007

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LOS BRAZOS DE MAMÁ
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         Los enfrentamientos con la gente del cielo habían obligado a Moari a tener dos vidas. Por una se mostraba la forma más salvaje en que un na'vi se puede comportar, aunque mucho más sedienta de sangre de la que un na'vi jamás puede mostrar. Por otra, estaba una na'vi, adolescente, viviendo una guerra con las personas a las que ama, obligándola a crecer más rápido de lo que debería de madurar.

        —¡Mas les vale estar atentos, idiotas!—exclamó Moari sobre Ecko hacia los hermanos Sully.

        Los tres se encargaban de vigilar sobre los aires. Visualizando a su gente saquear las armas que le pertenecían a la gente del cielo. De vez en cuando ellos hacían algo más que vigilar, lo que en cierta manera frustraba a Lo'ak, quien quería más acción.

          Lo que la familia Sully ni Spider sabían, era que Moari tomaba los cuerpos semi-moribundos de los humanos para llevarlos a rastras hacia su muerte final.

          Dentro del gran bosque de Pandora, había una manada repleta de Nantang que confiaba en ella por ser na'vi y se devoraban a los humanos como cena del atardecer.

          Había descubierto que no era complaciente quitarles la mascara de aire a los humanos y arrojarlos a sus amigos hexápodos (seis patas), pues estos morían de forma rápida.

          Y lo que ella más quería es que sufrieran lo que Eywa había sufrido.

         Sin que Jake se enterase había estado robando municiones para el arma metálica que había escondido para ella misma en unos de los saqueos.

         Eywa, al ver que el ex-militar no le quería tomar a Moari como su pupila y enseñarle todos sus conocimientos que tenía sobre armas, dio acceso a los recuerdos de Jake Sully como último recurso.

         Un disparo. Dos disparos. Y la humana frente a ella cayó al suelo con las rodillas destrozadas para luego ser devorada por los Nantang.

         —He mejorado mucho, ¿no crees, Ecko?—preguntó a la bestia alada que siempre la acompañaba. Como respuesta, el Ikran soltó un pequeño rugido.

           El bosque de Pandora era salvaje hasta para un na'vi que debía tener cuidado cuando el sol se escondiese y el eclipse saliera a flote. Pero Eywa había movido sus hilos para que ninguna criatura indefensa o mortal le hiciese daño.

            Era como si los animales a su alrededor supieran que Eywa le había escogido como su guerrera y cuidadora de ellos.

           Los Nantang se acercaron hacia ella y restregaron sus cabezas en sus piernas, agradeciéndole por la cena, a pesar de que la carne de los humanos no fuera la mejor delicia que los animales terrestres hubieran probado.

           Antes de que el sol se ocultase, se subió a Ecko y voló hacia una de las islas flotantes donde se había refugiado su clan. Allí la recibieron Tuk y Kiri como siempre lo hacían.

         —La abuela está furiosa—le dijo Kiri ni bien se desvinculó de Ecko y el animal se echó a volar con sus demás amigos.

         —He llegado antes de que se esconda el sol—respondió extrañada.

         —Si... bueno... igual está furiosa.

         —¿Y se puede saber por qué?

         —Hoy han muerto tres jóvenes—respondió Tuk antes que su hermana.

         Moari suspiró antes de acuchillarse para estar a la altura de la menor.

         —Debes de dejar de espiar a las personas, Tuk. No es bueno para una niña buena como tú.

        La menor se encogió en su lugar mientras tambaleaba sus pies de adelante para atrás.

         —Lo siento—fue lo único que dijo antes de sonreír e irse corriendo para unirse a un grupo de niños que iba pasando por ahí.

         Cuando entró a la pequeña cabaña que compartía con Mo'at, le esperó una regañada de pies a cabeza por la Tsahik.

         —Estoy bien, abuela—trató de tranquilizarla sosteniéndole los brazos para que la mujer ya no siguiera buscando heridas en su cuerpo—. No me pasó nada. Sigo completamente enterita.

         —Te prohíbo que vuelvas a ir al bosque—ordenó Mo'at con preocupación en sus ojos—. Yo no... yo no pude salvar a esos chicos. No puedo perderte a ti, Moari.

         —No lo harás, abuela. Seguiré viva hasta que Eywa decida que vuelva a ella.

         —No lo entiendes, Moari—los ojos de Tsahik se nublaron por las lágrimas—. Estamos en guerra y no quiero volver a perder a una hija mía.

         El corazón de la adolescente se le encogió al escuchar esas palabras. Bien era sabido que la primogénita de Mo'at había muerto tras una emboscada de la gente del cielo.

         Moari atrajo el cuerpo de su abuela a ella para poder abrazarla. Fue donde se dio cuenta que la diferencia de altura era mínima. ¿Tanto tiempo había pasado bajo el cuidado de esa mujer? Aún recordaba cuando de niña corría hacia las piernas de Mo'at por los raspones que se hacía en sus rodillas.

       —Soy una guerrera, abuela—se permitió apoyar su cabeza en el pecho de la mujer mayor—. No habría mayor honor que morir siendo una.

        El sollozo que escapó de los labios de Mo'at lastimó a Moari. A pesar de eso, no podía mentirle a la mujer que la había criado como suya. Era guerrera de Eywa, y como guerrera, era muy posible que muriera en batalla.

         Moari había aceptado eso desde hace mucho tiempo. Morir por Eywa y por su pueblo le parecía un acto de grandísima virtud a quienes amaba. Pero ahora mirando a Mo'at en vuelta el lágrimas, se cuestionó de aquella virtud.

         Moriría como guerrera, pero dejaría un vacío como hija.

         —Pero prometo no hacer nada tonto, a menos de que la situación lo requiera.

         —Oh, mi niña.

           Se dejó abrazar por Mo'at. Y no le importó que la meciera de un lado hacia el otro como una bebé. Después de todo se lo debía.

           Las lágrimas bajaron por las mejillas azuladas de Moari, conmovida por el llanto que hacia su abuela. Ahora teniendo tanto temor de lastimar a aquella mujer que le dio todo el cariño y amor que le pudo haber dado una madre.

         —¿Te acuerdas cuando de niña venía llorando a casa?

         —Cómo olvidarlo—la suave risa escapo de los labios de Mo'at—. Venías a mí después de estar horas tras el árbol de almas, lloriqueando por la falta de tus padres.

         —Siempre fuiste mi lugar seguro, abuela.

         —Y estoy agradecida con que me hayas escogido, mi niña.

         Solo dos personas estarían de acuerdo con que los brazos de Mo'at deberían ser eternos para que Moari y Neytiri pudieran a volver a ser tan solo unas niñas sin obligaciones en sus hombros.

        Donde el corazón late rápido, donde te quedas sin aliento por la emoción que sientes, donde el tiempo se detiene y ya no tienes edad.

         Ese lugar para Moari estaba en los brazos de Mo'at; donde su corazón no envejecía, mientras que su mente nunca dejaba de soñar con un destino donde aquella situación fuera para siempre.

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¡Annyeonghaseyo!
❝안녕하세요❞
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Me duele que Moari a sus 17 años cargue con tremenda ira. Sé que yo la creé pero igual duele

Por otro lado, el modo en que Mo'at se preocupa tanto por Moari me llena en corazón

Y como Moari la ve como una figura materna...♡ es simplemente hermoso

Y lo doloroso que fue para Mo'at dejar ir a Neytiri y a su familia lejos de clan 🥺

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Este capítulo está dedicado a irupedelila

Gracias por comentar y votar en mi historia, linda ♡

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