11

Elina:

—¿Quieres que te preste uno de mis atuendos?—Angelina repite mis palabras muy sorprendida.

—Si.—La miro de pies a cabeza.—El que traes funcionara.

—Elina, pero...

—Iré a una fiesta.—Orgia es la palabra correcta.—Con Egan y no necesito que me reconozcan.

—Empiezo a entender.—Suspira mi amiga mientras voy escogiendo entre los antifaces, me decido por uno de color blanco y me lo pongo en el rostro.

—¿Qué te parece este?

—Bonito.

Bajo el antifaz y le sonrio.—Vamos...

—¿Cuánto tiempo se ausentara? Si a la reina se le ocurre.

—Ya pense en eso.—Me acerco y la tomo de los hombros.

—No...—Pronuncia al intuir mi idea.

—Si.—Sonrio.—Solo necesito que te quedes aqui.—Le sujeto de los hombros y la dirijo a mi cama haciendo que retroceda hasta sentarse sobre el colchón.—Que finjas que soy yo hasta que regrese en caso a alguien se le ocurra meterse.

—Dios, te meterás en serios problemas.

—Solo si me atrapan. —Junto ambas manos.—¿Por fa?

Ella se resigna y empieza a quitarse las prendas, yo también.




(***)




—Si que has tardado.—Pronuncia Egan mientras me pasa la mirada de pies a cabeza, lleva un traje azul digno de un conde, entallado y que aprieta sus músculos, aunque se ve bastante cómodo en el que hace juego con el antifaz azul que cubre sus ojos, la camisa blanca la trae descubierta mostrando lo poco del torso que se logra ver, un torso muy bien trabajado.

Olvide que el tiene privilegios mientras yo no debo de ninguna manera ser descubierto, Egan ni siquiera necesita antifaz.

El duque se aparta del carruaje y  se me acerca con una sonrisa, toma mi rostro y me besa en los labios.

—¿Lista?—Sus labios rozan y sus pulgares hacen presión en mi rostro.

Asiento y baja las manos, el  cochero nos observa y empiezo a preocuparme, Egan extiende la mano actuando caballeroso, pero yo no dejo de ver al hombre que no nos ha quitado la mirada de encima.

Egan lo nota.—Tranquila, no hay nada que temer.

Acepto su mano para subir al carruaje, el mismo que se estaciono cerca de la torre.

—¿Con cuanto estas pagando su silencio?

—¿Importa?—Encoge los hombros.—Lo que importa es que lo vale.—Aprieta mi mano.—Y tu lo vales, princesa.




(***)




La fiesta de mascaras como Egan lo llama u orgias de mascaras como prefiero nombrarlo yo es todo un completo caos desde que ingresas al burdel.

Hay mas muebles y más sillas en el interior, también han instalado bares y mesas de juegos de azar, hay bastante comidas y mujeres desnudas paseándose con bandejas de bocaditos mientras reciben nalgadas de cualquier hombres que se atraviese en su camino, una que otra se sienta en el regazo de los clientes y muchas ya empezaron a fornicar.

Sigo a Egan hasta que retrocedo cuando un hombre cae cerca de mis pies, retrocedo y descubro que otro tipo lo acaba de golpear, Egan me sujeta del brazo y me aleja de ellos.

—Recuerda nuestro acuerdo.

—Tu recuerda el tuyo.

El se ríe.

—¡Mi futuro rey!

La frase me hace fruncir el ceño y cuando volteo a ver de donde viene, es del tal Jakell. Ambos se saludan hasta que nota mi presencia y por un momento creo que la mascara me oculta, pero no le es difícil descifrar que se trata de mi.

El hombre finge hacer una reverencia.—Bienvenida a mis aposentos, princesa.

—Basta.—Gruñe Egan y su amigo se ríe.

—Tranquilo, rey.—Le coloca una mano en el hombro y Egan se la aparta, a lo que el amigo echa a reír.—Pásela bien, princesa.—Ahora soy foco de su atención.—Disfrute de mi humilde morada y su espectáculo, y si desea un lugar privado solo hágamelo saber, también si desea que le encuentre un caballero digno de su titulo...

—Ella no necesita que le consigas nada, maldita sea.—Interviene Egan y tira de mi.—Ven conmigo.

Escucho la risa de su amigo detrás de nosotros mientras me lleva con el.

—¿Quieres algo de beber?—Pregunta al encontrar una esquina lo bastante vacía donde ambos entremos.

La garganta la tengo seca, asi que acepto.

—Espera aqui.

Suspiro y el se aleja, casi enseguida lo pierdo de vista en medio de la multitud, hasta que es la misma multitud la que se abre mostrándome de nuevo a Egan, aunque ya no solo sino acompañado de una meretriz, ella parece reconocerlo enseguida a pesar de la mascara  porque hablan como si fueran los mejores amigos.

Egan se ríe y mis labios se cierran cuando la meretriz coloca la mano sobre su hombro y se acerca a su oído, la nariz me arde y no se porque, una de las chicas que pasa cerca con bandejas me ofrece un trago y me lo bebo todo mientras observo a los mejores amigos, aparto la mirada cuando acabo el trago y le agradezco a la chica, quien responde con un "Gracias a ti, linda", dejo de mirar a Egan y camino hacia una dirección contraria.




(***)




Los gritos de los hombres me hacen sobresaltar y su actitud de golpear sus torsos como gorilas, sin embargo su juego llama mi atención.

Son cartas.

—¿Alguien más que desee perder conmigo?—Pregunta el hombre y me agarro otro trago de una mujer que pasa por mi lado.

Un hombre se ofrece a jugar, el mismo al que capto viéndome.

