10 ━━━ A universe from nothing.
━━━ ❛ FIMBULVETR X ❜ ━━━
⠀⠀⠀⠀⠀⠀—¿Es mi hijo o no? —pregunta Thor por vigésima vez.
—Ya te dije que no.
Me aguanto la risotada cuando veo a la hija menor de Althea darle un puñetazo a la mesa de su madre con furia. La pelinegra gruñe enfadada y aprieta el orillo de la gran mesa blanca.
—Zafiro, me gusta mucho mi mesa —comenta su madre, viendo como la muchacha acababa de hacerle un hueco al apretarla con demasiada fuerza.
La aludida resopla.
Esa mañana nos habíamos levantado con la inesperada visita de las dos hijas de Althea. Y vaya que no se parecían ni un poquito. Mientras que Victoria es alta y de cabello marrón, Beverly es más bajita y con el cabello tan oscuro como boca de lobo. Victoria tiene los ojos del color de una avellana, pero su hermana los tiene azul eléctrico. Ambas aparecieron de la nada y con un humor terrible, pues su madre las había succionado sin su consentimiento... y llegaron en ropa de dormir midgardiana.
Entablaron una larga y tendida conversación con su madre mucho rato, y después se nos unieron al té en los jardines. Ahora mismo llevaban varios minutos molestando a la hija menor de Althea acerca de la verdadera descendencia de su hijo. Resulta que ella es la doncella que había roto el corazón de Thor.
—Edward Thorson —canturrea el rubio con afán de molestar.
Beverly le lanza una de las frutas que hay sobre la mesa, pero él la ataja en el aire.
—Edward Tonyson y ya déjame en paz, maldita sea.
—¿Cómo estás tan segura de que no es hijo de Thor? —inquiere Althea, metiéndose una uva a la boca—. Existe la posibilidad.
Me río ante la expresión dibujada en el rostro de la aludida. Pobre. Tanto su madre como su hermana han tomado partido con Thor para molestarla, y seguro que la están haciendo enfadar. La pelinegra ha jurado tres veces por su vida que no es hijo de Thor, así que me quita el peso de los hombros. Lo que sea que se haya suscitado entre ellos pasó antes de que él pudiera recordarme, e igualmente en ese momento no estábamos juntos para nada. No tengo por qué molestarme por eso.
Ellos parecen bastante entretenidos en su conversación, pero yo no puedo evitar estar pensativa sobre otra cosa.
Las últimas semanas han pasado volando, pero se han mantenido en calma en Olympia y con todo lo demás. Momentáneamente estamos respirando aires de paz, así que me siento tranquila dentro de los parámetros regulares. Dudo que haya algo que me haga molestar ahora mismo, porque me siento en paz con todo. Con Layland aprisionada, estando lejos de Oquaheim, las cosas van bien con Thor, y nada me ha perturbado hasta ahora. Ojalá que la buena racha no se vaya al diablo, porque con esa suerte que me gasto yo nunca se sabe. Aunque aún hay algo que me tiene los nervios de punta y es la situación de Loki en Asgard, lo que está haciendo para ser más específica. Desde que estoy con Thor en Olympia no lo he visto, y dudo que lo haga mientras esté aquí. Loki no sería tan tonto para atreverse a venir a un lugar donde lo pueden descubrir, y esa es una desventaja para mí que quiero hablar con él.
Se me escapa un suspiro medio triste ante el rumbo que han tomado mis pensamientos.
—Thor, madre, van a incomodar a Crystal —interviene Victoria con su voz dulce y serena, lanzándome una sonrisa avergonzada. Las personalidades de las hermanas también son totalmente opuestas. La mayor es tranquila y preocupada, pero la menor es enfurruñada y despreocupada.
Le devuelvo la sonrisa de forma tranquilizadora.
—No te preocupes, querida —me encojo de hombros—. Esto no me incomoda para nada. ¿El pequeño Edward se parece a Thor?
La castaña se ríe.
—Tienen los mismos ojos.
—Son mis ojos —farfulla Beverly.
—Es mi hijo —repone Thor, mirándola con una sonrisa.
Ella pone su cara contra la mesa y hace un sonido de dolor.
