Capítulo 1.

Nada es más fácil que denunciar al malhechor. Nada es más difícil que entenderlo.
—Fiodor Dostoievski.

A Isagi le gustaba su trabajo. Le gustaba su trabajo, le gustaba su trabajo. Le gustaba su trabajo. Sí se lo repetía las suficientes veces entonces, no habrían razones por las cuales dudar de esas palabras.

Y no lo malinterpreten, real y honestamente sí le gusta su trabajo, pero ciertamente no es ni remotamente parecido a lo que creyó que sería cuando se inscribió en la academia y aún podía considerarse un joven enérgico y tal vez, un poco inocente.

Isagi creía que sería un héroe ¿No es eso lo que cree un niño cuando sueña con ser policía? Perseguir a los malos a toda velocidad con la sirena encendida, mucho ruido y luces, llamando la atención de las atestadas calles de Japón a su heróico acto, tal vez tener un enfrentamiento, balas aquí, balas allá para al final salir victorioso (porque es de los buenos, obviamente. Y los buenos siempre ganan) atraparlos y llevarlos a la cárcel.

Bueno, entonces, para cuándo se inscribió en la academia ya era un tanto menos infantil, pero reitera, era aún bastante inocente, porque seguía creyendo que siempre haría las cosas correctas sin dudar y que los buenos siempre ganan gracias a la mano justa de la ley.

Mirando hacía atrás a esos momentos, no sabe si sentir pena o ternura por su (ya redundante) inocencia.

Hace un par de meses que cumplió los treinta, hace casi diez años que se graduó de la academia y hace poco menos de cuatro que trabaja para esta unidad.

Ya Isagi es lo bastante grande y ha vivido lo suficiente para saber que los buenos, realmente, son los mayores perdedores que existen.

Cada vez que un niño es arrebatado de los brazos de su madre por culpa de una persona que no tiene el más mínimo deseo de hacer un bien, cada vez que una persona es secuestrada y atacada (de formas que nadie quisiera ni pensar) cada vez que hay un robo de objetos de valor (sentimental, monetario, etc), cada vez que alguien muere a manos de alguien sin corazón, entonces simplemente, "los buenos" están perdiendo.

—Aquí tierra llamando al equipo. ¿Me escuchan? —La voz de Bachira suena a través altavoz del celular que Kurona sostenía. Mientras el resto del equipo comía un par de donas dentro de la camioneta.

Isagi sale del letargo al que se había sumergido sin querer, demasiado perdido en sus pensamientos desde el momento en que todos se habían quedado en silencio dentro de la camioneta comiendo un bocadillo rápido en la escasa media hora que tenían de viaje hasta la ciudad de Yokohama, en la prefectura de Kanagawa. Después de todo, era la única oportunidad totalmente segura que tendrían para hacerlo porque luego ya no sabrían ni qué esperar de lo que pudiera pasar en el resto del día.

—Te oímos fuerte y claro, corazón. —Le responde el de dientes afilados.

—Muy bien ¿Tienen los expedientes que les dí a la mano?

—Por supuesto. —contesta Karasu que está conduciendo mirando de reojo a Hiori que se encuentra en el asiento del copiloto, así que él rebusca en la pequeña mochila que les entregó el de ojos amarillos, sacando las carpetas y entregándoselas a los que van en la parte de atrás.

—Bien, quiero que me digan, a simple vista ¿Qué tienen en común las tres víctimas?

—¿Qué están en la mediana edad como Karasu? —dice Nikko, mordiendo su dona con glaseado y chispas.

—Púdrete, Nikko.

—Nah, estadísticamente es más probable que mueras tu primero, anciano. Ya no tienes tanta agilidad para esquivar balas. —Se burla. Los demás ya no pueden resistir la risa, aunque ya sea común esa clase de pequeñas discusiones entre el líder y el más jóven del equipo.

—Ignorando la edad de Karasu y que técnicamente Nikko sí tiene razón. ¿Ven algo más?

—Diferente color de cabello, de ojos y distintas alturas, a simple vista no hay nada que los relacione. Digo, sí, la edad es algo en común, pero no podemos tomarlo como una casualidad, es decir, Jiro, la segunda víctima se ve mucho más acabado que los otros dos, sí me los pusieran al frente por primera vez no podría adivinar jamás que son contemporáneos en edad. —comenta Isagi, levantando las fotografías. Los demás le dieron la razón.

—Bueno, tal vez tengan otra cosa en común. ¿Trabajo? ¿Círculo o estrato social? ¿Pasatiempos?

