IV
IV. Llegar
Música clásica sonaba en el salón, generando así un ambiente elegante; meseros ofreciendo copas de licor por todas partes, personas con portes admirables, hombres hablando de negocios importantes y sus mujeres a un lado dedicando sonrisas amables.
Por lo general, el joven Shawn asistía a estos eventos por mera cortesía, pues la verdad es que le parecían irrelevantes este tipo de reuniones, sin embargo, sabía que eran una buena oportunidad para cerrar tratos y algunas veces para divertirse también, siempre y cuando se presentase la ocasión.
- Disculpen caballeros -interrumpió la conversación-, no quiero parecer descortés pues me ves muy grata su compañía, pero me temo que tengo que retirarme, con permiso.
Los hombres asintieron sin saber ciertamente sus razones y el joven se alejó de ellos, dirigiéndose a lo que desde un principio captó su atención, la hermosa morena de vestido rojo recién llegada.
A medida que Mendes avanzaba se ganaba miles de coquetas miradas por parte de las bellas damas que a su alrededor se encontraban; en cualquier otra ocasión, el joven se hubiera encontrado tentado a acudir a sus desesperados llamados, pero ahora solamente hacía caso omiso, pues tenía en claro que sólo quería llegar a la chica de cabello rizo.
De vez en cuando el empresario se detenía a saludar a los presentes por educación, sin embargo lo hacía de la manera más breve posible.
Antes de llegar a la morena, se percató de la presencia de el señor Coleman, lo cual haría mucho más fácil su aparición.
- ¡Mendes! -dijo el señor Coleman al ver al joven acercarse- ¡Hace mucho que no te veía! ¡Que gusto que estés aquí!
Shawn sonrió, pues su encuentro “casual” había resultado.
- Lo mismo digo señor Coleman. ¿Viene solo esta vez? -preguntó sabiendo de antemano la respuesta- porque si lo desea, puede sentarse junto a nosotros, mi familia está del otro lado del salón; estoy seguro de que a mí padre le encantaría verlo.
- Muchas gracias Shawn, pero vengo acompañado. Permíteme presentarlos -respondió el hombre mientras llamaba a la chica-. Ella es mi hija Zendaya, está estudiando administración de empresas; Corazón, él es Shawn, hijo mayor de los Mendes, dueños...
- De la empresa “Glory” -interrumpió Zendaya
- Así es -respondió Shawn.
- Un placer conocerte -habló con elegancia la morena mientras se acercaba-. Me preguntaba cuánto más tardarías en llegar -pronunció en un susurro lo suficientemente alto para que sólo el joven pudiera escuchar.
Shawn quedó sorprendido, pues según su criterio, había sido completamente discreto en cuanto a sus intenciones, sin embargo, no dejaría que la dama notara el efecto que su comentario había causado en él, por lo tanto lo dejó pasar y continuó con su plan.
- El placer es mío -respondió Shawn mientras tomaba la mano de Zendaya para después depositar un suave y corto beso en un acto de caballerosidad y cortesía-, señorita Coleman.
Al incorporarse, Shawn le guiñó un ojo a Zendaya disimuladamente para que el mayor no se percatara de tal acto de picardía.
- Señor -volvió a hablar Mendes-, la propuesta sigue en pie, si le interesa, lo estaremos esperando en nuestra mesa.
- Te lo agradezco, ahí estaremos.
El señor Coleman asintió contento y Shawn no pudo estar más satisfecho.
El joven se despidió amablemente y se dirigió al jardín trasero, estando ya ahí se limitó a beber su copa de vino mientras observaba con ciertos aires de superioridad a todos a su alrededor, un paso a la vez, se decía a sí mismo.
- Disculpa -habló la rizada mientras se sentaba en una de las sillas del jardín-, ¿Cuál propuesta?
- Me preguntaba cuánto más tardaría en llegar -replicó el mayor con una sonrisa traviesa-, señorita Coleman.
Mendes era un perfeccionista analítico por excelencia, deben de tener en cuenta que nada de lo que él haga será por coencidencia, pues detrás de sus acciones se encuentra siempre un plan para su propia beneficiencia.
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