movieron, y ahora cada uno se encuentra a mi lado. Me han rodeado.
—Claro —le contesto a la pelinegra, y ella esboza una bonita sonrisa tranquila al darme otra palmada en la espalda.
—Es muy bonito —comenta Steve, clavando la mirada en el agua—. A Crystal le hubiera encantado esta vista.
Sin poder evitarlo, les sonrío.
—Yo creo que es ella quien nos está dando esta vista.
El océano está iluminado por la luna, pero no es solo eso. Desde esta distancia da la impresión de que unas luces estuvieran resplandeciendo debajo del agua, incluso el oleaje ha adoptado un ritmo pacífico y relajante. El sonido que hacen las olas al chocar contra las rocas se asemeja mucho una suave melodía cantarina.
No es el agua turbia que había estado revolviéndose durante días, ahora se encuentra mansa.
—¡Papá, papá, papá, papá! ¡Papi!
Los tres nos giramos con rapidez ante el sonante repiqueteo de las exclamaciones de Eyra detrás de nosotros. La niña viene corriendo a tal velocidad que hubiera seguido de largo hasta el océano si Steve no la hubiese atrapado en el aire.
La carga con mucha facilidad y me la entrega con una media sonrisa.
—Esto es tuyo, el mío no tiene el pelo largo —repone con diversión.
—Gracias —la sostengo y la observo con una ceja alzada—. ¿Qué te pasó? ¿Por qué corrías tan rápido?
Eyra abre los ojos como platos y alza los brazos para simular algo muy grande.
—¡Es la gente! —responde en voz muy alta y asombrada.
—¿Cuál gente?
Eyra señala detrás de mí.
—¡Allá!
Automáticamente todos nos volvemos para ver a qué se refiere, y no puedo creer nada de lo que veo. Más allá de la playa, el pueblo de Asgard avanza en una lenta procesión hacia nosotros, mientras que en sus manos todos sostienen pequeños globos de luz flameante.
Están viviendo de las tradiciones de nuestro hogar, pero haciendo uso de lo poco que tenemos aquí en la tierra, y no sé si sentirme agradecido o triste. Quizás ambos.
Los demás empiezan a reunirse cerca de mí cuando reparan en lo que se está suscitando encima de la playa, y parecen igual de asombrados que yo. No quería esto para Crystal, y ahora que lo veo no puedo evitar compararlo con el funeral de mi madre. No sé si enojarme, echarme a llorar o simplemente aceptar lo que está pasando, porque sé que no tienen ninguna mala intención al hacer esto. Todo se ha llenado de luces de pronto.
Valkyrie es quien deja la línea completa de gente que se ha detenido en las orillas, sin bajar por completo hasta la playa, y se acerca hacia nosotros. Detrás de ella flanquea una muchacha de cabello rubio, más bajita que la morena, pero los ojos de esta están clavados en Eyra.
Eyra la saluda con la mano y la rubia hace una pequeña reverencia hacia la niña.
—Discutían como perros —le digo a Valkyrie, sin comprender muy bien lo que está sucediendo.
—La princesa no era tan mala —se encoge de hombros con una leve sonrisa—. Pero no me llevo el crédito de esto, no fue mi idea. Tu pueblo habló y tomó una decisión, ¿por qué no dejas que uno de ellos te lo explique?
La valquiria se hace un lado para dejar entrever por completo a la rubia, que al verme hace una reverencia igual que hace un momento.
—Majestad —pronuncia, así que debo hacerle un ademán con la mano para que lo deje—. El pueblo de Asgard y los pocos sobrevivientes de Olympia y Azariel quisieron rendirle un tributo a la Princesa Crystal, darle un último adiós a su alma. A su lado, ella luchó por nosotros, nos ayudó a establecernos en esta nueva tierra y nos brindó su mano. Sería una falta de respeto si nosotros, como su pueblo, no le rendimos honores. Queremos mostrar nuestro apoyo.
—¿Están aquí por mi mami, señorita Galia? —le pregunta Eyra con entusiasmo.
La mujer rubia, Galia, asiente y le dedica una sonrisa de lo más dulce a la niña.
—Así es, princesa Eyra.
Mi hija le devuelve el gesto con la misma intensidad y es allí cuando comprendo que esto no puede molestarme o incomodarme, no mientras a ella le haga ilusión ver lo que hacen por su mamá. Y a fin de cuentas, mi Crystal se lo merece, ¿verdad? Se merece eso y mucho más por todos los sacrificios que hizo por nosotros.
Allí empieza a dolerme el pecho de nuevo, se me cierra la garganta y tengo que tomar aire con fuerza. Allí empiezo a extrañarla tanto que comienzo a sentir cómo voy perdiendo el control de a poco, así que debo aferrarme con fuerza a Eyra para recordar el motivo por el que no puedo derrumbarme otra vez.
Así que yo también le sonrío a la rubia, genuinamente agradecido por su gesto.
