CAPÍTULO 04
Rosalie tarareó una canción, mientras continuaba dibujando. Le habían pedido realizar un diseño libre para el curso de preparación que llevaba, y quiso hacer algo sencillo. Tenía muchas ideas en mente, pero prefirió iniciar con la más simple de todas. Era domingo, y esperaba terminar antes de la cena. Ansiaba descansar.
Garrett rio al identificar la canción que Rosalie tarareaba, y la buscó en su celular. La puso en volumen alto, sacándola de sus pensamientos. Ella se veía bonita cuando sonreía.
—No sabía que te gustaba este tipo de música. —Garrett musitó, dejando su lápiz sobre la mesa. —A mi mamá también le gustaba Cristian Castro.
Rosie escuchó la melodía, empezando a reconocer la letra. Esa era la misma canción que Dominic le dedicó el último día que estuvieron juntos, y suspiró. No creyó que Garrett fuera a conocerla también.
—Mi mejor amigo me la cantaba. —Rosie respondió con melancolía—. Es la primera vez que escucho la versión original.
Garrett asintió levemente, incómodo. Rosalie hablaba a diario de su mejor amigo, casi como si tuviera una obsesión con él. En la mayoría de conversaciones, salía a relucir el nombre de Dominic.
Garrett dejó el móvil junto a su cartuchera, y continuó dibujando. Había ido al apartamento de Rosalie para ayudarle con la tarea, y prestarle los materiales que necesitaban. Ella todavía no compraba los plumones de diseño que les pidieron.
Rosie tomó el marcador color beige, dando unos toques finales a su dibujo. Todavía le costaba dibujar las manos y rostros, pero el vestido se veía genial. Ella soltó un largo respiro, pensando en Annelise. Hubiera sido divertido estudiar la carrera junto con su hermana. Annie era la mejor dibujante que conoció.
—Te prometo que es la última vez que utilizo tus cosas. —Rosie se disculpó, devolviéndole los plumones—. Esta semana iré a comprar mi propio material.
—No te preocupes. —Garrett negó, divertido—. Sabes que no tengo problemas en venir y hacer la tarea contigo. Es más divertido que trabajar solo.
—Sabes, también deberíamos invitar a Jolene. —Rosie propuso, alegre—. Estoy segura que a ella también le gustará trabajar con nosotros.
—Sí, suena bien. —Él respondió, sin estar muy convencido.
Rosie elevó su diseño, orgullosa del trabajo que hizo. A pesar que estaba haciendo frío, hizo un vestido de verano. Utilizó colores claros, y trazos sencillos. Ella quería confeccionar una prenda que pudiera usarse para cualquier ocasión.
—¿Tú ya terminaste? —consultó, viendo a su amigo a los ojos.
—Ni siquiera empiezo. —Garret rio—. Lo haré más tarde.
—¿Todavía no empiezas? —Rosie se extrañó—. Pero si te he visto dibujando desde que llegaste.
Garrett ladeó una sonrisa, mostrándole el boceto que hizo. Rosalie lo tomó con cuidado, sorprendida por lo que observaba. Sintió su rostro sonrojarse, y peinó su cabello hacia atrás.
—¿Soy yo?
—Hace mucho que quería dibujarte. —Garrett confesó, apagando la música—. Todavía falta pintarlo, pero creo que logré captar tu esencia en el dibujo.
Rosalie continuó admirando el dibujo, agradeciéndole por el gesto. Garrett era bastante hábil, y casi parecía una fotografía suya. Ella suspiró, recordando los retratos que solían pintarle en el reino. Sentía que había transcurrido una eternidad desde la última vez que sus verdaderos padres contrataron a alguien para hacerlo.
—Es muy hermoso. —Rosie comentó finalmente—. ¿Me lo puedo quedar?
—Quisiera pintarlo primero. —Él volvió a tomar el dibujo—. Te prometo que te lo daré después de eso.
