Capítulo 4.

Las ideologías nos separan. Los sueños y la angustia nos unen.
—Eugene Ionesco.

—¿Le cortaron el pene realmente? ¿Con todo y las bolas? —Rin silbó, parecía genuinamente impresionado. —Creí que exageraban en las noticias.

Isagi parpadea. Literalmente sí, eso fue lo que le ocurrió a la segunda víctima, pero supone que suena mucho más impresionante dicho de una forma tan burda. Se inclina un poco hacia adelante, viendo detalladamente las reacciones del menor ante las imágenes de la escena del crimen, nada que muestre el cuerpo de la víctima, pero tal y como Bachira dijo, muchos detalles fueron dados a la luz por la prensa. No le sorprende que Rin sepa que eso le pasó a Jiro, aunque le genera algo de ruido el no ver una mueca o alguna reacción negativa ante las fotografías.

—¿Te sorprende?

—¿A usted no? —pregunta en cambio, sin contestar. —¿Acaso usted está acostumbrado a ver gente que le arrancaron las...?

—No, y no es necesario que lo repitas.

—Aw. ¿Le molesta que lo diga? Repítame, ¿Cuál es el término correcto?

—Emasculación. La víctima fue emasculada.

—De acuerdo. Puedo hablar con términos técnicos, si me los dice de antemano. Me encanta aprender.

Isagi entre cierra los ojos. Itoshi tiene una media sonrisa de labios cerrados, mira las fotografías con un brillo extraño en los ojos como si estuviera interesado en todos los detalles

—Por lo general, las personas no se ven tan emocionadas al ver una escena del crimen. —comenta Yoichi, apoyando la barbilla en su mano.

—Oh, no me mal entienda, no estoy emocionado, pero dijimos que seríamos honestos ¿No? Pues bien, soy un gran admirador del terror y también muy poco empático. —responde Rin como si realmente no fuera la gran cosa. —Me parece impresionante ver una escena del crimen real, eso es todo. Supongo que no son tan exagerados en las películas.

—Creí que no te gustaba la sangre.

—No me gusta la sangre cerca de mí. En una fotografía, una película o a unos cien metros de distancia no me afecta mucho.

Rin apoya los codos en la mesa de metal, y luego la barbilla en sus palmas abiertas. Se miran a los ojos, la sonrisa del menor es ligeramente inquietante. No por su aspecto, si no más bien, por lo extraña que le resulta debido a la situación.

Yoichi no lo entiende, ha estado con múltiples asesinos, personas inestables mentalmente y totalmente perturbadas. Le han dicho que tiene un buen ojo para detectar a un culpable, él no lo cree así, piensa que simplemente los culpables no pueden ocultarse mucho tiempo por más que así lo quieran. Aunque admite que siempre se había inclinado a la idea de ser un perfilador criminal después de darse cuenta que ser solo un oficial de policía no lo satisfacía, y el estar en este puesto es de sus mayores orgullos, pero el encontrarse con personas así como Rin, que llegan a confundirlo lo encuentra jodidamente frustrante.

—¿Ya estás cansado, agente?

—No, solamente que justo ahora no me estás ayudando en mucho, Rin.

—Lamento no poder ayudarlo, pero ¿Cómo podría hacerlo alguien inocente?

—El que tengas una sonrisa en tu rostro no ayuda a que te crea.

—¿Es ilegal entonces sonreír? Hasta donde sé, no pueden castigarme por ser una molestia. —Itoshi se deja caer contra su silla. La atención de Isagi se concentra en él, su sonrisa decayó un segundo, sus ojos turquesa se fueron a sus manos esposadas. Algo cambió. —Créame, lo han intentado.

—Algunos oficiales detestan las burlas. Digo, creo que todos las odian ¿No?

—A veces no hay otras forma de... Enfrentarlo. —Lo dice, desvía la vista de la mesa, vuelve a sonreír y sigue... Cambiando. —La vida hay que verla con diversión sino está difícil seguir soportando ¿No cree?

