𝐱𝐯. 𝐂𝐨𝐫𝐯𝐮𝐬

Opeli

Disfruto todo... es a la conclusión a la que hoy he llegado. 

Disfruto que me hagas sonreír aunque no sea tu intención hacerlo, también que me vuelvas impaciente por volver a verte. No me canso de escucharte, de entenderte, de guardar cada una de tus palabras en mi memoria por más insignificantes que sean. Disfruto que me des tus tiempos y que me hagas sentir como en un plácido día de otoño en todo momento. 

Pensé que ocultar todo y dejarlo solamente en papel sería lo correcto, pero caigo en la cuenta de que no puedo reprimir más algo como esto. Me dejé llevar por estas emociones y fluyeron en la música, con lo que descubrí la espléndida belleza de su verdadera naturaleza. 

Cada nota que tocaba con el chelo era una tonada espontánea y perfecta. Tus ojos, tu sonrisa, la voz que por momentos alzas, el carácter rígido pero amable que tienes, la valentía extraordinaria que demuestras, la paz que te rodea, la disciplina que admiro, y los secretos tuyos que has decidido revelarme en cada gesto fueron como la partitura que me llevó a interpretar la pieza más profunda que he compuesto jamás. Nadie me había hecho vivir esto, nunca, y tengo la certeza de que no sentiré algo tan vibrante jamás, no si no es contigo. 

Porque disfruto todo de ti, incluso si no me correspondes.

¿Sería prudente... decirte lo que siento ahora? 

Creo que no me importa ser prudente, lo haré. 

      Corvus



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