Rosalie asintió con alegría, levantándose para poner un poco de agua. Compró un hervidor eléctrico con el dinero que tenía ahorrado, junto con un par de tazas, cubiertos, café, azúcar e infusiones. No tenía una alacena, ni mucho menos una cocina, pero encontró un lugar dónde guardar sus cosas. Antes que comprar los plumones, consideró que habían cosas más importantes que adquirir.
—Tienes mucho talento. —Rosie comentó, volviendo a sentarse—. Ahora comprendo por qué aplicaste a la beca. Eres muy bueno dibujando.
Garrett sonrió, notando la inocencia en sus palabras. Ella era una chica tan dulce y transparente, que era imposible no quedar cautivado por su forma de ser.
—Eres la primera chica que piensa eso. —confesó, cruzándose de brazos—. ¿Es que a ti no se te hace extraño que yo esté estudiando diseño de modas?
—¿Por qué sería extraño? —Rosie frunció el ceño.
—Porque soy un hombre. El resto de personas cree que es raro que estudie esto.
Rosalie calló unos minutos, meditando sus palabras. Ella sabía que la carrera de modas era mayormente para mujeres, pero no le parecía raro que un hombre estudiase eso también. Habían varios chicos en su aula, y todos se veían felices durante las clases.
—No tiene nada de malo que estudies diseño. —Rosie trató de animarlo—. No te avergüences de hacer algo que te gusta.
—Es bonito conversar con alguien que no tiene prejuicios. —Garrett se inclinó hacia adelante—. A mí realmente no me gusta el diseño, pero...
El ruido de un celular lo interrumpió, aturdiéndolo. Rosalie reconoció su tono de llamada, y corrió hacia su habitación. Se sorprendió al ver que era Dominic quien llamaba, y se apresuró a contestar. Llevaba horas esperando su llamada.
—¡Dominic! —Exclamó emocionada, saltando en su lugar—. Estaba preocupada por ti. Te dejé como diez mensajes ayer, pero no me contestaste ninguno. Creí que algo malo te había pasado.
Dominic rio al otro lado de la línea, enternecido por su preocupación.
—Es que tuve un problema con el móvil, pero ya está bien. —Dejó de reír, intentando tranquilizarla—. Por cierto, te llamaba porque necesito pedirte un favor. Estás en tu casa, ¿verdad?
—Sí, estoy aquí —ella relamió sus labios—. Nick, ¿qué necesitas?
—Quiero que me mandes tu ubicación actual. —Dominic carraspeó—. Te estoy enviando un regalo por navidad, pero el repartidor no encuentra tu calle.
Rosalie enmudeció unos segundos, consternada. Él debía estar bromeando.
—¿Qué? —Ella alcanzó a mencionar—. Nick, no debiste. No era necesario que gastes.
—Rosie, tranquila. No es nada. —Dominic rio bajo—. Quería hacer algo lindo por ti.
—Dominic, es que tú no tienes dinero. —Rosalie masculló, preocupada—. Me siento mal de saber que estás gastando en mí. No es correcto...
—Rosalie, ya lo compré. —Nick la interrumpió, divertido—. Envíame tu ubicación actual, por favor.
Rosie rodó los ojos, comprendiendo que él no aceptaría un no por respuesta. Le envió lo que pidió, rogándole que no cuelgue la llamada. Dominic le prometió ahorrar, y ahora estaba despilfarrando el dinero. Aunque le gustaba recibir obsequios, se sentía culpable de saber que él apenas empezaba a pagar sus deudas.
—Nick, prométeme que no volverás a gastar hasta que tu situación sea estable. —Volvió a regañarlo—. Por favor.
—Rosie, sabes que estoy trabajando. Las cosas no están tan mal como el día en que te fuiste. —Dominic habló serio, empezando a casarse de su necedad—. Confía un poco en mí, por favor.
—Sí confío, es solo que ya no quiero que tengas problemas con tu familia...
