27 ━━━ Morning after.

━━━ ❛ VALHALLA XXVII ❜ ━━━

Todo lo que puedo hacer es guardar silencio y aferrarme al pecho de Thor como si fuera una roca. Me parece que ninguno de los dos ha dicho palabra alguna desde que regresamos de Wakanda, pero realmente no creo que haya algo que podamos decir que aligere un poco la situación. Mientras la noche avanza, yo no soy capaz de conciliar el sueño o siquiera cerrar los ojos, porque si lo hago, todo lo que veo son cosas espantosas. Los recuerdos repentinos me invaden, por eso me aterra dormir. Y sé que él tampoco puede hacerlo. Por la lenta manera en la que sus dedos se mueven encima del contorno de mi cintura me doy cuenta de que también se encuentra levantado; pero, nuevamente, no dice nada. Y yo tampoco tengo la fuerza para alzar la voz.

Y no solo somos nosotros: el complejo de los Vengadores está sumido en un silencio tan tortuoso que empiezo a temer el hecho de que todos hayamos olvidado cómo usar la capacidad motora. Incluso los bebés están callados, o dormidos o muy tranquilos, pero tampoco hacen nada. Todo lo que hacemos es... respirar.

Acomodo la cabeza sobre el pecho desnudo de Thor al tiempo que el silencio comienza a incomodarme. Lo siento subir y bajar, al ritmo de su respiración acompasada, y también siento sus dedos pasear en cámara lenta por debajo de la tela de mi camisa.

—¿Thor? —acabo llamándolo en voz muy baja y vacilante.

Incluso aunque espero una reacción diferente, él no me responde. Su mano derecha pasa de estar en mi cadera a mi vientre, y la izquierda traza todo el camino desde mi codo hasta mi pecho.

—Thor —insisto de nuevo, esta vez infligiendo un poco más de volumen a mi voz.

Nada.

Poco a poco, el mutismo empieza a molestarme. Me hallo a mí misma frunciendo el ceño, insatisfecha, pero no consigo obtener un resultado distinto. Decido incorporarme, pero tan pronto como voy a hacerlo, el insoportable silencio de la habitación es roto por el chillido de Eyra, indicándonos que se ha despertado.

Estoy dispuesta a dar un salto fuera de la cama, pero Thor se me adelanta.

Recorre todo el espacio desde la cama hasta la cuna de la bebé rubia, sin decir palabra alguna, la toma en brazos para que deje de llorar y entonces atraviesa el balcón, cerrando esa pequeña puerta tras de sí. Allí, empieza a mecer a Eyra... en silencio, porque ella también se ha callado en el momento que la levantaron. Observo la escena al tiempo que se me retuerce el estómago.

¿Cómo se supone que debo sentirme? ¿Afortunada? ¿Desdichada? ¿Enojada? ¿Culpable? Honestamente, creo que todas las emociones se me han mezclado en el interior y esa es la razón por la que mi estómago siente de esta manera. Siento una profunda tristeza atravesarme el corazón como una estocada, una cólera irrefrenable que se extiende hasta lo más profundo de mis huesos, y también, una sensación de alivio amarga que me enfría la sangre. Sé que lo que está pasando excede el significado de la palabra tragedia, pero no puedo evitar experimentar este aire de consuelo al saber que, incluso en este caso, Eyra está bien, al igual que Thor. Pero de nuevo, la mejoría se ve rápidamente aplastada por un lúgubre sentimiento de desdicha que me recuerda dónde estoy y lo que acaba de suceder. Me siento agradecida porque mi hija se encuentra a salvo, pero mi alma grita y llora la muerte de Loki, la de Eisa, la de Daven... la de la mitad del universo.

Y hay otro sentimiento, igual de poderoso que esos, que no ha dejado de repicar en el fondo de mi cabeza. Allí, encima de la tristeza, el descanso y el enfado... está la culpa. Esa horripilante sensación de que pude haber hecho un poco más, de que pude haber resistido otro más, y tal vez, solo tal vez...

