CAPÍTULO 05
—¡Dominic! —Rosie lo movió con suavidad, riendo—. Dominic, despierta ya.
—No quiero. —Él se cubrió el rostro con una almohada—. Son las seis de la mañana, déjame dormir.
—Pero ya me voy a ir a clases y quiero desayunar contigo. —Rosalie continuó moviéndolo—. ¡Despiértate ya!
Dominic gruñó bajo, sentándose lentamente. Talló sus ojos, notando que Rosalie ya se había duchado y cambiado. Acarició su rostro, antes de levantarse de la cama. Avanzó con pesadez hacia el baño, adormilado.
—Dame cinco minutos. —pidió, apenas volteando—. Ya voy.
Rosalie asintió, avanzando a la mesa. Había subido el desayuno que le daban, y preparó café. Ella comenzaba a preocuparse por tener tan poca comida para los dos, y empezó a pensar en alguna alternativa. No iban a sobrevivir dos semanas comiendo de un mismo plato.
Dominic se sentó a su lado, besando su frente a modo de saludo. Todavía estaba mareado por el cambio de horario, y quería seguir durmiendo. Era la primera vez que le ocurría algo así, y bostezó.
—Te ves lindo recién levantado. —Rosie musitó, sonrojándose.
—No es la primera vez que me ves recién levantado. —Él rio, restándole importancia.
—Pero es la primera vez que no tienes que huir para que mi madre no nos descubra. —Ella carraspeó—. Es bonito estar solo los dos.
—Y seremos solo los dos durante estas semanas. —Dominic acarició su mano—. Ya nadie se va a interponer en lo nuestro.
Rosalie sonrió, terminando su desayuno. Las clases comenzaban a las siete y media, pero le gustaba llegar temprano. Todavía tenía que devolverle a Garrett los plumones, y esperó que él hubiera logrado terminar la tarea.
—Hablando de tu madre, ella te envió un paquete. —Dominic rompió el silencio, señalando la caja—. No sé qué sea, pero preferí traerlo.
Rosalie se levantó de su asiento, acercándose al paquete. Esbozó una leve sonrisa, emocionada. Frances se había acordado de ella, y le envió un regalo cuando supo que Dominic viajaría. Quizás, ella no era tan mala como creyó cuando se fue.
—¿Mi madre me envió un obsequio? —Rosie continuaba sorprendida—. ¿Qué te dijo cuando te lo dio? ¿Es por navidad?
—De hecho, se lo entregó a Rebecca; yo estaba trabajando. —Dominic tomó aire, buscando las palabras correctas para lo que diría—. Frances se lo dio el día que se fue del vecindario; están vendiendo tu casa.
Rosalie giró hacia él, consternada. Le tomó varios segundos comprender lo que Dominic dijo, y negó con la cabeza. Eso no podía ser cierto.
—¿Cómo que están vendiendo la casa? —Alcanzó a decir, con un hilo de voz—. ¿Frances ya no vive ahí?
Dominic negó, sacando su teléfono del bolsillo. Le enseñó una foto que tomó días atrás, haciendo zoom en el letrero de "se vende". Frances se fue poco después que Rosalie viajó.
—Lo pusieron hace poco. —Él intentó explicar—. Todavía no sé mucho sobre la venta, pero creo que Michael conoce a alguien que quiere comprarla. Supongo que alguno de sus amigos estará interesado en la propiedad.
Rosalie dejó el móvil sobre la mesa, con el corazón agitado. El pecho empezó a dolerle, y ella agachó el rostro. Comenzó a sollozar, negándose a aceptar las palabras de su amigo. Se rehusaba a creer que su casa estaba en venta.
Dominic la abrazó, creyendo que cometió un error. Él suponía que Rosalie ya estaba enterada de la venta, y carraspeó. Jamás imaginó que le afectaría tanto la noticia, y acarició su cabello. Nunca quiso verla triste, y se arrepintió de haberle contado la verdad.
—¿Qué pasará cuando quiera volver? —Rosalie murmuró, con la voz entrecortada—. ¿A dónde iré?
—Podrás quedarte conmigo... —Dominic intentó consolarla—. No llores, por favor.
Rosalie continuó sollozando, sin ser capaz de pronunciar una palabra. Se aferró al cuerpo de Dominic, escondiendo el rostro en su pecho. Ella ya había perdonado a Frances por todo lo que le hizo antes de viajar, pero suponía que su madre no lo hizo. La única explicación que encontraba para lo que estaba pasando, era que Frances la odiaba.
—Yo me fui del país porque sentí que no había nada para mí ahí. —Rosie carraspeó—. Y ahora ni siquiera tendré un hogar al cual regresar.
—Encontraremos una solución. —Él besó su frente. —Siempre lo hacemos.
