Capítulo 5 /// Inocente escarlata

"¿Y si la vida es un sueño y la muerte nos despierta?"
—Anónimo.

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Unas cuantas nubes blancas poblaban el cielo cuando Zarpa de Amapola se despertó, poco antes del alba. Abrió sus fauces en un sonoro bostezo. Su cuerpo recién despertaba, pero su mente estaba tan activa como en la tarde del día anterior.

No dejaba de recordar la inquietante sombra gris que escapaba del campamento en medio de la noche. Era de un gato (eso era claro) pero no sabía más sobre qué tipo de gris era su pelaje. Pero lo más difícil era intentar saber si había sido parte de un sueño o de la realidad, cosa que la confundía cada vez más.

De todas maneras, no parecía ser la única confundida en ese momento. Unos cuantos gatos estaban hablando en un pequeño grupo al lado de los lechos de los guerreros, la mayoría de ellos tenía las colas arrastrándose por el suelo de un lado para otro por puro nerviosismo. No dejaban de decir el nombre "Ala de Campañol".

Cuando la aprendiza atigrada se estiró, y pudo tener una vista más clara del campamento, se dio cuenta que el lecho de la guerrera marrón estaba vacío y desordenado, con las plumas desparramadas en todos lados. La patrulla del alba aún no había salido, y ella no se incluía entre los felinos reunidos. ¿Dónde estaba?

Lanzó una mirada a los guerreros despiertos. Sabía que aquello no tenía nada que ver con ella, pero tenía muchas ganas de saber que ocurría.

Se acercó a los gatos, serpenteando entre los lechos, mientras pensaba en qué les diría. Aunque apenas llegó con ellos, Reyezuelo se volteó hacia ella, sin dejarle decir nada.

—Cambio de planes, pequeña. Saldremos de patrulla en unos instantes. Una patrulla de búsqueda, para ser exactos. Ala de Campañol no ha regresado en toda la noche —maulló con rapidez. Sus duros ojos amarillos estaban más dulces que lo normal.

¿"Pequeña"? En ese momento Zarpa de Amapola se dio cuenta que algo espantoso estaba pasando. Reyezuelo jamás le hablaba con tanta amabilidad. ¿Estaría enfermo? ¿Había comido algo descompuesto? Si no, el escape de Ala de Campañol era realmente preocupante.

Una oleada extraña, una mezcla de miedo y alivio la azotó desde la nariz hasta la punta del rabo. ¿Habría sido ella la gata que vio en la noche? Si bien, recordaba la sombra como gris, pudo haber sido porque estaba muy oscuro, o no observó bien. Pero aunque fuera así, ¿adónde había ido en medio de la noche la guerrera?

Como si pudiera leer su mente, Rama Caída, el amigo más cercano de Ala de Campañol, comenzó a hablar. Pero su voz era titubeante y débil; igual a la de un cachorro aterrorizado.

—Ella me dijo en la noche que estaba sedienta, y que iría al arroyo. No me preocupé, pero ahora sí que me siento mal.

Bigotes de Caña intentó animarlo con un lametón afectuoso en la oreja.

—No volveremos hasta encontrarla.

El lugarteniente del Clan del Viento avanzó un paso. Se veía tranquilo, a contraste de los otros felinos, pero Zarpa de Amapola estaba segura que su padre ocultaba su miedo. ¿Qué sería de un clan, si incluso su segundo al mando se mostrara asustado?

—Rama Caída, tú liderarás la patrulla al arroyo. Todos los que estamos aquí iremos con él —dijo. Su voz era tan decidida que no dejaba que nadie se pusiera en su contra.

El guerrero recién nombrado parpadeó incrédulo. Abrió levemente sus mandíbulas para decir su opinión al respecto, pero pareció retractarse y una especie de suspiro brotó de su garganta.

—Zarpa de Amapola —la aprendiza alzó la vista cuando su padre se dirigió a ella—. Ve a despertar a tu... —le sonrió a una figura detrás de ella—. Bueno, parece que ya no es necesario.

La atigrada rojiza se dio la vuelta para ver a su hermano con el pelo tan desordenado que ella no pudo resistirse a darle unos cuantas lametones. Era muy claro que el pobre acababa de despertar con toda la conversación. Visoncillo ni siquiera tenía ganas para reclamar: únicamente para mirar con cara de sueño a Celaje.

—¿Adónde vamos? —dijo somnoliento.

—Tu hermana te explicará en el camino —replicó el padre de ambos, avanzando con la patrulla hacia la salida.

Afortunadamente, no hacía frío afuera, a pesar de que el único rastro de que el día se avecinaba era una línea anaranjada a la distancia, que se agrandaba de a poco. No soplaba mucho viento, y el pasto se sentía mullido bajo las patas de la aprendiza, con unas gotitas de rocío refrescándole las almohadillas de vez en cuando. Sin embargo, la alegría del páramo no parecía compartirla la patrulla.

Rama Caída temblaba como una hoja, y constantemente se detenía, desorientado como si jamás hubiera caminado por esos prados. Los demás gatos lo soportaban y lo ayudaban amables, pues también los atacaba el nerviosismo, como una enfermedad de rápido contagio. El silencio a veces se volvía atemorizante, por alguna desconocida razón. Ni siquiera los pájaros se atrevían a romperlo con sus cantos matutinos.

—Ahora, ¿podrías contarme qué cagarrutas pasó? —le gruñó a su lado Visoncillo. Se mantenía molesto por su enviada a la improvisada patrulla.

