Cap. 17: Entre hermandad

¡PLIS QUÉDENSE HASTA LA NOTA DE AL FINAL!

Esto era una tortura. Sin el acceso a las canchas, mi vida escolar se estaba convirtiendo en la insoportable rutina que fue antes de unirme al equipo de basquetbol. El ejercicio me ayudaba a relajarme diariamente y ahora, que tenía prohibido hacerlo hasta recupérame de la herida de mi hombro, andaba simplemente sensible y sin ganas de hacer absolutamente nada.

Y eso no era lo peor, lo peor era que si no podía asistir a las practicas no me enteraría de las nuevas estrategias de juego que irían para este sábado a la estatales; a las cuales tampoco podría ir, mucho menos animar, gracias al castigo que me gané tras no hacer caso y mentirles a mis padres, yendo al último partido de selección la semana pasada.

En serio, esto se me hacía una pesadilla, la peor semana de todas.

Ese día no fue la excepción: era un jueves, primera hora, gimnasia; en vez de estar en cancha practicando, me encontraba en las gradas, usando toda mi fuerza de voluntad para no bajar y unirme a mi equipo. Quería irme ya, pero tenía el deber de quedarme hasta que el profesor —mi entrenador— pitara su silbato para retirarnos.

¿Había de otra? Desafortunadamente no.

Suspiré de cansancio, el día estaba pasando demasiado lento y ya no encontraba a donde mirar para distraerme del juego. Los chicos daban lo mejor de sí, enfrentándose los unos a los otros, yendo muy enserio, como si ya estuvieran en el partido real. Las menores fallas estaban en los que entraron ese año, pero poco a poco, con ayuda de los veteranos de último curso, como el primo de Claus, Wilfred Jeanes, lograban avanzar con seguridad.

Desde mi lugar, apenas podía oír lo que se decían y autocorregirme para la próxima que estuviera activo. Muchos me decían que eso no me hacía falta, que jugaba de lo mejor, pero nunca se aprende demasiado, es lo que siempre me decía mi madre cuando me aburría de nada estudiando cuando era un niño.

Vaya, eso me hacía sentir viejo.

—¡Claus, pásala! —gritaron, reconocí la voz de George.

En efecto, estaban haciendo una de sus grandiosas jugadas de esquive con los contrarios, distrayéndolos del verdadero objetivo por un breve tiempo antes de volver a pasarla al que era el más débil del equipo, Fernán, quien, con su muy buena puntería encestaría. Increíblemente nunca fallaba.

La mitad del equipo festejó y la otra se dieron nuestras famosas palmadas en el hombro mientras se reubicaban; algo que hacíamos para decirnos sin hablar «aún se puede» en el último instante, para no desanimarnos y rematarle a nuestro oponente.

—Ya no falta mucho —dijeron a mi lado y asentí distraídamente.

—Sí, uno dos min... —Fui respondiendo mediante volteaba, parando de golpe al verla.

Su cuerpo inclinado se acercado, me regalaba un primer plano de su contagiosa y amable sonrisa, aquellos ojos miel parecían oscuros a comparación del tono de su piel; tenía el cabello más corto de la última vez que la vi, de la misma gama rubia brillante que siempre la caracterizó, lucido en una coleta alta a juego con el uniforme de gimnasia.

—Hola, ¿cómo estas, Félix? —Esta vez me saludó y dejé de observarla tan detalladamente para imitarla mientras se sentaba a mi lado.

—Bien... ¿y tú, Alice? ¿Viendo a Fran? —Traté de sonar natural, pero se dobló mi voz y tuve que toser.

Alice se preocupó y me dio un par de palmadas ayudándome. Una vez que me recuperé, respondí que estaba bien y ella prosiguió con la anterior conversación:

—Pues sí, no tenía mejor cosa que hacer.

—Creo entenderte... —Hice un vago intento de sonreír.

—De hecho... tú pareces peor... —Arrugué el semblante, sin entender—. Te estaba viendo desde hace un rato, no pareces tener muchos ánimos, ¿estás bien?

