CAPÍTULO 08
Dominic cerró su maleta, colocándole un candado. Su vuelo salía a las ocho de la mañana, pero debía estar desde las seis en el aeropuerto. Él no se quería ir, pero el tiempo se le había acabado. Ya era cinco de enero.
Nick se sentó en una de las sillas, esperando a que Rosalie termine de arreglarse. Ella quería acompañarlo al aeropuerto, y despedirlo. Tal y como el día que se separaron por primera vez. La historia se repetía, y él sentía que el corazón se le volvía a romper. No quería separarse de ella, ni mantener una relación a distancia.
Rosalie llevaba días convenciéndolo, diciéndole que lo mejor era mantener su noviazgo. Él aceptó para no decepcionarla, esperando que ella tuviera razón. Dominic sabía que la próxima vez que se verían, sería cuando Rosie decidiera usar el boleto de avión. Sin embargo, todo se volvería incierto después de eso. Lo que él más temía, era no verse hasta que alguno de los dos hubiera terminado de estudiar.
Nick suspiró, pensando en que ya no le quedaba más dinero de reserva. Después de los pequeños viajes que realizaron dentro de Francia, apenas si tenía para el taxi hacia el aeropuerto. Dominic se encargó de cubrir la mayoría de gastos durante su estadía, impidiendo que Rosalie utilizara el dinero que tenía ahorrado. Ella necesitaba del efectivo mucho más que él.
Dominic se dio cuenta que Rosie continuaba triste por la venta de su casa, y quiso hacer algo lindo por ella en año nuevo. Él encontró en internet el anuncio de un festival de linternas flotantes, y supo que era exactamente lo que buscaba. Aunque nunca había visto una linterna flotar en la vida real, imagino que Rosalie amaría ver un espectáculo así.
El festival se llevaría a cabo en el parque Ritouret, en la localidad de Blagnac; a seis horas de París. Dominic intentó planear un pequeño viaje para los dos, y resolvió pasar un par de días en aquella ciudad. Compró boletos para los dos, y salieron el veintinueve al amanecer. El tiempo en el tren pasó más lento de lo que esperó.
Los jóvenes se instalaron en un hotel cercano, y descansaron el resto de la mañana. Rosie insistió en armar un itinerario, decidiendo que irían al festival el treinta y uno por la noche. Las entradas se adquirían por día, y quiso guardar la magia del espectáculo para el final.
Dominic la llevó a recorrer por la ciudad, encontrando una pista de patinaje sobre hielo cerca del hotel. Él la convenció de tomar una lección juntos, y Rosalie aceptó porque seguía fascinada con estar cerca de la nieve y el hielo. Dominic apenas entendió lo que decía el instructor, y terminó cayendo más veces de las que imaginó. Aunque ninguno de los dos había patinado antes, Rosalie tenía mucho más equilibrio que él.
Nick caminó de la mano con Rosalie, entrando a un restaurante pequeño. Se había cansado de comer en el cuarto del hotel, y de pedir servicio a la habitación. Finalmente era treinta y uno, y quería que la noche fuera especial. Era el primer año nuevo que pasaría con ella.
Rosalie disfrutó la cena, atreviéndose a beber un poco de vino. A pesar que detestaba el alcohol, quiso probar algo nuevo. Dominic se había tomado más de la mitad de la botella que ordenó, y ella solo bebió una copa. Sin embargo, tuvo que admitir que aquel vino sabía bastante bien.
El festival de linternas comenzaba a las seis, pero ellos llegaron poco antes de las ocho. Rosie avanzó con lentitud por el parque, admirando la decoración del lugar. Enormes linternas, de diferentes formas y colores; se erguían a lo largo del césped y el lago, iluminando la noche.
Rosalie corrió hacia la figura de un elefante, y luego se acercó al panda. Avanzó entre cada una de las linternas gigantes, sorprendida por la belleza de cada una. Algunas que simulaban figuras humanas, y otras, objetos cotidianos como aviones o árboles. Era como si hubieran creado una nueva ciudad, hecha solamente con luz.
