29 ━━━ All of me.

━━━ ❛ VALHALLA XXIX ❜ ━━━

Tengo que tragar saliva y apretar los dientes para no perder la compostura. Como puedo, y haciendo acopio de la poca cordura que me queda, cierro los ojos y empiezo a contar mis respiraciones. Uno, dos, tres, cuatro, cinco... Todo el camino hasta llegar a cien. Poco a poco, el nivel de ansiedad empieza a descender y mis pulmones ya no duelen tanto por buscar aire. Aprieto los labios y bajo la mirada a mis manos.

Todo está bien, me digo a mí misma. Solo es un recuerdo, todo está bien ahora. Estamos a salvo.

Lentamente dejo escapar el aire por mis labios, como si estuviera vaciando mi sistema con ganas. Todo lo que hice fue mirar al cielo y observar fijamente la intensidad con la que resplandece el sol. Esa pequeña e insignificante acción disparó un ramalazo de pánico por mi sangre, y ese pánico rememoró el día de la batalla de Wakanda. Igual que ese día, el sol está brillando con saña sobre nuestras cabezas. Igual que ese día.

—Toma, Ariel —la voz de Tony Stark me sobresalta. Parpadeo, de vuelta en el presente, y miro el vaso con agua que me está extendiendo. Acepto el gesto y luego lo veo sentarse a mi lado en la silla del inmenso jardín de su casa—: Solo tienes que respirar. Mira a Eyra, eso ayuda mucho.

Frunzo el entrecejo con confusión.

—¿Cómo sa...

—Puede decirse que tengo conocimientos en esta área —contesta con sencillez, dirigiendo su mirada hacia el frente. Enfoca la vista en la imagen de Edward jugando con Eyra del otro lado, detrás de la inmensa pared de cristal y siendo supervisados por una muchacha desgarbada y castaña—. Los últimos dos meses no han sido fáciles, Ariel, para ninguno, pero sé que tú te lo tomas más a pecho. Créeme, lo sé. Te entiendo mejor que nadie.

Bajo la cabeza de nuevo hacia mis manos, que ahora sostienen el vaso de cristal que aún no llega a mi boca, y rápidamente me hallo a mí misma poniéndole mala cara.

—No lo entiendo —digo al fin.

—A veces no hay nada qué entender, Ariel. Sé que te sientes impotente, que sientes que se te va el aire y ni todo el oxígeno del mundo es suficiente para ayudarte a respirar, pero está ahí. Aunque parezca imposible, somos nosotros los que tenemos el control. La ayuda siempre es necesaria, ¿te están ayudando?

—Bruce dice que si tomo la medicina me puede ayudar a sentir mejor.

—Y yo me refiero a Thor —deja caer el pelinegro, ahora girando el rostro hacia mí. Arrugo la frente y él lo nota—: ¿Aún no se hablan?

Hago un mohín y termino mordiéndome el labio inferior.

—Yo estaba molesta, pero luego se me pasó. E intentado acercarme a él desde entonces pero se sigue cerrando. La semana pasada, cuando regresó Valkyrie, sí hablamos un poco.

Tony asiente.

—Sabes que puedes quedarte aquí el tiempo que quieras, Ariel —me recuerda con calma—. Pero no dejes ir a Point Break. Te necesita, y tú lo necesitas.

—Lo sé —murmuro—. No lo voy a dejar ir.

Tony Stark no es una mala persona. Es bueno, y me entiende. Por sobre todas las cosas, él me entiende.






El sol está tan oculto entre una espesa capa de nubes que las probabilidades de que una tormenta azote Nuevo Asgard son muy halagüeñas. Últimamente ha estado lloviendo a cántaros con demasiada frecuencia, lo que ha ocasionado que los caminos se inunden y la marea suba, afectando el trabajo de pesca que hacen los asgardianos en esta pequeña costa en la que, poco a poco, han empezado a reconstruir su hogar. Ya no hay oro, o un gigante palacio, pero al menos están vivos, ¿no? Todos lo estamos. Para bien o para mal, para remordimientos o suspiros de alivio, aquí estamos.