—Realmente no... —Me sinceré, dando un suspiro.

—Fran me contó algo... —Sonrió con tantas ganas como yo—. Fuiste valiente y, perdón, un poco tonto en enfrentarte a esos ladrones. Mira como terminaste —Señaló el área de mi hombro derecho, donde debajo de la chaqueta estaban mis vendas cubriendo la herida.

—Si te soy honesto, no me arrepiento. Lo hice para defender a alguien. Sí, me descuidé un poco, pero si no era yo, era ella. ¿Qué clase de persona podría ser si dejaba que algo le pasara? No me lo perdono.

—Ok, ok —Rió por lo bajo—. Tienes razón. Que sorpresa, no sabía esa parte. ¿Quién es la chica?

—Una... —Me puse a pensarlo, pues la respuesta no la tenía clara por el momento—. Era una alumna que se metió a buscar algo importante que necesitaba.

—¿En plena noche? —Se sorprendió. Asentí—. Eso es un poco extremo, ¿no pudo esperar al día siguiente?

—Tendría sus razones, supongo.

Alice volvió a reír. Tenía una bonita risa.

—Eres tan abierto de mente, me sorprendería que pensaras mal de algo en algún momento.

—También tengo mis límites —aseguré encogido de hombros—. Solo creo que, si no sé sus razones, no tengo porque opinar.

—Wou... no lo había pensado así —Sonrió impresionada.

Le sonreí. Alice Sanders era una chica muy simpática. No la veía muy seguido, pero cuando lo hacía siempre me era fácil hablarle y sentirme cómodo con ella. Tenía ese algo especial que la volvía única para la comunicación y la relación humada. Era graciosa, espontanea, interesante, muy lista, una chica extraordinaria; no dudaba porque a tantos chicos que conocía les gustaría algo con ella. Mi amigo, Fran, se llevó la lotería cuando consiguió ser su novio. Desde entonces nunca más lo vi de mal humor, le hacía bien estar con ella.

—Oye y, ¿cómo sigues de tus heridas? —preguntó Alice y suspiré, intentando no parecer cansado de esa pregunta que mínimo me hacían diez personas al día.

—No creo estar listo para el sábado...

—Las estatales... —susurró, mirándome comprensiva. Yo volví a asentir, haciendo otro intento de sonrisa—. Lo siento, creo que no debí preguntar...

—No te preocupes, yo me busqué todo esto.

—Hey —Alcé de nuevo la vista, encontrándome con sus ojos color miel—. Le diste la oportunidad al equipo, estoy segura de que, si no fuera por ti y ese impulso de último momento, no se estarían preparando ahora los demás para este sábado. Todos están en deuda contigo, Félix. Siéntete orgulloso de la locura que hiciste. Te arriésgate y ganaste, pero mejor aún, te atreviste a intentarlo. Eso no lo hace todo el mundo.

No pude evitar sonreír de nuevo. Sí que sabía cómo elegir sus palabras, me había subido el ánimo en cuestión de minutos y ya no me sentía tan desgastado como lo estuve durante casi toda la hora de gimnasia, antes de que ella llegara. Alice me devolvió la sonrisa con amabilidad, contenta de que lo que dijo dio sus resultados.

Entonces el silbato del profesor sonó.

—¡Alice, nos vamos!

Ambos volteamos, escuchando el llamado. Dos chicas, que suponía que eran amigas suyas, la llamaban eufóricas, alzando sus brazos en la parte más baja de las gradas para llamar su atención entre la multitud de estudiantes que salía de la cancha.

—Debo irme —Me anunció y le asentí, levantándome de la banca, seguido de ella.

—Gracias por todo.

—Ni lo comente, para eso están los amigos. Seguimos en otra ocasión... —Metió una mano en el bolsillo izquierdo y sacó algo de él, dándomelo directamente. Lo tomé, un caramelo—. Sigue sonriendo hasta entonces, el mal humor no va contigo. Eso déjaselo a Francisco.

