12 ━━━ Weird things happen.

━━━ ❛ RAGNAROK XII ❜ ━━━

⠀⠀⠀⠀⠀⠀Loki —aún vestido como Odín—, se ahoga con su bebida y yo me tropiezo con uno de los Einherjar tan pronto como la voz de Thor llega a nuestros oídos.

—Oh, mierda —masculla Loki, escupiendo tras su repentino ahogo. Más rápido de lo que soy capaz de detallar, traga saliva duramente y vuelve la cabeza hacia el frente al mismo tiempo que alza una mano en señal de saludo, tratando de parecer calmado—: ¡Mi hijo, Thor, ha regresado! Saludos, hijo mío.

Al concluir el saludo improvisado, el sitio se hunde en aplausos leves de nuevo.

Permanezco de pie con cara de susto a un lado de la silla de Odín, pero he quedado tan estupefacta por la presencia del rubio que no he sido capaz de sacarle los ojos de encima. En esencia, está igual a la última vez que lo vi, aunque su cabello está mucho más desordenado. Casi parece una maraña. No puedo evitar mirar el artilugio que tiene en su mano derecha, pues en la izquierda tiene el martillo, como es habitual.

Es ahí cuando sus ojos se posan en mí.

—Mi amada Crystal, preciosa, la que nunca me defrauda —alarga, arrastrando las palabras.

Eh, sí. Tanto Loki como yo estamos jodidos ahora.

—Ojalá me lleven las Nornas —mascullo de mala gana. Loki carraspea volviéndose a sentar, pero Thor parece tener algo más en mente. Se aproxima hacia nosotros mientras sus ojos recorren con recelo el escenario de enfrente, y veo con mucha claridad la manera en la que apretar el Mjolnir entre sus dedos.

—Es una obra interesante —comenta en un falso tono de serenidad—, ¿cómo se llama?

Dirijo la vista a Loki. Permanece sentado con las manos apretando la copa dorada y la vista fija en el rubio. Ni siquiera se altera al responder:

—"La Tragedia de Loki de Asgard". La gente quería conmemorarlo.

—Ah, tenían que hacerlo. Me gusta la estatua, se ve mejor que cuando vivía. No parece una rata, menos rastrero, menos embustero. Seguro Crystal te ayudó con eso, ella siempre lo favoreció por encima de sus delirios.

Oh, por Bor...

Odín hace una mueca, como tratando de decir que está de acuerdo con las afirmaciones de Thor, pero es inevitable que en sus rasgos no se perciba una evidente nota a las expresiones de Loki. Y allí están, haciendo acto de presencia en el rostro desgastado de Odín.

Y Thor se da cuenta de esto.

—¿Sabes lo que es esto? —cuestiona, alzando el artilugio amarrado por cadenas y sostenido únicamente por su mano.

Odín lo admira con el ojo entrecerrado.

—El cráneo de Surtur —alza las cejas—. ¡Es un arma formidable!

El rubio asiente antes de dirigirse a uno de los Einherjar para entregárselo.

—Hazme un favor y guárdalo en la bóveda, así evitamos que se convierta en un monstruo gigante y destruya el planeta.

Thor se mueve en mi dirección y empiezo a experimentar una extraña y nueva sensación en el interior de mi vientre. El malestar se disipa y es sustituido por una oleada de nerviosismo que está siendo acompañada por el pánico. No soy tonta, tampoco ciega, es más que evidente que ya se ha dado cuenta que la persona que está sentada sobre esos cojines no es su padre, sino su problemático y mentiroso hermano menor. Y por supuesto, también se ha dado cuenta que yo estoy enterada de lo que está pasando. Esto no va a terminar bien para ninguno de los tres, eso es un hecho.

Aparto la vista esforzándome por parecer serena cuando él se detiene frente a mí. Lo próximo que siento son los dedos de su mano acariciar mi mejilla y después sacarme el cabello del rostro, pasándolo detrás de mis hombros. Ni siquiera soy capaz de alzar los ojos para mirarle la cara.

—Así que no me vas a ver, ¿eh? —murmura con la voz tensa.

El sonido de su ronca voz provoca un cosquilleo en mi estómago, lo que me obliga a levantar la vista.

—Thor... —comienzo, pero me veo interrumpida por Odín.

—Entonces... volverás a Midgard, ¿no es así? —le pregunta a Thor.  Él trata de mantener una postura relajada, poniendo su mano sobre una de las columnas para recargarse. El rubio, por su lado, se aleja de mí no sin antes darme un vistazo desdeñoso y comienza a jugar con su martillo deliberadamente. Arriba, abajo, arriba, abajo. Amenazadoramente.

