30 ━━━ Too complicated.

━━━ ❛ VALHALLA XXX ❜ ━━━

El silencio que envuelve la habitación apenas alcanza a ser roto por mis jadeos entrecortados, pero incluso estos son tan débiles y efímeros que no son suficientes para cortarlo por completo. Un gemido desgarra mi garganta, haciéndome echar la cabeza hacia atrás ante la potente e intensa sensación que abate mi sistema entero. Mi corazón late con tanta virulencia que mi vista comienza a nublarse y me cuesta enfocar claramente, dejándome mucho más aturdida que hasta entonces.

Abro la boca en busca de aire, pero los labios de Thor me imposibilitan cualquier oportunidad de respirar. Jadeo en medio del beso y se me escapa un gritito inarticulado cuando su mano izquierda llega a mi trasero y la derecha aprieta mi pecho de forma avara.

Finalmente el silencio se rompe. Dejo escapar un grito ahogado desde lo más profundo de mis cuerdas vocales hasta el ambiente cuando lo siento embestir sin previo aviso en mi interior. Me aferro con todas mis fuerzas a su cuello cuando me toma de las caderas, me alza hasta que enredo mis piernas alrededor de su cintura y entonces comienzan los movimientos fuertes. Mi barbilla queda justo encima de su hombro y tengo que clavar las uñas en su espalda, haciendo que a él se le escape un rugido vasto.

—Te amo —dice en mi oído con la voz ronca, ocasionando que un escalofrío recorra mi cuerpo entero—. Siempre los hice y siempre lo haré.

Por la manera en la que salen las palabras toda la adrenalina se me escurre del cuerpo. No es una declaración de amor normal... esta sabe a despedida. 



La música no suena tan fuerte. La suave melodía de un piano, que es acompañada de un flujo de florituras, envuelve todo el iluminado jardín de esta antigua edificación justo en el momento exacto en el que Steve y Victoria se balancean al lento ritmo del compás. Ella coloca la cabeza en el hueco de su cuello, mientras que la mano de él reposa delicadamente sobre su cintura y las dos restantes se encuentran entrelazadas.

Solo han pasado minutos desde el fugaz: «Sí, acepto», y las cosas están tan pausadas y relajadas que dejan entrever una noche pacífica. Antes, ese hecho hubiera causado conmoción y desconfianza, nunca habría podido quedarme quieta o creer en que nada sucedería, pero los últimos cinco años habían sido eso precisamente. Calmados, tranquilos. No había nada qué hacer, más que solo vivir, e incluso aunque esa realización acababa doliendo como una estocada en el pecho, no teníamos más opción que avanzar de la misma manera en la que el tiempo lo hacía. Esta noche pausada era una de todas las que habíamos tenido y de las que probablemente seguiríamos teniendo por mucho más, porque así habían quedado las cosas después del chasquido.

Envueltas en una nube gris de macabra tranquilidad.

—Oye, Ariel rubia, ¿cómo está tu papá?

Dejo de mirar el baile de los recién casados y devuelvo mi atención a la mesa en la que Eyra y yo nos encontramos sentadas. Tony está del otro lado, clavando la vista en mi hija con expresión interesada, mientras que la pequeña Morgan continúa adherida encima de él. La más pequeña de los Stark parece renuente a soltarse de los brazos de su madre o de su padre, pues no ha pisado el suelo ni una vez desde que llegaron. Todo lo contrario a Edward que anda de carreras con Grant por todos lados, haciendo que a Bruce le den ataques de ansiedad por lo cerca que pasan de las mesas de vidrio a toda velocidad.

Eyra ni siquiera se molesta en devolverle la mirada a Tony. Continúa concentrada en su palto lleno de dulces cuando responde:

—Gordo.

—¿Por qué no vino? —volvió a preguntar Tony.

—No le gustan las bodas.

—¿Y tú alguna vez me vas a mirar?

—No.

—Si te hace sentir mejor, no mira a nadie que no sea Thor —intervengo con una mueca—. A mí me mira porque no tiene más opción, la verdad.

Eso hace que Eyra arrugue la nariz y mueva los ojos automáticamente en mi dirección. Me dedica una sonrisita inocente y me ofrece un pedazo de galleta.