—Lo único que diré —alarga Thor, estirándose sobre la mesa para tomar un racimo de uvas—, es que ya estabas embarazada cuando me fui de Midgard y tú sabes que...
—Cierra el pico, rubio —masculla entre dientes la aludida. Toma aire y se dirige a su madre con expresión sombría—: Quiero que me envíes a casa ahora mismo, Althea. Me gustaría estar con mi hijo cuando despierte.
La diosa rubia sacude la cabeza.
—Tan amable, cariño —se pone de pie—. Vamos, ya está por amanecer en Midgard.
Observo al par de hermanas ponerse de pie listas para seguir a su madre, pero antes de partir ambas se acercan a despedirse de mí. La primera en inclinarse hacia mí es Victoria, que me da un corto abrazo con dulzura.
—Fue un placer conocerte, Crystal —me dice con voz suave—. Cuando quieras ir a Midgard estaremos encantados recibirte.
—Somos buenas dando tours, échate un viaje pronto —añade su hermana, con una sonrisa más tranquila y amena.
Asiento sonriente.
—Gracias, a ambas. Me ha encantado conocerlas.
—Adiós, rubio —continúa la castaña en dirección a Thor,, ques sonríe inocente y mueve la mano a modo de despedida.
—Adiós, hermana. Adiós, lady Beverly.
Victoria le sonríe... pero Beverly le muestra el dedo de en medio sin girarse a verlo. Inevitablemente él se echa a reír. Las sigo con la mirada hasta que desaparecen en el sendero, así que centro mi atención en Thor, que me mira sin dejar de sonreír.
—¿Tengo algo en el rostro? —alzo una ceja.
—Estás hermosa.
Niego con la cabeza y me le quedo mirando.
La visita ha servido para distraerme, pero no puedo sacarme de la cabeza el tema de Loki. Rebullendo sobre mi tranquilidad hay una incertidumbre tremenda que grita su nombre por todos lados, y no consigo idear una manera de aplacarla. Thor parece bastante tranquilo en los últimos días, aunque estoy segura de que es sólo cuestión de tiempo para que le piquen los pies por querer irse de aquí. En algún momento querrá volver a Asgard... y temo por Loki cuando llegue ese momento.
Ojalá pudiera ser más ajena al tema, pero no puedo.
—¿Estás bien? —pregunta Thor, lanzándome una mirada confundida. Yo sacudo la mano para restarle importancia.
—Sí, sí, no te preocupes —le sonrío—. ¿Quieres ir hacer algo hoy en particular?
Thor me mira no muy convencido, pero al ver la experiencia de mi rostro decide no insistir. En su lugar, se pone de pie y camina hasta tomar mi mano.
—Veamos qué se nos ocurre.
👩🏻🦰 👩🏻🦰 👩🏻🦰
Si le pongo la almohada encima del rostro a Thor... ¿será que muere asfixiado? ¿O su sueño será tan profundo e imperturbable como para no notar lo que tiene sobre la cara?
Considero eso fríamente durante un rato.
No me ha dejado dormir ni un poquito con sus tremendos ronquidos, sin contar que lleva bastante rato balbuceando cosas ininteligibles. Esta noche en particular está muy inquieto y pesado. Thor es de tener el sueño extraño, pero hoy ha cruzado la raya totalmente. Seguro que en algún momento me lanza un manotazo, y no quiero quedarme a ver si sucede o no, así que salgo de la cama mientras bostezo. Sólo consigo caminar dos pasos cuando lo escucho quejarse.
—¿A dónde vas? —grazna, con la voz pastosa a causa del sueño. Ruedo los ojos. ¿De verdad? Se levantó así porque me moví, de saber que esa era la respuesta para los ronquidos me hubiera movido hace rato.
Giro sobre mí misma y vuelvo a subirme en la cama. Tan pronto como toco las sábanas, Thor, con los ojos cerrados y tanteando a ciegas, estira los brazos y me atrapa en el aire, apegándome a su torso desnudo y envolviéndome entre el par de rocas que tiene por brazos.
—¿Por qué te levantaste? —balbucea con sueño tras soltar un bostezo enorme—. ¿Qué hora es?
—Estamos a mitad de la noche, cariño. Has tenido el sueño pesado, por eso me levanté. Preferí hacer eso a ahogarte con la almohada.