Me volvió a sonreír, guiñó un ojo y bajó las gradas hasta la última, yéndose con sus amigas mientras que yo miraba el caramelo, seguramente sonriendo como ella había dicho que siguiera. Después de todo, no fue tan malo quedarme en las gradas.

Con el paladar endulzado, bajé de las gradas, de camino a los camerinos con mis demás compañeros que ya habían terminado el partido amistoso y desaparecían por la puerta a los corredores. Claus y Tomas vinieron casi de últimos, bañados en sudor y respirando entrecortadamente. Los esperé al lado de la última plataforma y en cuanto llegaron a mi lado los saludé también.

Fue cuando, distraído de lo que me contaba, noté como en una de las bancas individuales, alguien estaba sentado, con la vista fija leyendo un libro pequeño. Era una chica con el cabello recogido en una cola de caballo y deportivas desgastadas color lila.

La chica levantó el rostro y me miró. Sonreí y ella me la regresó. Levantó su cuerpo de la banca y con un ademan se despidió distraídamente de mí, desapareciendo por la puerta del extremo opuesto de donde estaba yo. Quedé desconcertado.

Por alguna razón, durante estos días se había limitado a solo eso: verme, saludarme e irse. No hemos hablado desde ese lunes, después de que le di el presente de mi hermana y me dejara ir con mi abuela, bloqueando toda posibilidad de poder acompañarla a casa.

Planes frustrados y ahora ni siquiera me hablaba. Era complicada esa chica.

—Eh... ¡Eh! ¡Félix!

El llamado de mis amigos me reubicó en el tiempo y espacio en el que estábamos. Volteé y tanto Claus como Tomas me achicaban los ojos, preguntándome con la mirada de que pasaba conmigo. A lo que yo, alcé mis hombros y sonreí con inocencia, respondiendo así que nada. Ambos miraron a donde yo miraba antes y al no encontrar nada volvieron conmigo. Volví a hacer lo mismo y con un movimiento de cabeza les marqué la salida. Fuimos a los camerinos.

—¿Cómo nos viste, Fel? —preguntó Tomas apenas entrando, yéndose directamente a su casilla, al lado de la mía.

—Sigues fallando en los pases —respondió por mí Claus, burlándose de Tom.

—No te pregunté a ti, imbécil —dijo Tom, apretando la mandíbula.

—Tranquilo, Tom —Me interpuse—. Eso pensaba decirte. Me ganaste, capitán.

Claus, de manera graciosa, chaqueó en ambas manos y me señaló, sonriendo triunfante.

—¿Tienes desodorante? —preguntó tras pasarse una toalla húmeda desde la cintura para arriba, quitándose parte del sudor.

Negué riendo y le lancé el aerosol. Él se echó rápidamente y me lo devolvió, poniéndose seguidamente un polo rojo. Tomas hizo lo mismo que Claus y de último yo, que iba con más cuidado gracias al dolor que me causaba movilizar el hombro derecho.

—¿Cómo vas con eso? —preguntó Claus, señalando las vendas que sobresalían de la franela negra.

—Pues... Ahí —Sonreí intentando parecer convincente.

Pero en cuanto tuve que repetir el proceso, colocándome la sudadera arriba, se hizo evidente que mentía.

—Amigo, así es muy improbable que el entrenador te dé el permiso para el sábado —comentó Claus, cerrando su taquilla.

—A ti te cuesta pensar en positivo, ¿verdad? —Guardé el uniforme de gimnasia en una bolsa dentro de mi mochila y cerré la taquilla.

Pegué la frente contra ella, tenía razón.

—Igual si me lo dieran, sigo castigado.

—Si...

Los tres quedamos callados, sintiéndonos derrotados. Varios chicos fueron saliendo, uno por uno, hasta que quedamos solo nosotros.

—Fel... —Claus volvió a nombrarme, lo miré.

—¿Qué?

—La chica de la cancha que veías, ¿era Lop?

De alguna manera eso me sorprendió.

—Si-sí... ¿Por?