Rosie calló de golpe, dando un pequeño salto en su lugar. El sonido del timbre la asustó, interrumpiendo sus pensamientos. Avanzó hasta la puerta, apenas sosteniendo el teléfono.
—Nick, dame un segundo. —Ella musitó—. Están tocando a la puerta; creo que ya llegó el paquete.
—No te preocupes; no colgaré.
Rosalie escuchó un ruido extraño al otro lado de la puerta, como si hubieran soltado algo pesado en el pasillo. Abrió con lentitud, dejando caer su teléfono. No era un repartidor quien tocaba, sino Dominic. Él había ido a visitarla.
Rosalie saltó sobre él apenas lo vio, aferrándose a su cuello. Dominic la abrazó con fuerza, haciéndola girar en el aire. Ella rio al sentir sus brazos, y le dio varios besos cortos en el rostro. No podía contener la emoción de volver a verlo.
—Sorpresa, Rosie. —Dominic susurró en su oído—. He venido por ti.
Rosalie lo soltó con suavidad, acariciando su rostro. Entrelazó sus dedos con los de él, jalándolo al interior del apartamento. Casi parecía un sueño volver a abrazarlo tan pronto.
—Ven, pasa. —Ella musitó—. Ponte cómodo.
Dominic besó la frente de Rosalie, antes de tomar sus maletas. Avanzó con dificultad al interior, empujando con el pie la caja que Frances le dejó. No sabía si tendría la oportunidad de volver a viajar a París en el futuro, y decidió llevarla. Él no la había abierto todavía, y comenzaba a tener curiosidad sobre lo que habría en su interior.
Rosalie lo ayudó a cargar una mochila, viendo a Garrett de pie junto a la mesa. Por un segundo, se olvidó que él también se encontraba en el apartamento. Ella dio una rápida mirada al rostro de Dominic, notando la rabia en sus ojos. Él no parecía contento de ver a su amigo.
—Nick, él es Garrett. —Rosalie se apresuró a presentarlos—. Es un amigo.
Garrett extendió una mano, intimidado por el muchacho frente suyo. Era más alto que él, y más fuerte también.
—Garrett... —Dominic repitió su nombre, estrechando su mano con fuerza—. El del cine.
—Sí, eso creo. —El joven hizo una mueca de confusión—. Y tú debes ser Dominic, el mejor amigo.
Dominic sonrió al oír la forma en que se refirió a él, y abrazó a Rosalie por el costado. Sin embargo, no dejaba de observar al muchacho frente suyo, y estuvo tentado a golpearlo. No le agradaba.
Rosalie se separó de ellos tras varios segundos, acercándose al hervidor. Lo desenchufó, estirándose para alcanzar las tazas.
—¿Quieren beber algo? —Preguntó, girando hacia ellos.
—No, lo lamento. —Garrett avanzó hasta la puerta, casi tropezándose con las maletas—. Ya me tengo que ir. Me llevas los plumones a clase, por favor.
—Las tazas alcanzan para todos. —Rosalie se cruzó de brazos, sintiéndose ofendida por su forma de actuar—. Podemos tomar té.
Garrett vio a Dominic a los ojos, y negó. Aquel chico daba la impresión de ser problemático, y él no estaba de humor para meterse en una pelea. Nunca fue bueno para defenderse.
—Ya tenía planes. —Él se limitó a decir—. Nos vemos mañana.
Garrett cerró la puerta tras él, llevándose consigo el dibujo que hizo de Rosalie. Ella frunció el ceño, todavía intrigada por su reacción. Garrett siempre era bastante amable, pero seguía pareciéndole descortés la forma en que actuó.
Dominic rio con sorna cuando lo vio salir, notando el miedo en el muchacho. Garrett no era competencia para él; no tendría de qué preocuparse.
Rosalie caminó hasta Dominic, tomándolo de la mano.
—¿A ti sí te gustaría un poco de té? —consultó.
—Me encantaría.
