14

Elina:

Mamá corta su rebanada de pastel y se mete la cuchara a la boca, saboreando de este, aparto la mirada de ella y la pongo sobre Egan, quien esta sentado frente a mi y ya lo encuentro viéndome.

Parpadeo y trato que el recuerdo de hace unos minutos en mi habitación no regrese a mi cabeza.

Egan sobre mi.

 Follandome otra vez ... mejor que la primera vez.

Cojo un par de panes buscando ignorarlo.

—No agarres tanto pan, cariño.—Pide mi mamá y dejo un poco.—No quiero que engordes tanto antes de comprometerte.

Quiero decir que no porque tengo hambre, pero termino dejando el pan y me concentro en terminar lo que hay en mi plato, comida ligera elegida por mi madre.

Cuando vuelvo a ver a Egan tiene el ceño fruncido, vuelvo a ignorarlo.

—¿Cómo van tus lecturas?—Intenta saber mamá.

—No he tenido tiempo de leer esta semana.

No, pero he tenido tiempo de escaparme a la media noche, ir a un burdel, perder mi virginidad con el hombre que comparte mesa con nosotras.

Y volver a coger con el esta mañana antes de sentarnos en esta mesa.

La cara me arde y vuelvo a pensar en otra cosa.

—¿Por qué no? —Arquea una ceja.—¿Qué has estado haciendo que no puedas leer y mejorar tu dialecto? 

—Tal vez ha sido demasiado visitantes.—Comenta Egan mientras bebe de su taza de café.

Niego fulminándolo con la mirada, mamá lo observa incomoda.

—Con todo respeto, conde.

—Duque.—Le corrige Egan y mamá calla.—El poder que tengo esta por encima de un conde y solo debajo del rey, al menos por ahora porque asi lo he decidido.

Arrogante.

—Duque.—Repite mamá apretando los dientes.—Le pido que no intervenga en esta conversación.

El encoge los hombros y antes que se arme una guerra en la mesa a la que no estoy preparada, le aviso a Angelina que he terminado.

—Me retiro.—Le anuncio a mamá.—Iré a leer un rato a la biblioteca.—Y solo por eso me deja ir.

Aunque no observo a Egan, siento sus ojos mirándome mientras más me alejo.




(***)




Paso la pagina del libro y sigo con mi lectura, y asi sucesivamente hasta que una mano que sostiene un pan se apoya sobre la pagina que estoy por pasar.

Subo la mirada encontrando los ojos de Egan.

—Es descortés no tomarlo cuando lo robe para ti.

Arqueo una ceja.

—Solo tómalo, Elina.

Observo el pan y retiro su mano.

—Estoy ocupada.

—Se que lo quieres.

—No, mamá dijo.

Maldita sea.

Me quita el libro.

—¡¿Qué rayos te...

Me extiende el pan de nuevo.

—Tómalo.—Ordena.

Trago saliva, el termina por sujetarme la mano y coloca en pan en mi palma para luego cerrarlo en mi propio puño.

—Ahora come.

Aun dudo mirando lo que trajo para mi.

Egan suspirar.—Gorda o no sigues siendo Elina y eso me basta. Debería bastarle a cualquier idiota que pida tu mano.

—Egan...

—No te devolveré el libro hasta que te lo acabes.

No lo hago por el sino porque mi estomago lo pide, le doy un mordisco al pan, luego otro y luego otro hasta que en mis manos solo hay migajas.

Pido mi libro cuando termino y lo descubro a el leyendo.

—¿Por qué lees estas cosas? Historia ¿En serio?

—¿Y qué sugieres?

—La lectura no debe ser aburrida.

—La historia no lo es.

—Pienso lo mismo, pero tu rostro dice lo contrario.

Cierro los labios y Egan se dirige a los libreros, coloca el libro en el ultimo hueco que hay de espacio y comienza a buscar no se que, el termina regresando y me entrega un libro rojo.

—Lee este.—Sonríe.

Lo abro y la cara se me enrojece cuando veo la advertencia.

—¿Un libro erótico?

—Sera interesante practicar alguno ya que... ya empezaste tu vida sexual.

—No acabas de decir eso.

Se ríe. 

—¿No te da curiosidad?

Bajo la mirada al libro, intento dárselo, pero retrocede y este cae.

Estúpido, Egan.

Me agacho a recogerlo, pelear con el no sirve de nada.

—Si tienes tantas ganas de coger búscate una meretriz despues de todo estabas muy a gusto con una en el burdel.—Tan rapido como salen mis palabras, me arrepiento de mi respuesta sobre todo por la suya.

—Y volvemos al tema de tus celos.

—No estoy celosa.

—¿Muy celosa entonces?

Dios, necesito un respiro.

—Ven conmigo.—Me pide.

—Por si no te diste cuenta estoy leyendo, Egan.

—¿Y? —Deja eso y ven conmigo.—Me quita el libro que el eligió para mi.—Distraerte un rato no le hace daño a ningún lector.





(***)





—¿La torre en serio?—Suelto y me levanta en brazos, me sujeto de su cuello cuando empieza a subir las escaleras.

—Cuenta como distracción ¿No?

—Puedo caminar ¿Lo sabes?

—Lo se.

—Entonces bájame.

No responde y termina por subir los escalones, todo tiene sentido cuando se detiene en el piso en el que se encuentran su habitación y la de su siervo.

—¿Entonces no fue un acto caballeroso?—Suelto con sarcasmo y el ingresa a su habitación, mis pies tocan el suelo y lo primero que veo es la cama.