—Soportar, es una palabra algo fuerte.

—¿No ha leído mi expediente acaso?

—Tuve que venir aquí con rapidez, lo tengo pero leí muy poco al respecto. Discúlpame por eso, pero quería venir con la mente en blanco.

—¿Quería conocerme?

—¿Por qué no? Ya que tengo que estar aquí, oírte para descubrir sobre tí es entonces algo disfrutable.

—Oh, basta. Me sonroja, agente.

Isagi suspira, intenta no reírse. Por más que lo frustre, tampoco es tan amargado para no admitir que es divertida toda la situación. Es común entonces en este trabajo seguirle la corriente a las personas involucradas en algún crimen en ciertas ocasiones, a veces para engañarlos, para mantenerlos tranquilos, o simplemente para que sigan colaborando.

Rin no le ha dicho nada que sea útil aún, pero no siente que haya llegado al punto para presionarlo todavía.

—Dime entonces ¿Por qué hablas de soportar la vida?

—Porque no todos tenemos la oportunidad de tener una vida linda ¿Sabe? Una infancia dulce a la cual recordar con buenos momentos.

Isagi solo muestra su interés inclinandose una vez más hacía el frente.

—Realmente no tuve eso. Asesinaron a mis padres una noche cuando tenía nueve años.

—Lo lamento mucho.

—Sí, claro. Todos lo lamentan.

—En mi mente solo aparecen palabras genéricas "Debió ser difícil", "Una total tragedia", "Que lamentable" cosas así. También lamento no tener nada mejor que decirte.

Rin chasquea la lengua, empieza a notar que es un hábito de él. Se ríe desganado antes de continuar hablando:

—Tan tibio. Al menos me parece más honesto lo que acaba de decir, que muchas otras palabras que me hayan dicho antes. —Rin inclina la cabeza, mirándolo a los ojos mientras habla, con una voz tan plana que no parece estar contando nada grave. —Mi hermano está en prisión.

—¿A qué se debe eso?

—¿Lo juzgará cuando se lo diga?

—No tengo razones para hacerlo.

—Lo hará, todos los hacen. —responde con cierto tono defensivo. Suspira, cierra los ojos y vuelve a sonreír. —¿Ha matado a alguien?

Yoichi se siente aturdido un momento por la pregunta tan repentina.

—¿Perdón?

—Como en las películas, los policías disparan a los tipos malos ¿Lo ha hecho usted? ¿Ha matado a alguien?

—Sí.

—Vaya, no creí que fuera a admitirlo tan fácil.

—Te dije que no te mentiría.

—Amo su honestidad, agente. ¿Acaso quiere impresionarme?

—Solo cumplo con mi palabra. —contesta Isagi con una sonrisa ligera.

—¿Eso cuenta como asesinato?

—¿Te refieres a legalmente hablando? Bueno, siempre que muere un sospechoso por causa de un oficial se hace un proceso para asegurarse de que fue en defensa propia y no por "venganza" o algo así y...

—Su opinión personal. ¿Cuenta como asesinato las veces que hizo eso?

—Le arrebaté la vida a alguien. Por supuesto que fue un asesinato, pero fue en defensa propia.

—¿Por qué tan seguro? —cuestiona Rin.

—Porque así fue. —responde con total seriedad. —Lo hice porque en esas situaciones tenía que elegir entre ellos y yo. Entre ellos y mis compañeros.

—¿Por qué valdría más su vida que la de ellos?

—Mi vida no vale más que la suya, pero ya que quieres que sea honesto con mi opinión, te diré entonces que solo soy egoísta. Y en esa situación me elijo a mí y a los míos antes que al resto.

—¿Solo en esas situaciones?

—¿A qué te refieres?

—¿Solo en esas situaciones cuenta la defensa propia en un juicio?

—Sí, el momento justo en el que alguien hace algo que pone en riesgo tu seguridad, haces algo para evitarlo y eso acaba con la vida de esa persona. Solo en ese caso es defensa propia.