No hay mucha luz al aire libre porque es uno de esos días lluviosos, y el hecho de que la tarde esté llegando a su fin solo acrecienta ese escenario. Es uno de esos días en los que todo lo que me provoca es acostarme boca abajo, con mi niñita, mientras ella me dice cualquier cantidad de tonterías que me hagan reír. Eso pude haberlo en el día, pero estuve ocupada empacando, recogiendo y ordenando todo para el viaje de la noche. Nos marcharíamos tres días a Nueva York con el único propósito de asistir a una majestuosa boda que tiene a todo el mundo esperando desde su anuncio. Después regresaríamos al que ahora consideramos nuestro hogar, y donde acabamos por pertenecer.

Porque el tiempo había seguido su curso y nosotros tuvimos que movernos con él, quisiéramos o no. Las cosas estaban diferentes en todos los aspectos. Después del incidente de Thor, todo se fue en picada, se estableció y luego se fue en picada de nuevo. Se convirtió en un círculo de nunca acabar, y del que realmente no pude salir.

Empezó ese día con la rotura de la represa, y lo siguió muy de cerca la vuelta a la tierra de Tony Stark y Beverly. Después de eso, la expedición apresurada que se echaron los que aún quedaban en pie, siendo dirigidos por Carol Danvers, al remoto planeta en el que Thanos había estado escondiéndose tras el chasquido. Todo para que, al final, las cosas resultaran estar en un nivel irreparable en el que nadie pudo hacer nada. Thanos destruyó las gemas, y Thor asesinó a Thanos. Y eso fue. Ese fue el final de esa trágica historia. Tras esos eventos, todo se... volvió lento, y no tuvimos más opción que aprender a vivir con lo que nos había tocado en la vida. Sintiéndonos bendecidos, o malditos, pero estamos aquí. Algunos lo llevan mejor que otros, pero es lo que es, ¿no? Al menos yo no me puedo quejar.

Mi condición ansiosa no desapareció, de hecho, encontró su hogar en mis nervios. Eventualmente me adapté a ella, pero aún duele... aún sopeso cosas... Aún me siento culpable. Pero supongo que, conforme pasó el tiempo, me volví mejor en eso de ocultarlo. No es tan difícil después de todo, solo requiere esfuerzo y práctica. Y tampoco es como si he estado completamente sola y a la deriva, porque no es así. Tengo a mi niñita y Tony Stark ha sido increíblemente bueno conmigo, de la misma forma en la que Victoria y Beverly lo han sido. Y también tengo a Thor, porque, sin importar qué suceda, él está conmigo y yo estoy con él. No importa qué.

Los años pasaron y evidentemente nos dejaron una marca; pero esa es una cicatriz con la que aprendimos a vivir. Está marcada en carne viva en nuestra piel, nunca se irá, solo está ahí. Recordándonos nuestro fracaso, o quizás dándonos esperanza. Porque, después de tanto tiempo, algo tiene que mantenernos vivos, ¿verdad? A mí me mantiene viva la esperanza. La esperanza de estar siempre con mi niñita, de no abandonar jamás a las personas que acabaron calando hondo en mi corazón. La esperanza de no estar sola. Porque, por irónico que pueda parecer, después de todo este tiempo mi miedo sigue siendo el mismo.

Supongo que jamás dejaré de temerle a la soledad.

A través de la ventana, le echo un último vistazo al cielo antes de dirigir mi atención al remolino rubio que está dando vueltas por la sala de la casa a toda velocidad.

—Está por llover —anuncio en voz alta, para que Eyra me preste atención—. ¿Estás segura que quieres ir? Nos vamos en cuatro horas, Eyra. Cuatro. No tenemos precisamente todo el tiempo del mundo.

Eyra detiene sus carreras detrás del gato blanco que huye despavorido de ella y se me queda mirando con una ceja alzada. Ni idea cuándo aprendió a hacer eso.

Tengo que ir, mamá —me recuerda, repentinamente enfurruñada—. Si vamos a viajar en la noche significa que no podré dormir con mi papá precioso. Ni tampoco hasta que volvamos. Tengo que ir a dormir la siesta con él para que no me extrañe.

—Niña, va a llover —señalé la ventana.

Eyra suspira de manera teatral, da un par de zancadas exageradas hacia donde me encuentro de pie y me da una expresión completamente serena.

