Cap. 6: Hablemos de química

El fuego avivó, encendiéndose con el swing de un yesquero, reflejándose en mis ojos tras los lentes de protección. Parpadeando cada seis segundos sus pequeñas llamas se doblabas bajo el resistente envase donde se calentaban, a una intensidad prudente, el experimento de ese día en la clase de química.

Cuando el líquido color rosa acentuado a rojizo empezó a hervir, anoté el tiempo que tardó según el cronometro en mi mano izquierda y terminé la primera parte del problema que nos asignaron. A continuación, apagué la llama y usé el popote de vidrio, lo llené de otra solución color aguamarina.

Me limpié la frente con la manga de la bata del laboratorio, secando el sudor, aguantando levemente la respiración y reservando la calma, dirigí con cuidado el popote al recipiente caliente de la sustancia.

—Buenos días...

Suspendí mi acto al interceptar una voz de cierto rubio con rulos que llegaba tres horas tarde, alcanzando apenas los finales de la tercera hora de clases. Subí mis ojos hasta encontrarlo disculpándose con la profesora por su tardanza.

Dos minutos después, estaba libre de culpas y lo dejaron pasar, siendo recibido por su compañera de asiento, entusiasta y animada de que uno de los mejores, con respecto a cálculo químico se refería, había llegado a salvarle de «trabajar extra».

Rodé mis ojos viendo a Francesca y sus dramáticos: «Ayudarme por favor, no entiendo esto».

"Como si intentaras hacerlo al menos", ironicé, volviendo a mi trabajo. Pero de nuevo, la voz de Félix me distrajo.

—Oye, Fel, ¿es cierto que volvieron a robar anoche y los detuviste? —preguntó la chica con interés sobre actuado.

"Seguro quiere ser la primera en enterarse".

—¡Es verdad! —gritó otra chica del puesto al lado de ellos—. ¡Y que quedaste lastimado! ¡¿Estás bien?!

—¿Es cierto eso? —Se unió otro.

—Oye, hermano, ¿cómo es eso que fuiste héroe anoche?

Y así hizo uno y otro, hasta que prácticamente toda la clase rodeó a Félix, queriendo saber del jugoso chisme que escucharon hablar esta mañana cuando llegaron y la policía investigaba en la cafetería y el resto de las instalaciones.

—Parecen hormigas sobre azúcar —murmuré, desviándome por tercera vez del rubio para fijarme otra vez en el experimento.

Hasta que habló de nuevo.

—¿Por qué estabas aquí?

—Es que yo se-guí... —Se cortó al hallarme viéndolo con desaprobación a su cuento.

—¿Seguías? ¿A quién? ¿Al ladrón? —Siguieron las preguntas.

Pero él no respondía, parecía recién recibir mi mensaje y bajó la vista a sus zapatos, ignorándolas.

—Ya no importa —dijo y empezaron las quejas, mientras que yo solo aplaudía en mis adentros y ladeaba una sonrisa.

Al final, todos se rindieron por el momento y la profesora retomó la clase. Volví a sonreír de costado viendo el ejercicio en mi cuaderno. Lo que olvidé un segundo y miré la espalda del rulitos, sentado en el puesto de adelante al mío.

Era más o menos ancha, se notaba el fruto de sus entrenamientos en él equipo de baloncesto y en ejercicios matinales. Sin embargo, ahora toda clase de actividades tendría que dejar por un tiempo, gracias a la herida por el cuchillo en el hombro derecho, obtenida la noche anterior.

Hago una linea recta con mis labios al recordar el incidente.

Me sentía culpable...

Como si el rulos se hubiera dado cuenta de que pensaba en él, volteó hacia mí y me dio una de sus sonrisas de Hollywood que desmayarían a cualquiera de las chicas de esa sala; las cuales, no se tardaron en hacerse notar con su ronda de suspiros, viendo como el basquetbolista estrella se colocaba con cuidado la bata del laboratorio. Fue entonces que se detuvo intentando pasar la prenda por su brazo derecho, e hizo una mueca, seguro por dolor de la herida que llevaba.

Algunos —todos por cuerda de chismosos— notaron aquel gesto y lo miraron preocupados, pero ni se inmutaron e ir y ayudarlo. En el mismo estado, tragué saliva incapaz de moverme.

—¡Harrison, cuidado! —gritó la profesora, alertándome.

Miré donde señalaban sus ojos y di con el popote vacío sin la solución aguamarina, ahora el experimento era de un tono berenjena nada agradable, votando humo y espuma que desbordaba del recipiente.

Mis valientes compañeros se escondieron detrás de sus mesas de trabajo, tapando sus cabezas, imitados por la profesora que temía que su amado laboratorio explotaría en cualquier momento.

