Negación
Un incomodo silencio se apoderó de la habitación, Inko abrazaba con fuerza a su hijo contra su pecho, sin dejarle levantar su rostro para que no pudiera ver su rostro inundado con la ira.
Se sentía furiosa, enojada de que alguien salido de la nada llegara para burlarse de su pobre pequeño.
Ya bastantes problemas tenía Midoriya con la idea de ser un simple quirkless, para que ahora viniera un niño y le mienta sobre que si tenía un poder.
¿Hasta que punto podían llegar las burlas y los maltratos hacía su hijo por ser normal? Apenas sabía como afrontar que el resto de niños que antes eran amigos de Izuku ahora le hicieran la vida un infierno, y ahora se añadía la crueldad de un mocoso que le crea ilusiones y esperanzas para después destruir lo poco y nada de inocencia que le quedan a Midoriya.
Imperdonable, inaudito, las cosas estaban ya llegando demasiado lejos, y no dejaría que continuaran, no con su preciado hijo.
—Yo no estoy mintiendo — La voz de Ritsu alertó a la mujer —No se quien le dijo que era un Mukosei, pero Izuku si tiene un Quirk — Endureció su mirada, como si estuviese desafiando a Inko, como si estuviese molesto de ser tratado como un mentiroso, o peor, como alguien que se burlaría de algo tan delicado.
—Por favor no sigas, eres un niño muy malo como para venir y reírte de la desgracia ajena — Comenzó a acariciar los verdes cabellos de su hijo, tapando sus oídos en el proceso —Izuku no tiene poderes, no le inventes cosas que no son ciertas — Empezaba a perder la poca paciencia que le quedaba.
No la convencería, al menos no con palabras, eso fue lo que pensó Ritsu al ver como Inko defendía con todo, el hecho de que Izuku no era alguien especial. Aquello en verdad le irritaba, porque el rostro de Midoriya súbitamente se había vuelto triste, impregnado con un dolor que era difícil de describir solo con mirarlo.
—¡Izuku! — Llamó la atención del pecoso —¡Usalo, lo que hiciste en el parque! — Le pidió con total seriedad, queriendo que volviera a ocasionar una explosión con sus manos.
—Pe... Pero... — Aún así Midoriya no estaba seguro de que hacer, gracias a las palabras de su madre ahora no creía tener un poder, y eso le impedía seguir la petición del avellana.
—¡Estará bien, confió en ti! — Exclamó, estremeciendo a Midoriya, provocando que sus ojos brillaran tenuemente con determinación.
Con un ligero temblor comenzaba a estirar su mano al frente, temiendo a lo que pudiera salir o no salir de está, pero antes de que su brazo estuviera recto por completo este se vio bajado por las manos de Inko.
—¡Ya basta, estás llevando esto demasiado lejos! — Elevó su tono de voz, exaltando a Midoriya —¡Deja de hacerle creer a mi hijo algo que no es! ¡Solo estas queriendo lastimar su orgullo! — Ya estaba harta, cansada de las desagradables palabras que soltaba el pequeño de ojos azules.
—¡Yo no estoy — Levantó la voz, pero antes de poder decir algo las manos de su padre taparon su boca.
—Rit-chan, ya es suficiente... — Le murmuró con cierto desánimo.
—¿Papá...? — Levanto su rostro para ver las pequeñas arrugas que se formaban en el entrecejo de Marco.
—Nomikami-san — Comenzó a hablar nuevamente Inko —Le agradezco que haya traído a mi hijo al hospital, pero ahora le ruego que se vaya antes de que llamé a seguridad — Exigió tratando de calmar sus nervios por el mal gusto que le estaba haciendo pasar Ritsu.
—Si, lamento los problemas, Midoriya-san — Mencionó con cierta resignación en sus palabras, estremeciendo al pequeño avellana.
—¡Espera papá, yo no —
—¡Rit-chan! — Exclamó posando una de sus manos en la cabeza de su pequeño hijo —Se acabó, no sigas... — Le pidió, acariciando su desordenado cabello.
Sintió como un sudor frío surcó su espalda, las palabras de su padre le hicieron entender que no podía hacer nada para hacer entrar en razón a Inko, ella no dejaría que Izuku mostrara algo que ella creía que no tenía solo para herir sus preciados sentimientos.