—Mamá, tienes que entenderme. A mi papá precioso no le gusta dormir sin mí, y nos vamos tres días, ¡tres! ¿Sabes lo que eso significa? No estaré con él tres días. ¿Quién le va a espantar las pesadillas cuando no esté?

Me las arreglo por mantener una expresión calmada, pero internamente estoy gritando. De repente, el oxígeno que llega a mis pulmones se vuelve pesado y como puedo esbozo una pequeña sonrisa en dirección a mi niñita rubia que me mira más seria que nunca.

Ella no tiene que saber que su declaración me hace querer llorar, o que realmente me duele todo, así que trago saliva y relajo los hombros.

—Me caías mejor cuando no sabías hablar —acabo diciéndole sin borrar la sonrisita.

Eyra resopla y me toma la mano.

—¡Ya vamos, mamá!

—Ve a buscar tu abrigo, ahora —la empujo escaleras arriba.

La niña sube a toda velocidad, y Perro, el pobre gato blanco, vuelve a huir tan pronto como la ve acercarse. Probablemente no tenía que haber dejado que Eyra y Thor le pusieran nombre al gato, pero así estamos.


*


Eyra saluda animadamente a todas las personas que se encuentra en el camino, porque, ¿cómo no va a ser conocida la primogénita del legítimo rey de Asgard? La mismísima nieta del Padre de Todo. Y cabe destacar que ella disfruta mucho la atención, por eso saluda con gracia a todo aquel que repara en ella y se toma el tiempo para decirle algo.

La caminata desde la casa a la cabaña de Thor no es larga. En realidad, no es como si aquí hubiera tanto espacio. Todo está considerablemente cerca, lo cual es una maravilla para Eyra pues los trayectos de casa a casa son cortos y sin ningún tipo de contratiempos. E incluso aunque estoy acostumbrada a trazar esta ruta de manera diaria, mi estómago no deja de revolverse tan pronto emprendo el camino hacia esa cabaña. Eso no evita que mi corazón lata con tanta virulencia que me da miedo vaya a salir volando, o que mis manos suden y mis piernas tiemblen como gelatina. Eso no cambia nada. El tiempo pasa, y sigue pasando, y aún así todo esto se mantiene igual. No se pone peor, no disminuye, se mantiene. Y no sé si eso es algo bueno o malo, pero me ha calado tanto que casi parece una segunda piel.

Este día en especial se siente muy nostálgico.

Conforme nos alejamos de la casa grande, una sonrisa involuntaria escapa de mis labios. Esa enorme casa en la colina en la que Eyra y yo vivimos fue un regalo de los Stark, donde se encuentra ahora antes solo había un montón de tierra; la diferencia es impresionante. Al principio, cuando Valkyrie regresó y trajo a lo que quedaba de Asgard consigo, Thor no dudó demasiado en traerlos aquí, pero no había nada. Poco a poco tuvieron que empezar a construir, desde cero, para armar un nuevo hogar después de esa tragedia que nos asedió a todos en un lapso de tiempo tan reducido.

A lo lejos, cerca del muelle, diviso a Valkyrie. La morena le dedica una sonrisa a Eyra que esta devuelve con entusiasmo y un saludo de mano, mientras que yo me limito a asentir con la cabeza en su dirección. Las cosas con ella son complicadas, especialmente después de un pequeño incidente que se suscitó entre nosotras hace bastante tiempo, causado por una situación tensa para todos.

Sacudoa la cabeza y afianzo mi agarre en la mano de Eyra. Respira, uno, dos, tres. No está pasando nada malo.

—¡Ya llegamos! —grita Eyra, soltando mi mano y dando una larga y apresurada carrera hasta la puerta de la cabaña que está justo frente al mar. La marea está alta, así que siento su poder revigorizante golpearme el sistema de inmediato. Tengo que cerrar los ojos un segundo para equilibrar el potente sentimiento.

Como de costumbre, Eyra abre la puerta con facilidad y empuja la madera para entrar dando saltos y gritos de alegría en busca de su papá precioso.

Me acerco, dejando escapar todo el aire que estuve conteniendo en el camino, y cierro la puerta detrás de mí con lentitud. Escucho un alboroto del otro lado, lo que me hace fruncir el ceño, pero antes de dirigirme a eso decido colocar el paraguas junto a la puerta. Me quedo mirando el objeto de color verde y se me escapa una risa involuntaria.

