Epílogo
Egan:
El carruaje se detiene en Damaria y mi madre es la primera en gritarme al ver mi condición y al por no llevarla a Lavinia para el duelo, pero como se dieron las cosas, no me arrepiento de no llevarla conmigo, ella calla al ver a Elina y la levanto en brazos de nuevo, dirigiéndome hacia la entrada.
—Princesa...—Se acerca el jefe de guardia de Damaria. —¿Qué haremos? El funeral de su majestad...
Le lanzo una mirada asesina y calla, Elina tiene la mirada ida, Angelina me alcanza y ordena a las criadas preparar un baño para ella.
Llego hasta la cama y la acuesto sobre ella, su vestido de flores esta manchado de sangre seca, la misma que lleva en las manos y ya no llora, solo está en shock y tiene la mirada perdida.
—Mi amor...—La llamo.
Angelina me coloca una mano en el hombro. —Es mejor que vayas a ver esas heridas.
—No digas tonterías, me nece..
—Por favor...—Me alza la voz y su mano aprieta el área de mi camisa rota donde me toca. —Por favor permítame hacerlo yo.
Trago saliva y me vuelvo hacia Elina, no contesto porque el jodido guardia nos interrumpe y ambos nos volvemos hacia él.
—El doctor de la reina de Arcaria está aquí. —Anuncia.
(***)
El medico revisa a Elina y permanezco en la habitación mientras Angelina está sentada a su lado en la cama sujetándole la mano y el médico de la reina de Arcaría se encuentra revisando a mi esposa, yo estoy de pie manteniendo la calma.
Espero en silencio y cuando este acaba, me le acerco.
—¿Cómo está?
—Embarazada según veo.
—Eso ya lo sé. —Respiro profundo. —¿Él bebe?
—Déjeme terminar. —Pide. —Ella y él bebe están bien, solo sufrió una emoción fuerte.
Murió su madre frente a ella.
—El primer trimestre es crucial y no queremos una amenaza de aborto. —La palabra se siente como un puñetazo.
—¿Qué sugiere?
—No más emociones fuertes y descanso. —Mira a Elina. —Ella necesita descansar.
(***)
Me revisan después de Elina y según palabras del médico, mis heridas han ido sanando, mientras las nuevas y echas hoy por la espada de Caelan las curo y vendo.
Estoy en la cama junto a Elina, quien se ha quedado dormida, ya oscureció y mi mirada se dirige a la bandeja, me tranquiliza que Angelina logro que comiera.
Respiro profundo y ya no necesito de otros para curarme, yo mismo me echo las gotas y unto la pomada, hasta que siento como se mueve la cama ya que me encuentro en el filo de esta.
—Déjame a mí. —Pide Elina y no le niego su deseo.
Me quedo de espalda mientras ella me cura en silencio, untando la pomada y cubriendo mi piel dañada con las hojas húmedas que se encuentran en el recipiente, sus manos me calman y ella se toma su tiempo, acaba por vendarme y finalmente me giro en su dirección.
—¿Te acuestas conmigo, Egan?
—No tienes que pedirlo dos veces? —Asiento y me acuesto junto a ella, por fin puedo abrazarla como me gusta, aunque si no pudiera hacerlo aun así lo haría.
Le rodeo la cintura con los brazos y pego mi rostro a sus hombros, rodeando por detrás, mi mano en un momento baja a su vientre y lo acaricio, Elina reacciona colocando su mano sobre la mía.
—¿Puedes ocuparte de todo? —Pregunta sobre el funeral y suspiro.
—Lo hare.
(***)
Damaria realiza su propio funeral a la reina por protocolo y finalmente puedo descansar de este problema el mismo día, entro a la habitación buscando a Elina y solo encuentro el lugar ordenado con la cama tendida.
Angelina ingresa a la habitación trayendo en sus manos manta que recién debe haber recogido por lo limpian que se ven.
—¿Has visto a Elina?
Niega.—La deje aquí.
Mis dientes chasquean y empiezo a recorrer todo el palacio, no está aquí es mi respuesta al no ubicarla, me acerco a las ventas y mi única opción me hace salir corriendo del palacio.
(***)
Y entonces la encuentro en el techo de la torre, esta acostada sobre el suelo y mirando el cielo trayéndome recuerdos del día en que la traje aquí.
Respiro aliviado y trago saliva sin quitarle la mirada, camino hacia ella y me acuesto a su lado.
—Había olvidado la buena vista que hay aquí.
Trago saliva y sostengo su mano.