—Gracias, lady Galia —declaro, pero mi voz sale notoriamente quebrada.
La rubia tiene ojos verdes, como los de mi sirena, y eso también hace que mi autocontrol vaya en descenso. Tengo que morderme el interior de la mejilla y apartar la mirada de ella para no echarme a llorar otra vez.
—Si alguien sabe cómo reunir un público, esa es Ariel —comenta Tony. No entiendo por qué tiene lentes de sol si es de noche, pero su rostro chispea con una sonrisa orgullosa. Le ha gustado ver a toda esta gente venir por Crystal.
—Se lo merece —añade Natasha en el mismo tono de voz, ahora con Morgan en los brazos.
Halley se pone a su lado, con Edward sobre sus hombros, cuando agrega:
—Eso y más.
—A ella le hubiera gustado ver esto —Bruce deja escapar una bocanada de aire—. Es tan brillante.
Veo a Steve inclinarse para cargar a su hijo cuando también lo escucho responder.
—Lo está mirando. Ambas lo están.
Por primera vez no puedo hacer nada más que estar de acuerdo. Sé que ella está mirando, que está tranquila, que finalmente es libre. También sé que a ella no le gusta verme mal, que siempre se esmeró por ayudarme, así que me aferro con uñas y dientes a ese pensamiento, así como también a mi hija, para sostenerme durante esto.
Pero simplemente no deja de doler, y la verdad es que no creo que deje de hacerlo nunca. Voy a tener que aprender a vivir con este desgarre en mi corazón, aprender a soportarlo y a lidiar con él, a no dejar que me consuma ni que me tire a otro vacío. Este dolor tiene que recordarme por qué no puedo flaquear de nuevo, por qué ahora todo tiene que elevarse y no caerse. No creo que nunca deje de llorar su ausencia, que alguna vez deje de extrañarla, así como estoy seguro de que mi corazón siempre va a latir al ritmo del suyo, porque ella me dijo que su amor nunca me iba a dejar solo y yo le creo. Por sobre todas las cosas yo le creo, me apego a sus palabras y a todo lo que me hizo sentir. Ella siempre será mi sirena, mi verdadero amor, mi pedazo de cielo y también mi soporte, y eso nunca va a cambiar. Fue la madre de mi hija, la que sin importar cuántas veces alejé siempre estuvo ahí. La que me amó cuando incluso para mí era imposible agradarme, la que jamás dejó de apostar por mí.
Y quizás nuestro amor no fue suficiente para sanarnos a ambos por completo, pero sí bastó para liberarnos. Bastó para que ella encontrara el camino hacia su libertad y me impulsara hacia la mía. No fue suficiente para acabar con los problemas pero sí para prevalecer por encima de ellos. Porque de eso se trata, ¿no? El amor no resuelve nada, simplemente te da la fuerza que necesitas para seguir adelante. Te ayuda a empujar, a no soltar y no rendirte, pero el verdadero trabajo debes hacerlo tú mismo. Tú eres el que lucha, el que se mantiene de pie y decide apostar por más; el amor solo te recuerda que tienes apoyo, que no estás solo, que las cosas van a mejorar. Nuestro amor nos había dado la fuerza, pero recayó por completo en nosotros salir del vacío que nos impusimos. E incluso aunque se necesitó una separación permanente, lo hicimos.
Yo no me volveré a lanzar en ese abismo, y sé que ella tampoco estará en otro jamás.
Eyra está fascinada con el montón de luces, y quizás es por eso mismo que tampoco me suelta. Ni siquiera cuando Valkyrie se acerca a hablarme.
—¿Te molestó?
—En absoluto —concedo tras aclararme la garganta—. Mi sirena se lo merece.
La morena asiente con lentitud.
—Korg me dijo que vas a demoler la cabaña, ¿vas a quedarte en la casa grande?
Inspiro profundamente.
—Un tiempo, sí. Tengo cosas que hacer. Quiero que Eyra conozca más que solo esto, así que probablemente me ausente un tiempo. Ella tiene que ver más allá de Midgard, de la misma manera en la que Crystal y yo lo hicimos. Solo que sin la parte de las peleas, los secuestros y las muertes.
—¡Thor! —repone ella de manera imperiosa—. Tu gente necesita un rey.
—Bueno, pero ya tienen a una reina, ¿no?
Valkyrie se echa a reír sarcásticamente.
—Qué gracioso —se mofa, pero yo no altero mi expresión ni un ápice. Sus facciones burlonas se descomponen en una mueca de incredulidad—: ¿Hablas en serio?
Yo asiento decididamente.
—Es tiempo de volverme quién soy en lugar de quién se supone que debo ser —contesto, e instintivamente me abrazo más a la niña—. Solo tengo una única prioridad ahora mismo, y mírala, la tengo justo aquí. Ella me necesita y yo la necesito a ella. Pero tú —la señalo—. Tú eres una líder. Eso es lo que eres.
