Capitulo 2

Reb se quedó helada en medio del pasillo que daba a la sala vip ya que los nervios la estaban traicionando. Nunca había hecho nada parecido en su vida y ahora debía debía lanzarse a ese hoyo lujoso sirviendo a aquellos hombres que resultaron ser de una peligrosa pandilla conocida nacionalmente.

Estaba a punto de huir lo más rápido que pudiera al ser su primer instinto de supervivencia pero al recordar la mirada frustrada y cansada de aquella rubia "Mavis" por haberse hecho cargo de responder por sus faltas, hizo que reconsiderada quedarse aunque sea para hacer acto de presencia ya que le había pedido a Mavis que no le hiciera pasar la noche con ninguno de esos hombres extraños.

Pudo ver que Mavis la miró de una forma extraña y confundida, pero finalmente terminó aceptando a su pedido, para su suerte.

—¿Qué esperas? —expresó una voz femenina que ya conocía. Giró para mirarla y se trataba de Mavis quien estaba al lado suyo mirándola con una mirada vigilante, lo cual hizo que Reb se sintiera un tanto incómoda. Lo cierto que es también Reb apreció lo bien arreglada que estaba la rubia con su vestido verde jade que combinaba perfectamente con sus ojos y cabello rubio brillante que estaba suelto hasta sus caderas.

Reb no podía creer que Mavis era una de las personas que trabajan en ese lugar. Pues si se trataba de una prostituta, de seguro era de las de clase alta o al menos eso pensó.

—Ah... solo no sabía si era buen momento para entrar, después de todo están hablando entre ellos y... —dijo Reb tratando de ocultar sus nervios. Rebeca también estaba hermosa con su vestido azul marino el cual resaltaba su escote y curvas, dando una buena combinación con sus ojos violeta y su cabello castaño que caía sedoso sobre sus hombros.

—Es mejor que entres a dejar las cosas antes de que llegue el líder —expresó Mavis llevando una mano al hombro de la castaña como si fuera una señal de apoyo—. Y por favor, comportate con él. No hagas lo mismo de siempre.

Rebeca se quedó estática mostrando una sonrisa rígida queriendo hacerle saber que se comportaría pero, ¿en qué sentido? ¿No hacer lo mismo de siempre? ¡¿Qué es lo que hacía antes!? Reb sentía que iba a comenzar a sudar frío para ese entonces.

—Oye, recuerda que me prometiste que no dejarías que pase la noche con ninguna persona hoy —añadió Reb tomando aire para calmarse.

—Oh, sí —dijo la rubia como si lo que hubiera dicho la castaña no fuera algo que se esperara escuchar para ese momento—. Bueno... quédate cerca mío y procura mantenerte ocupada sirviendo bebidas a los miembros. Una vez que llegue cierto punto de la noche te avisaré para retirarte, así nadie te solicitará —dijo la rubia pensativa—. Pero es complicado, si alguien con buen estatus te solicita no podría hacer mucho... aunque bueno, después de lo que hiciste la última vez, quizás nadie lo haga. No te preocupes.

Reb volvió a quedarse en blanco. ¿Qué mierdas fue lo que hacía antes que resultaba tan malo?

(...)

Para su fortuna, casi nadie le había prestado atención más allá de una mirada de recelo y cierta burla por algunos miembros del grupo. En la sala había como veinte hombres en total. Varias mujeres del club llegaron para hacerles compañía mientras que otras les servían bebidas o recorrían los lugares para asegurarse de que todo esté en orden.

Reb y Mavis eran una de esas mujeres que hacían lo segundo. Aunque Reb era quien principalmente servía las bebidas y otros aperitivos mientras que Mavis supervisaba lo que sucedía alrededor. Reb quedó curiosa por cuál sería el trabajo real de Mavis en ese club puesto que a ella de vez en cuando llegaron a manosearla en el trasero o algo así mientras servía bebidas pero a la rubia ni siquiera la quisieron tocar ni una sola vez.

La castaña dejó de prestar atención por un momento a su compañera para luego fijarse en el sector diamante de la sala el cual era un lugar algo elevado del salón donde había unos sofás más lujosos y en ellos habían algunas mujeres exageradamente bonitas paradas a las órdenes de quienes se sentaran ahí. Y Reb entendió que ahí era el lugar de los principales líderes de Bonten, los peces gordos o como se los quieran llamar.

Rebeca rara vez pudo ir cerca ya que las chicas de ese lugar eran las que la interceptaban para agarrar las bebidas que ella llevaba. Por lo visto ella no tenía permitido ir hacia esa zona, en cambio, Mavis ya fue unas cuantas veces para saludar a los miembros que iban llegando uno por uno y estos que les correspondía el saludo. Algunos más interesados que otros.

—Reb, hay una mesa que pide más whisky —habló Mavis cuando se acercó a la castaña para avisarle en el oído—. Es la mesa cinco, tres bebidas. Apresúrate, el líder y el sub líder están por llegar.