La primera vez que pisé Midgard estaba aterrada de esa cosa, pero resulta que los paraguas no funciona exactamente para lo que yo pensaba que lo hacían.

Cuando me saco el abrigo y me giro, el olor a pizza y soda inunda mis fosas nasales. Arrugo la nariz ante el hedor y busco el origen del alboroto, encontrándolo mirándome con expresión de susto.

—Hola, guapo —le sonrío—. ¿Cómo estás hoy?

Thor titubea, y con lentitud mueve su mano izquierda para tratar de esconder el paquete con latas de cerveza vacía detrás de su espalda. Ese es el alboroto: él moviéndose muy rápido, tratando de esconder cualquier rastro de basura para que yo no me dé cuenta que existe, para que yo pueda encontrar su casa limpia.

Nuestras miradas se entrelazan por un momento; sus profundos ojos azules están dilatados, pero aún me observan de la misma manera en la que siempre lo han hecho. Mi corazón da un vuelco en mi pecho ante eso, y tengo que morderme el interior de la mejilla para no echarme a llorar. Esto aún me causa dolor, y todavía se me cierra la garganta como si estuviera hinchada.

—Crysty —exclama con la voz un octavo más alto. Lo veo tragar saliva, y su labio interior tiembla con dificultad. Respira profundamente y entonces, tras aclararse la garganta, agrega—: La sirenita no me dijo que venías hoy, yo... Eh, déjame recoger unas cosas y... pensé que ya se iban a la boda...

Levanto una mano para interrumpirlo.

—Dijo que tenía que venir a tomar la siesta con su papá precioso porque se iba a ausentar tres días —le conté, dando pasos lentos y temerosos hacia adelante.

Cuando me hallo a escasos centímetros de él, me da miedo que sea capaz de ver la nota de agonía que seguramente recorre mis facciones. Me da miedo que se dé cuenta de lo mucho que me duele, de lo mucho que lo extraño y de las ganas que tengo de lanzarme encima de él. Y no me da miedo porque se entere que tiene tal efecto en mí, claro que no; me da miedo porque lo que más temo es que mi dolor pueda generarle uno más grande a él. Temo porque, en todo esto, su pena me duele muchísimo más que la mía propia.

—Soy su favorito, ¿sabes? —repone el rubio desaliñado, con un atisbo de sonrisa.

Yo asiento una sola vez.

—Lo sé. Desde que era bebé lo dejó muy en claro.

Thor agacha la cabeza. Su cabello está demasiado largo, está vuelto una maraña sin lavar o peinar, su barba se encuentra en la misma situación y su ropa está completamente hecha unos harapos. El pantalón de pijama está manchado de comida y la camisa está tan subida que todo su estómago reluce hacia afuera, las medias en sus pies están sucias y los cojines del sillón se encuentran igual. Lo he tomado por sorpresa, pero esto no es capaz de pillarme desprevenida. Esto es algo que he visto pasar, lentamente, conforme avanzaron los años. Y por eso me duele tanto, porque tuve que presenciar en primera la forma en la que comenzó a caer en ese pozo sin fondo del que no ha podido salir y tuve que darme cuenta, a las malas, de que ni siquiera yo soy suficiente para sacarlo de ahí. Ni siquiera Eyra lo es.

Lo intenté, fuertemente, por mucho tiempo. Después de lo que pasó en la represa transcurrió un mes completo en el que no nos hablamos pero, eventualmente, yo lo busqué. Y al principio funcionó, pero luego ya no más. En algún punto se le metió tanto en la cabeza que no me merece, y que no merece a Eyra, que no hubo poder en el universo capaz de hacerle creer lo contrario. Se sigue catalogando como el único responsable del éxito de Thanos, lo que con mucha frecuencia hace que se repita que no ha hecho nada bien. Hice todo lo que tenía al alcance de mi mano después de mi ataque de histeria cuando pasó lo de la represa, e incluso aunque yo pude olvidar ese hecho, él no pudo. Thor nunca pudo perdonarse a sí mismo que puso la vida de su hija en riesgo, y que al día siguiente enfrentara la horripilante realización de que Thanos había ganado tampoco lo hizo sencillo para él.

