Capítulo Uno

Colisión

“Choque violento entre dos cuerpos”

Gruñón e iracundo como él solo, Bakugou Katsuki se dirigió a pesados pasos hasta la dirección de su preparatoria Karasuno. No había motivo alguno por el cual debiera estar ahí, según él, no hizo nada por lo que mereciera ser castigado o reprendido por más mínimo que fuera. Con una patada, abrió de golpe la puerta del despacho de aquella rubia e intensa mujer que tenía como directora, y casi bufó cuando la sorprendió escondiendo algo bajo su escritorio.

Sake, probablemente.

—Bakugou —gruñó enlanzando sus dedos esmaltados en rojo, sobre la mesa. El susodicho respondió con otro gruñido —. Lo volviste a hacer.

Bakugou alzó una ceja con impaciencia. — ¿Hacer qué? —Arrastró las palabras con fingida paciencia, al borde de mandar todo a la mierda de una explosión.

Claro, de poder hacerlo.

—Midoriya Izuku.

Oh, eso. Bueno, eso explicaba todo.

— ¡Todo es culpa de ese inútil! ¡Yo no he hecho nada que merezca ésta pérdida de tiempo! —Gritó con furia, más Tsunade, la directora, ni se inmutó ante aquello.

Como si no hubiera vivido entre salvajes y ruidosos hombres durante toda su vida.

—Según la familia Midoriya, tú lo interceptaste en la escalera y lo empujaste por ellas, dejándolo casi en la inconsciencia —explicó con cansancio —. ¿Cómo podría ser culpa de ese chihuahua debilucho?

—Deku se cruzó en mi camino —señaló con obviedad —, él fue un idiota incapaz de esquivar mi cuerpo. No es mi problema ni mi culpa.

— ¿Entonces es culpa del pecoso por no esquivarte a ti, Bakugou, que venías corriendo por las escaleras sin cuidado alguno? —Cuestionó con una ceja alzada y recalcando el nombre «Bakugou»

El mencionado gruñó como toda respuesta.

— ¿Sabes lo estúpido que suena eso?

— ¡¿Qué dijo?!

—Bakugou, personalmente eres un bastardo que tiene mi máximo apoyo, y cariño —mencionó con una pequeña sonrisa que rápidamente esfumó —, pero esto no lo puedo dejar pasar.

—No necesito la caridad de nadie —espetó pateando el escritorio de Tsunade.

—No es caridad y lo sabes, pequeño mocoso —gruñó de vuelta. Bakugou desvió la cara ligeramente sonrojado.

—No creo que me haya llamado sólo para decirme eso. ¿Y bien? ¿Cuál es mi castigo? —Cuestionó resignado y cruzándose de brazos.

Tsunade asintió un poco más tranquila.

—Nuestra escuela tiene convenios con algunas fundaciones, programas de intercambio, y cuerpo especializado en catástrofes o salud —explicó.

— ¿Y?

—Hay un grupo especializado en la discapacidad física.

—No.

—Bakugou…

—Dije que no.

Tsunade golpeó el escritorio con la palma abierta de su mano.

— ¡Sí, sí lo harás!

— ¡Dije no!

— ¡No tienes opción! —Gruñó de vuelta —. Eres fuerte, inteligente, posees un carácter sólido y casi imposible de corromper, mocoso. Lo sé mejor que nadie, sé lo que vales, Bakugou. Y sé lo que escondes —Tsunade se puso de pie, y rodeó el escritorio hasta llegar a su problemático alumno —, pero el mundo no.

— ¿A qué viene ésta mierda de discurso? —Espetó tenso. Demasiado tenso. No le gustaba la dirección en que se dirigía la conversación.

—Quiero que seas un poco más amable, gentil, comprensivo de ser posible.

Fue suficiente. Bakugou mandó su paciencia al infierno. 

— ¡¿Qué?! ¡¿Y no quiere que también ruede por el prado y le hable a las alimañas?!

— ¡Dejas las estupideces, Bakugou!

— ¡Y una mierda! ¡No seré canguro de algún mocoso!

— ¡No es un mocoso!

— ¡O de un viejo!

— ¡Ya basta, niño! —Gritó iracunda, para luego alzar un dedo y señalarlo con seriedad —. ¡Irás a esa jodida fundación y con una enorme sonrisa solicitarás ser voluntario para el programa!

— ¡Joder! ¡¿No puede ser algo más?! ¿Limpiar baños? ¿Salas? ¿Su casa? —Gritó exasperado.

— ¡¿No entendiste nada de lo que dije?! ¡Esto no es un simple castigo, estoy preocupada por ti!

— ¡No le pedí que lo estuviera! ¡Estoy perfectamente bien, maldición!

— ¡Bakugou, ya basta! ¡Es suficiente! —Gritó alzando la voz por encima de la ajena —. Lo harás, y comienzas hoy.

— ¡¿Cómo?!

Tsunade volcó los ojos molesta.

—Amaneciste tonto, Bakugou —el blondo gruñó ante lo dicho —. Dije, hoy comienzas. Y más te vale ser gentil con la pobre víctima que tengas, no quiero enterarme de ninguna queja, ¿oíste mocoso?

—Es una mierda.

—Sí, pero es necesario para ti. Lo sabes.

—Eres una maldita bruja, Tsunade.

—Y tú un bastardo demasiado consentido. Ahora, sal de mi oficina, apestas a sudor, puerco.

