Distorsión 35 - Encuentro

Con la luz del día llenando la habitación Pilar se levantó de golpe despertando a Diana consigo, se puso de pie y corrió a la sala, pero no había nada, todo estaba exactamente igual como el día anterior. Su corazón estaba agitado latiendo como loco y tuvo que correr al baño porque sentía náuseas de tan solo pensar en que esta era su realidad.

Cuando salió, encontró a Diana caminando por la casa todavía adormilada.

— Señorita Pilar… Buenos días —Bostezó mientras le abrazaba una pierna— ¿Niki ya volvió?

La sola mención del apodo le provocó náuseas otra vez, no por odio o resentimiento, sino que no podía comprender por qué las había abandonado hace ya más de un mes. Pero debía comportarse, debía de permanecer tranquila, la inseguridad es algo que los niños logran percibir. O eso fue lo que una vez le contó.

— … Todavía… ve a lavarte la cara… por favor.

Cada palabra que decía le era costoso tan solo pensarla, tapó su boca para evitar que algún quejido suyo sea escuchado por Diana y cuando fue liberada corrió a otro baño de la casa solo para vomitar, liberando así a su estómago de la presión.

Ella odiaba los fin de semanas, ahora tenía que fingir estar bien todo el día con Diana. Por lo que pidió a Mari que le ayude cuidándola.

— ¡Hola pequeña! ¡Llegó tu tía Mari!

— ¡Buenos días tía Mari!

Las dos se agarraron de las manos y empezaron a dar vueltas.

— ¡Tía Mari tus coletas son muy lindas! Cuando tenga mi cabello más grande le pediré a Niki que me peine así.

— Jeje, lo sé, soy muy linda. Pero puedes pedírselo a tu mamá Pilar.

— La señorita Pilar no es mi mamá. —Inclinó su cabeza con duda.

— Y yo no soy tu tía, corre anda dile mamá.

Diana pensó un momento pero su cabeza se puso roja y negó con la cabeza mientras sacudía sus manos.

— No, no… es muy pronto… —Empezó a jugar con sus dedos— Además ella y Niki no son pareja todavía.

— Si supieras… Ya olvídate de Niki, vamos hay que jugar algo.

— ¡No me olvidaré de Niki!

Le sorprendió que Diana levantara la voz, tanto a Mari como a Pilar que fingía estar dormida en el sofá.

— … Jeje, lo siento, fue alguien muy amable contigo ¿no?

— ¡Niki lo es! ¡No hables en pasado!

— ¿Lo hice? —Fingió sorpresa.

— Sí, yo lo sé, lo ví en clase de comunicación.

— Jeje, que torpe soy disculpa —Golpeó su cabeza y sacó la lengua.

— No te digas torpe —Sostuvo la mano de Mari con la que fingía golpearse— Solo no lo entendiste, tía Mari no es torpe. —Mostró una radiante sonrisa.

— ¡Waaaa! —Abrazó a Diana— ¡Eres un amor! ¿Cómo ese Niki pudo abandonarte?

La emoción hizo que Mari soltara su lengua diciendo cosas que no debía. Con preocupación alejó a Diana con la intención excusarse de alguna manera pero ella no estaba triste no sorprendida, solo estaba enojada.

— Niki no me dejó —golpeó la frente de Mari con un dedo.

— ¡Waaaaaaa! —Rodó en el suelo— jajajaja lo siento, eres igual a él…

— Jump.

— Vamos no te enojes, esta vez sí fui una tonta. Dime, por qué crees tanto en él.

Diana estaba haciendo pucheros y arrugando su frente, cosa que casi nunca hizo por lo que no sabía cómo estar enojada con alguien.

— Solo creo en Niki, creo que es alguien asombroso, y si algo lo está retrasando entonces Niki lo superará, eso es lo que yo creo.

— Waaaa me vas hacer llorar —Volvió a abrazar a Diana— por cierto ¿Por qué tienes tanta fuerza?

— ¿Soy fuerte? Estoy haciendo ejercicio con la señorita Pilar.

— No, es distinto… tu golpe de hace rato… realmente me hizo acordar a él ¿Que nivel eres?

— ¿Mi nivel? huuumu… —llevó un dedo a su labio mientras pensaba— ¡Soy nivel cien!

— … ¡¿Qué?!

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Me encontraba rodeado de un vórtice, este me intentaba arrastrar pero no podía, mi fuerza era superior. El lugar me parecía conocido, como si lo hubiera visitado varias veces, trayendo a mí sentimientos complejos. De repente mi pecho se abrió con un tremendo dolor un cono gigantesco salió de mi interior y empezó a absorber al vórtice, este por más que era absorbido no disminuyó su caudal o variaba de tamaño, simplemente seguía moviéndose hasta que el cono fue destruido y mi pecho quedó abierto con un agujero. Después de unos segundos mi pecho se cerró pero solo para que sea abierto nuevamente con otro cono que volvió a absorber el vórtice.

Mi conciencia parecía colapsar y cuando supuestamente me desmayé lo único que cambió fue el lugar donde estaba. Ahora estaba siendo transportado en una camilla con múltiples arneses en mis muñones.

— Me sorprende que sigas con vida, número uno— Dijo un vejete con apenas pelo en su cabeza— Todos los que despiertan mueren en tan solo unos segundos, mientras que tú despiertas cuando te da la gana.

Mi boca había sido cosida por lo que no podía hablar ni escupir a quien me estaba llevando.

— Nos dejaste sorprendidos no solo por tu actuación allá arriba ¡resulta que ahora eres la brecha perfecta! Bueno, no perfecta, pero eres el número uno ahora. —Parecía excitarse al hablar sobre sus experimentos— Podemos extraer mucha más energía de ti que de casi todos los sujetos aquí presentes.

El sujeto presionó un botón de la camilla y esta se empezó a inclinar dejándome ver a mi alrededor.

— Más de dos mil hombres y mujeres registrados como muertos no podían superar a la anterior número uno, y ahora eres tú quien la superó.

Un gran pasillo gris con varios gabinetes pegados a las paredes llenó mi visión, como si de un cementerio se tratase cada gabinete tenía dentro a un hombre o mujer conectado a una máquina. Algunos hombres con bata pasaban por cada uno tomando nota o cambiando algún parámetro de lo mostrado en la pantalla.

— ¡WAAAAAAA HAJJAAAAAAAHAAAAA WAAAAG!

Los gritos se escucharon a lo lejos.

— Qué molestia uno despertó.

Sin dejar de mover mi camilla pasamos cerca del sujeto que se había despertado, este gritaba incontrolablemente y a pesar de tener la boca parchada desgarró su piel para poder gritar. Este fue sujeto hasta que lentamente perdió fuerza y un pitido informó que había muerto. Sea lo que haya pasado ese sujeto todos aquí parecían estar experimentando lo mismo. Sus cuerpos inconscientes temblaban estando sujetos a su respectivo cubículo.

— Y por fin llegamos, te presento a la antigua número uno, de alguna manera un sujeto la salvó con tan solo una fracción de un punto de vida.

Una piel pálida, demaciado pálida para considerarla viva, un cabello negro y lacio que llegaba casi hasta sus talones, unos preciosos ojos café sin brillo y unas pecas que no hacían más que realzar su belleza.

Aquella chica que se encontraba colgando por algún soporte con las extremidades estiradas y que temblaba ligeramente mientras diminutas gotas de lágrimas eran derramadas por sus mejillas, aquella chica que consideré muerta hace mucho…

Aquella chica es mi hermana.

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