Volví a mirar en los recipientes y luego en el estante de químicos resguardados tras unas paredes de plástico. Corrí a él y luego de unos segundos encontré el indicado. Sin esperar, puse mi cerebro a trabajar a toda máquina, volví a acercarme a mi mesa tapándome la boca y, usando el popote de nuevo, agregué diez gotas y me agaché por si fallaba mi cálculo.

Veinte segundos después nada explotó y los valerosos estudiantes salieron de sus improvisados refugios. Me asomé también y miré el resultado del experimento. La sustancia era violeta rojiza, y ya no votaba ni humo ni espuma, ni olores que podrían matarnos.

Todos suspiramos aliviados y de inmediato se dieron cuenta de mís, empezando a murmurar cualquier tipo de cosas.

—Señorita Harrison, ¿está bien? —preguntó la profesora, revisándome angustiada del susto.

—Lo estoy, gracias —dije, bajando mi vista al suelo para evitar que vieran mi rostro y luego lo tener problemas en los pasillos.

Pero entonces una voz chillona me delató.

—¡Eres tú! ¡La bruja! —acusó Christina y todos me miraron con intriga, sospecha, y, sobre todo, desconfianza.

—Señorita Weasley no sea maleducada —La retó la profesora—. Vuestra compañera, nos salvó de la explosión.

—La que ella inició en primer lugar —La contradijo.

—Fue un accidente —apuntó un chico atrás.

—No me disculparé, menos después de cómo me atacó ayer.

—¿De qué hablas? —Se extrañó la profesora, viéndome de reojo.

—Anda, dile —Señaló en mi dirección, por lo que la miré sin expresión.

Aunque por dentro me estuviera muriendo de la risa.

—¿De verdad quieres que lo haga? —La encaré con indiferencia, pero cargando la voz en mis palabras.

—¿De qué hablan? —Se metió de nuevo la profesora, confundida y lejana al asunto.

Pero era simple: ¿de verdad Christina quería que le resaltara lo zorra e ingrata que es?

—Na-nada —Se resignó, apretando a sus costados sus puños —. Me equivoqué, lo siento.

—Nada de eso, las dos se quedan, ¡todos recojan sus cosas y fuera, la clase terminó!

Un silencio azotó la sala mientras mis compañeros paseaban su vista de mí a Christina y de Christina a mí, preguntándose qué pasó entre nosotras. El timbre sonó y todos fueron a llenar sus estómagos, dejándonos en la sala solo Christina y Paula, la profesora, yo y, extrañamente, Félix.

—¿Y bien? ¿Hablaran o lo discutiremos con el director?

—Pasa, profesora Natasha, que esta chica o es una bruja o me acosa —No perdió tiempo en atacarme.

—¿Cómo dices? ¿Eso es cierto, Lop?

—Ayer al salir me golpeó con su anticuada mochila y luego me acusó de cosas horribles. Pau y Fel fueron testigos, pregúntenle.

Me reí.

—¡Y te ríes!

—Ay, perdón, ¿quieres que llore?

Y así fue como la líder del dúo Z se volvió un tomate andante, idéntica a Tinkerbell cuando se enfada.

—Eres una...

—Chica normal que usa el baño de vez en cuando y tiene la inoportuna fortuna —Hice comillas con los dedos—. De escuchar por pura casualidad tus lamentos. No me culpes por no ser sorda y porque llores tan fuerte.

De tomate pasó a ser una cebolla pelada, blanca, como si hubiera visto un fantasma.

—¿Aclarado todo? Gracias. Yo me retiro.

Y como vine al salón salí de él, devolviéndome al darme cuenta de que conservaba la bata y los lentes de protección del laboratorio. La cual enrollé y puse en mi mesa de trabajo, dándole una última mirada a la castaña que aseguraba que me había escrito en su lista negra.

"Genial, otro enemigo", pensé con media sonrisa, reprochando fastidio mientras caminaba por el ahora vacío pasillo.

—Yo conozco esa cara.

Ladeé el otro lado de mis labios y rodé los ojos hacia el emisor de esa voz.

—Hola, Hen.

—Hola, ¿qué es ese rostro de «odio a todos», Lop?

Suspiré, recostándome de un pilar.

—Digamos que estoy fastidiada, irritada, de saber que algunos jamás cambiaran.

—¿Por qué lo dices? —También se recostó del pilar, rozando mi brazo con el suyo.

—Olvídalo —Alcé la vista, buscando sus ojos—. Un incidente en química no más.

—Ajá —Desprevenida, tomó mi mano y la entrelazó con la suya—. Dime o no te suelto.