—No puedo creer que mi madre fuera capaz de vender la casa. No puedo creer que se deshizo de lo único que me unía a ella; y ni siquiera fue capaz de avisarme. —Rosalie pasó saliva con dificultad, llorando. —Frances no me ha llamado, ni me ha escrito, desde el día que me fui.
Dominic la meció en sus brazos, intentando calmarla. No sabía qué decirle, y continuó acariciando su espalda. Le dolía verla así, y odió a Frances en ese momento. Él era consciente que ella era una pésima madre, pero nunca creyó que habría olvidado tan rápido a su única hija.
—Rosie, a partir de ahora, solo somos tú y yo. Recuérdalo, por favor. —Él pidió, besando sus manos—. Ya no pienses en Frances, ella no merece tus lágrimas.
Rosalie se aferró más a él, sin querer hablar. Su vida, tal y como la conocía, acababa de terminar en ese momento. Francia era lo único que le quedaba.
—Ya ni siquiera tengo ganas de ir a clases. —Rosie se separó un poco, pasando una mano por su rostro. —Solo quiero llorar.
Dominic negó, llevándola al baño. Le ayudó a lavar su rostro, haciéndole cosquillas para que sonriera. No la dejaría caer.
—Ve a la universidad, por favor. —Dominic pidió, besando su frente—. No voy a permitir que le sigas dando a Frances el poder de arruinar tu vida. Este es tu momento de brillar.
Rosalie lo vio a los ojos, asombrada por la madurez con la que habló. Él se estaba esforzando en mejorar.
—Me gusta oírte hablar así. —Rosie lo abrazó—. Cada día me sorprendes más.
Dominic peinó el cabello de Rosie hacia atrás, y besó su frente. Él le había dicho una de las frases que su psicóloga le repetía con frecuencia, sintiendo que a ella le serviría escuchar ese consejo. Rosalie necesitaba tomar el control de su vida.
Dominic acarició su rostro, feliz de verla sonriendo de nuevo. Estuvo tentado una vez más a besarla, y retrocedió un paso. A pesar que le dolía, no quería romper el acuerdo en que estaban. Para él, los estudios de Rosalie estaban primero.
—Yo lavaré las tazas del desayuno. —Dominic susurró en su oído—. Ve a clases, aquí te espero.
Rosalie suspiró, asintiendo. La cabeza todavía le dolía, y seguía consternada por lo que descubrió. Sin embargo, resolvió hacerle caso a Dominic. Su madre ya había puesto la casa a la venta, y no había nada que ella pudiera hacer para salvarla. Llorar no serviría de nada.
Rosie besó la mejilla de Dominic, despidiéndose. Le hubiera gustado llevarlo a clases, pero no estaba segura si se lo permitirían. Le dejó las llaves sobre la mesa, y tomó su mochila. Debía apurarse si no quería llegar tarde, y cerró la puerta tras de sí. Faltaban dos días para que saliera de vacaciones.
Dominic lavó las tazas, y ordenó el comedor. Limpió lo más que pudo, antes de regresar a la habitación. Se echó, arropándose de pies a cabeza. Hacía bastante frío, y quería volver a dormir. Apenas eran las siete de la mañana.
Dominic despertó casi al mediodía, confundido. El ruido de su celular lo levantó, y él cayó de la cama en un intento por responder. Talló sus ojos, dándose cuenta que era su madre quien le llamaba. Se aclaró la garganta, despertando del todo para contestarle. Rebecca sería capaz de viajar a verlo si presentía que había algo malo.
—Hola, mamá. —Él saludó aburrido.
—Tris, me tenías preocupada. —Rebecca lo regañó—. Te pedí que me llamaras apenas aterrizara el avión. No he pegado un ojo desde que te fuiste.
—Estaba instalándome, y me chocó el cambio de horario. —Trató de explicar—. Todo está bien.
—¿Conseguiste un hotel? —Ella preguntó—. ¿Ya tienes dónde quedarte?
Dominic asintió, olvidando que su madre no lo podía ver. Carraspeó, tomando un largo respiro antes de continuar.
—Sí, encontré algo cerca. —Él sonrió—. Ya desayuné, por si también te lo preguntabas.
—Bien, me alegra escuchar eso. —Rebecca sonrió—. Además, te llamaba porque quería preguntarte una cosa más. —Se aclaró la garganta—. Ayer encontré un sobre oculto entre mis cosas; lleno de dinero. ¿Tienes alguna idea de dónde salió?
Dominic rio bajo, feliz de que su madre no hubiera demorado mucho en hallarlo.
—Te dije que te pagaría lo que te debía. —Él habló victorioso—. Ya estamos a mano.
—Tristán, te dije que no era necesario. —Rebecca lo regañó, seria—. Debiste llevarte este dinero. ¿Y si te hace falta?