Dominic leyó que la exposición contaba con dos mil quinientas linternas, y se interesó en ver las más grandes. Aunque muchas captaron su atención, su favorita fue un dragón que navegaba en el lago. El espectáculo era tan grande, que sintió que las linternas comenzaban a cobrar vida a su alrededor.
Rosalie insistió en regresar al hotel apenas terminó el festival, sintiendo una idea llegar. Avanzó hasta el baño de la habitación, observando la bañera blanca que tenían ahí. Abrazó a Dominic, jalándolo al interior.
—Nunca me he duchado con un chico. —susurró en su oído, sonriendo. —¿Te gustaría acompañarme?
Dominic ladeó una sonrisa, acorralándola contra la pared. Empezó a quitarle la ropa con lentitud, sosteniéndola por el cuello. Rosalie gemía ante su tacto, desvistiéndolo también. Esa era la mejor forma de terminar el año.
—Andas muy cachonda últimamente. —Dominic gruñó, besándola. —¿Hay algún motivo en especial?
—Te iras en menos de una semana. —Rosalie susurró,sosteniendo su rostro con ambas manos. —No quiero imaginar lo sola que me sentiré cuando nos volvamos a separar.
Dominic negó, guiándola hasta la bañera. Él se sentó primero, ayudándola para acomodarse frente suyo. La mojó entre risas, antes de introducir dos dedos en su interior. El agua le impedía moverse con rapidez, pero logró hacerla correrse con los dedos. Disfrutaba viendo el placer en su rostro, y escuchándola gemir.
Rosalie demoró en recobrar el aliento, y se estiró para tomar su celular. Revisó la hora, cubriéndose con una toalla de inmediato. Salió con cuidado de la bañera, haciéndole gestos a Dominic para que él saliera también. Ya era medianoche, y ella tenía planeado algo más.
Rosie se detuvo a mitad de la habitación, y empezó a besarlo con pasión. Dejó caer su toalla, aferrándose al cuello del chico. Tomó un ligero impulso, subiendo a su cintura. Continuó besándolo, y gimiendo en su oído. Nick era el único que lograba ponerla así.
Dominic se tambaleó al inicio, y retrocedió hasta caer sobre la cama. Comenzó a lamer sus pezones, dejando pequeños besos entre sus pechos. Tomó a Rosalie por la cadera, frotándola contra él. Nick estaba excitado desde que vio cómo ella se corrió en la bañera.
Rosalie se separó un poco de él, sonriendo. Acarició su rostro, peinando su cabello hacia atrás.
—Nick, hazme el amor. —pidió, viéndolo a los ojos. —Hazlo lento, como la primera vez que estuvimos juntos.
—¿Qué?
—Hoy es primero de enero. —Rosie le recordó, besándolo—. Quiero empezar el año sintiendo que soy tuya.
Dominic sonrió, girando en la cama. La dejó bajo suyo, y sostuvo sus brazos por encima de su cabeza.
—Tú me perteneces, Rosalie. —Él gruñó bajo, roznado su nariz con la de ella—. Tu cuerpo y tu alma han sido míos desde el día que hicimos el amor primera vez.
—¿Y qué hay de ti? —Rosie preguntó, aferrándose a su cabello.
—Yo te pertenezco desde mucho antes de eso. —Dominic confesó, —. Soy tuyo desde el momento en que te besé.
Rosie se sonrojó al escucharlo, enredando una pierna a su alrededor. Dominic se estiró para tomar un condón de la mesa de noche, colocándoselo antes de entrar en ella. La embistió con suavidad, aumentando la velocidad cada vez que Rosalie lo pedía. Ella estaba tan mojada, que perdió la noción de cuánto tiempo permanecieron en la misma posición.
Los jóvenes regresaron a París el tres por la mañana, en el primer tren que salió. Dominic evitó desempacar, y solo sacó un par de cosas de su maleta. Su avión saldría el cinco al amanecer.