Mi respiración empieza a acelerarse en ese instante. No lo recuerdes, no lo hagas, empiezo a repetirme, pero no puedo parar. Todo lo que mi mente procesa es el rostro de Thanos, la vívida imagen de todas las personas haciéndose polvo, la muerte de Daven, mi despedida apresurada de Loki y Eisa... No puedo detenerme, y antes de que me dé cuenta me encuentro sintiendo lo mismo que sentí tras la pelea con Cyrano.

Los niveles de ansiedad en mi sistema aumentan hasta lo inverosímil y de pronto necesito jadear en busca de aire, como si el oxígeno no fuera suficiente para llenar mis pulmones. De pronto siento que el techo de la habitación me está cayendo encima, que me estoy encogiendo debajo de todo y no soy suficiente para levantarme. La angustia, el pánico y la culpa me sepultan y no me dejan salir a la superficie. Estoy segura de que no hay nada obstruyendo mis vías respiratorias, entonces, ¿por qué no puedo respirar? ¿Por qué siento que todo el aire del universo no me alcanza? ¿Por qué siento como si el techo me está cayendo encima? Me llevo una mano al pecho, pero me duele al hacerlo.

—¿Crystal?

Quiero negar con la cabeza, pero la falta de aire me imposibilita hacerlo. Hace un momento estaba rogándole que me hablara, y ahora que lo hace no me encuentro lo suficientemente bien como para responderle.

Trato de decirle algo, pero todo lo que escapa de mis labios es un jadeo roto. Ni siquiera puedo volverme a verlo, por lo que solo escucho de forma muy vaga como abre la puerta de la habitación.

Cierro los ojos.

¿Qué está pasando conmigo? ¿Por qué me sucede esto ahora después de una pelea? ¿Por qué a mí? No se supone que yo sufra estas cosas, digo, no es posible, ¿verdad? No es posible y sin embargo aquí estoy, hundida en una espantosa desesperación que no me deja respirar. Aquí estoy, ahogada por una sensación de miedo y ansiedad tan devastadora que siento me está triturando todos los huesos del cuerpo. Y lo único que pido es hacer algo tan sencillo como respirar... pero no puedo hacerlo.

—¿Crystal? —me llama una nueva voz femenina, tomándome de las mejillas para que me gire a mirarla. El rostro agotado de Victoria se contrae al verme, por algún motivo—: Esto es tan simple como abrir la boca. Vamos, hazlo después de mí: inhala, exhala. Inhala, exhala.

—Thor, trae agua, rápido —escucho decir a Steve Rogers en la lejanía.

Pero Victoria no me permite quitar los ojos de los suyos. Me sostiene del rostro y, al igual que yo, empieza a inhalar y exhalar para mostrarme cómo se hace. Una, dos, tres, cuatro y cinco veces, hasta que en algún momento puedo recuperar el control de mi cuerpo. Hasta que el aire empieza a pasar por mis pulmones sin causarme dolor.

—Eso es —alarga la castaña de ojos avellana, relajando su expresión tensa—. Muy bien, respira. Hazlo lentamente. Respira hondo.

Cuando mis niveles de histeria comienzan a bajar es que noto que me he arrastrado desde la cama hasta el suelo, cosa de la que no me había percatado. Eso hace que me dé otro espasmo.

Alzo los ojos pesadamente y me encuentro con los de Thor y los de Steve, que me observan cuidadosamente a unos pasos de distancia.

Victoria me aprieta las manos.

—Está bien, Crystal. Estás bien.

—No está bien —jadeo, y eso dispara un latigazo de pánico por mis venas que me aterra hasta la mierda—: No sé qué me pasa —confieso, sacudiendo la cabeza con rapidez.

Steve Rogers se agacha hasta quedar a mi altura y me extiende el vaso de agua con precaución.

—No tienes que pensar en eso ahora —me dice, ayudándome a sostener el vaso pues mis manos aún tiemblan—. Mañana, a primera hora, le pediremos a Bruce que te haga una análisis. No te preocupes.

—Eso no es normal. No en mí.

—Crystal —me llama Victoria, con la voz serena—. Haz lidiado con mucho en poco tiempo, es normal que tus nervios colapsen. Solo necesitas descansar. Vamos, ve a la cama.

Busco a Thor con la mirada pero este, nuevamente, no me dice nada. Solo se me queda mirando, con una expresión de agonía centellando en sus facciones, pero no suelta palabra alguna. Él solo está ahí.