—¿Sabías que le ofrecimos nuestra ayuda por si se le presentaba algo y necesitaba refuerzos y nos rechazó?

Abrí los ojos de la impresión, negando tras un par de segundos.

—No, no me lo mencionaron, ¿a qué se debió?

—Era nuestra forma de agradecerle por darnos la victoria con Mat —Explicó Tom, recostándose de las taquillas—. Fue muy extraño...

—Si... sigo sin entender porque se negó, digo, parece una chica problemática que amerita que de vez en cuando el barrio la respalda —Reí por lo bajo—. ¿Tú qué dices?

—No se responderte, recién me estoy enterando. ¿Qué dijo ella?

—Que no era necesario —dijeron ambos al mismo tiempo.

—No tiene tanta ciencia entonces. Solo no la quiso y ya.

—¿Así y ya? —Volvieron a decir unísonos.

—Ella es difícil de entender, pero me he dado cuenta de que cuando se niega, es que se niega y fin. ¿Cuáles sean las razones? No lo sé —Me encogí de hombros, no tenía más que decir.

—Pareces entenderla bien —agrega Claus, con una ligera sonrisa. Estaba por malpensar.

—Sí, cierto, es extraño —Se le unió Tom, cruzándose de brazos con una ceja alzada—. ¿Qué se traen?

—No sé de que hablan... Es solo una compañera más... —Mentí.

Mis amigos afincaron sus ojos sobre los míos, logrando intimidarme. Maldecía en mi interior, seguro estaba más rojo que la manzana colorada. Era muy malo mintiendo, siempre se me notaba.

—¿Y la verdad? —Volvió a preguntar Claus y resoplé, me rendía.

—No sé ni que somos si lo pienso... —Me resigno sin poder verlos, estaba siendo honesto.

Después de lo que pasó la noche de los ladrones, de verla así de alterada cuando le dije que quería ser su amigo y se negara; no he vuelto a tocar el tema, aun cuando ella lo intentó después en la clínica donde me atendieron las heridas:

—Podemos intentarlo... —Volteé a verla, muy confundido.

Ella suspiró. Tenía la vista baja, presionaba sus labios y arrugaba el semblante. Daba la impresión de que le costaba hablarme en ese momento. Fue extraño, no parecía la misma chica, que unas horas atrás me dejó en claro que la incomodaba. Me sentía perdido en esa imagen, una nueva fase que no creí poder ver pronto y la tenía en frente, solo para mí; me dio ansias, no sabía porqué.

—Seré directa e iré al grano —Enderecé la espalda y recogí mi mano que no sabía que en qué momento se había acercado a ella—. No sé si sea buena idea. Soy muy mala en esto, siempre terminan odiándome, pero si aún quieres... —Me miró, sus ojos parecían inquietos—. Está bien... Podemos... Puedo intentar ser tu... Amiga.

Oír esas palabras hizo que diera la vuelta al mundo para poder procesarlo. No me cabía en la cabeza. Pero si ella había dicho... ¿Qué había pasado?

—¿Qué-qué...?

—No me hagas repetirlo... —Rodó los ojos y me miró con impaciencia.

—Un momento que no lo proceso, pero si tú dijiste que...

—Sé lo que dije —Me cortó y abrí más los ojos de la impresión—. Olvídalo, ahora es esto lo que digo.

—Pero... —Negué rotundo—. No.

—¿No? —Ahora ella me miró confundida.

—No quiero nada forzado, lo entendí a la mala. Sería muy incómodo continuar con esto así. Sería algo muy forzado, y tú... Tú no funcionas así, Lop. No lo pienso así, ¿me entiendes? Si seremos amigos, déjame ganarme esa amistad.

Claro, la sorprendió, pero era lo justo. Al final estuvo de acuerdo y nos pusimos condiciones, para que las cosas fueran lo más amenas posibles.

Si algo tenía claro era que esa chica no era como el resto de las personas. Cuando dijo que aceptaba mi solicitud de amistad, lo primero que pensé fue algo que mencionó en el primer momento en que hablamos: ella estaba sola, porque quería estar sola que mal acompañada.