—¿Y sí el asesinato lo hace alguien más?

—Depende la situación, podría considerarse defensa propia de terceros.

—Mi hermano mayor asesinó a alguien. Tenía diecisiete años, lo sentenciaron a quince.

—¿Lo hizo para proteger a alguien?

—El juzgado declaró que fue premeditado.

—¿Y cuál fue tu opinión al respecto?

—Fue una mierda. No me permitieron testificar a su favor.

—Debieron meter alguna excusa de mierda ¿No? Como que eras su familiar o que eras menor de edad.

—Vaya, no esperaba que te expresaras de esa forma del sistema de justicia que defiendes.

—La ley es justa, pero también es fácilmente utilizable a favor de quien sepa usarla.

—No había nadie que pudiera ayudar a mi hermano.

—¿Lo crees inocente?

—No, como usted lo dijo, la verdad es innegable y él asesinó a alguien pero...

—Tal vez lo sientes así porque es tu hermano.

—No, lo siento así porque él acabó con la vida de un bastardo.

—Incluso a los bastardos los protege la ley. —responde Yoichi, cruzándose de brazos. —Después de todo sigue siendo una persona.

—Una escoria.

—Una vida.

—Lo dice como si usted no hubiese hecho lo mismo. —dice entre dientes.

—Lo digo porque a pesar de haber tomado esa decisión, y de no arrepentirme al respecto, me siento culpable por cada vida que arrebaté. No hice un buen trabajo porque no era yo quien debía o no decidir sobre esas vidas. —repone Isagi con demasiada seriedad. —¿Se siente acaso tu hermano culpable?

—No he vuelto a hablar con él. —contesta, se pellizca la piel de las manos a pesar de la poca movilidad que tiene. —Dudo que lo haga.

—He ahí la diferencia. —Yoichi habla inclinandose con interés al notar los gestos del menor. Parece que todo el asunto del hermano es delicado, bueno, en general, toda la maldita conversación de la trágica vida de Rin es delicada. —Tu hermano fue a la cárcel ¿Y tú?

—Me transfirieron del lugar donde estábamos y me la pasé en casas hogar hasta que fuí lo bastante grande para largarme. —Otro pellizco en sus manos, Isagi logra ver ligeramente entre los bordes de los guantes lo que parece ser una cicatriz en el meñique.

—Es duro.

—¿No saber hacer nada y no tener una puta idea de qué hacer con tu vida después de estar encerrado por años? —comenta. Se cubre la boca con las manos, puede ver las arrugas que se forman alrededor de sus ojos, debe tener una sonrisa demasiado grande y demasiado falsa, porque el turquesa de sus iris carece de brillo. —Ah, ya se imaginará.

—No puedo. Y no quiero intentarlo. —responde. Isagi siente algo de pena, genuinamente, no esperaba escuchar todo lo que oyó hasta ahora. —Haz estado solo mucho tiempo.

Itoshi se estremece, los pellizcos entonces son un poco más fuertes.

—Demasiado.

El agente alza una ceja ante el tono de su voz, lo dijo como si de un suspiro se tratase, pero decide que por el momento, ir por ese camino no es lo mejor. Las fotografías que le mostró muestran realmente poco de las anteriores escenas, los rastros de la sangre, la bodega oscura, la silla donde estuvieron atadas las víctimas, pero sin cuerpo. Él dijo no reconocer ninguno de esos lugares, su voz siempre fue plana, su vista fija, no hubo vacilación.

Isagi recoge las fotografías rápidamente y las vuelve a poner dentro del sobre, luego procede a sacar dos fotografías más. Los rostros de las primeras dos víctimas. Imágenes de cuando aún se encontraban vivos.

—¿Reconoces a alguno de ellos?

Rin baja la vista en dirección a las imágenes. Su ceño se frunce levemente, sus ojos se entre cierran, y parece confundido por un segundo antes de negar con la cabeza.

—No creo conocerlos.