Incapaz de lidiar con eso, acepto la mano de Steve y permito que entre él y Victoria me ayuden a llegar a la cama. Tan pronto como mi cabeza golpea la almohada trago saliva, cerrando los ojos. Por favor nada de pesadillas, me pido. Quiero descansar, pero no estoy segura de cómo hacerlo. No sé cómo cerrar los ojos sin que la enorme pregunta azote mis pensamientos: ¿Y si hubiera hecho más?, o que la imagen de todo me hunda hasta lo más profundo de un abismo. No lo sé.

La habitación queda a oscuras, y para variar, en silencio. Pero el silencio es roto por una serie de murmullos lejanos que, todavía con la mente emobotada, soy capaz de escuchar.

—¿Esto sucede con frecuencia? —oigo preguntar a Steve en voz baja.

Alguien resolla vastamente. Me parece que es Thor.

—No —acaba por contestar el fortachón, con la voz ronca y rasposa—. Bueno, pasó una vez, después de lo de Asgard y lo de su padre. La encontré en el suelo de la habitación de la nave, temblando como diapasón y llorando. No reaccionaba.

—Bueno, después de todo lo que ha sucedido...

—No es tan simple como una crisis nerviosa. Ya he visto esto antes —interrumpe Victoria a su pareja, dejando escapar un suspiro en el proceso—. Sería apropiado que Bruce la revise a primera hora de la mañana, pero me parece que su diagnóstico será igual al mío.

—¿A qué te refieres? —pregunta Thor.

—Me parece que es tiempo de que pongamos en consideración la posibilidad de que Crystal esté desarrollando un tipo de trastorno por estrés postraumático.


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Una cantidad impresionante de prendas para vestir están esparramadas por el suelo de la habitación de Halley, y al mismo tiempo la rubia sigue sacando más y más de un enorme clóset de puertas blancas. Las camisas y los vestidos vuelan por el aire hasta caer lentamente una encima de otra, abarrotando la alfombra y dejando un panorama desordenado a los aposentos. Sé que lo está haciendo como deferencia hacia mí, pero me hace contener el aliento la cantidad de ropa que está sacando. ¿Cómo puede tener tanta?

—Creo que con eso será suficiente —le digo, alzando la voz para que me escuche, pues tiene la cabeza metida en el interior del clóset.

Halley intenta salirse sin prestar atención alguna al lugar en el que está y acaba metiéndole la cabeza a la puerta.

—¡Maldita sea! —masculla, tocándose la parte afectada. Me mira, se saca el pelo de la cara y resopla—. No tienes ni una camisa, fresa. Déjame que te saque todo lo que está aquí, nadie usa esta ropa —explica en tono gentil.

—Pensé que estábamos en tu casa y que esta era tu ropa —frunzo el ceño.

La rubia niega y se tira al suelo.

—Estamos en la casa de los Stark y esta es toda la ropa que Beverly no usó jamás. Tony tiene la manía de comprarle cantidades industriales que ella no termina por usar, su clóset está en la otra habitación. Además, también te estoy sacando ropa que Victoria dejó atrás cuando se fue como fugitiva. Incluso hay camisas de Harper por aquí, tendrás de todo un poco.

—Oh...

Observo a Halley asentir y contener el aliento, agitada.

—Además me ayuda a distraerme —dice al tiempo que vuelve a meter la cabeza en el clóset—. Tasha y Steve están haciendo un conteo de todo... De todos los que se fueron, y en serio no quiero saberlo. No quiero estar allá. Estar aquí me ayuda a respirar, y no acaba por machacarme la poca esperanza que me queda.

—¿Esperanzas de que todo se arregle? —le pregunto en tono apagado.

—Más bien es esperanza de que los que viven en esta casa aún estén con nosotros.

Me dejo caer en el suelo junto a ella, alzo las rodillas y recuesto mi cabeza de ahí.

—¿Quién vive aquí?

—Pues, obviamente, Tony y Bevs —se ríe entrecortadamente—. Pero también Vera y Harper.

—Vera es la hija mayor de Victoria, ¿verdad? —trato de hacer memoria.