Eso me hizo pensar, ¿yo era una mala compañía? Demostraría que no.

Aunque ahora en ese momento en que ni me hablaba, no sabía por dónde empezar y mucho menos saber que responderles a mis dos mejores amigos.

—¿Qué mierda? No entendí —Alzó las manos Claus en forma de rendición.

—Yo tampoco —Lo imitó Tom.

—Sinceramente ni yo...

—Amigo, ¿quién más que tú lo sabrá? —cuestionó de nuevo Claus, acercándose a mí, confundido.

—Yo...

—Caballeros, caballeros, ¿no es obvio? —interrumpió un cuarto, pasando entre nosotros para ponerse a mi lado.

George.

—No, ¿qué es obvio? —Desconcertado, quité su brazo de encima de mis hombros.

—A ver, confiésalo, Fel: ¿Cuándo piensas tirártela?

—Ya estamos de nuevo... —Miré a otra parte dando un suspiro.

George Sullivan puede parecer de lo más tranquilo, pero la verdad era que ese tipo era un pesado.

—¿No es así? —Alzó sus cejas de forma burlona.

—Tienes una muy mala idea...

—George, no molestes. Tú no tienes que ver aquí —Me defendió Tomas, alejando a George de mí.

—¿Tú sí? —Ahora se puso en frente de él.

—Más que tú, seguro —Tomas no se dejó arrinconar y lo aló de su corbata para inclinarlo a su estatura.

George de forma súbita descolgó la mano de mi amigo de su ropa y lo hizo a un lado, retomando el tema en mi dirección.

—Como decía... —Acomodó su corbata, mirando con irritación a Tom—. Estoy impresionado, es una presa difícil, pero atractiva sin ninguna duda. Sutilmente desarrollada, buenas piernas y trasero pomposo... —Inclinó su cabeza y puso un dedo en su barbilla, racionalizando—. ¿Seguro podrás con ella? ¿Quieres algún consejo?

—Repito: Tienes una idea equivocada. Con Lop no pienso así.

George suspiró de decepción y me miró con perspicacia.

—¿Ah sí? —Volvió a burlarse. No me creía todavía—. Entonces no tengo porque no hacer nada yo.

"¿Qué?". Pensé.

—¿Qué? —Dije.

—¿Qué? —Me siguieron Tomas y Claus.

—Eso —Sonrió de lado, regalándome una mirada cargada de segundas intenciones que no me gustaban nada—. No te voy a mentir: esa chica me atrae en lo personal. Si no he hecho nada ha sido por ti de quien pensaba que irías por ella, pero como no es el caso no veo porque no lanzármela y...

—George... Te lo diré sólo una vez —Lo detuve. Me cansé de oírlo hablar tal estupidez.

Sin previo aviso lo empujé con mi brazo bueno hasta pegarlo de las taquillas, acorralándolo por la garganta contra este. Todo quedó en silencio tras el eco del golpe en el espacio casi vacío.

—Ponle un solo dedo y te arrepentirás —Dije con la voz cargada, lo escuché tragar saliva y luego reír.

—Por favor, Félix. No hablas en serio, es solo una chica. Además, tú no serías capaz de hacerme daño por alguien que ni le estableces un tipo de relación, ¿o sí?

—Ándate con cuidado, ya te lo advertí.

Bajé mi brazo de su cuello y me alejé, tomando mis cosas para irme de los camerinos. Claus y Tomas me siguieron como siempre, pero guardando silencio. Me conocían los suficiente como para saber que era mejor no tocarme por un rato; de modo que se limitaron a contar chistes entre ellos hasta que empezó a desvanecer la tensión de mi cuerpo.

Fuimos riendo de camino a la siguiente clase y entonces fui detenido. Miré a Claus sin comprender porque atravesó su brazo en mi paso. Sin decir nada, inclinó su cabeza a un lado haciéndome una señal para que mirara.