—Yo juego.—Anuncia y me quedo a ver su juego.

Colocan las cartas sobre la mesa y las barajas son repartidas, el partido empieza y todos están a la expectativa de quien saque el numero más alto.

—Lo siento, parece que yo gane.—Anuncia el anterior ganador.

La sonrisa del caballero dice lo contrario.—Deseo algo de suerte.—Comenta y me mira acercando la baraja a mi rostro.—¿Me hace los honores, bella dama?

Los presentes se ríen, pero lo hago, soplo las cartas y acto seguido el hombre con una sonrisa ganadora lanza las cartas.

Y es un numero mayor.

—¡Mierda!

—Supongo que esto es mío.—Abraza todas las monedas y las acerca hacia el, el perdedor se retira y otro grupo se une a la mesa.—Tal vez necesite todo este dinero para gastarlo con alguien.

La respuesta me hace reír, me estoy por ir cuando me retiene poniéndose en medio.

—Déjame invitarte un trago en privado.

—No vengo sola, lo siento.

—Este lugar no es para curiosas.—Acerca su mano a mi rostro, pero no llega a tocarme porque le cogen la muñeca causándole dolor.

—Te dijo que vino con alguien.—Egan se pone en frente mío, furioso y con la vena palpitante en su cuello, suelta al hombre empujándolo lejos de mi.—Largo.

No puedo ver la cara de Egan al estar delante de mi, pero intuyo que se ve lo bastante peligroso para que el hombre se largue con todo su dinero.

Los músculos tensos se le relajan al duque y se vuelve hacia mi.—¿Qué te dije, Elina?

Alzo las cejas.

—Cerca de mi y sin que nadie te tocara.

—Ni siquiera me toco.—Le hago saber.—No como...

Como tu me tocas.

—Ese era el punto ¿No?

—Pero bien que le sonreíste.

—No había un acuerdo de sonrisas, además que cara para venir a decirme eso y de haberlo habido hubieras sido el primero en romper esa regla.

—¿De que carajos estas hablando?

Cierro los labios.

¿Qué me pasa?

Trago saliva.—Me voy a casa.

Me aparto de el, pero me retiene.

—De ninguna manera, estabas muy emocionada por venir aqui y ya estamos aqui, ahora dime que rayos te sucede.

Me acerca más a su cuerpo y cuando intenta besarme aparto mi cara, pero Egan me obliga a mirarlo sujetando mi mentón.

—Vale, quieres irte, primero dime que sucede.

Si con eso va a soltarme.

—Hicimos un acuerdo, si no lo cumples... ¿Esperas que yo lo haga.—Los ojos se le abren y ahora esta sonriendo.

—¿Estas celosa?

No respondo y camino lejos de el eligiendo el camino errado, pero Egan logra alcanzarme, tomándome por detrás.

—No hay nada de malo si lo estas.

Claro que si, no voy a involucrar esas emociones cuando mi propósito es otro.

—¿Qué hay de ti?—Desvió su pregunta.—No es normal de un hombre común reaccione como lo hiciste, diría que estas.

—Si, lo estoy.—Su honestidad me sorprende.—No quiero que otro hombre te toque.—Susurra cerca de mi oído.—No quiero que toque lo que yo ya he tocado.

Sus manos se deslizan dentro de la túnica que oculta mi vestido, me aprieta los senos y roza mis pezones por encima de la tela.

—Uhmm... ya están duros.

La cara me arde.

—¿Es por mi o porque la pareja de en frente esta cogiendo duro?

Levanto la vista, hubiera deseado que sea por eso, aunque la imagen de esa exhibición también empieza a mojarme como anoche no por ellos sino por imaginarme a Egan y a mi.

El desliza las manos por mis cintura y me voltea apoderándose de mi boca, me lleva a un rincón y tira de mi brazo hacia unos pasillos oscuros, pegando su cuerpo dentro del mío, su boca se abalanza sobre la mía, reclamando mis labios de nuevo, la lengua me hace gemir en medio del beso y mis manos se sujetan de su cuello.

 El duque baja las manos por el vestido y me toca directamente los muslos desnudos una vez que ha subido la tela, aunque mi túnica evita que otros observan mi cuerpo, excepto el.

Solo Egan.

Jadeo en su boca cuando su palma hace contacto directo con mi sexo, mojándome entre los muslos.

—Esto me pertenece. Tu excitación es solo mía, Elina.—Jadea sobre mi boca y quiero más.

Mucho más.

Mi mano se desliza por su torso y baja a los pantalones, palpo la dureza y el rompe el beso, mirándome a los ojos.

—Aqui no.—Niega.—Mereces más que eso.

Las palabras me confunden y me vuelve a llevar con el subiéndome por las escaleras, siento la mirada de Jakell o Jekell como se llame, pero no le presto atención y luego nuevamente estamos aqui.

En esa habitación a la que me trajo la ultima vez que estuve aqui.

—Merezco más y me traes a la habitación de tu amigo..—Rio.

El también lo hace.—Jakell no deja que nadie venga aqui, ni siquiera las chicas, es su lugar de descanso.

—Aja.

—Es cierto ¿Ves o hueles fluidos?

—Eso es asqueroso, Egan.

Me toma del rostro y vuelve a juntar nuestros labios.

—Es la verdad.

—Sigue siendo un burdel, duque.—Jadeo.

—Al menos nadie te mira ya.

Nos detenemos, viéndonos a los ojos.

—No hare nada que no quieras, ya lo dije, princesa.—Su tacto es suave en mi cara.

Trago saliva.—Ya lo se.

Egan sonríe y soy yo quien lo beso a el.


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