Ella asintió, indicándole que podía sentarse en una de las sillas. Recogió su trabajo junto con los materiales, guardándolos para que no se fueran a manchar. No echaría a perder su diseño.
Dominic la ayudó a ordenar, colocando las maletas en una de las esquinas del apartamento. Recordó que compró un paquete de galletas en el aeropuerto, pero no alcanzó a comerlas. Las dejó en la mesa, ayudando a Rosalie con las tazas. Había esperado mucho para volver a verla.
Rosie colocó el azúcar en la mesa, sentándose finalmente.
—¿Por qué no me dijiste que vendrías? —Ella consultó bajo, haciendo puchero—. Te hubiera ido a recoger al aeropuerto.
—Quise que fuera una sorpresa. —Dominic la tomó de la mano—. No hubiera sido lo mismo si yo te decía que ya estaba en el avión.
Rosalie apretó su agarre, recordando la hora que era. Bajó unos minutos, yendo a buscar la cena. Dominic la vio salir, pasando saliva con dificultad. Aunque su plan era sorprenderla, él fue el sorprendido cuando la encontró con un chico en su departamento. Rosie llevaba un mes en Francia, y él sentía que ella ya empezaba a cambiar.
Dominic pensó en reclamarle por la presencia de Garrett, pero prefirió no hacerlo. No iba a arruinar su noche hablando de un idiota al que ni siquiera conocía.
Rosie regresó tras varios minutos, acomodando la comida en la mesa. Era poco lo que le habían servido, y esperó que alcance para los dos.
—Lamento que no sea mucho... —ella intentó disculparse—. Es solo que...
—Rosie, está bien. —Dominic la tranquilizó—. No tengo mucha hambre; además, todavía estoy mareado por el cambio de horario. —bromeó—. Creí que me afectaría menos si viajaba de día, pero ha sido peor.
Rosalie rio, entregándole un tenedor. Ella sabía muy bien a lo que se refería, y dio un sorbo a su té. Le tomó casi una semana acostumbrarse a su nuevo horario cuando recién llegó.
—Y, ¿cuándo decidiste venir? —Rosie continuó preguntando, todavía fascinada con tenerlo tan cerca—. ¿Cómo lograste conseguir el dinero?
Dominic se encogió de hombros, divertido. Rebecca se sentía tan culpable por verlo triste, que fue fácil convencerla. Ella todavía se arrepentía el haberse opuesto a su relación.
—Mi madre me preguntó qué quería de regalo de navidad, y le dije que un boleto a Francia. —Él comentó entre risas—. Le costó convencer a Michael, pero finalmente accedió. Me quedaré aquí hasta el cinco de enero.
—¡Nick, eso es genial! —Rosalie saltó en su lugar—. Podremos pasar fiestas juntos.
Dominic la jaló con suavidad, sentándola en sobre sus piernas. Acarició su rostro, perdiéndose en sus ojos celestes unos instantes. Tuvo que contener las ganas de besarla, y suspiró. Odiaba el acuerdo en que estaban, y tener que volver a ser solo su amigo.
—Fue por eso que le insistí tanto a mis padres para que paguen este viaje. —Nick tomó un mechón del cabello rojizo de Rosalie—. Te prometí que no iba a dejarte sola.
—Tenerte aquí es el mejor regalo que podría pedir. —musitó, inclinándose hacia adelante.
Rosalie pasó saliva con dificultad, pasando un dedo sobre los labios de Dominic. Quiso besarlo, y volver a ser su novia. Sin embargo, no lo hizo. Ella regresó a su lugar, esbozando una sonrisa. No era fácil ser amiga del chico que amaba.
—Espera, ¿qué hay de las regionales de esgrima? —Rosie continuó la conversación—. ¿No se van a cruzar las fechas?
—Las regionales son el quince, así que tendré tiempo de practicar. —Dominic abrió el paquete de galletas—. Además, el entrenador nos dio vacaciones. Tengo varios días libres.