—¿Quieres, mami?

—Gracias, manipuladora.

La niña se echa una risita y a ella se une la de Morgan.

—¿Galletas, papi? —inquiere, despegándose del pecho del cuello del pelinegro y fijándose en el plato lleno de galletas. Eyra le extiende una por encima de la mesa con una sonrisa—: Gracias, Eyra —agradece la niña castaña con una expresión amable, pero luego volvió la atención a su papá—. ¿Puedo ir con Ed?

Tony asintió con desenfado.

—Claro, llévate al pez rubio contigo —señaló a Eyra con la cabeza.

Morgan se baja de un salto del regazo de su padre y Eyra ni siquiera repara en mí cuando sale disparada para tomar la mano de la niña. Tienen más o menos la misma edad, la rubia solo es un año y unos meses mayor que ella, por lo que se llevan bastante bien.

Las veo correr hasta el encuentro de Edward y Grant y se me acaba escapando un suspiro.

—¿Cómo estuvo, Ariel? —quiere saber Tony, en tono más bajo que antes. Hago una mueca y empiezo a rodar por encima de las sillas para tomar la que está a su lado, y de esa manera no tener que hablar en voz demasiado alta.

—Pensé que haría una diferencia, pero realmente seguí sin pegar un ojo en toda la noche. Dormí por momentos, pero todo se mantuvo más o menos igual.

—Entonces mi teoría se fue por el desagüe. A Thor le funciona dormir con Eyra pero a ti no —farfulla, a lo que yo asiento resignada.

Yo no suelo dormir con Eyra, pues todas las noches ella parte a la cabaña de Thor para pasar la noche con él, y en las mañanas regresa conmigo. La razón por la que pasa eso es porque, después del chasquidos, a Thor le costó demasiado conciliar el sueño, y solo lo conseguía cuando ella se quedaba con él. Poco a poco ambos se fueron acostumbrando, y ahora no hay día que no duerman juntos. Thor dice que ella espanta sus pesadillas y a Eyra le fascina ayudar a su papá precioso.

Pero si bien a Thor le funciona eso, tal parece que conmigo no aplica. Yo no duermo nada, para resumir. Siempre aparece una pesadilla, un grito, o la insoportable culpabilidad para estropear el momento en el que se supone debo descansar, así que realmente no lo hago. Suelo tomar siestas durante el día, y aguanto una o dos horas en el transcurso de la noche, pero nunca más de ahí. Tony se encuentra al tanto de la situación porque, como en otro montón de cosas en los pasados cinco años, él es el que me escucha en mis momentos de crisis. Es el que, incluso en la distancia, atiende mis momentos de ansiedad. El que me recuerda que todo es tan sencillo como respirar, y que no estoy en peligro ni tampoco Eyra lo está. Cuando era niña realmente no tuve amigos, la persona que siempre representaba ese aspecto de mi vida era Loki, y él ya no estaba. Oquaheim nunca me dejó nada más que pesares, y mi siguiente estadía en Asgard no fue larga. Cuando llegué a Azariel y conocí a Daven pensé que, quizás, él podía ser mi amigo... pero también se fue. No estoy segura de poder contar a Eisa en esta ecuación, pero ella también estuvo ahí, hasta que pasó lo inevitable.

Pero cuando volví a Midgard y todo lo de Thanos sucedió, Tony Stark me tendió su mano. Él dice que nos parecemos, y cito sus palabras: «no solo porque seamos las personas más guapas de todo el lugar», sino porque nos pesa lo mismo. Me ha contado su historia, me ha confiado un montón de cosas y aún lo sigue haciendo. Fue el que me ayudó a adaptarme a todo lo que la Tierra trae consigo, a la comida, a los modismos, a los teléfonos celulares. A todo eso y más. No me llama Crystal porque dice que, para él, yo me llamo Ariel. No me deja siquiera insinuar la palabra «culpa» y tampoco me permite perder la batalla. Él en serio es un amigo, de esos que en serio valen la pena.

—Pero estoy bien, supongo —murmuro, recorriendo el jardín con los ojos.