Resolla.

—No —repone sin mucha importancia—. He tenido un sueño recurrente. Cada noche veo a Asgard en ruinas.

Odín hace un ademán con las manos para restarle importancia.

—Es un sueño tonto, señal de una hiperactiva imaginación.

—Quizás. Pero entonces decidí salir e investigar, motivo por el que dejé a Crystal aquí, ¿acaso no te lo contó?

La mirada del aludido se posa en mí de inmediato y sólo soy capaz de atinar a mirar a otro lado con aires desentendidos. Le echo un súbito vistazo al cielo como si no supiera a qué se refiere.

A Odín se le escapa una risita histérica.

—Oh, seguramente se le olvidó.

—Seguramente —concede Thor—. ¿Quieres saber qué encontré? Los Nueve Reinos en completo caos, enemigos de Asgard planeando nuestra ruina, todo eso mientras tú, Odín, el protector de esos reinos, está aquí en su bata de baño comiendo uvas.

El anciano abre la boca con perplejidad.

—Bueno, creo que hay que respetar la libertad de nuestros vecinos.

—Sí, claro, la libertad de masacrarnos.

Finaliza su argumento con una vuelta al martillo. El arma pasa a una alarmante velocidad y cercanía de la cara de Odín, lo que ocasiona que las personas que aún están rodeándonos jadeen conmocionadas por el comportamiento del príncipe mayor hacia con su padre.

Odín traga saliva sonoramente al percatarse.

—Además he estado ocupado —se excusa.

Thor alza una ceja.

—Viendo obras de teatro.

—Con reuniones del consejo de seguridad, y...

—¿En serio me harás hacerlo? —Thor lo interrumpe.

—¿Hacer qué? —repite Odín, haciéndose el desentendido.

Es allí cuando viene lo feo. Thor ha perdido la paciencia, se nota con sólo mirarlo a la cara.

Estira el brazo derecho y me toma de la muñeca, dándome un leve empujón para hacerme a un lado. En un primer instante no soy capaz de entender qué está haciendo, pero cuando utiliza su mano izquierda para apretar el Mjolnir y lanzarlo hacía el vacío, más allá de los barandales, en medio los murmullos conmocionados y suspiros contenidos, entiendo lo que está a punto de suceder.

—Sabes que nada detendrá al Mjolnir para que regrese a mi mano —canturrea, posicionándose detrás del impostor y ajustando su mano justo en su cabeza—. Ni siquiera tu cara.

Loki ha comenzado a temblar, y los nervios se hacen presente en sus palabras en el próximo segundo que comienza a balbucear.

—Te has vuelto loco, ¡te ejecutarán por esto!

Una sonrisa se transparenta en la voz del rubio.

—Entonces nos vemos del otro lado, hermano.

Observo con preocupación como el Mjolnir está cada vez más cerca. Se aproxima velozmente al rostro del Odín falso y Thor no hace nada para detenerlo. Él no va a dejar que se estampe contra la cara de Loki, ¿o sí?Empiezo a preocuparme, así que el nombre de Thor empieza a salir de mis labios de forma ahogada y repetitivamente. Él me ignora y continúa esperando el regreso de su arma. Vuelvo a llamarlo, intentando que esta vez sí me escuche, pero el resultado es el mismo.

Estoy a punto de dar un salto hacia el frente para —muy inútilmente, por supuesto— tratar de detener el Mjolnir, pero Loki grita antes de que pueda hacerlo y Thor lo empuja antes de que ocurra lo esperado.

—¡Muy bien, me rindo!

Ya no es Odín. Loki ha dejado de aparentar y ahora se ha presentado justo como es. Los Asgardianos a nuestro alrededor han dejado escapar gritos ahogados, sorprendidos al ver al príncipe menor aparecer en un destello verdoso. Thor ha atrapado el martillo satisfactoriamente y yo he respirado de alivio, pero no por mucho tiempo.

Cuando el pelinegro gira sobre sus talones con los brazos abiertos y una sonrisita inocente, es cuando escucho un bramido que proviene del pecho del rubio y también la voz del hombre que estaba encargado del Bifrost en la ausencia de Heimdall, Skurge.

—¡Contemplen... —vocifera, tambaleándose entre los presentes y notoriamente agotado por una carrera improvisada—: Thor... hijo de Odín...

Loki chasquea los dedos y se vuelve de nuevo hacia el cansado aludido.