Halley asiente.

—Efectivamente.

Parpadeo, tratando de enfocar mis pensamientos en la voz de Halley. He tenido un mal rato tratando de hacerlo, pues me parece imposible evitar que estos se dispersen como el agua, dejándome la mente en blanco.

Exhalo un suspiro.

—Tal vez si yo...

—No te hagas eso, fresa —murmura la rubia en voz muy baja. Sus ojos azules están dilatados y su expresión, contraria a la que suele llevar normalmente, denota dolor—. Ninguno de nosotros pudo hacer algo. No es justo que te achaques una culpa que no te corresponde.

Sí, bueno, yo no estoy tan segura de eso, pero es más recomendable si no hago esa observación en voz alta. Tal vez sea mejor si finjo una cierta amnesia ante los hechos recientes... pero no puedo.

—Thor no está mejor que yo —confieso, haciendo una mueca.

—Lo vi, ¿en serio no habla con nadie?

Niego con la cabeza.

—Lo he visto murmurarle cosas a Eyra, pero no me responde nada a mí. No se siente bien.

Halley empieza a doblar una serie de camisas de diferentes colores sobre sus piernas, posando toda su atención en ellas. Frunce los labios con contrariedad y no levanta la vista cuando responde:

—Todos fallamos, y el peor escenario se volvió realidad. Lo que habíamos estado tratando de detener desde hace años acabó sucediendo, y por más que queramos culparnos y hacernos responsables de todo, no lo somos. Por mucho que queramos ponerlo así. Peleamos hasta el final, y no resultó, ahora todo lo que podemos es levantarnos otra vez y quizás, encontrar una solución. Si eso no pasa...

Su voz se va desvaneciendo poco a poco, y acaba por no terminar la oración, pero no es muy necesario que lo haga. Si eso no pasa, entonces vamos a tener que aprender a vivir con esto.

Pero esa idea lo único que hace es atizar el dolor y la culpa en mi pecho. No me creo capaz de aprender a vivir con esto.

—¿Tu familia se encuentra bien? —inquiero en tono cauto.

Halley levanta la mirada me sonríe sinceramente.

—Mi familia está allá.

Y con esa sola respuesta entiendo a quiénes se refiere, y que por allá está hablando del complejo que está a una corta distancia de esta increíblemente grande casa. Ojalá yo pudiera decir lo mismo, pero al menos, la parte más sustancial de mi familia sí se encuentra bien.

—Entonces —comienza de nuevo, colocando las camisas que ya dobló en una pila junto a ella en el suelo—. Bruce te estaba revisando esta mañana, ¿te sientes bien?

—¿Eh? Ah. Sí, eso creo —musito, no muy segura—. Él dice que todo lo que me ha sucedido últimamente acabó resultando fatal para mis nervios. Me dio un par de indicaciones, supongo que estaré bien.

Halley me sonríe de nuevo, esta vez de forma más gentil y sin mostrar los dientes.

—Seguro que sí. Vamos a terminar de recoger aquí, y regresemos. No dejemos a Thor solo con la bebé rubia mucho tiempo, lo próximo que veremos es que la niña tomará cerveza.

Ese comentario ocasiona que una risa genuina suba por mi garganta, y se siente extraño. No recuerdo cuándo fue la última vez que me reí, pero Halley lo hace sentir de manera muy natural, e intuyo que eso es algo que mi devastada cabeza agradece entre todo lo que está sucediendo.

Comienzo a recoger los montones de ropa que hay por el suelo junto a ella. Necesito reflexionar sobre muchas cosas, porque no soy capaz de olvidar o al menos aligerar la nube de recuerdos y pesadillas con respecto a lo sucedido que persiste detrás de mis párpados. Porque no sé qué va a ser de mi vida ahora, no tengo a dónde ir y Thor no habla, pero Eyra necesita un hogar, y definitivamente no voy a poder dárselo así, en estas circunstancias tan espantosas. Necesito decidir qué hacer con mi vida y con lo que me ha tocado, incluso si tengo que hacerlo sola.