—Esta también es una forma de distraerse.

—Aja.

—No puedo creer que diga esto, pero hubiera preferido que me lleves a la torre.

—Estamos en la torre.

—Sabes lo que digo.

Acerca su rostro al mío y su boca reclama la mía, las manos que van a mi rostro empiezan a bajar por mi espalda y me aprietan el trasero contra la dureza de sus pantalones, Egan me levanta y envuelvo las piernas alrededor de su cadera.

Rompo el beso.—No arruines mi vestido.

—¿Hablas de este vestido de flores?—Tira de la fina tela y suelto un grito llamándolo por su nombre.

Egan se ríe y nos lleva a la cama, su cuerpo aplasta el mío.

—Te comprare otro vestido, te comprare cientos de vestidos si me dejas romper todos en cada uno de nuestros encuentros.

—Solo hemos estado juntos dos veces.

—Tres.—Me corrige dando por echo esta y su sonrisa crece.

—¿Tres?—Inquiero.

—Si.—Vuelve a tirar de la tela.

—Egan, te lo advierto.—Le digo.—Me gustan mis vestidos... no..

Pero ya tiro de la tela, solo para fastidiarme, silencia mi grito con un beso y se inclina hacia atrás para mirarme, entonces son mis manos las que bajan por su torso y lo ayudo a desvestirse.

La ropa queda atrás en minutos y pronto me encuentro desnuda y bajo sus brazos como anoche.

—Tócate.—Me dice y baja una de las manos a su entrepierna .—Tócate para mi como yo voy a tocarme para ti.

La cara me arde y veo como lo hace, envolviendo la mano alrededor del tallo venoso, Egan se acaricia para mi, al principio con movimientos suaves, bajando y subiendo, apretando la erección dura.

—Mira como me pones, princesa.

El corazón empieza a latirme rapido, pero no me quedo atrás, atrapada por sus ojos y con mi atención en ese movimiento errático debajo de su V marcada, llevo las manos a mis senos y empiezo a tocarme frente a el, los ojos de Egan adquieren un brillo y empieza a sonreír mientras su mirada sigue el recorrido de mis manos.

Una la dejo arriba y la otra la bajo a mi abdomen.

—¿Asi?—Pregunto nerviosa, pero a el parece gustarte tanto como a mi ver lo que el hace para mi. 

—Si, joder, si...

Me acaricio los muslos con la mano que ubico ahi y me arqueo al rozar el clítoris, al que dejo despues para bajar hasta el sexo justo en mi entrada, tengo los labios hinchados y sensibles, pero no me detengo, empiezo a acariciarme con los dedos por encima de la entrada sin penetrarme, la mano se me empapa de fluidos y termino gimiendo para el.

—Egan...

—Lo se, princesa... déjamelo a mi.—Retiro la mano y el se lo lleva a los labios, chupando de mis dedos.

Lame con ganas y luego coloca mi mano en su hombros, el vuelve a bajar la misma mano a su erección, pero esta vez lo hace para acercarlo a mi entrada.

Estoy tan mojada que sentir como entra se siente demasiado bien, se desliza mientras mis muslos se aprietan a sus costados.

Joder.

Me sujeto de su cuerpo con ambas extremidades superiores y su cuerpo me abraza, me mira a los ojos y viaja una mano hacia mi trasero hundiéndose más, Egan aprieta nuestras caderas asfixiándolas mientras el acaba respirando sobre mi rostro.

Lo recibo, cada una de sus estocadas más rítmicas que las anteriores.

—Solo han sido unas horas, pero.... como lo he extrañado.—Busca mis labios y gimo cuando arremete en medio del beso.

Mi boca se abre y junto mi frente a la suya, cada estocada me hace ver estrellas y termino echando la cabeza hacia atrás, los labios de Egan mordisquean mi piel y mi cuerpo no deja de moverse a su ritmo.

Alzo la voz porque llego al punto de no poder callarme, mis piernas abiertas empiezan a doler y adormecerse, el sudor se escapa de mis poros y se desliza por mi piel, el regresa a mis labios mientras mis pechos se golpean contra su torso.

Siento que voy a desmayarme.

—Lo has extrañado también, no me mientas.

—Si...—Entierro mis uñas en la piel sudorosa, los músculos me aplastan.

—Si ¿Qué?

Lo he echado de menos.

—El que...—Ríe.

—Te odio por... esto..

—No es verdad.

Baja los labios a mis senos y chupa de ellos mientras yo me deshago entre sus brazos.

—Egan...

—Báñame la verga, Elina.—Me ordena, su forma de hablar acelera mi clímax.

Le cojo del rostro para que vuelva a mis labios.

—Hazlo.—Me pide con voz perdida.—Córrete conmigo, princesa.

Lo dejo ir, la corriente me endereza la espalda y un calor abrazador me cubre el sexo, mi corazón se agita y el suyo también.

Acabo agotada entre sus brazos, respirando con dificultad.

Egan me besa el cuello.

—La próxima vez te necesito arriba.

Sale de mi interior y pienso que debo irme, pero solo alcanzo a pensarlo porque el me deja claro que no me dejara hacerlo de nuevo.

—¿Qué haces?—Pregunto viendo como ha enredado el brazo alrededor de mi cintura.

Egan primero responde pegándome contra su cuerpo.

—Esta vez no dejare que te vayas.—Pronuncia con voz cansada y ya no se cuando habla en serio, y cuando no.





Nos leemos.

>>Yiemir.

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