4
Elina:
Egan reclama mis labios aturdiendo mi cabeza y su boca es demandante desde el primer segundo, sus manos se aseguran de que no lo aparte y el beso evoluciona si asi podría llamarlo, el entierra no se donde mi lado más sensato y logra que yo, que empecé estando quieta por su atrevimiento, ahora le este correspondiendo.
Empujo mi cuerpo hacia adelante mientras lo beso, pero el hace lo mismo hacia mi, me hace retroceder y golpear la pared, algo se cae y se hace añicos, recordándome a la pareja dándose amor hace unos minutos, sin embargo cuando recupero una pizca de razón con esa imagen, la vuelvo a perder cuando pega nuestros cuerpos.
Jadeo cuando busca aire y aprieta los pulgares en mis mejillas, el me besa otra vez y a Egan no se le dificulta mover las manos sobre mi cuerpo asi como para hacer ingresar sus manos en mi vestido.
Me toca los pechos llevando descargas ahi abajo, mi cintura la aprieta y cuando toca la piel de mis muslos siento que no tengo escapatoria porque deseo que siga haciéndolo.
No me basta asi, quiero más. Quiero que se adentre en mi y deshaga la ropa tan incomoda que impide que nuestras pieles se froten.
Yo quiero...
Dios... ¿Qué estoy diciendo?
—Vamos a un lugar más privado.—Murmura sobre mi boca.
Estoy tan aturdida por el beso que permito que me guie, me coge de la mano y subo unas escaleras, apenas y me recupero de la respiración, Egan cierra la puerta detrás de nosotros y me llevo una mano al pecho dándome cuenta de la situación.
Me ha besado...
Egan me beso y yo lo he besado también.
Me vuelvo hacia el.—Eg...
El duque consigue estampar su boca contra la mía sin darme oportunidad de hablar o quejarme, me coge del rostro envolviéndome en otro beso, su lengua se hunde y por más que batalle, algo me niega a separarme y en un segundo me ha sentado sobre un escritorio para tomar más de mi con más facilidad.
Vuelve a los besos y el sabor y su forma de besar es tan adictiva, mi cabeza se pierde y un gemido sale disparado cuando rompe ese beso solo para ubicar la boca en mi cuello, echo la cabeza hacia atrás aun con la capucha cubriéndome los ojos, las manos de Egan me abren las piernas y se ubica entre ellas, tocándome la piel, subiendo cada vez mi vestido como hace unos minutos.
Oh dios, yo.
El calor de sus dedos me vuelve loca, el calor de su boca en mi cuello y sus manos adentrándose en mi entrepierna.
—Que adictivo.—Pronuncia y vuelve a mi boca robándome otro beso.
Lo miro a través de la capucha.
—¿No piensas lo mismo?
Me quita la capucha y mis ojos encuentran los suyos, esperaba ver un rostro de asombro, pero es un rostro sin sorpresa, solo con una expresión agitada por los besos que acaba de darme.
Eso solo significa una cosa.
El sonríe y yo lo empujo lejos de mi, bajándome del escritorio.
—¡Hijo de puta!
—¡Vaya lenguaje de una princesa!
—¡De verdad eres de lo p..!—Me voy hacia el y me atrapa las muñecas.
No solo eso, vuelve a besarme.
Me roba el aliento y por un segundo vuelvo a dejarme caer, hasta que lo aparto de mi con otro empujón, Egan se lleva el pulgar a los labios y luego pasa la lengua.
—¡¿Desde cuando sabes que soy...
Se me acerca y me cubro los labios, pero el toma mi vestido, bajo la mirada y... ¿En que momento lo rompió?
—Lindo pijama.—Pronuncia y aparto las tiras rotas de su agarre.—De no llevar flores tal vez hubiera tenido dudas.
Lo ha sabido todo el tiempo y aun asi...
Mis ganas de abofetearlo regresan y vuelve a retenerme, solo que esta vez me gira rodeándome la cintura por atrás, veo nuestro reflejo en el espejo y mi cara arde.
—Suéltame.
—No más.
Lo miro en el reflejo.
—¿Dónde estamos?
—Es la oficina de Jakell, el dueño del burdel.
—Has sabido que era yo y me has traído aqui...—Pronuncio, el me ha... protegido.—Si alguien me veía ¿Por qué?
—¿Por qué crees, princesa?
Forcejeo.
—No me voy a acostar contigo.
Se ríe.—Hace unos minutos estabas muy cómoda en mis brazos.
—Eso...—Me trabo.—Eso no volverá a ocurrir.
—Yo creo que si.
—Claro que no, yo...
El empieza a subirme la falda y jadeo con sus dedos tocando mi piel y trato de no mirar en el espejo, pero me sujeta del mentón obligándome.
—Egan...
Cierro los ojos y los dedos rozan mi entrepierna.
—¿Te encontrare húmeda si sigo subiendo? No puedes mentirme.
—No lo ha...
—No cierres los ojos .—Suena más a una suplica y levanto la mira.—Asi, princesa.
Besa mi cuello y se relaja, incluso las manos, pero antes que aclare su duda y aprovechando su desventaja, me aparto.
El no se esfuerza en retenerme.
Intento huir, intentando abrir la puerta.
—¿Y cómo lo harás? Si te ven...
—Sácame de aqui.—Ordeno volviéndome hacia el.
—Todo tiene un precio.
—Créeme que todo lo que esperas que haga, te lo pueden hacer bien aqui, por algo viniste ¿No?—Suelto furiosa y no se porque.
—Detecto celos en tu voz, primita.
Se acerca a mi.
¿Celosa yo? ¿De que?
Mi espalda golpea la pared, acerca la mano y me cubre con la capucha, otra vez mis ojos están tapado.