👩🏻‍🦰 👩🏻‍🦰 👩🏻‍🦰


Thor está sentado en una enorme silla negra, esparramado contra el espaldar mientras que sus piernas se mueven ansiosamente y menea a Eyra con ese movimiento. La bebé tiene los ojos azules abiertos hasta lo más que puede y desde dónde estoy, recostada contra la pared del fondo, la oigo gorgotear. Él no me ha dejado acercarme, ni tampoco Eyra me ha dado pie a que sea yo la que la cargue, pero no tengo los ánimos suficientes como para discutir eso. Ella siempre está tranquila cuando se encuentra encima de Thor, y él se ve menos miserable cuando la sostiene, así que, ¿cómo podría yo discutir eso?

El último par de días han sido más de lo mismo: silencio interminable, vacío desolado y expresiones de agonía. Al menos Thor ha conseguido dirigirme la palabra —solo para lo más esencial—, aunque el resto del equipo no ha corrido con esa misma suerte. Steve ha tratado de acercarse y hablar con él, pero no ha obtenido resultados alguno. Ni siquiera Victoria lo ha logrado, o Halley con su humor chispeante. Parece que su voto de silencio está más vigente que nunca.

Seguimos en el complejo y todos los días sale un grupo a hacer un recorrido de reconocimiento, para evaluar la situación de la tierra tras lo acaecido con Thanos y las gemas. Los resultados son más de lo que se espera: caos total, desesperación palpable y una suma incontable de luto es lo que más se extiende por los rincones del poblado planeta. También han empezado a recibir reportes del Reino de Wakanda, y Rocket,  la liebre que conoció Thor en su cruzada por Nidavellir, también se encuentra al frente de los estudios. Ahora mismo no se encuentra por aquí, pero eso no hace que los niveles de tensión se aminoren en el interior del Complejo de los Vengadores.

Todo el mundo está aguardando algo diferente, pero quién la está pasando peor con todo esto es Victoria. Más de una vez la he encontrado llorando desconsolada cuando cree que nadie la está viendo, pero yo lo he hecho, aunque eso ella no lo sepa. De manera devastadora se está haciendo a la idea de que, quizás, ni su hija mayor ni su hermana regresen. Nadie sabe dónde están, y dadas las condiciones en las que se encuentra el universo, las probabilidades de emprender una expedición de búsqueda son casi improbables.

Lo más plausible de todo esto son los hechos tangibles, las interminables listas de nombres de personas que se desvanecieron. Eso es con lo que hemos lidiado día tras día, sin parar. O al menos hasta que, en una salida de reconocimiento en esta misma ciudad, James Rhodes encontró un aparato que han estado analizando desde entonces.

—¿Qué tenemos? —pregunta Victoria, atravesando la sala con Grant adherido a su cadera y Edward tomando su mano izquierda.

Steve y Natasha tienen la vista fija sobre los monitores, mientras que los análisis del estado actual de Midgard aparecen en ellos.

—Los números del análisis global siguen subiendo a cada segundo —responde Halley, echándole un vistazo al mapa de la tierra. Efectivamente, los números rebasan los tres billones de desvanecidos. La rubia alza la cabeza—: ¿Alguien chequeó lo que les pedí?

Natasha asiente y con su mano izquierda mueve todos los hologramas que están extendidos frente a ellos. De pronto, el mapa de una región se extiende en el panorama.

—Estas son las estadísticas de Hiron. Rochelle Schwartz, la madre de Harper, y su esposo Hamilton Fairbrass se fueron. Atenodora Hirose también. La única persona con vida de la dinastía es Senna.

Trago saliva.

—¿No saben algo de Rachel? —inquiero yo, envalentonándome a participar en la conversación.

Steve vira la atención hacia mí con ojos atormentados.

—También se fue.

—Igual que Hannah y Dave —repone Halley, llevándose una mano al rostro—. Los abuelos de Harper y Beverly también desaparecieron.

El tintineo de los zapatos de Victoria resuena por toda la habitación cuando se acerca hacia los sillones para dejar a Grant y a Edward allí. Abre una puerta de cristal, que divide esta sala con la conexa, les enciende algo para que se entretengan y entonces regresa con nosotros a la habitación.

—Estuve al teléfono con Pepper y Happy hace un rato, van a recoger todas las cosas y las traerán a la casa grande.

