CAPÍTULO 09
Dominic regresó a su casa, cansado. Le dolía el cuerpo, y subió como pudo a su habitación. Se encerró en el baño, dándose un largo baño de agua fría. Apenas era su segundo día en su nuevo trabajo, pero ya quería renunciar.
El padre de Cheryl se negó a devolverle su empleo en el restaurante, y lo echó del lugar. Dominic había lidiado con adultos amargados toda su vida, pero ninguno se comparaba con aquel hombre. Él era el peor.
—Usted tiene que devolverme mi empleo. —Dominic trató de hacerlo entrar en razón—. No puede hacerme esto ahora. Yo le avisé que me tomaría un par de días libres.
El hombre soltó una carcajada amarga, negando. No podía creer el descaro del muchacho.
—Yo te advertí lo que pasaría si te ibas de vacaciones. —Le recordó—. Te dije que te despediría si cruzabas esa puerta, y tú decidiste arrojar tu uniforme a la basura antes de irte. ¿Realmente creíste que te devolvería tu empleo después de eso?
Dominic apretó los puños, maldiciendo internamente. Él todavía detestaba tener que pedir perdón, pero comprendió que no le quedaba otra opción si quería recuperar su trabajo.
—Escuche, sé que estuvo mal lo que hice. —fingió pena en la voz—. Pero el viaje fue por una emergencia.
—Cheryl ya me contó que fuiste a pasar fiestas con Amelie. —Él se cruzó de brazos—. Ambos vimos las fotos en Francia. No te voy a devolver tu empleo; ya contraté a alguien más.
—¡Esto no es justo! —Dominic explotó, levantándose—. Yo realmente necesito trabajar aquí; no me puede reemplazar...
—Si realmente necesitaras trabajar, no te habrías ido en primer lugar. —El hombre se levantó también. —Yo puedo perdonar y tolerar muchas cosas, pero no la insolencia. Por favor, retírate del local. No voy a cambiar de opinión.
Dominic pateó la silla en que estuvo sentado, sin ser capaz de contenerse más. La ira lo embargaba, y prefirió irse antes que destruyera toda la oficina. Él sabía de lo que era capaz y, por primera vez en mucho tiempo, sintió que perdería el control en cualquier momento.
Dominic regresó a su casa trotando, y le dio diez vueltas a la manzana antes de entrar. Esperó a calmarse, y se encerró en su habitación. No quiso bajar a almorzar, y pasó toda la tarde pensando. Sin su empleo, no podría seguir pagando las clases de esgrima, y tampoco podría ahorrar para visitar a Rosalie de nuevo. Su futuro en el deporte, y el de su relación, dependían de aquel trabajo.
El joven se reincorporó a las clases de esgrimas dos días después de regresar al país, levemente desmotivado. El cambio de horario volvió a afectarlo, y apenas si dormía de la preocupación. El trabajo en el restaurante era sencillo, y ganaba bien. No sabía dónde conseguiría algo igual.
—Te noto preocupado, Dominic; tú mente no está aquí. —El entrenador Jackson le dijo al final del entrenamiento—. ¿Tienes algún problema?
Dominic suspiró, encogiéndose de hombros. Su familia todavía no sabía que lo habían despedido, y tampoco quería contárselo a Michael. Su padre buscaba cualquier excusa para hablar mal de Rosalie, y repetirle que ella no le convenía. Estaba seguro que él armaría un escándalo si se enteraba que nunca le dieron permiso de viajar.
Nick carraspeó, decidiendo contarle lo que le pasaba. Confiaba más en el entrenador, que en su propio padre.
—Me despidieron de mi último trabajo, y no logro conseguir uno nuevo. —confesó, girando hacia él—. Yo pago las clases de esgrima con lo que gano ahí.
El entrenador Jackson asintió, meditando sus palabras. Dominic era el mejor de la academia, y no le parecía justo que él abandonara los entrenamientos por no poder pagarlos. Él pensó unos minutos, creyendo que halló una solución.
—Mira, hay una vacante disponible para trabajar aquí. —Él explicó, tranquilo—. El pago no sería mucho, pero te permitiría estudiar gratis. No tendrías que preocuparte por las mensualidades.
Dominic agachó la mirada, considerando la oferta. Le parecía demasiado bueno para ser verdad.
—¿Qué tendría que hacer?
—Limpiar los ambientes, y mantener los equipos en buenas condiciones. —El entrenador lo vio a los ojos—. Es más sencillo de lo que suena.
«Conserje. —Dominic pensó, apretando los labios—. El entrenador quiere que sea el maldito conserje de la academia.»
—No tienes que responder ahora. —Jackson comenzó a alejarse de él. —Piénsalo, y me dices qué decidiste.
Dominic asintió, volviendo al entrenamiento. A él no le gustaba la idea de volverse el conserje, y tener que limpiar lo que el resto de sus compañeros ensuciaba. Sin embargo, comprendía que trabajar ahí era mejor que nada. No quería pasar más tiempo sin empleo.