—Lo que me diste es suficiente, y me sobró un poco de mi último pago también. Yo estaré bien.
Rebeca suspiró, resolviendo no discutir con él. Aunque le gustaba que su hijo empiece a tomar responsabilidades, le preocupaba que se le acabara el efectivo. Ella sonrió, pensando en girarle el dinero apenas amaneciera. Ya no le iba a cobrar.
—Disfruta tu viaje, Tristán. —Rebecca se despidió—. Tu padre te manda saludos. Te queremos mucho.
—Dale mis saludos a Michael. —Él mencionó incómodo—. Te quiero, mamá.
Dominic colgó, ingresando al baño una vez más. Se lavó el rostro, y cambió de ropa. Observó el reloj, recordando que Rosalie regresaría en cualquier momento. Él quería hacer algo lindo por ella, y tomó las llaves. Aunque su sentido de orientación siempre fue bueno, esperaba no perderse.
Dominic buscó en su celular restaurantes en su zona, y caminó hasta el más cercano. Compró dos platos, llevándolos con cuidado al departamento. Rosie se había encargado de la cena y el desayuno, y él quiso compensarla.
Nick acomodó todo, esperándola con paciencia. Rosalie tocó a la puerta minutos después, sorprendiéndose por el aroma que percibió. La comida olía bastante bien.
—Nick. —Ella lo saludó, abrazándolo—. ¿Qué es esto?
—Traje el almuerzo. —Sonrió—. Espero te guste.
Rosie dejó sus cosas en el suelo, acercándose a la mesa. El almuerzo se sentía delicioso, pero una punzada de culpa volvió a azotarla. Le preocupaba verlo gastar.
—Tú trajiste la cena, y preparaste el desayuno. —Dominic habló en su oído—. Lo mínimo que podía hacer, era encargarme del almuerzo.
—Gracias —ella suspiró, resolviendo no reprocharle nada—. Muero de hambre.
—Somos un equipo. —Le recordó, abrazándola—. No tienes nada que agradecer.
Rosalie giró el rostro, besando su mejilla. Se lavó las manos, sentándose a comer con él. Le contó cómo le fue en la universidad, emocionada porque la profesora alabó su diseño. Ella era de las primeras de su clase, y esperaba continuar así.
Dominic levantó la mesa, ordenando todo. Le gustaba oírla hablar sobre sus clases, y ver lo feliz que era. Ella pertenecía a Francia.
—Nick, vamos a caminar. —Rosie se acercó a él, sonriendo—. Quiero enseñarte la ciudad.
—Me gustaría ir a la Torre Eiffel; como en las películas. —Él propuso, peinando su cabello hacia atrás. —Sé lo mucho que a ti te gustan los picnics, así que podríamos hacer uno ahí.
—No creo que sea buena idea. —Rosie rio bajo, negando—. No te recomiendo comer en los jardines de la Torre Eiffel.
—¿Por qué?
—Ya lo verás. —Ella acarició su rostro—. Traeré un abrigo y nos iremos.
Dominic asintió, todavía confundido por su reacción. En las películas mostraban como algo romántico comer ahí, y él sabía que ella disfrutaba estar cerca de la naturaleza. Resolvió no pensar más en eso, y tomó la chaqueta de cuero que empacó. Hacía demasiado frío, y suponía que se pondría peor en el transcurso de la tarde.
Rosalie lo llevó de la mano, caminando con lentitud. Le enseñó cada una de las calles aledañas al departamento, y avanzaron sin prisa hacia la Torre. Ella intentaba explicarle la poca historia que conocía del lugar, y aprovecharon en tomarse fotos juntos. La iluminación era buena, y Rosie posaba cada vez que Dominic se lo pedía. Él disfrutaba fotografiándola.
La cola para ingresar a la Torre Eiffel era de más de una hora, y decidieron esperar. A pesar que ella llevaba semanas ahí, nunca había subido. La vez que fue Jolene, solo pasearon por la parte de abajo. En ese momento, ninguna de las dos quiso esperar tres horas para subir.
—Por suerte hoy no hay mucha fila. —Ella habló emocionada—. Espero que avancemos rápido.
Dominic la abrazó por el costado, besando su cabello. Estando con ella, no le importaba esperar una hora para subir. Él aprovechó en escanear el paisaje con la vista, notando a muchas personas comer en los jardines. Volvió a pensar en la reacción que tuvo Rosalie antes de salir, y ladeó el rostro. No comprendía por qué era una mala idea comer ahí.
Él continuó observando a los jóvenes a lo lejos, hasta que divisó un pequeño animal negro correr de un lado a otro. Enfocó la vista, dándose cuenta que se trataba de una rata. Giró el rostro, notando que no era la única. Varias camadas se escondían entre los arbustos, saliendo cada tanto en busca de comida.