—La primera víctima, Isao, era un fontanero que estaba a punto de declararse en bancarrota. Jiro, era un guardia de seguridad de un bar a las afueras de la ciudad, era de clase media. Y Leiko dirige un club de striptease en Isezakicho.

—Adivinaré. ¿Ella es de clase alta? —sugirió Kurona.

—Pues, no la llamaría rica, pero económicamente no está mal.

—Podría decirse que pasó de una víctima de alto riesgo a una intermedio y al final, Leiko, una de bajo riesgo. —comentó Isagi.

—Ni tan bajo, trabajar en el distrito rojo no la deja fuera de peligro. Creo que los últimos dos se clasifican en víctimas de riesgo intermedio. —dijo Hiori, a lo que Yoichi le dió la razón.

—Todos fueron encontrados en Isezakicho. Además de Leiko ¿Los demás tienen algo que los conecte con la zona?

—No he encontrado nada hasta ahora, el bar donde trabajaba la segunda víctima no está por la zona, y la última residencia registrada de Isao estaba al otro lado de la ciudad.

—Según el registro, dice que el último lugar donde vieron con vida a Isao fue justo en su casa. —comentó Hiori. —De ser eso cierto, el ignoto se tomó muchas molestias para trasladarlo hasta la bodega en el Distrito Rojo.

—Eso significa que el lugar tiene más importancia de la que se puede ver a simple vista. —dijo Karasu, dirigiéndose ya al estacionamiento de la estación de policía. —Bachira necesito que investigues si Isao y Jiro tenían algunas clase de conexión con el Distrito Rojo. Visitar un bar, verse con una prostituta o incluso comprarse un chicle, si hay alguna prueba de que ellos pusieron un pie allá quiero saberlo.

—Pídelo y lo obtendrás. Bachira fuera.

Cuelga el teléfono después de decir eso, Karasu estaciona la camioneta y todos salen caminando en dirección a la entrada de la estación.

—Mi nombre es Karasu Tabito, soy el líder de esta unidad. —Se presenta el mayor al momento de llegar a la oficina principal. —Ellos son mi equipo, los agentes Nikko Ikki, Hiori Yō, Kurona Ranze e Isagi Yoichi. Además de nuestro analista técnico, Bachira Meguru que se mantiene en contacto con nosotros directamente, aunque también hará videollamadas para compartir información a través de la computadora que nos proporcionen en ocasiones puntuales.

Cada uno hizo una pequeña inclinaciones al ser nombrados, aceptando un par de apretones de mano al momento de presentarse.

—Soy el jefe de estación Yukkimiya Kenyuu, estoy a cargo de esta investigación. Es un gusto tenerlos por aquí, su presencia nos será de mucha ayuda.

El hombre frente a ellos es castaño, sus ojos naranjas brillan y no parece estar mintiendo respecto a lo que dice. Han pasado casi dos años desde la última vez que estuvieron en Kanagawa. Supone entonces que al fin habían jubilado al antiguo jefe de la estación, aquel anciano antipático que despreció su colaboración y se quedó con el crédito cuando recuperaron a un niño que fue secuestrado en un cine.

Isagi sonríe apenas, tal vez no sea tan difícil la situación con los oficiales, pero por el rabillo del ojo puede ver a Nikko cruzarse de brazos y recargar su peso en una pierna. Su amigo no es por nada menos, el más difícil de tratar de todo el equipo, con un carácter cerrado y algo duro, pero con el tiempo se han dado cuenta todos que es también el mejor leyendo el ambiente y (fuera de toda la broma espiritual de las malas vibras y demás) el primero en presentir cuando la situación será complicada con algunas persona. El verlo incómodo, no hace más que darle pie a pensar que celebró antes de tiempo.

—Vengan. Acondicionamos la sala más grande con todo lo que pidieron.

Yukkimiya los llevó al lugar que se refería, una sala grande y gris como es común en estos lugares, una mesa larga en centro con un par de cajas y varias carpetas, además de un par de pizarrones transparentes en espera de ser utilizados.

—Ahí está toda la información que se recolectó de los casos de las dos víctimas anteriores.

—Le agradecemos por esto. ¿Ya fue procesada la última escena? —preguntó Tabito, revisando algo en su teléfono.

—Tratamos de conservarla lo mejor posible al saber que vendrían. Hay oficiales en espera de que vayan.

—¿Y la víctima? ¿Ya despertó?

—Después de que nombró al culpable tuvo una crisis así que está sedada por ahora, el medico me informará cuando despierte.