—Esta bien... — Mordió con fuerza su labio inferior, sintiéndose impotente por no poder ayudar a alguien que lo necesitaba con todo su ser, alguien que necesitaba que lo sacaran de una falsa realidad.
Comenzó a caminar hasta la puerta, deteniéndose en esta para girarse y mirar con cierto odio a la peliverde.
—Si sigue negándolo, condenara a Izuku para siempre... — Apretó ligeramente sus dientes para después mirar al pecoso, que tenía una expresión decaída —¡Izuku! — Le gritó, obligándolo a mirarle —¡Tu tienes un poder, que nadie te diga lo contrario! —
Al escuchar aquellas palabras llenas de confianza los ojos de Midoriya se abrieron hasta mas no poder, quería intentarlo, aunque sea mentira, aunque solo sean vanas esperanzas quería creer en quien confiaba en su persona.
Pero antes de poder decir o hacer algo la puerta de la habitación se cerró, dejándolo sólo en aquel lugar junto con su madre, que empezaba a llorar a mares.
—¡Lo siento Izuku, lo siento! — Decía una y otra vez, estremeciendo el pequeño y frágil corazón de su hijo... Hasta casi romperlo...
(...)
Cabizbajo caminaba por el pasillo hasta la entrada del hospital, sintiendo su cuerpo pesado, cansado por aquella situación tan desesperante e injusta, en donde no pudo hacer nada.
—¿Te encuentras bien cariño? — Le preguntó su madre preocupada, pero no recibió respuesta alguna, solo podía ver como su hijo se aferraba con fuerza a la base de la sudadera de su padre —Querido... — Volteó su mirada a su marido.
—Tranquilo Rit-chan, estoy seguro que estará bien — Trató de animarle, pero lo único que conseguía era que Ritsu arrugara más su entrecejo.
—¿Cómo...? — Apretó con fuerza sus dientes, llamando la atención de sus padres —¿Cómo me convertiré en héroe si no puedo ayudar a alguien que me necesita...? — Susurró con sus ojos cristalizados.
La tristeza, la impotencia de haber podido hacer algo por alguien que pedía a gritos por un poco de esperanza, por algo que hiciera un poco mejor su vida, pero no haber hecho nada, estaba estrujando su corazón de héroe.
Movió su antebrazo para poder limpiar su rostro y de paso evitar que las lágrimas que amenazaban con escapar, salieran de sus ojos, pero nada mas tapar sus ojos con su brazo sintió como era abrazado con fuerza por la espalda.
—¿¡En-En verdad confías en mi, Ritsu!? — Su voz quebrada por el llanto lo estremeció por completo.
—¿¡I-Izuku!? — De inmediato se volteó para ver al pequeño peliverde llorando sin cuartel, mientras lo miraba con una clara expresión dolor, que buscaba consuelo en alguien más.
—¿¡En... En verdad te... Tengo un Kosei!? — Quería escucharlo, quería oír lo que deseaba desdé el día en que aquel medico hundió su mas preciado sueño.
—¡Claro que lo tienes! — Respondió de manera inmediata —¡Confía en mi! — Exclamó tomándolo de los hombros, con mirada sería y determinada.
—Ri... Rits... —
—¿¡Izuku!? — La voz de Inko interrumpió al pecoso —¿¡Que haces con ese niño!? — A paso firme se dirigió a donde su hijo estaba para luego tomarlo de su mano con cierta fuerza —¡No debes juntarte con él, solo te hará daño! —
—¡Pe... Pero mamá... Ritsu me dijo... —
—¡Solo son mentiras cariño, solo quiere lastimarte! — Afirmó sin escuchar las palabras del pecoso, llevándolo con más fuerza hasta la entrada del hospital, pero antes de poder llegar sintió un fuerte golpe en su muñeca que le hizo soltar a su hijo.
—¡Yo no estoy mintiendo, ni tampoco quiero lastimar a Izuku! — Arrugaba con fuerza su entrecejo, mirando con claro enojo a la mujer que más que querer proteger a su hijo, solo lo estaba hiriendo y hundiendo cada vez más —¡Eso no es lo que hace un héroe! — Mencionó mientras se ganaba al frente de Izuku, como si lo estuviese protegiendo de su propia madre.