Le di todo de mí solo para ser echada fuera una y otra vez, sin detenerse, por años. Es horrible levantarse todas las mañanas y saber que, incluso aunque la gente se la pasa repitiendo que el amor lo cura todo, el mío no fue suficiente para ayudarlo a sanar. Pero eso no cambia los hechos. No cambia que lo amo tanto que mi corazón casi no puede aguantarlo, no cambia que yo daría mi vida de ser necesario para verlo bien otra vez. No cambia absolutamente nada. Ni siquiera es capaz de cambiar la manera en la que sus ojos me miran, porque incluso con todo esto, esos ojos aún me miran con anhelo.

Ahora, el abismo entre nosotros no se ve profundo, pero sí imposible de cruzar.

Apreto los labios y me estiro para sacarle la basura que esconde en las manos.

—Ve con Eyra —murmuro, alzando la cabeza otra vez—. Yo voy a recoger y poner estas cosas en su lugar.

Él no me dice nada, así que cabizbaja vuelvo el cuerpo para dirigirme a la cocina. El televisor está encendido en ESPN, el canal de deportes que se la pasa mirando, así que le echo un vistazo antes de seguir mi camino. Sin embargo, su voz me detiene cuando estoy por llegar al cesto de la basura.

—Te ves preciosa hoy —me dice, con las palabras atropelladas y la voz ahogada. Giro el rostro hacia él de nuevo y lo encuentro mirándome avergonzado—. Siempre te ves preciosa. Siempre. Y me gusta cuando vienes.

Sin poder evitarlo, mis ojos arden al llenarse de lágrimas agrias y una sonrisa temblorosa aparece en mi rostro.

—A mí me gusta cuando me hablas —le confieso, y eso lo hace reír por lo bajo, pero rápidamente repara en mi gesto y frunce el ceño.

—No me gusta cuando lloras por mí.

Echo las latas de cerveza vacía al cesto y suspiro. Escucho un grito de victoria del otro de la cabaña e intuyo que se trata de Eyra en alguno de los múltiples juegos que tiene Thor por aquí.

—Muy bien —repongo, paseando mi vista por el suelo y luego clavándola en él otra vez—. Sabes que aún tienes tiempo de venir con nosotras, ¿verdad?

Thor se mueve por la sala y empieza a cambiar de sitio los adornos, ansiosamente.

—No me gustan las bodas.

—Victoria se va a poner muy triste porque no irás a su boda. Ella quería que la llevaras al altar.

Lo veo refunfuñar algo entre dientes, así que me ingenio algo más:

—Fuiste a la boda de Beverly pero no irás a la de Victoria, eso es muy maleducado.

—Mmmhmmm, pero su boda fue hace años —farfulla—. Stark puede entregar a Victoria, no veo el problema. Puedes llamarme por Skype y es como si estuviera allí, no veo la diferencia.

Ladeo la cabeza.

—Ve a tomar tu siesta, nos vamos a las ocho —le aviso, dispuesta a seguir recogiendo la basura.

—¿Te gustan las bodas? —pregunta de repente.

Su pregunta sí me toma por sorpresa. Automáticamente dejo caer una caja vacía de donas en el cesto y lo veo sin comprender muy bien qué viene ese repentino cambio de actitud. Thor se ha apoltronado en el sofá y me está haciendo una seña para que me siente a su lado.

Sin saber muy bien de qué va todo, me acerco hasta él y tomo el lugar que palmea a su lado. Lo miro curiosa.

—Sí, sí me gustan las bodas, ¿por qué?

En algún lugar de la cabaña, Eyra se queja por haber perdido en algo.

Thor, por otro lado, parece estar debatiéndose consigo mismo, como si no supiera qué tanto contarme. Frunce el ceño y sacude la cabeza, insatisfecho por algo, pero al final se decide y acaba preguntándome algo más.

—¿Recuerdas la primera vez que te pedí que te casaras conmigo? —inquiere con la voz ronca. Asiento, y mi cabeza rápidamente recuerda ese momento. Ahora se ve tan lejano, tan difuso entre una gruesa capa de niebla...—. Quería darte la mejor boda en todo los Nueve Mundos, ¿sabes? Quería hacerla tan grande, tan dorada que se convirtiera en un día de fiesta en Asgard. Perdóname por no haberlo hecho. Perdóname por fallarte... siempre.