Steve y Victoria se encuentran en direcciones opuestas. El rubio está hablando con Halley y Natasha, mientras que la castaña ha entablado conversación con Bruce y Rhodey. Beverly se encuentra de pie junto a una de las mesas de vidrio y parece concentrada mientras que observa los movimientos de todos los niños cerca de la fuente. Los está vigilando.

—No te preocupes, Ariel —contesta el pelinegro en tono cauto—. Vas a descansar, yo sé que sí.

Giro el rostro hacia él.

—¿Qué hay de ti? ¿Tú sí puedes descansar?

Tony guarda silencio por un segundo y por un instante me da la impresión de que se ha quedado pensativo. Entonces me doy cuenta que, en realidad, se está fijando en algo. Sigo con mi mirada la dirección en la que están sus ojos y lo consigo escudriñando a Beverly, que sigue en el mismo lugar que antes.

A él se le escapa un suspiro.

—Puedo dormir, sí.

Puede dormir, pero no es exactamente lo que le he preguntado. Niego con la cabeza pero me rehúso a indagar más en el tema.

Todos los niños se han reunido alrededor de la fuente, así que aprovecho para entretenerlos un rato. Muevo mi mano izquierda de forma distraída y una serie de figuras de animales empiezan a formarse en el agua, haciendo que Edward suelte un grito de satisfacción. Steve se acerca a ellos para ver lo que está sucediendo y me dedica una sonrisa en la distancia.

—¿Tú también quieres quedar fuera de mi testamento? Porque Edward dejó de figurar ahí —refunfuña Tony a mi lado.

—Todavía siguen los problemas maritales, ¿eh? —comento con una sonrisa socarrona.

El interpelado me pone mala cara.

—Deja de hablar con Beverly sobre estos temas. Siempre le dice a todo el mundo que el innombrable y yo estamos casados.

—Pero sí se comportan como si lo estuvieran.

—Tú estás fuera de mi testamento, es oficial —se pone de pie—. Voy a ir a beber agua o a lanzarme de un acantilado, lo que pase primero. Adiós.

Se me escapa una leve risa cuando lo veo alejarse del jardín.

Me turba el hecho de que Thor decida perderse todo esto, pero sé que no se siente bien. Y uno pensaría que el tiempo de verdad sana todas las heridas, pero a veces no sucede así. A veces solo ahonda más en agujeros que ya existen; no los cierra, solo los deja ahí, en carne viva. O quizás no tiene nada que ver con el tiempo sino con nosotros mismos, en la manera en la que nos rehusamos en dejar ir ciertas cosas y el cómo eso acaba quedándose con nosotros siempre. Apretamos sin soltar, rehusándonos a olvidar.

Inspiro. Ojalá pudiera hacer más...

—El que alguna vez haya sido enviado lejos por Althea por favor tome una cerveza.

Me toma por sorpresa la presencia de Halley, y también lo hace el hecho de que no se encuentra sola. La rubia deja caer cuatro botellas de cerveza en el centro de la mesa y se esparrama en la silla a mi lado.

—No existen suficientes cervezas en el mundo para mí —murmura Victoria entre dientes, lanzándose en la silla que está frente a nosotras.

Beverly toma asiento junto a ella y le dedica una expresión taimada.

—¿Acaso no tuvimos un dulce de madre?

—Pero si era un encanto —le siguió Halley con esa característica sonrisita suya que lo que más destella es ironía, antes de llevarse la cerveza a los labios—. Además, viendo el lado positivo, ninguna de las cuatro estaría viva ahora mismo si no hubiera sido por la rubia. Crédito a quien crédito merece.

Beverly frunce el ceño.

—Lo hizo, ¿verdad? Digo, tuvo algo que ver con todas. A todas nos envió lejos en algún momento, nos dio largas charlas, nos contó historias, nos salvó la vida al menos una vez... Ja.

—Lado positivo —repito. Alzo la botella al aire y exhalo—: Al menos a ustedes no les tocó el hermano homicida.

Halley se echa a reír.

—Supongo que tienes razón, fresa. A ti te tocó el peor —concede mientras hace una mueca.