—¿Y el trabajo? —Ella recordó, preocupada—. ¿El padre de Cheryl te permitirá faltar tanto tiempo?
Dominic soltó un largo respiro, comenzando a cansarse de tantas preguntas. Le enternecía la preocupación de Rosalie, pero le agobiaban sus preguntas. Él renunció al trabajo después que su jefe le negó el permiso para viajar, pero no se lo había comentado a nadie. Aunque todavía no se llevaba bien con Cheryl, hablaría con ella cuando regrese. Necesitaría de su ayuda para recuperar el empleo en el restaurante.
—Rosie, he pasado las últimas diez horas sentado en un incómodo asiento de avión. —mencionó, encogiéndose de hombros—. Créeme que lo único de lo que no quiero hablar ahora, es del trabajo.
Rosalie asintió, comprendiéndolo. Ella sabía lo difícil que podía ser trabajar en el restaurante, y resolvió no hacer más preguntas. Rosie tomó una galleta, empezando a contarle cómo fueron sus primeros días en Francia. Habían muchas cosas que no pudo decirle por teléfono.
Dominic terminó de cenar con la vista fija en Rosalie, sin dejar de mirarla. Le gustaba el sonido de su voz, y poder escuchar su risa. Ella era la única chica que lo hacía sentirse de esa manera.
Rosie vio su reloj después de un par de horas, alarmándose. Se habían entretenido tanto conversando, que el tiempo voló.
—Dios, ya son las doce. —Rosalie se levantó de la mesa—. Nick, ¿tienes algún lugar dónde quedarte?
—No he buscado un hospedaje aún. —Él sacudió la cabeza—. Creí que el vuelo llegaría antes, y tendría tiempo de encontrar algo cerca tuyo. —confesó—. Entendí al revés el cambio de horario.
Rosalie ladeó una sonrisa, sintiendo una idea llegar. Dominic le había ofrecido su casa en el pasado, y supo que era momento de hacer lo mismo por él.
—Puedes quedarte conmigo si quieres. —Ella propuso, viéndolo a los ojos—. Así no gastarías en un hotel, y pasaríamos más tiempo juntos.
Dominic sonrió con sus palabras, levantándose también. Escaneó el lugar, notando que ella no tenía muebles ni sofás. Aunque le gustaba la idea de vivir con ella, seguía firme en su postura de no confundirla mientras estuviera estudiando.
—Estás segura de eso? —consulto, viéndola a los ojos—. No quiero incomodarte, ni que lo vayamos a malinterpretar. Recuerda que tú y yo seguimos siendo mejores amigos.
Ella asintió, riendo bajo. Lo tomó de la mano, avanzando hasta la habitación. Abrió la puerta con cuidado, enseñándole su nueva recámara. Rosie suspiró, recordando todos los buenos momentos que vivieron en su antigua habitación.
—Mi cama no es muy grande, pero creo que sí cabemos los dos. —Rosalie habló, intentando no ponerse nostálgica—. Además, ya hemos dormido juntos sin que nada pase. Confío en ti.
Dominic besó su frente, abrazándola. Ese había sido el mejor día que tuvo en mucho tiempo.
—Yo también confío en ti, Rosie. Gracias por permitirme quedar aquí. —Volvió a besar su frente—. Me daré una ducha, y luego podremos conversar hasta quedarnos dormidos. —Sonrió—. Justo como antes de separarnos.
Rosalie elevó el rostro, con el corazón acelerado. Rozó su nariz con la de él, colgándose de su cuello una vez más. No quería volver a separarse de él.
—Te extrañé, Nick.
—Y yo a ti, princesa.
***********************************************
¡Hola!
Ha pasado mucho desde la última vez que actualicé.
Espero les guste el capítulo, y espero actualizar más seguido también.
¿Qué les pareció?
Dejen sus opiniones aquí.
Les dejo una canción aquí:
https://youtu.be/4SADgn8zjdU
Les mando un abrazote.
Nos leemos pronto
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top