Rosie quiso hacer una última cosa con él antes que se fuera, y decidió llevarlo al museo. Ella ya había ido con sus amigos en su segunda semana en Francia, y supuso que Dominic también amaría ese lugar. Recorrer los rincones del Louvre le hacía recordar a su verdadero hogar.
Dominic observó las pinturas con detenimiento, intentando darles un sentido. Él nunca fue bueno pintando, ni interpretando los óleos tampoco.
—No lo entiendo. —Él ladeó la cabeza—. ¿Cómo es que a alguien puede gustarle un cuadro tan feo como este?
—Es arte. —Rosie explicó, sonriendo—. No hay que comprenderlo para disfrutarlo.
—Arte eres tú. —Dominic besó su cabeza, abrazándola—. La mujer de la pintura, ni siquiera tiene cejas.
Rosalie rio con su comentario, alejándose de él. Caminó por el recinto, haciendo un gesto con la cabeza para que él la siguiera. Ella quería mostrarle todas las piezas antes de ir a almorzar.
Dominic avanzó despacio, sin terminar de entender qué criterio utilizaban los dueños de ese museo para exhibir los trabajos. Dentro de las obras que habían, se encontraba una estatua sin brazos, y otra sin cabeza. Él pensó que, si las iban a mostrar, al menos les hubieran puesto las partes que les faltaban.
Rosalie reía con los comentarios que Dominic hacía, antes de detenerse frente a un cuadro enorme. El fondo era celeste, muy similar al cielo. Estaba lleno de ángeles y personas; y parecía que retrataron a Dios y a la virgen María en la parte superior. Era la primera vez que veía esa pintura.
—El paraíso de Tintoretto. —leyó la inscripción, bajando la voz—. ¿Crees que el cielo de verdad sea así?
—No lo sé; —Dominic se encogió de hombros, suspirando—. No me gusta pensar en la muerte; mucho menos después de lo que nos ocurrió.
—A mí tampoco. —Rosie negó con la cabeza—. Mejor continuemos por otro camino.
A pesar que Dominic no comprendió la mayoría de obras, se divirtió conociendo el museo de París. Él guardó un par de souvenirs que compró en su mochila, listo para partir. Elevó la vista cuando notó que Rosalie estaba lista, y suspiró. Aún había algo que necesitaba hacer.
Dominic avanzó hasta una de las maletas, sacando una prueba de embarazo. La había comprado esa misma mañana, antes de ir por el desayuno. Él todavía no sabía por qué lo hizo, pero deseaba que Rosalie se la hiciera. La promesa que le hizo en navidad seguía retumbando en su mente.
Dominic sabía que, la suerte que tuvo cuando su madre aceptó enviarlo a Francia, no se repetiría todos los meses. Gracias a ella, pudo pasar dos semanas con Rosalie. Sin embargo, la idea de mantener una relación a distancia continuaba atormentándolo, y quiso aclarar su situación antes de departir.
—Rosie, toma. —Nick le entregó la caja, nervioso. —Es para ti.
Rosalie sostuvo prueba de embarazo con cuidado, examinándola. Ella frunció el ceño, elevando la vista de nuevo.
—Nick, ¿por qué compraste esto?
—Porque me iré del país en un par de horas, y no sé cuándo nos volveremos a ver. —habló firme, viéndola a los ojos. —Y no me quiero ir con la incertidumbre de saber si estás, o no, embarazada. Después de todas las veces que hemos tenido sexo sin protección, creo que lo mejor es que te hagas la prueba.
Rosalie pasó saliva con dificultad, agachando el rostro. Desde que Dominic le prometió estar siempre a su lado, ella perdió el miedo a embarazarse. Confiaba tanto en él, que le daba igual lo que pudiera suceder.
Rosie suspiró después de varios minutos, analizando la expresión del chico. Dominic se veía preocupado y nervioso al mismo tiempo. Ella empezó a contagiarse de su inquietud, y abrió la caja. Para bien o para mal, comprendió que lo mejor sería hacerse la prueba de embarazo.
