Asalto 27 - Bestia
Después de recoger las muestras las plantas empezaron a crecer mucho más rápido a la vez que una estampida de animales mutados corrían en dirección del pelotón.
Ya no podía avanzar de manera descuidada. Mi avance se volvió lento a la vez que me concentraba en cualquier estímulo que recibía del entorno. Debería haber sido descubierto hace tiempo por mi olor pero hasta ahora seguía avanzando sin problema. Quizás todo esto era adrede por lo que no me permití bajar la guardia hasta que mis dos objetivos estuvieron en mi rango de visión.
Una chica morena fornida con pieles de animales como prendas muy reveladoras y una delgada chica con la mitad de su cuerpo inferior bajo tierra.
Ninguna de las dos parecía saber de mi presencia.
— Estas ratas si que son molestas, logran cubrirse antes de lograr una baja. Oye te toca, mis bebés están sufriendo por darte tiempo.
— … Ya falta —Suspiró— poco, sé la ubicación —Quejido— de cada uno gracias a su mana —Exhaló de manera exagerada— con mi veneno no podrán utilizar su mana. Je, je, je.
— ¿Entonces ya los puedo retirar?
— Sí, pero intenta disimular —Suspiró— Me quedé sin mana —Se quejó— Trae a los rehenes.
La chica fornida abandonó la habitación hecha de troncos y raíces parecía disgustada con la palabra.
— Llegaste rápido-
¿Para qué alargar esto? Incrusté mis dagas en su cabeza y luego reemplacé las dagas por dos ramas de por ahí, la sangre se empezó a escurrir por lo que llené los huecos con hojas lo más rápido posible. Volví a trepar las paredes y me ubiqué encima de la puerta por la que había salido la otra chica.
— Estos ya están llenos un poco más y reventaban.
Los cuerpos parecían ser de humanos, estos estaban hinchados y se sentía un aura extraña emanando de ellos, además que perdieron parcialmente su forma humana por la de una persona con sobrepeso habían adquirido una tez morada.
— Rápido extrae su mana —Levantó los cuerpos para lanzarlos hacia el cadáver de su compañera.
Aproveché el momento y me lancé hacia ella.
Pero los cuerpos fueron lanzados hacia mí en pleno vuelo.
— ¡Joder! ¡¿Una rata Judy!? ¡se supone que es imposible!
Casi de manera inconsciente cubrió a su compañera, solo para darse cuenta que ella ya no podía oírla.
— ¡Judy! … ¡MALDITO!
Su cuerpo creció y sus músculos rasgaron su piel esto se volverá peligroso. Después de matar a la científica obtuve mucha experiencia por lo que utilicé todos mis puntos para fortalecer mi cuerpo. Como siempre agilidad y fuerza por igual hice lo mismo cuando maté a los otros dos protagonistas.
[Nivel 137+15]
Por alguna extraña razón no podía subir bien mi nivel.
— ¡GAAAAAAAH!
En un instante su puño cruzó por mi costado, apenas logré esquivar eso, realmente sentí miedo en ese momento. Había dejado un punto extra solo porque no pude subir junto agilidad y fuerza así que lo utilicé para reflejos.
—[Joder eso me asustó, ten cuidado]
De un momento a otro había varios animales rodeandonos evitando mi retirada. De igual manera no estaba en mis planes huir.
— Maldita rata escurridiza… juro que aplastaré todos tus huesos.
— Inténtalo —La máscara distorsionaba mi voz.
Los dos corrimos con intención asesina y nuestros puños chocaron entre sí. Para mi sorpresa la única en retroceder fue ella, apenas sentí el impacto de su golpe. Esto no hizo más que llenarme de confianza.
— ¡Hek! —Rodó un par de vueltas y detuvo su avance incrustados sus dedos en el piso de raíces.
Me lancé hacia ella para un nuevo ataque pero levantó las raíces formando un escudo y como de papel maché se tratara lo atravesé y golpeé su cara haciendo que esta rebote en el suelo.
— ¡MAL-
Con una patada levanté su cuerpo que se protegió de manera lamentable con una lámina de algún metal. Sin perder mi inercia junté mis manos y golpeé su espalda para que vuelva a tocar el suelo. Con el segundo rebote de su cuerpo el piso se movió alejándose.
— ¡Ataquen!
Preparé mis cuchillas para el ataque de las bestias sin embargo estas no obedecieron, se quedaron en su sitio temblando sin atreverse a mirarme directamente, la sorpresa se podía ver en el rostro de la chica que poco a poco cambió a miedo.
— … ¿Quién eres?
— … Soy tu antagonista.
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Decir que la misión estaba progresando no era muy acertado, es cierto que estábamos avanzando pero nuestro suministro de mana estaba a menos de la mitad. Ni siquiera los cazadores élite que nos acompañaron podían presumir su habilidad. Es cierto que en este caso la fuerza destructiva de Mari nos ayudó bastante pero ahora es más consciente de su alrededor y de vez en cuando nos mira para saber si lo está haciendo bien.
Aunque me sentiría más segura si él estuviera con nosotros…
¿No debería ser al revés? Él debería sentirse más seguro si yo estoy a su lado, después de todo soy la de apoyo.
— ¡Avanzar! —Gritó el alférez.
Siendo el de mayor destrucción en área fue quien tomó el frente y nos abrió paso. La anterior vegetación verde se había sido manchada de rojo y era una señal para adentrarnos más.
— ¡Se acerca otra estampida!
Con aquel grito el suelo empezó a temblar confirmando las palabras dichas. Gigantescos bisontes del tamaño de elefantes se acercaban en carrera hacia nuestra posición. Un tipo con cabello plateado corrió hacia la delantera y levantó un muro de metal con una punta muy puntiaguda. Partiendo a la criatura en dos.
El hedor a sangre ya era parte de nuestro aliento hace tiempo pero ver las vísceras esparcidas por el suelo lo volvía cada vez más grotesco.
Cuando pensamos enfrentar la estampida las criaturas pararon para dar pase a las raíces que crecían bajo nuestros pies, de estas, grandes capullos se formaron y empezaron a desprender una neblina rosada.
Los muros levantados cayeron, nuestros cuerpos se sintieron pesados y aquellos que estaban utilizando magia fueron cancelados de inmediato. Un gran peso cayó sobre nosotros a la vez que comprendimos la naturaleza de la vegetación. Las criaturas parecieron comprender lo que estaba pasando pero antes que pudieran hacer su siguiente movimiento todas las criaturas voltearon a una sola dirección.
Nuestra vulnerabilidad era presente en cada uno, sin embargo supimos que estábamos en verdaderos problemas cuando un elefante… no, eso era quedarme corto, ni siquiera podía compararlo con un mamut. Su sola pisada provocaba temblar el suelo y nos hacía consciente del sentimiento de miedo en nuestro interior.
Esta nos miró brevemente y luego cambió de dirección, todas las criaturas cambiaron de dirección.
Pensar que algo más poderoso había llamado la atención de estas bestias, nos hizo preguntar quién era esa verdadera bestia.
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