—No hables con nadie y solo escúchame a mi.—Me ordena, reacciono despues de su repentina propuesta y asiento aceptando.
(***)
Tengo los ojos en nuestras manos entrelazadas mientras Egan me traslada hacia la salida del burdel, bajamos la escaleras fuera de la habitación del tal Jakell y cruzamos los pasillos, cerca del mueble rojo.
—¡Hey, hermano!
Un hombre nos intercepta y parece que Egan lo conoce, el se pone delante mío y tira de mi brazo colocándome atrás, protegiéndome con su cuerpo.
—Hijo de puta, vienes de mi oficina.... ya te dije.—Calla y cuando vuelve a hablar noto que ha puesto su atención en mi.—Veo que encontraste diversión.
—Jakell.—Asi que ese es Jakell.—Ya me iba.
—Espera, a ti no te conozco.—Mierda.—No eres una de mis chicas y... ¿Te he visto antes aqui?
Niego.
—Dije que me voy...
Levanto un poco la mirada y veo como lo observa a el, bajo la cabeza cuando Jekell vuelve a mirarme y en un movimiento rapido siento como me baja la capucha quedando con los ojos muy abiertos, me la vuelvo a colocar ocultando mi rostro y mi primo maldice.
—Es la princ...
—Cállate y ayúdame a sacarla de aqui.
Jakell parpadea confuso.—Bien, antes.—Hace una reverencia y Egan vuelve a maldecir.
—No hagas una puta reverencia.
—Espero que disfrutara el tiempo que esta aqui, princesa y si gusta recomendar..
—Maldita sea, olvídalo.—Reniega Egan y tira de mi, finalmente sacándome de ese lugar.
(***)
Durante el regreso a palacio no se escuchan más que los pasos del caballo que nos traslada, mantengo la vista en la ventana del carruaje como Egan lo pone en la suya.
Ignoro sus pensamientos, pero el fastidio se nota y no es solo de su parte, rápidamente cierro los ojos y los vuelvo a abrir cuando escucho que las rejas que encierran mi palacio se abren, avisándonos que llegamos.
Me escondo con la túnica y por suerte no revisan el carruaje al avisar Egan que va en el, me quito la capucha cuando no veo problema y los pasos del caballo no tardan en detenerse frente a palacio.
—¿Quiere...—Me ofrece bajar antes, pero antes que termine la oración, lo hago.
Egan se apresura en bajar, veo como le da dinero al cochero para callar y este me mira a mi antes de retirarse, sujetando su sombrero y bajando la cabeza en una corta reverencia.
Me cruzo de brazos.
—¿Por qué no me sorprende?
Niego con la mirada de el sobre mi, subo las escaleras y antes de abrir la puerta, el me detiene, tirando de mi hacia el muro, detrás de los pilares.
—¿Qué haces?—Intento moverme.—Gritare si no me sueltas.
—Dudo que la princesa quiera empezar un escandalo y tan tarde.
—Dudo que quieras que mi madre se entere donde estuviste despues de que ella te permitiera estar en el palacio.
—Adelante, dilo, con lo mucho que me importa.—Me suelta.—Sin embargo a la reina le parecerá muy interesante saber que la candidata a la corona y su hija pasa las noches en un burdel.
El maldito sonríe.
—Ha sido cosa de una vez.
—Por seguirme.—Responde.—¿En que pensabas haciéndolo?
—Cuido la imagen de este reino.
—Y te pareció gran idea seguirme o buscabas una manera de encontrar algo en mi contra.
—¿Cómo si un burdel lo seria? Eres hombre.—Le recuerdo y su mirada se relaja.—Tengas un rango o seas de la realeza, eso no importa, aqui esta bien visto porque ustedes tienen necesidades, pero si una mujer...si yo, estaría arruinada.
—Si, la sociedad suele ser horrible.—Su agarre me suelta y retrocede.—Sin embargo para mi uno es libre de hacer con su cuerpo lo que desee, sea yo o tu, princesa, pero la reina no debe pensar lo mismo.
No lo niego, mamá me daría una buena bofetada.
—Y si, probablemente me echaría el discurso también. —Sonríe.—Hagamos algo, no diremos nada, es un beneficio para ambos ¿Trato?
—Mejor hagamos como que esta noche jamás existió.
Estoy lista para irme, pero esta vez me detiene envolviendo su brazo en mi cintura, Egan me atrae contra el, pegando su rostro a mi cuello.
—De eso nada.
—Suéltame.
—No quiero olvidar que esta noche existió y menos que te mojaste mientras mi boca te devoraba.
El corazón se me acelera, volteo a verlo y cometo el error de mirarle los labios.
—Eso no paso.
—¿Quieres que te lo recuerde, princesa?
Siento la necesidad de protegerme los labios, sin embargo no lo hago, el brazo de Egan deja de presionarme y se mueve un poco para estar en dirección a mis labios, se acerca peligrosamente y mis ojos se cierran cuando esta por ponerle fin a ese deseo interno que acaba de surgir.
Pero... sus labios se desvían, abro los ojos sintiendo su mano en medio de mis senos.
Esta sonriendo el muy...
—Ahora entra o te resfriaras.—Me ordena y me susurra en el oído.—Desde aqui veo tus pezones duros, princesa.
No alcanzo a protestar sus palabras desvergonzadas porque me ocupo en cubrirme, bajo la mirada y oculto mi ropa de dormir rota gracias a sus manos.
—Egan, eres...
Pero ya ha iniciado su camino hacia la torre, me muerdo los labios y vuelvo a mirarme el cuerpo, el sonrojo cubre mis mejillas al comprobar que tiene razón.
Y no solo ahi, sino el calor entre mis piernas también me delata.
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