—Si me hubieras ahogado no lo habría notado... pero si te mueves es obvio que lo notaré.
Sus dedos comienzan a recorrer suavemente el contorno de mi columna, deslizándose arriba y abajo por encima de la tela de la ropa. Mantengo los ojos cerrados y cierro aún más los brazos entorno a su cuello, apretándome para acercarme más a él.
—¿Hay algo que te esté perturbando? —le pregunto, en voz bajita. Paso los dedos por la parte trasera de su cuello, apenas rozando su piel.
—He estado soñando con Asgard en ruinas, consumida por el fuego —contesta en un murmuro. El sonido de su voz ronca y profunda contra mi oído me hace temblar, me estremezco y se me acelera el corazón en respuesta—. Quiero salir a investigar... Antes de llegar a Oquaheim y encontrarte, había pasado por unos cuantos reinos reuniendo información acerca de las gemas, y me di cuenta de que varios enemigos de Asgard se están alzando... No sé qué está pasando. Incluso a Althea le llegó una amenaza de muerte firmada por Odín.
Maldito seas, Loki.
Una punzada de culpabilidad se escurre por mi pecho, porque yo sé muy bien qué está pasando. Pero mi atención se divide en dos. Por un lado estoy segura de que tengo que decirle que Loki se está haciendo pasar por Odín y que el verdadero está en Midgard. Ahora, por el otro está Loki, que seguro está siendo un desgraciado. La pregunta se mantiene:
¿Le digo o no le digo?
—¿Por eso estás tan inquieto esta noche? —termino diciendo, haciendo caso omiso a mi repentino monólogo interno. Inevitablemente suelto el aire por la boca con frustración.
—Sí —repone al dejar un beso sobre mi frente—. Tengo que ir a investigar. Saldré en la mañana.
Al principio no lo noto, pero conforme avanzan los segundos sus palabras me suenan más claras. Me lo pienso por un momento entero, pero me doy cuenta que no lo escuché mal.
—¿Tienes? —repito, haciendo énfasis en el singular de su oración.
En consecuencia a mi pregunta enfática, lo siento tensar los músculos sobre mí. No me muevo para verle la cara, pero estoy segura de que ha abierto los ojos y ya ha terminado de despertarse por completo.
Abro los ojos yo también, y me encuentro mirando un punto fijo en la pared. Al final, a Thor se le escapa un suspiro desganado.
—Voy a ir... sólo.
Esta vez me deshago de su agarre alrededor de mí y me enderezo para encararlo. Efectivamente se ha despertado bien. El pelo rubio está desordenado, fuera de la trenza que lo sostiene; su barba también ha crecido un poco en las últimas semanas, ya incluso ha adoptado un color más oscuro al habitual. Como todas las noches, tiene el torso desnudo y la nota de sueño en sus facciones. Pero ahora mismo me está mirando a la espera de una respuesta.
Me acomodo el cabello detrás de los hombros.
—¿Vas a ir sólo? —vuelvo a repetir. Ya parezco tonta repitiendo todo lo que dice.
—Crystal, mi amor —comienza. Busca mi mano sin dejar de mirarme y entrelaza nuestros dedos, con un tono de agobio en sus palabras—. Voy a recorrer sitios terribles en orden de descubrir que está pasando. Iré con los enemigos de Asgard, será mucho tiempo fuera. No quiero que pases incomodidades, tampoco estoy dispuesto a ponerte en riesgo.
Aspiro hondo.
—Yo puedo ayudarte. Mucho. Soy tan fuerte como tú, lo sabes; y recuperé mi tiara, no soy débil.
—No dije que fueras débil —comentó en tono serio.
—¿Entonces por qué no quieres que te ayude? —alzo una ceja.
Thor sacude la cabeza y se endereza más en la cama, al punto de quedar sentado frente a mí.
—No voy a ponerte en riesgo, no es algo que esté dispuesto a siquiera considerar —me dice con obviedad—. Apenas te recuperé... no quiero perderte de nuevo.
—¡No me vas a perder! —repongo en un murmuro bastante abrupto—: Thor, estás siendo paranoico. Si lo que te preocupa es entrar en una pelea y no poder cuidarme no debes hacerlo; yo sé cuidarme sola y...