Enfurruñado, Bakugou salió del despacho murmurando maldiciones inentendibles. Cuando la puerta se cerró tras él, Aizawa-sensei hizo aparición.

— ¿Está segura de esto, Tsunade-sama?

—Totalmente —asintió convencida —. De no haberlo querido realmente, Bakugou habría puesto más oposición.

—Espero que el otro muchacho esté bien.

— ¿El chihuahua?

« ¿Chihuahua? »

—Midoriya —aclaró —. ¿No sufrió daños permanentes o severos?

Tsunade volcó los ojos con fastidio.

—Está en perfectas condiciones, Aizawa. Sólo es un llorón de primera.

—Tsunade-sama… Pareciera que tiene favoritismo con Bakugou.

— ¿Y si fuera así, qué hay con eso? —Gruñó mirando con ira al maestro —. Conozco mejor que nadie el corazón de ese mocoso, y sé de lo que es capaz.

— ¿Tiene uno? —Cuestionó con indiferencia y cansancio, provocando que la mandíbula de la rubia casi tocara el suelo por la indignación —. A veces pareciera ser un déspota sin sentimientos…

Tsunade golpeó el escritorio con su puño.

—No eres nadie para decirlo, Aizawa. Ni siquiera lo conoces, no sabes nada de él —gruñó como única advertencia —. Y ahora largo, tus clases comenzaron hace 15 minutos, maldito vago.

—Sí, sí… —caminó arrastrando sus pies, hasta llegar a la puerta y abrirla —. Por cierto, el olor a sake se huele desde aquí.

— ¡Largo!

—Ebria —soltó.

— ¡Fuera! —Gruñó alzando un directorio telefónico, en amenaza hacia el zabache que entre bostezos, se alejó del despacho —. Maldito bastardo.

|•••|

Diez.

Quince.

Dieciocho malditos minutos.

¡¿Cuánto más le tendrían esperando?! Bakugou tamborileó sus dedos sobre el espacioso mesón, donde se encontraba de pie junto al mueble. Hace exactamente 19 minutos que había llegado a la dichosa fundación que prestaba servicios de compañía y cuidado, y en donde, le habían hecho –nada más al decir «voluntario» –, firmar una tonelada de papeles que honestamente no se tomó la molestia en leer. Al ser menor de edad, su firma no era realmente útil o válida, simplemente era una especie de tonto compromiso que podía destrozar en cualquier momento. Después de todo, Tsunade se había hecho cargo de los trámites legales.

Y veinte minutos.

Bakugou no era el ser más paciente. Menos en aquél lugar infestado de mocosos que correteaban por aquí y por allá, esparciendo gérmenes y ensalivando juguetes donados. Miró con asco y molestia a una niña no más de cinco años, la pequeña había chocado con su pierna, y se aferró a ella con sorpresiva fuerza. El rubio, sacudió su extensión con urgencia, y empujó a la niña de trenzas bastante lejos de él.

—Joven Bakugou —la recepcionista por fin apareció, con una extendida sonrisa que a Katsuki le dio ganas de borrar —,  todo en orden. Los documentos están al día y hemos llamado a su tía Tsunade para comprobar las firmas.

Bakugou se abstuvo de rodar sus ojos. No es como si se hubiera ofrecido a prestar ayuda por voluntad propia.

—Deme la maldita dirección de la inválida —espetó extendiendo su mano hacia la pelirosa que aún mantenía sobre sus labios aquella desagradable sonrisa.

— «Él » —aclaró.

— ¿Ah?

—Es un «él» —repitió, ofreciendo una pequeña carpeta que al instante fue arrebatada por Bakugou.

—Sí, sí, como sea. Me largo.

Al salir del reciento, Bakugou soltó un largo suspiro de cansancio. Definitivamente su día era un asco y no mejoraría en lo restante que quedaba. Entonces recordó los malditos papeles que llevaba, y al instante los examinó.

Paciente: Shōto Todoroki

Edad: Dato no disponible

Grupo Sanguíneo: A

Fecha de Nacimiento: Dato no disponible

Familia: Dato no disponible

Datos Médicos: No disponible

Tratamientos a seguir: Dato no disponible

Receta Médica: Dato no disponible

Discapacidad Natural/Accidental: Dato no disponible

Médicos a tratar: Dato no disponible

Psicólogo a cargo: Kakashi Hatake

Especificación Alimenticia: Ninguno

Discapacidad a tratar: Ceguera Permanente

Notas Personales: Ninguno

Dirección de Domicilio: Japón, Estado de Miyagi, Distrito de Suna

Cerró los documentos de golpe, y reprimió una exclamación de enojo.

¡¿Qué mierda?!

Shōto Todoroki, tipo de sangre A, con Kakashi Hatake como psicólogo. Y esa es toda la información que le brindaba aquél estúpido papeleo. ¿Con qué clase de discapacitado se iba a involucrar? Honestamente, Bakugou no quiso saber la respuesta. Esperaba que aquél día avanzara con rapidez desmedida y que el extraño paciente no se le abalanzara encima con la locura en sus ojos. Bueno, quizás en los ojos no. No es como si pudiera ver realmente. Pero que no hiciera mierdas extrañas que amenazaran con su integridad o espacio personal.

Bakugou detestaba a los idiotas entrometidos y fastidiosos. Y por el bien de ese bastardo que iba a cuidar, esperaba que no fuera ni lo uno ni lo otro.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top