—Tu contacto no me molesta, Hen —Me encojo de hombros, la caricia de su purgar hasta me relaja.

—Soy asistente de conserje, ayudo a limpiar la suciedad que dejan los alumnos.

—Y usas guantes, por lo que el nivel de suciedad de tus manos de constructor se limita al sudor.

Suspiró resignado.

—Me rindo, me conoces demasiado bien.

—Te he dicho muchas otras cosas más impresionantes que resaltarte que te sudan las manos cuando te sientes nervioso.

Y como si hubiera captado mi indirecta soltó mi mano, se limpió la suya de su traje y desvió la vista, avergonzado.

—Lo siento.

—Sin cuidado.

—Oye y... —Se relame el labio, mirando dudoso—. ¿Y qué pasó con Félix? ¿Hablaste con él?

Sonreí de lado, me esperaba esa pregunta.

La noche anterior, mi mamá y la señora Elena fueron a buscarme a la comisaría. Les pedí que me llevaran al hospital, donde se habían llevado a Félix para tratar pronto la herida del cuchillo. Apenas llegamos pedí su número de habitación y lo fui a ver.

Toqué tres veces antes de escuchar su permiso para entrar. Cerré la puerta de espaldas, recostándome sobre ella. Ahí estaba Félix, cabizbajas, tratando de colocarse la camisa sin lastimarse.

—¿Necesitas ayuda?

El rulos, interrumpiendo su lucha con la camisa, alzó sus ojos, conectándolos a los míos con cierta impresión de verme ahí; acercándome a él con tranquilidad hice realidad mi palabra y lo ayudé a pasar la camisa por sus brazos y luego por su torso. Repito la acción con su chaqueta.

—Listo —anuncié tomando el cierre para subirlo, pero posó su mano sobre la mía, deteniéndome.

—Gracias, pero... no me gusta llevarlo cerrado.

—Correcto —Lo solté y me hice a un lado.

—¿Viniste a verme?

— ¿Te parece tan raro luego que salvaras mi vida dos veces en una noche?

Silencio...

—No te salve... So-solo...

—Gracias.

—De... Nada.

Por un momento deduje que quería decirme algo más, pero se detuvo dejándome con la incógnita. Chasqueé la lengua mirando hacia mis zapatos.

—Podemos intentarlo... —Sentí que volteó a verme confundido.

Suspiré. En serio me costaba decirlo.

—Lamento lo que te dije, por cómo te hablé, te traté Miré a su mejilla y subí a sus ojos. Y... Si aún me lo permites, si me gustaría ser tu amiga.

Al principio no se lo creía y no lo culpaba luego de como se lo había negado horas atrás, cuando estábamos recién encerrados en la cafetería. Incluso trató de negarse, pero luego de hablar y hablar, trazamos un acuerdo.

Dado a lo cansada, sin mencionar pensativa, que estaba, Henri no se animó a preguntarme nada del asunto.

Hasta ahora.

—Si... Ayer en el hospital lo hice.

—Y... ¿Qué te dijo? No se quiso aprovechar, ¿o sí?

Río por lo bajo.

—Él no es así, no te preocupes —Hago un ademán para restarle importancia.

—¿Entonces?

—Bueno...

—¡Henri! ¡¿Qué haces?! ¡Regresa tu trasero aquí! ¡Necesito tu ayuda! —gritaron a lo lejos.

Me asomé y pude ver como en el patio el viejo Blake, el abuelo de Henri, cerraba unas bolsas y pedía a gritos que su nieto lo asistiera.

—Ay... ¡Ya voy! —gritó de vuelta. Me miró—. Tengo que irme.

—Ve, luego hablamos.

Resoplando, me tomó la palabra y antes de irse, plantó sus labios sobre mi mejilla izquierda en despedida. No me sorprendí, solo curvé otra sonrisa mientras recostaba de lado mi cuerpo, lo vi alejarse desde el pilar de cemento.

—Entonces... —Oí detrás de mí.

—¿Puedo ayudarte en algo, Félix? —Me giré, recostándome del otro lado.

Me sobresalto, en ceja y ceja me planta un envoltorio de barra integral con relleno de fresa.

Mis favoritas...

—Toma... —Sonríe al verme sorprendida.

Recibí su gesto y lo miré sin entender. Ya iban dos barritas.

—Eres alérgico a las fresas, ¿por qué cargas con barras con relleno de ellas?

—¿Cómo sabes eso? —Le causó cierta gracia.

—Un día saliendo de clases, todos compraron algo —Alzamos la mirada, haciendo recuerdo—. Una chica, creo que del consejo estudiantil, te preguntó si querías algo y dijiste algo como: nada de fresas, soy alérgico.