Entendí, una chica de espaldas a nosotros y el asistente de conserje platicaban en una casual conversación. Sonreí de lado, la escuchaba reír, algo que no pasaba. Me alegraba que personas como esos dos fueran novios, se hacían bien al juntarse.

—Vaya, que inusual, ¿no crees? —Se preguntó Tom, no esperando ver aquello.

—Con razón se negó, ya tiene a alguien que la proteja —Teorizó en voz alta Claus, en el mismo estado que Tomas.

—En cierta manera, no creo que necesite quien la proteja, ella puede ser bastante ruda —Me encojo de hombros Me burlé un poco de las caras que pusieron—. Increíble, ¿verdad?

—Sí, pero oye, ¿tú estás bien con eso? —indagó cauteloso Tomas.

—Sí, no veo nada de malo que sean pareja.

Los dos se miraron sin saber que decir.

—¿No te gustaba? —preguntaron a la vez y me pegué la mano de la cara.

—¡Que no! Solo somos...

—¿Amigos? Wou... —concluyó por mi Tom, rascándose la parte inferior de su cuello con una mueca.

—Lo siento, amigo. Tranquilo, todos pasamos por eso —Agrega un lamentado Claus.

Rodé los ojos y negué.

—Muchachos, repito: No tengo nada con ella. Solo somos amigos.

—¿Eso es posible? ¿Amigos sin querer nada?

—Tom es gay, es nuestro amigo y no quiere nada con nosotros —Señalé al nombrado y este me guiñó un ojo, asintiendo.

—Buen punto... —Concordó finalmente.

Negué riendo por lo bajo y volvimos a mirar hacia Lop. Ella y Henri se despidieron y ambos tomaron pasillos diferentes. Nosotros nos quedamos en nuestro lugar por un par de segundos. Claus volvió a hablar:

—En serio te consigues a las personas más complicadas para socializar.

—Ni que lo digas... —Suspiré, bajando de ánimos de nuevo—. Por alguna razón ni me ha hablado esta semana, tengo la sensación de que me esquiva.

—¿Le hiciste algo? —preguntó Tom.

—Lo último fue darle un pastel que le mandó Mely.

—Qué extraño. No parece nada malo. Al menos que estuviese dañado —Se cruzó de brazos, bajando la cabeza de modo que se le hiciera más fácil pensar.

La sola idea me ofendió.

—Yo comí uno igual, sabía demasiado bien. Debe ser otra cosa.

—No hagas tanto drama, Félix —Intervino Claus justo en el momento que empezaba a montarme una película de lo que posible estuviese pasando—. ¿No escuchaste del castigo de Chris? Pasa sus ratos libres ocupándose de ella. Debe estar saturada, es todo.

—¿Tú crees? Yo creo que debe ser otra cosa. Me mira, me saluda y se va de inmediato.

—Creo que exageras un poco.

—Pero...

—Ya está bien —Se interpuso Tom, poniéndose entre ambos para que le prestáramos atención. Me miró a mí—. Lo que tienes que hacer es hablar con ella, ¿tienes su número?

Sentí que la cara se me ponía caliente en solo saber la respuesta. Asentí lentamente, los muchachos me observaron sin comprender y pasaron a buscar en la agenda telefónica el número de la chica del rincón. Al encontrar el nombre de Lop, me lo pasaron justo para marcar. Los miré interrogante mientras Tomas pasaba a explicarme una idea, que podría ser increíble y al mismo tiempo un fracaso.

—Ella debe estar todavía por los pasillos. Es ahora o nunca.

Dudé un par de segundos viendo el número, pero al final marqué y en altavoz esperé que respondieran. El tercer pitido y la llamada cayó.

—¿Lop?

—Sí, ¿todo bien, Felixiano?

Tragué saliva y miré a mis amigos. Estos subieron las cejas, abriendo bien sus ojos y ahogaron sus risas de espaldas al celular. Caí de nuevo sonrojado, ellos no debían escuchar eso.

—¿Félix?

Los obligué a calmarse y en cuanto dejaron de burlarse me acomodé la garganta para continuar. Aunque igual me salió temblorosa, temía de su respuesta.