—Rosie, ¿por qué hay ratas aquí? —preguntó en un susurro.
—No lo sé —Rosalie rio, girando hacia él—. Pero este lugar está lleno de ellas. Ni siquiera en los jardines de Sarauta vi tantas ratas como aquí.
Dominic rio por su comentario, recordando con lejanía el reino. Hacía mucho no pensaba en su verdadero hogar, y prefirió no hacerlo. Estaba mejor en el lugar que se encontraba, y no quería que las cosas cambiasen. Lo mejor que le pudo pasar, fue haber terminado en esa nueva realidad.
Dominic pagó las entradas cuando llegaron al frente, tomando la mano de Rosalie para entrar. El billete que adquirió incluía subir por escaleras hasta el segundo piso, y luego en ascensor hasta la cima. Aunque seiscientos escalones no le parecieron mucho al inicio, ambos terminaron agitados. La Torre era más grande de lo que imaginaron.
Les tomó casi tres horas llegar a la cima, y recorrieron cada rincón del monumento con lentitud. La noche cayó sobre ellos, pero no tenían apuro en regresar. La vista era espectacular, y el aura que desprendía, también. Aquel lugar se sentía mágico.
Dominic tomó fotos durante todo el recorrido, creyendo que Rosalie se veía aún más hermosa en la puesta del sol. Ella posteó gran cantidad de las fotos, sin creer lo bien que se veían. Nick parecía un modelo cuando posaba.
Rosie utilizó uno de los miradores, divisando toda la ciudad. Dominic se recostó a su lado, sobre uno de los barandales. París era maravilloso de noche, y él suspiró. No había lugares así en donde vivían.
—París es mejor de lo que creí. —Él comentó, distraído—. Ahora sé por qué disfrutas tanto estar aquí. Yo tampoco quisiera regresar a nuestro aburrido vecindario después de esto.
—París es mejor ahora que tú estás conmigo. —Rosie confesó, acercándose a él—. Gracias por venir.
Rosalie acarició el rostro del chico, acercándose más a él. Dominic la tomó por la cintura, inclinándose hacia adelante. Rozó su nariz con la de ella, sintiendo su aliento mezclarse. No creía poder contenerse más, y se dispuso a besarla. Sin embargo, un ruido cerca suyo los asustó.
Rosie se alejó de él, volviendo a la realidad. Ella sintió su rostro enrojecerse, girando en dirección al sonido. No sabía por qué actuó de esa forma, y resolvió concentrarse en la pareja frente suyo. Ellos habían puesto música.
Un joven de cabello rubio colocó la pista de una canción en un parlante pequeño, y comenzó a cantar. Sacó una caja roja de su bolsillo, arrodillándose frente a su novia. Le propuso matrimonio durante la canción, confesándole lo mucho que la amaba. Ella aceptó casi de inmediato, rompiendo en llanto por el gesto de su novio.
Dominic se cruzó de brazos, creyendo que ese era el espectáculo más cursi que alguna vez vio. Aplaudió a la pareja porque el resto de visitantes lo hacía, y avanzó hasta Rosalie cuando escuchó un sollozo. Ella también estaba llorando.
—Rosie, ¿qué pasó? —Él limpió sus lágrimas—. ¿Por qué lloras?
—Porque esa es la propuesta de matrimonio más romántica que he visto. —Ella elevó el rostro—. Yo también quiero que pidan mi mano de esa manera.
Dominic se tensó con sus palabras, pasando saliva con dificultad. A pesar que la amaba, no se sentía listo para dar ese gran paso aún. Ambos eran demasiado jóvenes para comprometerse.
Él besó la frente de Rosalie, intentando no levantar sospechas en ella. Continuaron su recorrido, bajando casi a las nueve de la noche. Rosie insistió en invitar la cena, y fueron a una cafetería cercana. Después de lo que caminaron, ambos morían de hambre.
—Hoy fue un día perfecto, Nick. —Rosalie sonrió, viéndolo a los ojos—. Gracias por todo.
—No tienes por qué agradecerme. —Él entrelazó sus dedos con los de ella—. Te prometo que, a partir de hoy, todos nuestros días serán perfectos. No permitiré que vuelvas a sufrir.
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¡Hola!
Finalmente está aquí el capítulo 05
¿Qué les pareció? ¿Alguna teoría?
Déjenla aquí
Hoy tengo un anuncio que hacer: ¡Tenemos playlist en Spotify!
Pueden buscarla como Distancia Inesperada, y les dejaré el link en un comentario. Las canciones se irán actualizando junto con los capítulos, así que disfruten escuchando las canciones que acompañan la historia.
Les mando un abrazote
Nos leemos pronto
Bye
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