—Sí... —alarga Victoria en un murmuro, pero su entrecejo está arrugado y su vista se mantiene fija en la botella, denotando concentración—. Algo pasó anoche —suelta de sopetón.

Beverly vuelve el rostro hacia su hermana con brusquedad, alerta, y noto la manera en la que la su brazalete comienza a serpentear sobre su piel. Estoy segura de que se trata de una reacción involuntaria.

—¿A qué te refieres? —le pregunto en voz baja y confusa. Automáticamente me echo hacia adelante, y Halley acaba imitando mi acción.

—Mi marca de nacimiento ardió, de la misma manera en la que lo hizo la semana antes de que Olympia desapareciera —contesta la castaña—. Pensé que estaba alucinando, pero no. Ardió, y después escuché la voz de madre.

Beverly resolla.

—¿La escuchaste? ¿Dónde?

—En mi cabeza. Fue algo muy tenue, casi imperceptible, pero estaba ahí. Lo único es que no pude comprender todo lo que estaba diciendo, pero sí entendí: «se está acercando».

Silencio.

Lo comprendo tan rápido que me aturde, sobretodo porque las palabras de Victoria son capaces de activar un sentido en mi cabeza que se encontraba dormido, aguardando. No hace nada estaba pensando en lo relajado que se encontraba todo, solo para que ahora me encuentre con esta revelación. El sentimiento de alerta, la adrenalina, todos esos rasgos de los que te vas adueñando conforme te acostumbras a pelear empiezan a regresar a mis venas atropelladamente.

No necesito una confirmación. Mi mente se encuentra lista para digerirlo.

—¿Será posible que intente comunicarse contigo? —pregunta Beverly, dejándose caer contra el espaldar—. De las dos tú eres la más susceptible, tiene sentido que te hable.

Sacudo con la cabeza.

—Está tratando de advertirnos algo —repongo con voz monótona.

—¿Por qué suenas tan segura? —inquiere Halley.

—Por que si Althea alguna vez nos enseñó algo, es que no anuncia la guerra a menos que esté preparada para ella.

—Jamás —concede Victoria, repentinamente seria. Sus ojos no parpadean, se mantienen fijos en la mesa, pero cuando alza la vista estos se notan bastante oscuros y pensativos—. Nunca la tomaron desprevenida. Ni siquiera durante la primera pelea con Thanos, ni cuando la rebelión de Aetas, y mucho menos en la Caída de Olympia. Siempre tuvo un plan de contingencia. En la primera me envió a Asgard y a Beverly la congeló, y en la segunda ató el alma de Amethyst al santuario de Olympia. Incluso preparó el día de su muerte, asegurándose que nosotras dos pudiéramos salir. Ella sabe algo y está tratando de decirnos.

Beverly aprieta los labios.

—Pero se acabaron las peleas. Olympia desapareció, Cyrano se fue. Thanos ganó y murió, las gemas ya no están. Todos los obstáculos a los que se enfrentó ella ahora mismo no existen, se fueron, desaparecieron. ¿Qué más puede ser?

Contengo el aliento cuando su pregunta dispara una vieja memoria en mis pensamiento. Es probable que yo conozca la respuesta, pero ansío con todo mi corazón que esté equivocada. Todo lo que puedo hacer es virar el rostro hacia la fuente, dónde Eyra aún se encuentra jugando. Detallo el rostro de mi niñita rubia y me dan ganas de ir, tomarla y esconderla. Llevármela lo más lejos posible para evitar que cualquier peligro la alcance.

Trago saliva.

—Creo que sí hay algo más —susurro con la voz entrecortada por la conmoción. La castaña, la rubia y la pelinegra se me quedan mirando a la espera, aguardando que continúe, pero siento que mi garganta se ha cerrado. Me muerdo el labio inferior, y entonces lo comprendo: el motivo por el que no puedo descansar—. La profecía, de los descendientes de Talea...

Atisbo la manera en la que el rostro de Victoria se contrae, como si algo le estuviera infligiendo dolor. Halley entrecierra los ojos, pero las facciones de Beverly se descomponen. Una malo vuela hasta su cuello y se sostiene de tal manera que da la impresión de estar a punto de asfixiarse ella misma.