—Esto es una pesadilla —deja salir Steve con voz mortecina, clavando los ojos de nuevo en el mapa de la tierra.

Natasha traga saliva sonoramente y murmura con la voz quebrada:

—He tenido mejores pesadillas...

Se escuchan unos pasos provenientes del otro lado, por lo que todos nos volvemos para ver de quién se trata. James Rhodes atraviesa el umbral de la puerta y señala a sus espaldas con el dedo.

—Oigan, esa cosa que encontramos dejó de hacer lo que sea que estaba haciendo —avisa.

Simultáneamente, nos movemos en dirección a la otra sala, en la que Bruce y Rhodes se encontraban monitoreando el avance y estabilidad del aparato que estaba emitiendo una señal a larga distancia. La primera en acercarse es Natasha, que se vuelve hacia Bruce al preguntar:

—¿Qué pasó?

—La señal que estaba enviando al fin se apagó —contesta el doctor.

Steve frunce el ceño.

—¿No modificamos la batería?

—Así es —concede Rhodes—. Todavía está conectado, pero no hay nada.

—Envía la señal otra vez.

Bruce niega.

—Ni siquiera sabemos qué es.

—Fury sí —asegura Natasha—. Por favor, hazlo. Avísame en cuanto tengas una señal, quiero saber qué hay del otro lado.

En ese momento, Victoria pasa la puerta con expresión mortificada, más de lo usual. Sus ojos van de Steve, a Natasha y después al aparato.

—¿Quién la llamó? —exige con voz dura.

Steve la mira sin comprender.

—¿Qué?

—Maldita sea —masculla Victoria entre dientes, y se lleva una mano a la cabeza con frustración, dando una zancada hacia adelante—. ¿Por qué nadie me dijo que esto era lo que habían encontrado? ¿¡Por qué nadie fue a mostrármelo!? Carajo, lo han tenido por días y nadie me dijo nada. Mierda. Maldita sea.

El exabrupto de Victoria nos toma a todos por sorpresa. La habíamos visto mortificada estos últimos días, pero ahora parece muy disgustada por la existencia de ese pequeño aparato que todos están usando para enviar una señal.

Entonces mis sentidos se disparan, y un latigazo colisiona con mi columna. Pronto yo también me estremezco, de la misma manera en la que lo está haciendo Victoria. Los vellos de mi piel se erizan y me encuentro aguzando el oído para escuchar algo en la vasta lejanía.

—Algo viene —murmuro, alzando la cabeza.

El rostro de Victoria queda sin emoción alguna cuando contesta:

—Sí.

Y allí solo basta un respingo. Cuando dos mujeres, una rubia y una castaña, aparecen en el interior de la sala, lo único que soy capaz de apreciar es la postura tensa que toma Victoria y la manera recelosa en la que mira a la del traje rojo, dorado y azul.

Esta misma del traje, la rubia, es la primera en hacerse notar cuando Natasha se gira dispuesta a salir de la habitación y acaba topándosela de frente.

—¿Dónde está Fury?


***
N/A: vamos a tener dos o tres capítulos antes de lanzarnos a Endgame 🥰

Also, es hora de darle la bienvenida a Carol y a mi hija Shannon Stryder, que hace su debut por primera vez aquí en Disturbia 🙌, ella es la protagonista de mi historia de Carol llamada Radioactive👀

Crysty y Thor necesitan mucho amor y apapachos🥺 ¿Alguien se los quiere dar?

Me pensé muchísimo esto de darle TEPT a Crystal, pero al final me pareció que es el camino correcto a seguir. Crystal no se siente bien, se exige más de lo que debería y todo eso acaba por pasarle factura, además de que ha lidiado con demasiado en un periodo de tiempo muy corto.

Así que, díganme, ¿qué les pareció ese aspecto?

Allí también les dejé una pequeña lista de mis personajes que desaparecieron, pues ya saben lo del MCU que se perdieron y algunas de mis OC fueron especificadas en el anterior😋

Este capítulo estuvo bastante down porque los ánimos no están para más, sin embargo espero que lo hayan disfrutado! Nos leemos muy pronto!


Thors virtuales para todas 💜



Ashly se despide xx




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