—Tenías un trabajo. ¡Sólo uno! —le recrimina, termina volviéndose hacia su hermano—. No podrías apartarte, ¿verdad? Todo estaba bien sin ti. Asgard estaba prosperando. Crystal era feliz. Todos estaban bien, pregúntales.

Y eso no debió decirlo.

Nuevamente el rubio me hace a un lado y empieza a andar rápidamente en dirección al engañoso, persiguiéndolo hasta que lo tumba sobre el sillón en el que estaba sentado antes.

—¿Dónde está Padre? ¿Lo mataste?

Loki comienza a balbucear.

—¡Tuviste tu independencia! —Thor presiona el martillo contra su pecho, y es lo único que hace falta para que Loki deje de actuar—. ¡Muy bien! Sé exactamente dónde está.

El rubio asiente y se vuelve hacia mí con expresión decidida. Definitivamente me va a arrastrar con él.


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La parada es Midgard.

Thor dice que esto se llama Nueva York, el mismo lugar que Loki invadió hace tiempo y dónde se había juntado por primera vez con sus peculiares compañeros de equipo humanos. Sin embargo, eso no es lo que realmente me importa en este instante. Tan pronto como aterrizo sobre mis pies en medio de un callejón con alcantarillas humeantes, me vuelvo a ver a ambos hermanos con ojos desorbitados por la indignación.

—¿Qué demonios se supone que hago yo aquí? —chillo, incrédula.

Thor se sacude la chaqueta y se encoge de hombros, mientras que Loki rueda los ojos con fastidio.

—También es tu desastre —replica el rubio—. ¿No estuviste encubriendo a Loki durante todo este tiempo? Te hace tan culpable como él.

—Además de que es un asunto familiar —agrega el aludido en tono socarrón. La sonrisa maquiavélica que se extiende en su rostro y la forma en la que sus ojos centellan me dice que está a punto de soltar algo que me enfadará—. Tú eres parte de esta disfuncional familia ahora que estás emb...

Antes de que termine la oración lo he hecho callar con un leve movimiento de mi dedo índice en la mano derecha.

La tapa de la humeante alcantarilla sale disparada hacia el cielo por la presión de agua que inconscientemente hago salir desde el fondo. Ni siquiera tengo que mover un músculo del cuerpo para sentir las corrientes de agua que se deslizan bajo nuestros pies en las profundidades de la tierra, misma que ahora han hallado el camino a través de la alcantarilla y han acabado echadas encima de Loki.

—¡Me acabas de echar un galón de agua encima, pelirroja histérica! —se queja. Abre los brazos y las gotas de agua empiezan a chorrear con precisión.

Thor suelta una profunda risotada.

—Ja, me encanta.

Le pongo mala cara a ambos.

—Caminen —mascullo entre dientes.

Los dos se me quedan mirando por un corto segundo antes de ladear la cabeza y comenzar a caminar delante de mí. Loki hace uso de su magia para secarse el traje negro después del chapuzón que acabo de darle, y Thor balancea el palo negro en el que ha convertido el Mjolnir. Estoy seguro de que lo he escuchado decirle «paraguas». ¿Paraguas? ¿O sea, que detiene el agua? Frunzo el ceño para mí misma. ¿Será posible que acaso pueda detener mis habilidades también? Es decir, soy la Diosa del Agua, y si eso detiene las aguas...

Me he hecho un lío mental. Será mejor que guarde la distancia con este extraño artilugio del que desconozco su poder. No quiero algún percance mientras estemos en Midgard.

Los hijos de Odín trazan el camino y yo mantengo la distancia con ambos, siguiéndolos por las calles de la concurrida Nueva York. Hay un montón de gente a nuestros alrededores, hay latas que se mueven y un montón de humo por todos lados. Es tan primitivo, tan distante, tan distinto a todo lo que hay en Asgard o en Oquaheim. Si la situación fuera otra, seguramente habría quedado más fascinada. Recordaba muy vagamente la vez que bajé por primera vez, con los guerreros y Sif en busca de Thor. Pero aquel sitio se asemejaba a un desierto, había mucho sol y la ausencia de agua era insoportable. Aquí, en esta llamada Nueva York, hay agua justo debajo de nuestros pies y alrededor de nosotros. Es como una pequeña isla habitada por irritantes criaturas.

Una calle más adelante ambos se detienen frente a un sitio que está siendo demolido.

—Te juro que lo dejé justo aquí —dice Loki, con los brazos cruzados sobre su pecho y los ojos fijos en la demolición.

Su hermano copia su postura y yo acabo en medio de ambos.

—¿Aquí en la acera o en el edificio demolido? —contesta de manera irónica—. Muy buen plan.