—¿Crees? ¿Por qué la duda?

—Trabajo en el Distrito Rojo ¿Sabe? Veo demasiadas personas.

—Eres tatuador, no bartender. Dudo que veas tantas personas al día.

—Gracioso de su parte. ¿Sabe cuántas personas ceden a tatuarse estando ebrias o intoxicadas con quién sabe qué? Pues más de las que usted cree. —contesta con cierta molestia.

—No busco desmeritar lo que haces, pero necesito seguridad en tus respuestas, no divagaciones.

—Pues no, no los he visto en mi maldita vida. ¿Contento? —Rin entonces más que molesto, suena frustrado. El mayor aprieta los labios y asiente.

—Está bien... ¿Tienes hambre?

—¿Qué?

Su pregunta entonces lo desorienta. Itoshi parece confundido cuando lo mira, mientras que el mayor solo se levanta de la silla, recogiendo el sobre pero dejando las fotografías de las víctimas donde están.

—Sí, ya es hora del almuerzo. Y por lo que sé, llevas aquí unas, no sé, ¿Quince horas? Te traeré algo de comer. —Le dice encogiéndose de hombros. —¿Quieres algo en especial?

—¿Puedo pedir lo que sea? —La sonrisa vuelve a aparecer en su rostro al preguntar. Un poco más bonita que las anteriores.

—Haré lo posible para traerte lo que pidas.

—Quiero Ochazuke, por favor. Y un té dulce para acompañar.

—Muy bien. Nos vemos en un rato.

Isagi sale cerrando con cuidado la puerta y suspira. Camina un par de pasos hasta llegar a la oficina donde Nikko se había quedado haciendo el perfil, estuvo casi dos horas ahí dentro, no ha obtenido mucha información de utilidad, así que espera, por lo mínimo que ellos tengan mejores resultados.

—¿Cómo va...?

—No puedo creer que no me dí cuenta de esa maldita mierda tan obvia. ¡Agh! Quedé como un jodido novato. —Nikko maldice mientras hace un par de líneas en el mapa que tiene frente a él.

—No muy bien. Ya me doy cuenta.

—Ah, ya volviste. ¿Lograste descubrir algo?

—Noté que las escenas del crímen no le asquean pero no mostró ninguna reacción obvia de que las conozca, se vió genuinamente impresionado al verlas. En cambio, a las fotografías de las víctimas, sí mostró una confusión clara.

—¿Los conoce?

—No es concluyente.

—Explícate.

—Parece que ni él mismo lo sabe, no los reconoció enseguida pero para como ha reaccionado a todo lo que le hemos dicho y mostrado, el simple hecho de que dude muestra algo.

—Teniendo en cuenta su conducta, lo habría negado enseguida. Ya sea porque realmente no los conoce, o para seguir alargando el jueguito extraño que lleva. —menciona Nikko a lo que su compañero asiente.

—Claro, pero la duda pareció plantarse incluso para él. Los reconoce pero no parece recordar de dónde.

—Uhm. ¿Algo más?

—¿Ya sabían de su trágica vida?

—¿Sus padres muertos y su hermano asesino? Bachira nos lo dijo hace como una hora.

—¿Y el viejo?

—Karasu salió a hablar con Yukkimiya para organizar una entrevista con la víctima. —contesta Ikki, volviendo otra vez la atención al mapa. —Y me cree ahora su maldita asistente porque me pidió que atienda las llamadas de Bachira.

—Tendrá sus razones para eso. —comenta Isagi, intentando no tocar el tema de la situación que tiene la estación y no arruinarlo. —¿Qué estás haciendo?

—Trazo las aproximaciones que existen entre los lugares de los homicidios y aquellos que frecuentaban las víctimas además del sospechoso.

—¿Qué haz conseguido?

—La tienda de tatuajes donde trabaja el sospechoso está cerca de la ubicación del ataque de la última víctima.

—¿Qué tanto?

—Unas tres calles. Menos de diez minutos a pie.

—¿Algo más?

