27
Egan:
Observo la mano que tengo entrelazada a la mía, tan aferrada a mi como la unión que acabamos de hacer.
Joder, me case.
Me case con la mujer que amo, me lo repito y no me lo creo, pero el anillo de casada en su dedo infla mi pecho de orgullo y tiene mi corazón como nunca.
—¿Te gusta?—Me acerco por atrás abrazándole la cintura a mi esposa.
Mi esposa.
Mia... Solo mía.
—¿Has preparado esto para nosotros?
Hemos entrado a nuestra habitación en la casona y ella ha quedado fascinada observando lo que mande a preparar para nuestra noche de bodas, la cama matrimonial decorada con sabanas blancas, pétalos y dos cortinas que caen desde el techo y cubren todo el filo de la cama, también solicite el mejor de sus vinos y hielo, mientras en el centro mande a poner una tina lo suficiente grande para los dos y llena de agua con pétalos de flores flotando en la superficie.
—¿Olvidas lo que dije? He preparado todo para nosotros.
Se vuelve hacia mi y me besa en la boca sin soltarme la mano, luego ríe y la dejo ir a recorrer la habitación, la sonrisa en su rostro me llena mientras se pasea por el cuarto tocando las cortinas y los pétalos en la cama, para luego dirigirse a la tina donde sus manos tocan el agua.
Y verla asi me hace ver que llegar a este momento ha valido completamente la pena, aunque sigo creyendo que Elina se merece más y jamás será suficiente para compensar el mal bache por el que pasamos para llegar aqui ... sin embargo ella me da esa sonrisa y la preocupación se me va...
—¿Tomamos un baño, esposo mío?—Viene hacia y me extiende la mano.
Una sonrisa curva mis labios al oírla y vuelvo a entrelazar nuestros dedos.
—Vuelve a decirlo.
—¿Qué cosa?
—Sabes que...
Sonríe y busca mis labios.—Esposo, mi esposo.
Joder...
Que maravilloso suena.
(***)
Mis dedos hacen masajes en el cuello de Elina mientras ella recoge agua entre sus manos buscando atrapar los pétalos que nadan a nuestro alrededor, estamos en la tina y la tengo delante de mi, me ocupo de su cabello el cual levanto para jabonar bien la espalda y le doy un beso en el cuello.
Ella sonríe y se gira para besarme, luego acomoda la espalda sobre mi torso recostándose.
—Creo que te he amado siempre.—Murmuro sobre sus labios.
—¿Eso piensas?
Respiro profundo.—No lo pienso, lo creo..
Se muerde los labios.
—Amo este Egan, el Egan enamorado.—Me dice y me rio.
—¿También amas a este?—Pregunto y le toco los pezones, su cuerpo reacciona a mi toque, bajo los dedos por su vientre y mi mente se emociona cuando la idea se me cruza.
Mi sonrisa vuelve y mi toque llega entre sus muslos.
—Sobre todo este.
—A este también lo amo.—Se mueve salpicando el agua de la tina en la alfombra y la sujeto de las caderas mientras las manos de mi esposa van a mis hombros.
Elina se levanta y con mi ayuda se acomoda encajando perfecto como un maldito rompecabezas, me roza la verga que ya esta lista para hundirse en su coño y mueve las caderas complaciéndome.
Las uñas se clavan en la piel de mis hombros y sus labios se separan.
—¿Te quedaste con más ganas de cabalgarme, princesa?
Le cojo el trasero y la hundo más, Elina gime al sentir lo profundo que llego y los senos se aplastas contra mis pectorales.
—La necesitas tener toda adentro para que tu experiencia sea perfecta.—Pronuncio y le aplasto las nalgas, moviéndola a mi gusto.—Estas muy apretada, por ahora.
—Eres...
—El hombre que amas, ahora cabalga.—Ordeno.—Monta esta verga que solo te desea a ti.
Mis palabras le dan el impulso que necesita para darme lo que quiero y me monta a un ritmo que no deja de crecer, constante y tan glorioso.
Mi mano se ubica en su rostro y estampo mi boca devorándola, nuestros labios chocan al igual que nuestras caderas cuando se eleva y joder, en un momento ella salta sacándola hasta la mitad y el nuevo encuentro que acerca nuestras partes me hincha la verga dentro de sus paredes por lo fuerte que ingresa, siento como me la aprieta y ella gime al sentirlo también.