—Ri-Ritsu... — Las lágrimas de Midoriya lentamente fueron amainando ante esas palabras.
—Mamá, por favor alejaté — Le pidió el avellana a la mujer que le miraba sorprendida, y sin dudarlo hizo lo que su pequeño le dijo.
Cuando ya estuvo lo suficientemente alejada hizo un ademán con su mano para avisarle a su marido que ya estaban fuera del rango de su Kosei.
—Rit-chan, está listo — Le dijo su padre, con una leve sonrisa en su rostro, preparándose para lo que sucedería a continuación.
—Izuku — Se giró para ver al peliverde directamente a los ojos —Se que te da miedo, pero haz lo mismo que hiciste cuando nos conocimos —
—Pe... Pero... No-no se como hacerlo... — Temblaba ligeramente, sin poder quitar ese miedo ante la duda y la negación.
—Estará bien, se que puedes hacerlo... Yo estoy contigo — Le sonrió ampliamente, estremeciendo al peliverde.
De inmediato y de manera lenta comenzó a levantar sus brazos y, con cierto temor se quedó mirando sus manos por un par de segundos.
—¡No lo hagas Izuku! — Gritó su madre queriendo detener la humillación que su hijo podría sufrir al ver que no tenía nada, no obstante, sus palabras se quedaron en la garganta y sus ojos se abrieron hasta mas no poder al ver como de las manos de Izuku comenzaban a salir pequeñas chispas.
Los ojos de Midoriya se abrieron atónitos, sin poder creer lo que salía de sus manos, al tiempo que dirigía su mirada hasta donde Ritsu lo miraba con una sonrisa en su rostro.
—Te dije que tenías uno — Murmuró con una expresión satisfactoria al ver el brillo en los ojos del pecoso y las pequeñas lágrimas de felicidad que comenzaban a emanar de estos.
—Tengo un... — Su voz se comenzaba a quebrar ante aquella revelación —¡Ow! — Se quejó al sentir un fuerte dolor en su mano vendada.
—Ten cuidado — Se acercó de inmediato Ritsu para tomar su mano —Tu mano sigue lastimada, no te dejes llevar — Le regañó con una ligera sonrisa en su rostro, a la par que limpiaba con una de sus manos las lágrimas que caían de los ojos de Midoriya.
—I... Izuku... — Inko, sin poder creerlo todavía se dejó caer al suelo, sin saber que sentir en ese momento, solo tapaba su boca con ambas manos y comenzaba a llorar desconsoladamente.
—Rit-chan nunca miente — Mencionó Marco mientras se acercaba a Inko —Él no sería capaz de herir a alguien con algo tan inocente como las esperanzas y sueños — Rió ligeramente al ver a su hijo tratar tan amablemente al pecoso —Es nuestro pequeño héroe después de todo —
Inko no sabía como definir esa felicidad que comenzaba a invadir su cuerpo, el saber que su hijo si tenía algo que lo hacía especial, y que le ayudaría a conseguir sus sueños, le llenaba de una felicidad desbordante, que se escapaba por cada lágrima derramada.
Mientras, Ritsu terminaba por limpiar el rostro de Midoriya, cuando de pronto su rostro súbitamente se volvió serio al ver a cierta persona tras de Midoriya.
—¿Po... Por qué...? — Sus ojos y manos temblaban —¿Por qué tienes un Kosei...? — Apretó con fuerza sus dientes, sintiendo la rabia recorrer su cuerpo —¿¡Por qué tienes mi Kosei, Deku!? — Gritó haciendo una explosión con sus manos.
—Ka... Kacchan... —
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Hola, disculpen la demora, lo feo del cap y la ida de olla >/////<
Espero sea de su agrado >/////<
Gracias por sus votos y/o comentarios, los quiero mucho >////<
P.D.: Lo siento si por alguna razón se ve como si estuviese haciendo quedar mal a Inko, solo es que creo que así reaccionaría una madre que tiene que ver día y noche como sufre su hijo, es improbable (al menos para mi) que acepté así a buenas primeras algo que podría herir a su hijo si fuese mentira 😅😓😅
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