—¿Tie-ne-es planes para es-te sábado?

—Ver películas en casa con mi mamá de nuevo, ¿por qué?

—Te parece si... si quieres claro —Volví a tragar, dudaba mucho.

¿Si me parece qué cosa? —Sonó curiosa y un tanto impaciente.

Miré a los chicos de nuevo, quería abordar la misión y ellos sabiendo empezaron a bajar y subir las manos, diciéndome, moviendo solo los labios: «prosigue, respira». Eso hice, volví a la llamada.

—Sigo castigado y... como debes saber... este sábado son las estatales y, aunque quisiera, no podré participar. Así que... pensé y arreglé con Mat para que hiciéramos video llamada y así poder verlo, pero... si ella está allá, me... Me faltaría una compañera, ¿quisieras venir a mi casa y ver el partido conmigo?

El silencio se instaló y por un momento pensé que había cortado la llamada, pero seguía conectada y podía oír su respiración desde la otra línea. Empezaba a inquietarme, ¿qué estaría haciendo?

—¿Lop? —La llamé a ver si seguía ahí. La escuché suspirar.

—¿A qué hora y dónde dices que vives?

Mis amigos abrieron inmensamente la boca y empezaron hacer un baile de la victoria. Haciéndome la tarea difícil de dictarle mis datos a Lop sin reír y, luego de contar, no sonreír demasiado, sintiendo una extraña sensación de victoria calentar mi pecho.

Dijo que sí.

En verdad dijo que sí.

___________________________________________________

¡Holiwis, mis distantes!

Es una cosa besha ♥w♥

Simplemente Félix es todo lo que está bien

ME dio demasiada ternura escribir al final

AMIGA DATE CUENTAAAAAAAA

Okno, alto al odio por Lop

Las cosas funcionan lento para ella

Y si Fel lo respeta, debería ser lo mismo para nosotros :'c

Entonces

¿Cómo es eso de que verán el partido juntos?

Ay deoz, ¿de verdad Fel piensa que esos dos están juntos?

O sea, es obvio que Hen es mío :'c

Okno

Pero de verdad, ¿alguien más ama a esos dos idiotas? Claus y Tom, epico, bro :'3

Entre otras noticias, en el próximo cap  veremos que pasa con esta gran invitación 7w7

Nota vieja que no quiero borrar :'3

¡FUERA DE ESO LES TENGO UN NOTICIÓN!

¡DISTANCIA AL MUNDO FUE..!

¡GANADORA DE LAS TRES CATEGORÍAS SECUNDARIAS EN LOS BLACK AND WHITE 2018! 

Ganadores de la torre (Historias que obtuvieron grandes puntaje, pero no lograron al mejor) (Pdt: perdonen la mala calidad de la foto :'v)

Historia atrapante (Esto me llegó al ALMA)

Y algo que me enorgulleció

LaMascaraDlLectura Muchas gracias :'3 ♥

Ademas de eso... quiero dedicar este capitulo especialmente a AlexaArth8 

Esta chica formó parte de la junta directiva de la mascara de la lectura, los organizadores del concurso que acabo de mencionar, y ahora hace reacciones que te cargan de risa en youtube.

Y adivinen que 7w7

https://youtu.be/LDjsV8p2-6g

¡DISTANCIA AL MUNDO FUE REACCIONADO QWQ♥!

Es muy buena y muy chistosa XD siempre estoy esperando sus vídeos ahora.

No se que están esperando, yo ya le di todo mi loff ¡Vayan y vean su trabajo!

¡Ah! y si quieren una reacción, les informo que en su perfil tiene su propio apartado para pedidos 7w7r.

Ay bueno vale ya de nuevo con el spam XD pero bueno, esto lo vale uwu7

Ahora si para cerrar esta LARGA nota y este aun más LARGO capitulo un meme:

Y ahora si 

BYE, BYE

I LOVIUUUUUUUUUUUUUUUUUUU

Att: Keni♥


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