Me pone un dedo en los labios para que dejara de hablar. Luego, me sujeta el rostro entre sus manos y lo observa atentamente durante un buen y largo minuto.
—No vas a ir conmigo —dice al final.
Le saco las manos de mi rostro y se me sale un resoplido tremendo.
—Bien, pero me regreso a Asgard.
—¿A Asgard? —repite, con la voz una octava más alta a causa de la sorpresa—. Me quedaría más tranquilo si te quedaras aquí en Olympia.
Entrecierro los ojos al cruzar los brazos.
—Y yo me sentiría más tranquila si volviera a Asgard. Mi hogar. No le he dado una despedida apropiada a mi madre, no hay mejor lugar para hacerlo que mi hogar. También están sus pertenencias, sus propiedades.
—Lo haces para llevarme la contraria, Crystal.
—Lo hago porque es lo que quiero hacer. Si no quieres aceptar mi ayuda en tu cruzada es tu problema, pero no pienso quedarme aquí cuando me sentiría mejor en otro sitio.
Thor suelta un suspiro, cierra los ojos y se pasa una mano por el rostro con exasperación. Se queda quieto y sin decir nada durante un buen rato, así que yo fijo la mirada en mis manos. Luego, se inclina hacia mí, me toma de la cintura y me coloca sobre su pecho.
—Crystal —me llama en un murmuro, metiendo su mano por debajo de la tela del camisón. Comienza a acariciar con lentitud—, no quiero que pienses que hago esto porque te creo débil o no valore lo fuerte que eres y lo que puedes hacer. Por favor, entiende que no me puedo permitir ponerte en ninguna clase de riesgo.
—Thor...
—No, por favor escúchame antes.
Su rostro está tan pegado al mío que apenas y soy capaz de aguantar las ganas que tengo de besarlo. Pero este no es el momento indicado, pues estamos teniendo una conversación bastante seria, así que me contengo.
Asiento, dándole a entender que puede continuar.
—Quiero hacer las cosas bien, Crystal. Quiero hacer las cosas bien contigo, y parte de eso es protegerte y cuidarte de cualquier cosa que pueda perturbarte. Han pasado años, muchos años, y junto con ellos nosotros hemos pasado por cosas que nos han separado, que nos han hecho daño. Yo metí la pata contigo la última vez que te vi, cuando me desterraron a la tierra; no quiero hacer eso de nuevo. Tú has pasado por tanto, cargaste con un problema y una responsabilidad que no te correspondía... Yo sólo quiero que tú estés bien. A salvo. En paz, por una vez.
—Me siento en paz, bien y a salvo contigo —bisbiseo contra su barbilla. Él me sonríe sin mostrar los dientes y sus caricias en mi piel se vuelven más rápidas.
—No creo para nada que seas débil, lo sabes, ¿verdad? —yo asiento—. Sé que eres fuerte. Sé que puedes con todo, lo has demostrado hasta el cansancio. Pero, por favor, hazme caso en esto. Espera por mí, que voy a regresar. Espérame a salvo, con una sonrisa y dime que me extrañaste. Tú ya has luchado lo suficiente, especialmente por Asgard. Sólo iré, buscaré información y te encontraré en casa.
Mis ojos se cierran mientras dejo caer mi cabeza contra su pecho, justo al mismo tiempo lo siento abrazarme.
No quiero dejar que me gane el sentimentalismo, porque no tiene caso. Pero lo cierto es que la perspectiva de alejarme de Thor me pone un poco triste. Cuando te separas de alguien siempre está la posibilidad de no volverle a ver; como cuando vi a mi madre por última vez, cuando me fui de Asgard... la primera vez que me alejé de él. No quiero ponerme quisquillosa ni mucho menos, así que hago un esfuerzo por tragarme el nudo que se ha formado en mi garganta. Insuflo mis pulmones con mucho aire, y me abrazo más a su cuerpo.
—Te voy a esperar —le recuerdo.
—Lo sé... y yo voy a estar ansiando regresar a tu lado —deja un beso sobre mi pelo—. Porque cuando regrese, haremos las cosas bien. Nos casaremos.
Alzo la cabeza con brusquedad.