—No quiero ir al funeral. —Dice de pronto y me vuelvo hacia ella.
—No vayamos entonces.
Se gira hacia mí y se acurruca sobre mi pecho, la abrazo y la consuelo en ese momento porque es lo que ella necesita.
(***)
Los guardias de Damaria están vestidos de negro y el carruaje con las provisiones, incluido los pasteles de Elina han llegado, Angelina se encarga de ellos con ayuda de Ned y por un momento cruzamos miradas, saluda con un gesto y me vuelvo hacia mi esposa, quien no ha dejado ir mi mano y con quien me encuentro caminando por el jardín.
—¿Sabes que sus últimas palabras fueron lo siento?
La voz de Elina me hacen tragar, se ha detenido y me paro frente a ella, mientras la mirada de mi esposa está en nuestras manos juntas.
—"Elina, siento no haber sido la madre que merecías, lo siento"
Niego. —No tenemos que hablar de esto...
—Mamá está muerta. —Me interrumpe.
Y se ve como si se hubiera chocado con un muro de realidad.
—Ella se fue.
—Estoy aquí, cariño. —Le digo. —Sigo aquí.
Ella se toca el vientre.
—Mamá fue horrible. —Sigue. —De verdad lo fue y ese día que te llevó de mi lado dijo algo...
Alzo las cejas.
—No puedo huir de esto. Damaria es mi pueblo, mi gente y mi reino. —La observo tragar. —Y yo los amo, tengo responsabilidades...
—No estas obligada a nada.
—Lo sé, pero es lo que soy, soy la corona. No, eso somos tu y yo.
Trago saliva.
—¿Eso quieres?
—No se trata solo de lo que yo desee.
—Te lo preguntare, Elina... ¿Eso es lo que deseas?
—Deseo estar contigo y amo Damaria. —Me responde. —Entonces sí, es lo que deseo.
—¿Y qué deseas hacer entonces?
—Quedarme aquí... con mi esposo.
Capto las palabras y mis ojos se abren mucho, ella se sonroja.
—Eso lo sabes, a donde tu vayas, yo iré.—Le prometo.
Asiente con una sonrisa.
—Por eso... Egan...—Arrastra mi nombre. —¿Quieres ser mi rey y gobernar a mi lado?
Los ojos se me abren mucho.
—¿Qué? —Vacilo.
—No podré hacer esto sola y papá solía decir "Un rey no puede ser un rey sin la fuerza de su reina", pienso que es válido, así como el que un reino se mantiene solido por el amor que sus reyes le dan.
—Elina.
—Te amo, Egan y sé que amas Damaria. —Niego. —No podría elegir alguien que merezca menos a mi pueblo y tu definitivamente los mereces.
El corazón me late rápido, Elina se me acerca y mis labios tocan los suyos, nos besamos hasta quedar absortos de él.
—Al final lo conseguiste. —Sonrie sobre mis labios.
—No.— corrijo y la hago mirarme. —No necesito títulos. Ni coronas, ya tengo lo que quiero y es a ti y a ese bebe que llevas, nuestro bebe.
Sus ojos se llenan de lágrimas.
—Te amo, Elina. Hagamos de Damaria un gran reino, reina mí.
Su sonrisa crece. —Vuelve a llamarme así.
Consigo sonreír otra vez y beso su mejilla, desviando mis labios de su boca.
—Reina mía. Mi vida, mi amor, mi mujer. —Pronuncio besándola. —Mi reina, hoy y siempre.
—Soy tuya, eso sí, aunque tendrás que compartirme con Damaria.
—Jamás.
Se ríe y me coge del rostro besándome con pasión.
—Sí, hagamos eso. —Jadea. —Hagamos de Damaria un gran reino, mi esposo, mi amor, mi rey.
Mi sonrisa crece y la levanto llevándola no al palacio, sino al quiosco en medio del jardín del que tengo muchos recuerdos a su lado.
La siento sobre la mesa y le sujeto las piernas.
—Abre las piernas para tu esposo, Elina
—Sí, esposo mío. —Lo hace y me llevo la mano a la verga, sacándola.
Mi boca la devora.
—Dilo de nuevo.
—Esposo mío.
Sonrio encantado y la penetro.
Soy suyo y ella es mía, hoy y siempre... y los títulos...
Los títulos son eso, títulos.
Elina y yo vamos mucho más.
-FIN-
Egan & Elina seguirán apareciendo en los demás libros de la saga.
Nos leemos en las curiosidades.
>>Yiemir.
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