—¿Cómo iba a saberlo? No veo el futuro, no soy un brujo.

—¿No? Pero te vistes como uno.

—Hey.

—¿Ya terminaron? —resollo, echándole un vistazo a ambos—. ¡Concéntrate, Thor!

El rubio junta las cejas de manera frustrada y se enfurruña conmigo y con su hermano en ese momento. Aprieta mucho más los brazos contra su pecho cuando nos mira exhaustivamente.

—No puedo creer que estés vivo. Te vi morir, te guardé luto, lloré por ti —masculla—. Y tampoco que tú, Crystal, mi Crystal, lo hubieras sabido siempre y me lo hubieras ocultado. Te pusiste de su lado.

—Eso no... —comienzo, con voz apagada.

El pelinegro me interrumpe y lo escanea con la mirada despectivamente.

—Qué honor.

Yo guardo silencio. Es que, ¿qué se supone que debes contestar cuando sabes que tienen la razón? No puedo tener la actitud recelosa y apática de Loki, con Thor no puedo. Menos porque estoy segura de que más que enojado, está decepcionado de mí. Puedo decirlo por la manera en la que sus ojos azules me observan, por cómo deliberadamente trata de mantenerme la mirada pero yo acabo siendo cobarde y viendo a otro lado antes de que enfrentar el juicio de su rostro.

Siento una punzada en el estómago, y éste de pronto parece repleto de esquirlas de hielo.

De pronto nos vemos interrumpidos por un par de jóvenes chicas, que animadamente se acercan a Thor.

—Hola —lo saluda una con entusiasmo—, ¿podemos tomarnos una foto?

El rubio les sonríe.

—Claro —accede. El par de jovencitas se colocan frente a él y alzan un aparato de color negro al aire. Éste mismo refleja su imagen, como un espejo, y emite un sonido muy peculiar. Thor habla sin mirarnos—: Empiecen a pensar dónde está.

Loki los está mirando como quien mira la basura, así que ruedo los ojos. Así transcurren dos minutos más y luego se separan del rubio, le agradecen el gesto y antes de irse, una se vuelve a decirle algo con expresión lastimera.

—Es una lástima que Beverly te dejara por Tony Stark.

Thor abre la boca y acaba haciendo una mueca graciosa.

—Beverly no me dejó, siempre se quedó con Stark, y todo eso porque no la recordaba a ella —murmura y me señala, a lo que su hermano le da un par de palmadas en la espalda a modo de consuelo.

¿Pueden las Nornas llevarme de una vez? ¿Ya se han abierto las puertas del Hel para mí o aún estoy condenada a vivir estas abominables situaciones? Porque ya he dejado de saber qué es peor. Ya he dejado de saber qué hacer o qué decir. Y honestamente, el malestar que tengo en el cuerpo tampoco me la pone fácil.

Es entonces cuando siento como Thor me jala de nuevo, me empuja hacia él para alejarme de algo. Y esta vez tampoco soy capaz de verlo al principio, al menos no hasta que mis ojos se dirigen a Loki. Un refulgente círculo dorado se ha abierto bajo sus pies.

—¿Qué? ¿Qué estás haciendo? —inquiere Thor. Loki nos mira ambos y niega con la cabeza.

—Esta vez no soy yo.

Y entonces el círculo se lo traga.

Doy un respingo.

—¡Oh, por Odín! ¡Loki! —exclamo caminando hasta donde estaba él hace un segundo. No ha quedado nada de él. Alzo el cuello para mirar frenéticamente a nuestro alrededor, pero tampoco veo nada, así que acabo llamando al fortachón—. ¡Thor!

—¿Dónde está? —masculla en medio de un gruñido.

—No lo sé.

—Crystal, no lo repetiré de nuevo. ¿A dónde fue?

—Te digo que no lo sé —farfullé.

Entonces me toma por sorpresa cuando me grita. Sí, Thor me ha gritado.

—¡Ya fue suficiente con las mentiras, Crystal! ¡Dime dónde está!

Su grito invade mi mente como un tornado, tan extraño como desgarrador; extraño porque nunca antes, en todos nuestros años me había gritado, y desgarrador porque sé que es mi culpa. Ni siquiera puedo ponerme a pensar en por qué lo ha hecho, lo siento con muchísima seguridad en mi interior. Puedo sentir lo enfadado que está conmigo... seguramente más de lo que lo está con su hermano.

Se hace el silencio entre todo el ruido de los humanos.

—Te lo habías estado guardando para no explotar —musito. No se trata de una pregunta.