El primer día en su nuevo trabajo fue agotador, y humillante a la vez. Él tenía que llegar una hora antes de lo usual, e irse cuando hubiera terminado de barrer y trapear los ambientes. Además, necesitaba desinfectar los floretes, y el equipo prestado. Nick empezaba a comprender por qué renunció el conserje anterior.
Sin embargo, lo que más odió, fue la mirada en el rostro de Brooke. Ella lo observaba con superioridad, como si le hubiera ganado en algo. Incluso, se quedó media hora más solo para verlo limpiar. Ella se regodeaba con su sufrimiento.
—Veo finalmente estás en el lugar que mereces. —Brooke se burló, deteniéndose frente a él. —¿Disfrutas limpiando el sudor de los demás?
—No mucho, pero sí disfruto viendo la frustración en tu rostro. —Él se burló. —¿Acaso todavía no superas que te rechacé?
—Yo jamás sufriría por un perdedor como tú. —Ella se jactó, levantando una ceja.
—Entonces, ¿por qué sigues aquí? —Dominic se inclinó hacia adelante. —¿Por qué no has querido irte, a pesar que hace mucho que el entrenamiento terminó?
Brooke rio cínicamente, cruzándose de brazos. Aunque él tuviera razón, no se lo dejaría saber.
—Porque tengo que hablar con el entrenador. —Ella sacudió la cabeza. —No te ilusiones, Tristán. Jamás perdería mi tiempo viendo a un simple barrendero como tú.
Brooke se alejó de él, pavoneándose. No quería seguir conversando con Tristán, e ingresó a la oficina de Jackson. Ni siquiera sabía de qué hablaría con él, pero debía verse creíble su excusa.
Dominic ladeó la cabeza, observándola partir. Le divirtió la forma en que le contestó, y recordó los días en que salía con ella. Lo suyo nunca fue formal, pero siempre disfrutó discutir con Brooke.
Dominic regresó a su casa, agotado. Había faltado a la universidad, y llamó a sus amigos para pedirles los apuntes. Adam había reprobado más cursos que él, pero le sorprendió que Kate también estuviera estudiando.
—¿Por qué llevas cursos durante las vacaciones? —Dominic le preguntó, cuando ambos llegaron a su casa. —Creí que tú si aprobaste todo.
—Aprobé, pero sin mi ayuda, este imbécil no sabría ni diagnosticar un resfriado. —Kate se burló, señalando a Adam. —Estoy como alumna libre; por eso solo voy una o dos veces por semana.
Rebecca ingresó a su habitación de improviso, llevándoles jugo y sándwiches. Nick le agradeció a su madre, presentándole a sus amigos. Aunque le incomodó que ella entre sin tocar, le gustó que se preocupe por ellos.
—Nunca imaginé que fueras tan generosa. —Dominic se burló. —Espero me puedas ayudar a mí también.
—Conozco el precio que pagan las chicas que te ayudan. —Kate negó, divertida. —Además, ya tengo suficiente saliendo con este idiota.
Dominic frunció el ceño, confundido. Kate y Adam siempre fueron bastante unidos, pero le extrañó lo que ella dijo.
—¿Saliendo?
—Te dije que yo también me conseguiría una novia que me ayude con los cursos. —Adam bromeó, abrazándola. —Fue más rápido convencer a Kate, que tratar de conquistar a alguien más.
Dominic rio al escucharlo, notando que su amiga reía también. Los vio besarse, sintiéndose incómodo. Ellos eran como sus hermanos, y le pareció raro.
—No puedo creer que me fui dos semanas a Francia, y ustedes decidieron volverse novios.
—Tú hiciste tus cosas, y nosotros, las nuestras. —Adam le restó importancia. —No lo pienses tanto.
Kate sonrió, asintiendo. Tomó a Adam fuertemente del cabello, viéndolo a los ojos. Ella le dio un último beso, antes de separarse de él.
—Pero yo ya te advertí lo que te pasaría si me tratabas como Dominic a sus conquistas. —Ella amenazó, bajando la voz. —Si te atreves a engañarme, te castro.
Dominic volvió a reír, cruzándose de brazos. Él terminó con Elizabeth dos semanas después de comenzar su noviazgo con Rosalie; cuando sintió que ya no la necesitaba. Y, después de eso, no había vuelto a ser infiel. Él respetaba a Rosie, y solo tenía ojos para ella.
—Oye, hablas como si yo fuera un mujeriego. —Dominic intentó defenderse.
—Le sacaste la vuelta a Betty, la fea, con media universidad. —Kate le recordó, todavía riendo. —¿Cómo fue que la estúpida nunca se dio cuenta?
Dominic negó, prefiriendo no contestarle. Su amiga era buena, pero él todavía no comprendía su odio irracional hacia Elizabeth. Nick le dio una mordida a su pan, retomando la lección. Necesitaba ponerse al día, y comprender todas las clases que perdió. Tendría un examen pronto, pero no se sentía preparado.