—No hay nada que nos diga que esa profecía es verdad —contradice la ojiazul.

—Tú conoces de eso más que yo —la interrumpe Victoria, clavando sus ojos en mí—. ¿Te importaría repetirla?

Sacudo lentamente la cabeza.

—La que habla de cómo la madre de Althea estaba maldita y se lo pasó a sus generaciones. Nos dimos cuenta que no podía hablar de los Tres Grandes, pero que sin embargo también tuvieron un pedazo de tragedia: Althea y Cyrano están muertos, una por ambición y el otro por violento, y nadie sabe nada de Amethyst. Ni siquiera tuvo hijos la Diosa del Tiempo. Loki y Eisa llegaron a la conclusión que se trataba de nuestros hijos, pero entonces pasó lo de Cyrano y Hela, y después lo de Thanos... Nunca pudieron descubrir si era cierto o no.

—¿Qué es lo que dice la profecía? —pregunta Halley, más interesada en la conversación que antes.

Del pecado original el titán se alzará y bajo el azote de la diosa olvidada la esperanza devolverá —repito de memoria, y al hacerlo experimento un sabor amargo en la punta de la lengua—. Descendientes de la fuerza, el poder y el saber la clave final serán... Y de las cenizas del universo, el alma de un héroe nacerá.

Al terminar, un escalofrío recorre mi columna. De tan solo recordar eso me dan náuseas.

—Tiene que haber una manera de descubrir si es real o no —dijo Victoria en voz baja—. Si realmente habla de nuestros hijos tenemos que detenerla. Cueste lo que cueste.

Beverly menea la cabeza de un lado a otro con lentitud, y su voz suena como un hielo roto cuando pregunta:

—Las peleas no se terminaron, ¿verdad?

—¿Steve, Thor y Tony saben de esto? —inquiere Halley a su vez.

—Thor lo sabía pero estoy segura de que ya se le olvidó —contesto con pesar—. Además no creo que sea buena idea recordarle. La simple perspectiva de que sí se trate de Eyra podría terminar de resquebrajarlo por completo.

Victoria asiente de acuerdo.

—Este tema solo nos incumbe a nosotras tres.

—Cuatro —la corrige Halley con una media sonrisa—. Ahora que me dijeron no me van a echar afuera.

—Crystal tiene razón. No podemos involucrarlos hasta que no tengamos algo certero. Lo que pasó con Thanos fue... demasiado para ellos —añade Beverly—. Los tres cargaron con esa pelea sobre sus hombros.

—Es por eso que esta pelea es nuestra —decide Victoria en tono solemne.

—Lucharemos —digo con calma.

Me abruma la inusitada tranquilidad que se regodea en mi pecho. Me siento tan relajada hablando de esto que me asusta. Debería estar histérica, poniéndome a gritar y quizás hasta llorando... pero es todo lo contrario. Es como si, de manera inconsciente, mi cabeza siempre hubiera estado esperando este momento y por eso no puedo sorprenderme. Como si un reloj de arena hubiera llegado a su fin y la interminable espera hubiera acabado.

Halley hace un ruido de satisfacción.

—Un brindis, señoritas, porque tal parece que Althea ni muerta nos dejará descansar —exclama, alzando su botella en el aire—. Llegó la hora de activar el lado racional y mucho más funcional de los Vengadores. 

***

N/A: ¿Se olvidaron de la profecía? ¿O creyeron que se iba a quedar por allá sin hacer nada? 🤭

Llegó la hora de ir desglosando poco a poco la trama adjunta de Endgame 🔥 porque si nuestros Vengadores estarán concentrados en Thanos y las gemas, nuestras heroínas de la fase uno de HAU tendrán otra tarea 💪

Estas cuatro se juntaron para quedarse😜

¿Les emociona lo que viene? Porque a mí sí akksksksks

Cuéntenme, ¿les gustó el capítulo? A mí en lo personal me gusta mucho la amistad de Crysty y Tony, especialmente porque es suuuuper importante más adelante 🦸🙋🤭👀

Pero en fin, hoy no tengo mucho que decirles. Gracias por seguir aquí! Nos leemos muy pronto!


Thors virtuales para todas 🖤



Ashly se despide xx



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