—Sí.

—No puedes echarme toda la culpa a mí y lo sabes —le recuerdo sin perder la calma.

—Nunca dije que te la estuviera achacando a ti nada más, pero no puedes hacerte la desentendida porque estás bastante enterada de que lo que tú hiciste fue peor.

Ladeo la cabeza.

—¿Peor que tu hermano supuestamente muerto haciéndose pasar por tu padre?

—Peor porque siempre he sabido que él me va a traicionar —masculla con amargura—. Pero no pensé que tú serías capaz de hacerme eso a mí.

Esta vez sí le sostengo la mirada, pero al hacerlo me arrepiento. Esos ojos no necesitan traducción, los siento encima de mí con una intensidad inverosímil; reparo en el dolor de estómago que me han dejado y noto el repentino vacío que me han calado sus palabras.

Lo veo botar el aire por la boca.

—¿Sin respuesta?

—¿Hay algo que pueda decir que te haga cambiar de parecer? —es allí cuando noto la súbita fragilidad de mi voz, y me aterro ante ello—. Tienes razón, Thor. Te hice daño, te traicioné. Pero no lo hice de la manera en la que tú estás pensando.

Thor se aleja un paso.

—Así no lo veo yo.

Miro al vacío, sin ver nada.

No soy consciente de lo que está haciendo, pero sin siquiera volverme percibo que se ha agachado hacia el suelo. Un segundo más tarde me toca el brazo con cuidado y me muestra un trozo de papel.

—Vamos —me indica en voz baja.

Una vez más lo dejo caminar adelante, aunque en esta ocasión la distancia que mantengo se torna mucho más dolorosa.

No sé qué tengo que hacer, lo único que tengo claro es que lo he lastimado. Y que él no se lo merece, entre todas las personas él es quien menos se lo merece. Es el nudo que se acaba de formar en mi garganta el único capaz de reflejar el esfuerzo con el que intento contener las lágrimas. Oh, yo quiero llorar. Yo, justamente yo quiero hacerlo. Pero cómo se supone que finja algún tipo de sorpresa ante este resultado cuando lo vi venir desde hace mucho tiempo. Lo vi venir desde el primer momento en el que Loki me dijo que se estaba haciendo pasar por Odín, desde el momento en el que conscientemente accedí a guardar su secreto. Desde que en todas esas veces que estuve con Thor, sabiendo la verdad, lo miré a los ojos y le dije que no tenía idea de qué estaba sucediendo en Asgard o cuál podría ser la raíz de sus pesadillas.

Este es el resultado de mis propias acciones, y no debo sorprenderme. Pero el hecho de que no cause ninguna sorpresa no lo hace menos doloroso, especialmente por lo horrorizada que estoy conmigo misma. Y tal vez exista la tenue posibilidad de que Thor me perdone por lo que he hecho, pero incluso así no será lo mismo. He traicionado su confianza y ese es un vacío que jamás se podrá llenar, ni con todo el amor del mundo. Y estoy muy consciente de eso.

Lo que me lastima más es la presencia de Loki en todo este absurda situación. Podría ser un rastrero y un engañoso de primera... pero aún así seguía siendo la única persona que estuvo conmigo en los momentos más horripilantes de mi existencia, y que incluso en la distancia y en medio de su locura me ayudó cada vez que lo necesité.

Soy egoísta porque solamente quiero encontrar un punto medio entre ambos, porque sé que Loki ha hecho un montón de cosas malas pero aún así lo quiero a salvo. Aún así fui capaz de pasar por encima de Thor para no delatarlo. Porque aunado a todo eso... lo adoro como a un hermano.

Me enjuago las pequeñas lágrimas que se han anegado en las orillas de mis ojos, y mis dedos están tan fríos como los de un cadáver.

Thor me toma de la muñeca cuando estamos atravesando una calle. Al parecer me he quedado a la deriva y casi soy arrollada por algo que no he sido capaz de ver. Le agredezco en voz bajita y él asiente sin mirarme. Entonces lo veo dar zancadas en la acera hasta una enorme puerta de color verde, toca dos veces y ésta se abre.

Una muchacha de piel tostada, cabello castaño por los hombros y grandes ojos marrones nos sonríe amablemente.

—Los estábamos esperando —dice, y su voz me llama mucho la atención, porque es como la voz risueña de una niña carcajeante. Ella parece darse cuenta de que no la conocemos, porque es ahí cuando su sonrisa se ensancha y estira su delicada mano derecha con los dedos llenos de anillos y uñas del color de la sangre—: Lo siento, hola. Soy Harper.




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