—Bien, mantenganos al tanto. ¿Qué sabemos del sospechoso?

—Su nombre es Itoshi Rin, tiene 28 años. Trabaja como tatuador en una tienda en la parte norte del Distrito Rojo. No se ha establecido relación entre él y las víctimas hasta ahora.

—¿Qué sabemos de su domicilio?

—A las afueras de la ciudad. Hay una patrulla frente a su apartamento, nadie ha intentado entrar hasta ahora, ni siquiera nosotros. Estábamos a la espera de su decisión. —contestó Yukkimiya. Fijó su vista en algo más atrás de ellos, y apareció un rubio con mala expresión aparentemente enojado. —Aquí estás. Este es el oficial, Jingo Raichi. Él ha estado a cargo de interrogar al sospechoso.

—Ese imbécil. —El rubio chasqueó la lengua. —No ha querido colaborar para nada.

—¿Qué técnicas han utilizado para interrogarlo? —pregunta Karasu. El resto del equipo se mantiene en silencio detrás de él, es el líder después de todo, y acostumbran siempre a dejarlo manejar la situación en un inicio.

—¿Técnicas? Ese maldito tiene que hablar le guste o no, de cualquier forma ya está acabado. —contesta el rubio.

—Hasta donde estamos enterados, no se tienen pruebas físicas que ubiquen al sospechoso en los alrededores de la escena del crimen a la hora en que se estima fue cometido el acto ¿Cierto? —Karasu les está dando la espalda, pero no es necesario verlo para saber que está frunciendo el ceño mientras habla.

—Es cierto. —Le contesta el oficial.

—¿Cómo puede decir entonces que está acabado?

—Oh, vamos. Tenemos la palabra de la víctima y...

—¿Y nada más? ¿Tenemos el testimonio de una víctima que estaba desangrándose y que probablemente estaba desvariando del dolor? —Tabito se rió apenas, como si lo que estuviese escuchando no era más que un mal chiste. —No sé que clase de casos habrá llevado usted a juicio pero justo ahora estamos hablando de un asesino en serie, se necesita mostrarle mucho más que eso al tribunal si lo que usted quiere es que lo declaren culpable.

Al oficial no pareció gustarle las palabras de Karasu, pero volvió a chasquear la lengua cuando Yukkimiya le dirigió una mirada fría.

—Tiene razón, Karasu-san. Por eso Raichi estaba intentando hacer que confiese. —respondió el castaño intentando aligerar el ambiente.

—Claro, se le agradece, pero ahora nosotros nos haremos cargo. —Karasu gira a un lado, con la posición para poder ver a los oficiales y a sus agentes. —Isagi, necesito que te hagas cargo del interrogatorio a partir de ahora.

—De acuerdo. —El mencionado se sorprendió un poco pero hizo lo posible para no dejarlo notar. Después de todo, antes de salir del edificio habían establecido que el encargado sería Hiori. Revisa el mensaje que le llega al celular mientras sigue oyendo la conversación a su alrededor.

—¿Raichi puedes acompañar a Kurona a la escena del crimen?

El rubio murmuró entre dientes antes de asentir.

—Bien. Kurona necesito que vayas allá, leas el informe preliminar de los oficiales, escucha la opinión del oficial Raichi y avisa si notas algo más.

—Hecho.

—Hiori, ve a la casa del sospechoso. Ya sabes que hacer.

—Por supuesto. —El de ojos celestes aceptó las llaves que el mayor le arrojó, ya que iría solo en la camioneta hasta el lugar.

—Nikko, tú...

—¿Qué empiece a hacer el perfil geográfico y lea los informes de las víctimas? Te tardaste mucho en decirlo. —responde el menor, empezando a extender un mapa en la mesa que les proporcionaron.

—Bien... —Karasu lo dice como si realmente no le sorprendiera la actitud, y realmente no lo hacía. —Oficial Raichi. ¿Algún consejo antes de irse para el agente Isagi?

Después de su forma de expresarse, es claro que el líder le tomó cierta desconfianza al oficial. No cuestionan entonces su forma de tratarlo, aunque sea algo que no es común en él.

—Lo más seguro es que no lo necesite. —contesta entre dientes.

—No se preocupe oficial. Voy a dar mi mayor esfuerzo. —Isagi responde, recogiendo las mangas de su camisa, sacando el arma de su funda y entregandola a su jefe como se lo pidió en el mensaje que le envió bajo la mirada tensa del rubio.

—¿Va a entrar ahí desarmado?