—¿Qué? —jadeo—. ¡No!
Thor se echa a reír con ganas y me da una vuelta, dejándome con la espalda pegada al colchón y él encima de mí. Lo miro bastante enfurruñada.
—¿Por qué? —susurra en el hueco de mi garganta, dejando un camino de besos en el lugar. Una sonrisa se transparenta en su voz, así que yo trato de imprimir un poco de resolución a mi tono cuando responda.
—Estoy en contra del matrimonio.
Pero si me sigue besando así seguro que termino casándome luego, discuto en mi interior. No, no, no. Sacudo la cabeza, pero su boca se desliza hasta mi mentón y luego hasta mis labios, donde comienza a besarme con ganas.
—¡Eh, eh, eh! No, no juegues, sabes que estoy en contra —lo empujo por el rostro, a lo que él se echa a reír.
—¿Ni siquiera estás dispuesta a considerarlo?
—No.
Esta ve Thor se deja caer sobre mi pecho sin dejar de reír. Medio segundo después me sonríe con cierta nostalgia.
—Me quiero casar contigo... pero sé que le tienes odio a la idea del matrimonio ahora mismo. Estoy dispuesto a esperar.
Le devuelvo la sonrisa y le acaricio el rostro.
—Yo esperaré a que regreses de tu viaje.
—Estás enfurruñada porque no irás —me acusa.
Yo ruedo los ojos, pero me encojo de hombros.
—Sí, lo estoy, pero ya hemos dicho qué haremos —suspiro—. Ahora lo que me estás diciendo de la sentencia a muerte...
—Matrimonio, Crystal.
—Eso. Serás el primero en saber si cambio de idea —le prometo.
Pestañeo con aires inocentes y Thor se ríe al ver la expresión dibujada en mi rostro. Me jala de los brazos, y termino sentada a horcajadas sobre su regazo, al tiempo que el saca el pelo de mi rostro y deposita un beso sobre mis labios.
—Tú sabes que Althea me quiere como a un hijo, ¿verdad? —me pregunta, con un brillo particular en sus ojos. Yo asiento en respuesta, así que él continúa—: ¿Qué te parece si le damos el tercer nieto?
Juro que me he ahogado con mi propia saliva, porque he empezado a toser como loca y tengo que darme una palmada en el pecho. Cuando al fin consigo aplacar el exceso de tos, se me escapa una risa muy histérica.
Thor frunce el ceño.
—Eh, no, no —niego con la cabeza.
—Ya tenemos mil quinientos años, ¿quieres esperar más?
Abro los ojos y muevo la cabeza de forma exagerada.
—Sí, mil quinientos más.
El rubio me pone muy mala cara.
—Ay, por favor —refunfuño—. ¿De dónde te ha salido la vena parental? Porque si es por lo de esta mañana, puedes intentar adoptar el hijo de Beverly o a la hija de Victoria y...
—No —me pone mala cara—. Victoria y Bevs parecen muy felices con sus crías, con Rogers y Stark. Se ve bonito, ¿no te parece?
Hago un mohín con mis labios y exhalo un suspiro prolongado. Acuno su rostro con mis manos.
—No es momento de eso, ve nada más si tú ahora te vas a recorrer los Nueve Mundos en busca de información, no sabes cuándo regresarás —le recuerdo, alzando una ceja—. Las cosas llevan su tiempo. Sé paciente.
Thor toma aire y besa mi mejilla.
—Tendremos todas estas conversaciones cuando regrese —decide, con una sonrisa—: Mientras tanto, déjame abrazarte esta noche. Te prometo que volveré pronto.
—Te estaré esperando —le sonrío.
Presiona sus labios contra los míos nuevamente y cierro los ojos. Ahora que la tormenta ha pasado, sólo nos queda esperar... especialmente esperar que todo se dé bien, y que no venga nadie más a arruinarlo todo.
—¿Ya elegimos, verdad? —pregunto en medio del beso. Él asiente.
—Espera por mí en Asgard, porque regresaré, y haremos muchas cosas.
Me echo a reír fuertemente.
—¿Me das una idea?
—Te doy un ejemplo —me besa de nuevo.
Siento sus manos bajar a mis caderas y me río de nuevo...
... Seguro que las cosas irán bien.
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