—Bueno, sí haría muchos cambios en este lugar —comenta la valquiria.
—Ahora puede hacerlo, majestad.
Suelto mi brazo derecho y paso todo el peso de Eyra hacia el izquierdo para poder extenderle la mano a la morena. Y aunque ella parece un poco aprensiva al principio, acaba dando una frenética sacudida de cabeza y me acepta el apretón. Así de sencillo cerramos el trato.
—¿Y qué vas a hacer ahora, Thor?
—Creo que por primera vez en mil años no tengo un plan —admito—. Todo lo que sé es que quiero hacer las cosas bien. Le debo un montón de tiempo a mi hija que planeo recuperar, y también me debo un montón de tiempo a mí mismo. Yo voy a estar bien, no estoy solo.
Valkyrie me sonríe sin mostrar los dientes.
—La princesita tiene suerte de tenerte.
—No —niego con la cabeza—. Yo tengo suerte de tenerla a ella.
La aludida me escucha y saca la atención de las luces y me dedica una deslumbrante sonrisa antes de enredar los brazos alrededor de mi cuello y besarme la nariz, abrazándose a mí de nuevo. Sí, sin duda alguna yo soy el que tiene suerte. Luego, acaba poniendo su barbilla sobre mi hombro y la escucho conversar con alguien detrás de mí. Un segundo después me doy cuenta de que está hablando con la rubia que organizó todo esto.
Está tranquila, y eso es todo lo que yo necesito para estarlo también.
Poco a poco todos comienzan a acomodarse, cuando las luces se elevan en el cielo y todo se ilumina bajo su dorado resplandor. La escena hace que muchas personas se abracen; Natasha y Halley lo hacen, todos los Stark se abrazan entre sí, Steve se aferra a su hijo y de la misma manera lo hago yo con la mía. Eyra me abraza con todas sus fuerzas mientras observamos el cielo y también el océano. Así, silenciosamente, empezamos a despedirnos de Crystal.
Un adiós a mi sirena, porque sé que no volveré a ver su rostro, ni a escuchar su risa, ni a sentir sus brazos alrededor de mí o tampoco sus besos, pero sé que su amor permanece. Me quedo con su recuerdo, con la imagen de su sonrisa, con todo lo que me dio en vida y la seguridad que nos dejó después de su muerte. Porque nunca morirá realmente mientras su recuerdo siga vivo, y yo no la olvidaré. Eyra no la olvidará. Crystal siempre vivirá en nuestros corazones, en los oídos de quienes escuchen su historia, en la mente de quienes la lean, en los recuerdos de los que la conocieron. Todo lo que hizo, todo lo que fue y todo por lo que luchó prevalecerá por siempre. Su historia jamás será olvidada, porque nadie la podrá borrar.
Dondequiera que esté, sé que nos observa. Nosotros estaremos bien, sirena, pienso con dolor.
Y cada vez que la llore no será de tristeza sino de dicha, porque no puedo lamentar su muerte cuando entregó su vida para salvar la de nuestra hija. La lloraré de felicidad, por todo lo que me dio, todo lo que hizo y todo lo que fue. La extrañaré hasta mi último aliento y luego, cuando finalmente llegue el momento, sé que nos reencontraremos. Porque nuestras almas están entrelazadas, porque el destino así lo quiere y ni siquiera la muerte podrá separarnos. Todo lo que puedo hacer es agradecerle. Amarla incluso en el descenso, hasta que mi corazón deje de latir, porque ella ha librado todas sus batallas y ha salido victoriosa. Su muerte no es una derrota, es un triunfo, un signo de paz por encima de la masacre. Su vida fue la bandera blanca que se izó para detener la guerra, para acabar con el sufrimiento y para proteger a todos los que aún quedaban de pie.
Ahora todo ha terminado.
El disturbio finalmente ha pasado y ha sido acogido por la libertad.
N/A:
Nuevamente gracias a mi preciosa basicallyparker por el hermoso gif del inicio 😭; gracias por ayudarme a darle un cierre por todo lo alto a un año entero de mi vida, loveyou ❤️
Aaaa sí me costó muchísimo escribir el epílogo amigos, porque me ponía a llorar y porque la situación país se confabuló en mi contra 😂🥺
Pero ahora finalmente está aquí y solo puedo esperar que sea de su agrado 🙌🏻
Aquí no voy a extenderme mucho porque todo lo que tengo para decir se los diré en los agradecimientos 👀
No saben el sentimiento de vacío que me dejó escribir esto, Thor también se merece un amor de final feliz💔 hasta ganas me quedaron de seguir contando su historia post Crystal 😔
Pero en fin...
Espero que les haya gustado, todavía nos queda una última lectura entre ustedes y yo! Pendientes!
Crystals virtuales para todas ❤️⚡🌊
Ashly se despide xx
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