—¿De quien es este coño que me estoy follando, Elina?
Me mira a los ojos llena de deseo.
—Tuyo...—La voz perdida y mi corazón se acelera.—Es tuyo, Egan.
—Si, mío—Pronuncio.—Solo mío.
Los brazos me rodean el cuello y le abrazo la espalda mientras ella sigue moviéndose a su antojo, gime alto y me abraza con la frente sudorosa.
—Oh dios...
Sus brazos se resbalan y comienzo a guiarla yo al ver que ya ha recibido el orgasmo, estoy apunto de hacerlo también y vuelvo a estrujarle el trasero con ambas manos, la hago subir y bajar mientras ella no aparta los ojos de mi rostro, mis movimiento provocan olas que esparcen el agua fuera de la tina, mojando más la alfombra, pero ya mañana lidiare con las quejas, esta noche me estoy cogiendo a mi mujer y nadie me va a parar.
—Egan...
—Hazme correrme, Elina.—Le ordeno y vuelve a moverse, pero esta vez yo también la ayudo.
El agua vuelve a caer con chorros más grandes y disminuye bastante dentro de la tina, los gemidos de Elina me llenan como mi verga llena su delicioso sexo, mi pulso se vuelve loco y el corazón me jode las orejas cuando en un último salto me hace venirme manchando su interior.
—Mierda.
Respiro satisfecho con mi rostro pegado a su hombro y puedo sentir su corazón, empieza a reír avergonzada y voltea a ver la alfombra.
—Nos van a regañar.
Le cojo el rostro y acerco mis labios a los suyos.
—Aun no hemos terminado.—Le hago saber y con sus brazos rodeándome el cuello y sus muslos pegados a mi cadera, le cojo el trasero y me levanto llevándola conmigo.
Salgo de la tina dejando un chorro que nos persigue hasta la cama y hago a un lado las cortinas, el colchón se hunde cuando la hago caer sobre el y la humedad se esparce entre las sabanas, los pétalos saltan hacia su cabello y ella ríe sujetándolos, mientras las gotas siguen ahi deslizándose por su cuerpo y mis ojos las persiguen viendo como baja entre sus senos, su abdomen hasta llegar entre las piernas, donde esta ese sexo que me gusta lamer.
Ese sexo untado con mi semen y esa imagen me la pone dura otra vez.
—Egan...
Me llevo una mano al tronco y me subo encima, separándole las piernas.
—No voy a dejar de cogerte esta noche, Elina.
—No esperaba menos de nuestra noche de bodas.—Ríe y me atrae para besarme.
En medio del beso la penetro y ella vuelve a jadear, no dejo que se recupere cuando ya empiezo a penetrarla a mi ritmo y con estocadas furiosas, su interior esta más resbaloso al tener mis fluidos y esos muslos me aprietan acercándome más.
—Más rapido.—Me suplica con voz agonizante y choco nuestras caderas que resuenan dentro de la habitación.—Egan...
La complazco como ella hace unos minutos, me la cojo duro, arremetiendo hasta hacerla gritar y como Elina dijo, no iba a darle menos en nuestra noche de bodas.
Elina:
Estoy en la cama con Egan luego de volver a hacer el amor y tengo su mano junto a la mía alzada, me acaricia mis nudillos con la misma donde lleva el anillo de casado y yo el mío, tiene la mirada en ambos y aun parece que no cree que esto esta pasando.
Estar juntos...
Estar casados...
Ser marido y mujer.
Me muerdo los labios y una sonrisa curva mis labios, acerco mi boca a sus pectorales y le planto un beso.
—¿A donde iremos ahora?—Pregunto y junta nuestras manos bajándola.
Sus ojos encuentran los míos.
—Tu nuevo hogar ahora.
—Mi nuevo hogar es donde estemos juntos, tendrás que ser más especifico, mi amor.
Sonríe al oír la palabra salir de mis labios y me besa en la boca abrazándome contra su cuerpo.
—Egan...—Insisto y el me besa el cuello.—Dime...
Se aparta un poco para mirarme.
—A la mansión de mi familia.
Abro muchos los ojos.
—A tu familia... te refiere...¿Dónde vive la duquesa?
—Si, la mansión es mía, pero mi madre vive en ella y no te preocupes, es bastante grande... y tenemos un enorme lugar solo para nosotros.
¿Qué no me preocupe?
Yo... conoceré a su madre.
¡Conoceré a la madre de Egan!
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