—¿Por qué no lo haría? ¿Tanto le asusta a usted un hombre esposado y desarmado, oficial?

Yoichi sonríe, la mirada del oficial es despectiva y simplemente chasquea la lengua empezando a caminar fuera de la oficina en la que se encuentran.

—No le hagan caso. Él es así todo el tiempo. —Yukkimiya se disculpa, y él sí se nota genuinamente apenado. —Iré a avisarle a mis oficiales que van para allá. Con su permiso.

Él se va, y Karasu voltea a verlos a todos una vez más, antes de hablar:

—Será difícil.

—Gracias, Sherlock. Sin tí no lo habríamos notado. —contesta Nikko.

—¿Es mucho pedir que me respetes por una vez en tu vida, Nikko?

—Incluso a tu edad las personas tienen derecho a soñar. No permitas que nadie te quite las esperanzas.

Los demás se ríen porque la situación por más que sea común, no deja de ser hilarante.

—Hablando seriamente. ¿A qué se debe el cambio de planes? —pregunta Hiori, luego de toser para disimular su risa.

—No quiero que su visión de la situación y del caso se vea comprometida. Así que por el momento simplemente les pido que confíen en mi decisión. Les explicaré luego.

—Bien, que así sea. Me iré antes de que el oficial Raichi se vaya sin mí. —Kurona se despide, Hiori se va junto a él, simplemente asintiendo en dirección al resto del equipo.

Nikko sigue trabajando en las coordenadas del mapa, así que Isagi sigue los pasos de Tabito en dirección de la sala de interrogatorios.

—Pareces conocer bien esta oficina. —comenta Yoichi.

—Estuve aquí algún tiempo en un caso, cuando aún era parte de mi anterior unidad.

—Interesante.

—Por experiencia tú y yo sabemos que esta estación es difícil.

—Sin dudas.

—Este caso no será la excepción.

—¿A qué viene tanto misterio, Karasu?

El mayor suspira desganado.

—Esta oficina está bajo investigación federal.

—¿Por qué? —Yoichi ni siquiera se da la oportunidad de mostrar alguna mueca en su rostro, Karasu lo dijo tan bajo que por un momento creyó haber oído mal pero puede darse cuenta que la situación es seria por la expresión en su rostro.

—No lo sé. Y ni siquiera sé porqué mierda me dieron aviso de esto ahora, y no antes de venir aquí. No sé qué gana el buró con decírmelo, pero tenemos que tener un ojo abierto en toda esta situación.

—¿Y por qué me lo dices a mí y no al resto?

—Porque tú estarás encerrado en esa habitación mucho tiempo y cuando no estés ahí, estarás en la oficina con el resto de los oficiales aquí. Ya sabes cómo es ésto.

—Claro, ustedes saldrán. —Y no es como que sea algo nuevo, los demás tienes que investigar, interrogar, seguir las pistas más allá de las paredes de esta oficina pero Isagi es el interrogador. Su trabajo es estar con el sospechoso la mayor parte del tiempo e incluso cuando no, debe estar estudiando su forma de actuar en soledad. —Me dejaras encerrado con un asesino probable y un montón de oficiales en los cuales no puedo confiar. Una maravilla.

—Sé que puedes con esto. —contesta Tabito, entregándole el arma una vez más al momento de detenerse en el pasillo frente a las dos puertas. La que lo dirigía a la sala de interrogación y la otra que estaba al otro lado del espejo unidireccional. —Te estaré notificando dónde estaremos a cada momento. Por ahora, yo estaré de este lado viendo el interrogatorio.

—Bien. —Isagi asiente, no sabe exactamente que pensar de la situación, pero no es como que sea algo nuevo no poder confiar ni siquiera en los que se supone son aliados. —Y a todo esto ¿Por qué me pediste que te entregara mi arma?

Karasu solo sonríe.

—¿Honestamente? Solo quería molestar al oficial. No tiene que ser tan jodidamente creído.

Yoichi corresponde la sonrisa, porque ver a Tabito sonreír al menos le da la suficiente calma para no creer que su cabeza corre peligro.

—Tan idiota como siempre, Karasu.

Después de sus palabras, simplemente abre la puerta.

[...]

En este cap no hay mucho sobre Rin perooo en el siguiente ya sabremos mucho más sobre él. Aquí les mostré más sobre el caso y la situación en la que se encuentran nuestros agentes.

Reitero, recuerden las advertencias. Temas delicados y toda la cosa. No digan que no les advertí.

¡Gracias por leer!

Rin ¿Inocente o culpable?

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