Durante un rato se hace el silencio entre nosotros. Thor baja la cabeza hacia sus manos, pero todo lo que yo puedo hacer es observar su semblante desanimado. El golpeteo de mi corazón, rítmico como el de un tambor, incrementa su velocidad conforme avanzan los segundos y mis pulmones se quejan porque no estoy respirando. Estoy conteniendo todo el aire que tengo.

Todo empieza a dolerme mucho más que hasta entonces.

Cuidadosamente estiro mis manos para buscar las suyas, asustada de que pueda quitarlas como siempre hace, pero esta vez eso no sucede. Él se mantiene muy quieto mientras que pongo mis manos sobre las suyas y les doy un suave apretón. Y cuando me inclino para buscar su mirada, siento que me empieza a fallar la respiración y estoy a punto de desmayarme. Cuando me mira de esa manera todo pierde sentido.

¿Cómo puede mirarme de esa forma y aún así no dejar acercarme a él?

—Tú no tienes que pedirme perdón por nada —susurro, y la voz se me quiebra dejándome en evidencia—. Tú me diste mucho más de lo que yo merecía, más de lo que nadie nunca me dio. Eras todo lo que tenía en ese entonces y lo sigues siendo ahora. Eso no va a cambiar nunca.

El rubio acerca su rostro al mío.

—¿Aunque ya no me ames?

Niego con la cabeza.

—Te amo, Thor. Siempre lo hice y siempre lo haré.

Thor traga saliva sonoramente y empieza a apartarse hasta ponerse de pie. Esa es su respuesta automática para todo esto, y cada vez que lo hace un pedazo de mi corazón cruje en el proceso. Cierro los ojos un segundo e insuflo mis pulmones con aire al tiempo que me da por sentirme mareada.

Afortunadamente no tengo que concentrarme en eso más tiempo, pues Eyra aparece dando saltos en la sala de la cabaña.

—¡Mi papá precioso! —chilla, haciendo caras y estirando los brazos para que Thor la tome en brazos—. ¿Vamos a tomar la siesta?

Thor la carga y le sonríe con ganas.

—Claro que sí, sirenita. Vamos a tomar la siesta.

—¿Y mamá puede tomar la siesta con nosotros?

Me pongo de pie en el momento en el que Thor niega con la cabeza.

—No, sirenita —le responde en voz baja y paciente—. Mamá tiene cosas que hacer.

Eyra busca mi mirada, así que asiento para decirle que todo está bien. No le digo nada porque sé que si muevo un músculo, si destrabo los dientes o siquiera respiro, toda mi postura caerá y me pondré a llorar desconsoladamente, incapaz de soportar este dolor.

***
N/A: si les preocupaba no ver qué había sucedido en los cinco años no se preocupen, se los traigo todo en forma de recuerdos 🥰
Los que leen Holyground estarán más familiarizados con este tipo de capítulos, pero les aviso que así serán de ahora en adelante

Sé que algunos me pidieron que no hiciera a Thor gordo pero, aunque les sorprenda, es mi faceta favorita de Thor. Incluso me gusta más que fortachón y buenorro, de verdad. No podía dejarlo pasar porque me parece algo súper necesario e importante para el desarrollo final de Disturbia, así que espero que no les moleste. Cosas buenas están por venir!!!!❤️❤️

Era muy importante para mí también señalar que entre Crystal y Tony se formó una pequeña amistad a raíz de que ambos padecen lo mismo, y espero que entiendan esta situación porque es sumamente importante para la trama jiji

Also, sí, las cosas están tristes. No es tan sencillo como culpar a Thor o a Crystal de esta situación, porque ambos están mal a su manera y tristemente en la vida real a veces el amor no es suficiente para lidiar con algunas situaciones. Al menos tienen a Eyra 💜

Para su sorpresa, la boda de la encuesta no es Tonerly sino Storia😂 mañana verán porqué

Porque si, volvimos al 3 días 3 capítulos así que mañana nos leemos en Sapphire 🥰 hehehe

Anyway, ya me despido por aquí 👀 espero que les haya gustado, no olviden dejarme sus votos y comentarios al respecto. Los amo mucho mucho bbs💫

Thors gorditos virtuales para todas 🖤



Ashly se despide xx

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