Entreabrió la boca con media sonrisa, sus mejillas adquirieron cierto rojo.

—Bueno, sí, la compre para ti —Ahora él, se recostaba de su brazo izquierdo y comía otra barrita, pero de miel—. Te gustan, ¿no?

Sonreí, echándole una mirada curiosa.

—¿Y tú cómo sabes eso? —El hecho parecía inquietarlo.

—Te vi ayer, compraste la bolsa de granola —confesó culpable—. Te quedaste viendo las barritas antes de tomarla e irte a la primera clase.

—Con que eras tú —Mordí con diversión la barra.

El asintió e hizo lo mismo, bajando la mirada. Era torpemente adorable, pero lo sentía muy callado.

Algo quería.

—¿Y bien? ¿Qué te trae hasta a mí?

—Hablemos de química.

—Si vienes a reclamarme por Christina puedes darte la vuelta —declaro de una, haciendo una mueca—. No es culpa mía si la muchacha no sabe elegir bien los lugares donde se lamenta sin consuelo —Mordí de nuevo la barra.

Demostrado está que no era la persona más sensible de todas. Eso, por alguna razón, le hacía gracia.

—No eso, te creo. Es muy ruidosa a veces.

—¿Solo a veces?

—Bueno. Sí. Siempre —Soltó una risa cuando la miré irritada.

—Entonces —Respiro hondo, relajándome de nuevo—, ¿qué pasa con química?

Lo dudó un poco, pero se mantuvo calmado también.

—No hablo de la clase de química. Hablo de tu química con el asistente del conserje.

Detuve mi tercera mordida y lo vi confundida.

—¿Mi química con Henri? —Bien, eso no me lo esperé.

—Sí, es decir, ¿tienen algo? —Jugaba con el envoltorio, evitando mirarme—. Como los veo juntos siempre.

—¿Parece raro? No veo nada de malo en eso —Y sin embargo lo pienso—. Nos conocemos desde niños, nuestras familias son amigas. Sí, se puede decir que somos unidos.

—Oh... Ya —Comió de su barra.

Alcé una ceja de nuevo, un poco confundida, y con ese mismo semblante di otra mordida a la barrita. Tragué y hablé.

—¿Eso es todo? —De verdad no lo entendía.

—Curiosidad —Dio la última mordida y arrugó la envoltura en un puño.

Me pidió la mía y se la di, pasó su brazo al costado de mi cuerpo y botó las envolturas en el cesto que tenía a mis pies. Subió su cuerpo y de pronto nuestros rostros se encontraron. Quedé levemente estática al tenerlo tan cerca y sentir ligeramente su respiración.

—¿Qué pasa? —pregunté algo incomoda y seguro un tanto roja.

Félix en vez de responderme pasó su diestra por el lado de la comisura de mi labio inferior, quitando restantes de la barrita. Contuve unos segundos el aire al tan inesperado movimiento, liberándolo una vez que se alejó y me dedicó una sonrisa sin decir palabra alguna.

—Pienso que es un buen chico —susurra de manera extraña, como si estuviera satisfecho, pero algo no le quedaba claro.

Con esa misma extraña actitud suya caminó por mi costado, despidiéndose cuando oyó que lo llamaron cerca de nosotros. Yo me quedé ahí de pie, sin comprender absolutamente nada.

Aunque resultara irónico, podía hacer un cálculo químico en segundos y librarnos de una explosión; pero para mí, Félix era la definición de incongruente: no lo entendía.

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¡Holiwis, mis distantes!

Francamente, cuando quier actualizar siempre pasa de todo

Hoy

Ni me di cuenta que era viernes

Mi vecino me vino pidiendo ayuda y estuve ocupada toda la tarde

Así que no pude editar el capítulo hasta que terminamos

Pero cometí el error de dejar la computadora prendida y se descargó

7% y de broma pierdo el borrador listo

Y yo digo listo, pero seguro descubro por ahí algo que me salté :'v

Luego se fue la luz, así que olvídate de usar el cargador

Y hasta ese momento no había cenado, todo estaba oscuro y no sé ustedes, pero a mi me da cosa cocinar en la oscuridad XD

Total que esperé a que llegara la luz para carga la computadora, cenar y WOALÁ

En fin, la hipotenusa

Ya podemos ver que las cosas no son tan malas ahora jajajjajajaja

¿Félix y Lop amigos? Eso hay que verlo XD

Todavía no llegamos a donde quiero, pero ¿qué piensan de Christina?

Manita arriba si Henri es Amor

Este tipo de capítulos es a lo que yo llamo: Calma antes de la tormenta :'3

En la próxima parte alguien se hará famos@

Ahí nos vemoooos

ATT: Keni

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