Zarpa de Amapola soltó todo. Todo menos el detalle de su visión en la noche. Quería mantenerla en secreto un rato más, al menos hasta que encontraran a Ala de Campañol, para empezar a especular qué gato había abandonado el campamento a la luz de la luna; y si es que alguien lo había hecho siquiera.

Cuando finalizó el relato, Visoncillo se encogió de hombros.

—¿Entonces por qué se preocupan tanto? Se quedó dormida y listo.

Zarpa de Amapola lo reprochó de juego mordiéndole una oreja.

—No seas tonto. ¿Qué clase de gato se queda dormido después de tomar agua, fuera del campamento, y sabiendo todos los peligros que hay en el páramo?

Visoncillo pareció reflexionar.

—Pues, ¿uno con sueño?

—¡Sangre! —gritó de pronto Rama Caída.

Todos rápidamente rodearon al guerrero marrón. Sin darse cuenta, habían llegado al costado del estrecho arroyo. El agua fluía sin mucha rapidez, salpicando agua a la tierra que lo bordeaba. Unos cuentos juncos y rocas se erguían por aquí y por allá, acompañando el avance de la corriente. Pero no había ni rastro de Ala de Campañol.

Justo como Rama Caída chillaba, unas cuantas marcas de sangre seca bordeaban el arroyo. Zarpa de Amapola sintió su corazón ir muy rápido, y quiso convencerse que la sangre le pertenecía a un animal, y no a Ala de Campañol, como todas las pruebas indicaban.

—No puede ser sangre de Ala de Campañol, no, no puede ser su sangre —musitó para sí mismo Rama Caída. Una expresión completamente aterrorizada le cubría el rostro. La aprendiza nunca lo había visto así. Su pobre mente ya estaba segura de la macabra teoría de que su mejor amiga, estaba muerta.

Muchos más gatos se desesperaron, y de repente, el día se volvió más oscuro de lo que ya estaba, y todo parecía una pesadilla salida del mismísimo Bosque Oscuro. Zarpa de Amapola esperó despertar en cualquier momento, caliente en su lecho, sin mayores preocupaciones que cómo le iría en el entrenamiento de ese día con Reyezuelo.

Aunque toda la patrulla quería darle palabras de apoyo al guerrero, parecía que sus gargantas se hubieran vuelto inútiles, incapaces de producir el mínimo sonido. Tan solo Celaje fue capaz de recopilar el coraje suficiente para hablar.

—No podemos estar seguros de que es ella —aseguró el lugarteniente. Parecía tener un don para esconder su miedo—. Puede pertenecer a cualquier otro animal. Quizás hasta puedo haber regresado al...

Mientras su padre hablaba, Zarpa de Amapola había mantenido su mirada en Bigotes de Caña. La felina color crema se había acercado al arroyo, y se había agazapado a su lado, ignorando las palabras de Celaje. La atigrada rojiza logró hacerse camino hasta llegar cerca de ella, y lo que vio la hizo estremecerse.

Había un cuerpo en el agua.

El arroyo no era opaco del todo. En el lugar donde debían estar unas piedrecillas coloridas había una criatura grande, más grande que ella, que no logró reconocer. Deseó gritar con todas sus fuerzas, pero no podía. Quiso retroceder y dejar de mirar el cuerpo, pero sus patas no respondían. Cerrar sus ojos, por último, pero eso tampoco funcionó. Anheló estar en cualquier parte menos ahí.

No sintió miedo. No sintió nada. Era la sensación más repugnante del mundo.

Entonces, Bigotes de Caña se acercó para coger el cuerpo. Ella tampoco parecía sentir algo. Hundió su hocico en el agua, y la joven logró ver sus mandíbulas cerrarse en lo que parecía la nuca del animal.

Lo tiró hacia arriba. Zarpa de Amapola alcanzó a ver de la criatura, algo de lo que no se olvidaría en largo tiempo.

Ala de Campañol.

Colgaba de las fauces de Bigotes de Caña como una presa. Sus extremidades colgaban en ángulos extraños, de tan solo verlos la aprendiza sintió punzadas en el estómago. Su pelaje marrón estaba empapado, y goteaba sobre el arroyo. Había un arañazo en una de sus patas, lo que hacía que esa se viera aún más horrorosa. Un profundo rasguño rodeaba todo su cuello, como una aulaga, por lo que su cabeza se tambaleaba un poco, aparentando un junco torcido. La aprendiza miró hacia allí... Y se arrepintió al instante.

Nunca había cometido un error tan grande.

Nunca.

De tan solo echarle una ojeada, Zarpa de Amapola supo inmediatamente que aquella imagen la acompañaría para siempre. Sabía que aquella misma noche, se despertaría jadeando, con esa silueta palpitando ante sus ojos.

Su cabeza. Sus ojos reflehaban un terror esoeluznante. Pero eso no era lo peor. Cerca de una oreja, había una especie de orificio. Donde se suponía que debería haber sangre, no había nada. Se podía ver claramente su cráneo, y un poco de carne, húmeda por el agua.

De un latido de corazón a otro, el cuerpo de Zarpa de Amapola reaccionó. Apartó la mirada, conteniendo las arcadas, que atrapaban su vientre como zarzas. Era tanto el horror, que no pudo gritar.

Es gracioso, que cuando recibes un pequeño susto, grites. Pero que cuando piensas que te vas a morir de tanto miedo, con el corazón casi paralizado, no puedes emitir ni el mínimo sonido, como si tu garganta estuviera seca.

La imagen no se desprendía de sus ojos.

¿Cómo pudo haber terminado así...?

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Oficialmente, este libro ya no es para todo público c:
Espero no se hayan traumado (?
Y el título del cap es una referencia al tercer ending de Shingeki así que wuiiii :D (?

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