—¿Cómo se usa esto? —consultó, bajando la voz.
—Tienes que quitar la tapa y orinar ahí. Luego, esperamos tres minutos. —Dominic tomó el empaque, leyendo las instrucciones—. Suena bastante simple.
Rosalie asintió, nerviosa. Entró al baño, y demoró más de lo que imaginó. Se lavó las manos antes de salir, y dejó la prueba sobre su mesa de noche. No quería estar cerca cuando saliera el resultado.
Dominic se recostó en la puerta del baño, viéndola por el espejo. Rosalie se había sonrojado, y él la abrazó por la espalda. Acarició su cabello, intentando calmarla; aunque estaba mucho más alterado que ella.
—¿Qué haremos si es que sale positivo? —Rosie musitó, aferrándose a sus brazos.
—No lo sé. —Dominic la besó—. Pero encontraremos la forma de hacerlo funcionar.
Rosalie suspiró, caminando hasta su cama. Se sentó a los pies, intentando relajarse. El miedo no dejaba de embargarla.
Dominic revisó su reloj, notando que pasaron diez minutos desde que Rosalie se hizo la prueba. Avanzó junto a ella, y le dio la mano. Rosie estaba helada.
—¿Estás lista para ver el resultado? —consultó, tomándola por el mentón.
—No, estoy muy nerviosa. —Rosie agachó el rostro—. Hazlo tú, por favor.
Dominic asintió, respirando profundamente. Se acercó con lentitud a la mesa de noche, tomando el test de embarazo. Lo observó por varios minutos, sin creer lo que veía.
—¡Es negativo! —exclamó emocionado, saltando en su lugar—. No estás embarazada.
Dominic abrazó a Rosalie, haciéndola girar en el aire. La besó suavemente, feliz de conocer el resultado. Saber que ella no estaba embarazada le quitaba un peso de encima. Ya podría abordar el avión sin sentirse culpable.
Rosie intentó corresponder el beso, confundida por todo lo que ocurría. Se tambaleó cuando Dominic volvió a ponerla en el suelo, y tomó la prueba de sus manos. Utilizo la caja para interpretar el resultado, y suspiró aliviada. Él tenía razón; no estaba embarazada.
Rosalie sintió que Dominic besó su cabello, y ladeó una sonrisa. Giró el rostro en su dirección, empezando a sentirse incómoda por su actitud. La alegría que él demostraba le parecía exagerada, y no dejaba de sonreír. Por un instante, le dio la impresión que Dominic no quería tener hijos jamás.
Nick tomó el rostro de Rosalie entre sus manos, mirándola a los ojos. Rozó su nariz con la de ella, y se inclinó hacia adelante. Ese era de los momentos más felices para los dos.
—Rosie, escúchame. —pidió, acercándose más—. Aunque el test haya salido negativo, recuerda que siempre voy a estar para ti. Si en algún momento te sientes mal, llámame de inmediato. Yo encontraré la forma de venirte a ver.
Rosalie asintió, abrazándolo. Fingió una sonrisa, y desvió el rostro cuando Dominic intentó besarla. Creía y confiaba en él, pero su actitud comenzaba a decepcionarla. Por primera vez, en mucho tiempo, empezó a cuestionarse si Dominic sería el indicado para casarse.
—Será mejor salir ahora. —Rosie susurró, tomando sus llaves. —El aeropuerto se encuentra bastante lejos de aquí.
Dominic asintió, arrastrando sus maletas. Rosalie lo vio salir, y soltó un largo respiro cuando observó su apartamento vacío. Dentro de poco, las cosas volverían a la normalidad.
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¡Hola!
Antes que nada: ¡Muchas gracias por los 10k! Son las mejores
¿Qué les pareció el capítulo de hoy?
¿Tienen alguna teoría? ¡Déjenla aquí!
Les mando un abrazote
Nos leemos pronto.
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