Kate y Adam se fueron de su casa pasadas las dos de la tarde, después de almorzar. Dominic volvió a encerrarse en su habitación, y llamó a Rosalie. No había conversado con ella desde el día anterior, y se recostó en el marco de la ventana.
Dominic suspiró, observando el camión de mudanzas en la calle. Una nueva familia se estaba instalando en la casa de Rosalie, y vio cómo ingresaban las camas y los armarios. Él no conocía a sus nuevos vecinos, y tampoco quería hacerlo. Había pasado tantos buenos momentos en la casa de Rosie, que le dolía saber que ahora vivían otras personas ahí.
—Hola, Rosie. —Él la saludó, enviándole un mensaje de voz. —Hoy comencé a trabajar en un nuevo lugar y no pude escribirte antes. ¿Cómo estás?
—¡Nick! —Ella le respondió casi de inmediato. —¿Nuevo trabajo? ¿Qué pasó con el restaurante?
—Al padre de Cheryl no le gustó que me fuera por dos semanas. —Dominic bufó bajo. —Pero no te preocupes; estoy en un mejor lugar ahora.
Él envió el audio, esperando no sonar molesto. No quería que Rosalie se preocupara por él, ni que se sintiera culpable por el despido.
—¿En dónde trabajas ahora? —Ella consultó.
—En la academia de esgrima. Hoy fue mi primer día.
—¿Eres instructor ahora? —Rosie le preguntó, emocionada. —Eso es genial, Nick. Estoy orgullosa de ti.
Dominic sonrió con incomodidad, prefiriendo no decirle la verdad. No quería que Rosie se decepcionara de él, ni que supiera que ahora ganaría una miseria.
—Sí, es bastante bueno. —carraspeó. —Pero, cuéntame de ti. ¿Cómo te fue hoy?
Rosalie comenzó a narrarle lo que hizo, él suspiró. Le gustaba escucharla hablar, y oír como se emocionaba cada vez que diseñaba una prenda. Ella le envió un par de bocetos que hizo, explicándole los cortes y tipos de tela que usaría para confeccionarlos. A pesar que no le entendía, disfrutaba verla feliz.
—Y, ¿cómo están las cosas por allá? —Rosie preguntó después de varios minutos. —¿Has sabido algo sobre Frances, o sobre mi casa?
Dominic soltó un largo respiro, y le tomó una foto al camión de mudanzas. Él sabía que ella se enteraría de la verdad tarde o temprano, y prefirió contárselo. Rosie necesitaba saberlo.
Nick le envió la foto, preparándose para decírselo.
—Rosie, acabo de enterarme que ya compraron tu casa. —Él carraspeó, bajando la voz. —No sé mucho sobre ellos, pero están terminando de mudarse.
—¿Ya vendieron la casa? —Rosie titubeó—. ¿Cómo fue que lo hicieron tan rápido?
—No lo sé; pero el nuevo dueño es amigo de mi padre. Michael fue quien le ayudó con el papeleo. —Nick murmuró, sintiéndose culpable. —Lo único que mi padre me dijo, fue que él vivía en el extranjero. Supongo que fue por eso que consiguió el dinero rápido. —Dominic cerró su ventana—. El nuevo dueño y su familia se ven igual de prepotentes que Michael; creo que por eso se llevan bien.
Dominic envió el mensaje, y pasaron más de diez minutos antes que Rosalie le conteste. Sin embargo, ella solo le escribió. Ya no mandó audios.
—¿Sabes si mi madre estuvo presente cuando compraron la casa? —Nick leyó. —¿Has visto a Frances?
Dominic le respondió, negando. Michael le contó que el banco le quitó la casa a Frances, y fueron quienes la pusieron en venta. Nick se aclaró la garganta, prefiriendo no decirle esa parte. A pesar que él odiaba a Frances, no quería que Rosie le guardara rencor.
Rosalie no le volvió a contestar, y él temió que ella se hubiera puesto a llorar. Deseó poder estar a su lado para consolarla, pero decidió no decirle más hasta el día siguiente. Ya era de noche en Francia, y resolvió dejarla descansar.
Dominic dedicó el siguiente par de días a espiar a sus nuevos vecinos, sentándose en la ventana del cuarto de Gael. Descubrió que se trataba de una familia pequeña, de cuatro personas. La madre se veía como una mujer de alcurnia, y el padre, apenas si tenía cabello. La hija mayor tendría doce o trece años; y la menor parecía de nueve. Más allá del dinero que demostraron poseer, se veían como una familia aburrida.
Nick descubrió que una de las hijas del matrimonio ocupó la antigua habitación de Rosalie, y él decidió ya no mirar más. Volvió a su rutina diaria, sintiendo una leve frustración en su interior. Él esperaba que pasara más tiempo antes que alguien pudiera comprar la casa. Cada día le dolía más que Rosalie se hubiera ido.
Dominic resolvió tomar uno de sus libros de anatomía, leyéndolo por primera vez. Seguía sin gustarle su carrera, pero Rosie confiaba en él. Y no la iba a defraudar.
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