—Todas las bodegas está relativamente cerca del bar donde trabaja Leiko. La más lejana está a menos de veinte minutos.

—Eso es...

La voz de Isagi es interrumpida entonces por el sonido de un celular, Nikko saca el celular de su bolsillo y lo deja caer sobre la mesa luego de contestar.

—¿Quién me oye?

—Isagi y Nikko aquí. ¿Necesitas mi número de placa también? —contesta Isagi con diversión.

—Cuanta alegría de escuchar tu voz, bombón. Sin Kurona y sin tí me siento abrumadoramente solitario. Nikko y Karasu no son tan divertidos.

—Lamento no ser entretenido para tus estándares, Bachira. —dice Nikko, sus ojos no se ven pero Isagi lo imagina rodandolos en ese justo momento debido al tono de su voz.

—Mejorarás con el tiempo. Yo te tengo fé, no te preocupes. —Bachira, sin embargo, ignora alegremente ese hecho. —Ajá, a lo que venía. Luego de utilizar mis contactos y deslizarme con mis patines sobre la hermosa linea de la casi ilegalidad logré descubrir como es que nuestro sospechoso recibe tanto dinero.

—Wow. ¿De qué hablamos? —pregunta Isagi confundido.

—Bachira detectó que Rin recibe más dinero de lo que podría de ser solo un tatuador.

—Sé que son caros los tatuajes, pero no me jodas. Las cantidades son ridículas.

—Basta de explicaciones y dilo ya. ¿Qué descubriste?

—Nuestro querido sospechoso recibe esas cantidades de dinero gracias a su linda cara y al talento que tiene con su cuerpo para satisfacer a los demás.

Los dos hombres en la habitación se quedan en blanco por un segundo, es Nikko quien decide romper el silencio:

—¿Es un prostituto?

—Llámalo como quieras, pero tomando en cuenta el dinero que recibe... Sus mamadas deben ser legendarias.

—¡Bachira!

—¿Qué? Solo es una opinión, no lo juzgo. Sus razones tendrá para hacerlo.

—Sigue siendo legal lo que hace después de todo. —dice Nikko encogiéndose de hombros.

—Uh, además detalles van, detalles vienen. Trabaja con hombres la mayor parte del tiempo. —comenta el técnico al otro lado de la línea. —Hombres que podrían llamarse poderosos.

—¿Qué tanto?

—Bueno, no hablamos de algún senador o una mierda así, pero hay algunos CEO, directores, abogados, gente fácilmente reconocible.

—Gente que podría quererlo fuera del camino ¿A eso te refieres? —sugiere Isagi.

—Yo doy información, ustedes crean teorías. Así es como funciona esto.

—De acuerdo, Bachi. Haremos las teorías nosotros.

—¿Qué has descubierto acerca de lo otro?

—¿Los asesinatos sin resolver? Sí pues, es una lista muy larga. Necesitaré algo para reducirla.

Isagi mira al castaño, quien de forma rápida le explica la teoría de Karasu de que podría haber otro homicidio antes del que ellos consideraban el primero del asesino.

—Podrías revisar si alguno de las víctimas de la lista mostró heridas en las muñecas o manos. Tal vez lo realizó antes de establecer el corte en los meñiques como firma. —dice el de ojos azules, su acompañante dice estar de acuerdo al momento.

—Pues que así sea, les tendré una respuesta en la próxima llamada. Bachira, fuera.

—¿Hay algo más que necesite saber? —cuestiona el mayor una vez que la llamada terminó.

—¿Tu sabías que le habían amputado las manos a la última víctima?

—¿Sabes? Creo que mejor iré a comprar el almuerzo antes que Karasu vuelva con una bomba aún peor. ¿Vienes?

—Por favor. Necesito salir de aquí.

[...]

Chan, chan, chan. Lenta pero segura y con la racha de actualización en pie aún.

Pregunta recurrente porque la amo ¿Inocente o Culpable?

¡Gracias por leer! ✨

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