Rebeca asintió dirigiéndose a la barra de bebidas cercanas que había en el salón y habló con el barman para pedirle las bebidas que le habían solicitado. Para su suerte ya se estaba empezando a acostumbrar a eso de servir bebidas ya que a pesar de los comentarios y algunos manoseos desagradables, no había mucho problema. Además ya se memorizó las bebidas que las mesas consumían por lo que realizaba su trabajo rápidamente y por lo tanto ya algunas mesas comenzaron a darle generosas propinas con algunas felicitaciones como "finalmente haces las cosas bien, eh" o "Lo estás haciendo bien, Rebmi".

—Vaya, Reb. Parece que desaparecer tres días te hizo bien —habló el barman mientras servía sus bebidas—. No hiciste ningún desastre hasta ahora e incluso sigues sobria, lo que es un milagro —soltó riendo con diversión. Reb solo hizo una mueca de incomodidad puesto que aún no sabía el contexto de todo lo que la dueña del cuerpo en el que estaba hizo y por lo tanto no sabía que decir en su defensa haciendo que tuviera que quedarse callada—. Pero bueno, hasta que no llegue Mikey, no daré por sentado tu cambio.

Reb sintió una extraña sensación de frío por su cuerpo al oír ese nombre. Puesto que hasta ahora no había podido escuchar el nombre del líder y ni siquiera verlo, en realidad no le dió mucha importancia. Pero ahora con solo saber cómo se llama un sentimiento de que estaba olvidando algo importante cruzó por su mente haciendo que se quedara pasmada por unos segundos.

—¿Qué te pasa, ya te atontaste de nuevo al escuchar de él o qué? —añadió el hombre dando palmadas en la barra mostrando que las bebidas ya estaban listas para llevar—. Vamos, lleva las bebidas.

—Sí, sí. Lo siento —respondió nerviosa cuando volvió a la realidad y subió apresuradamente las bebidas en su bandeja para dirigirse a la mesa que le habían dicho.

Llegó a la mesa tratando de forzar su sonrisa más amable mientras iba dejando para cada uno de ellos los whiskys que pidieron. Algunos le hablaban sandeces indecentes que Reb solo evadía dándole una pequeña risa tímida para luego cortar la conversación sin darle mucha importancia.

—¡Reb, hoy tienes una vibra diferente! —habló uno de los chicos que estaba sentado en el sofá que ella estaba atendiendo—. Pensé que para este punto ya te habrías ahogado con tu vómito o algo así.

—Es verdad, hasta me dan ganas de solicitarte está noche —añadió otro—. Te pagaré bastante si me lo mamas bien.

Algunos comenzaron a reír divertidos ante esa expresión pero Reb solo suspiró con cierto cansancios para sus adentros. Miró a Mavis de reojo quien estaba hablando con otra chica de las que servían bebidas, Reb deseaba desesperadamente que Mavis le indicara que se podía ir. Quería ir lo antes posible a su casa, a la que le pertenecía realmente y tratar de recuperar su cuerpo. Entender de una maldita vez que había pasado y por qué estaba en esa situación tan subrealista.

Rebeca al bajar los nuevos tragos, comenzó a cargar en su bandeja los vasos vacíos para llevarlos a la barra, tratando de ignorar con sonrisas falsas los comentarios ajenos. Ella no notó cuando todas las miradas se dirigieron al pasillo por dónde ella una vez había entrado y solo se percató de algo extraño cuando todos los hombres presentes se levantaron para saludar a los recién llegados.

—¡Bienvenidos, jefes!

Por inercia Reb se reincorporó para girarse y mirar de quién se trataba mientras sostenía en una de sus manos el vaso vacío que iba a poner en su bandeja. En la entrada se acercaron caminando tres hombres con cierta indiferencia y autoridad.

Reb quedó como en un trance silencioso al ver a él joven que iba frente a los otros dos. De por si el muchacho era muy llamativo con su cabello blanco que era un contraste con su piel pálida, sus ojeras bien marcadas en su rostro indiferente que parecía ignorar a todo el mundo.

Todo el mundo hasta que lo vío mirarla de reojo.

Reb ni siquiera lo conocía y nunca lo había visto en su vida, pero por algún motivo sintió que los latidos de su corazón comenzaron a aumentar con solo tener su presencia en la misma habitación. Y ahora que solamente la había mirado de reojo sintió su cuerpo entumecerse como si aquel sujeto era una fuerza que la atrajera hacia él y que si no obedecía a eso su cuerpo la castigara con ese amargo sentimiento que experimentó cuando dejó de mirarla para seguir con su camino.

Porque aunque para Reb aquella mirada fueron durante minutos, en realidad fue menos de un segundos en dónde él le expresó toda su indiferencia hacia su persona. Como si ella no fuera otra cosa más que una mosca que volaba a su alrededor irritandolo pero que no tuviera la suficiente importancia como para hacer algo al respecto sobre ella.

Luego de haber experimentado toda esa montaña rusa de emociones que no supo ni de dónde salió, se fijó en la segunda persona que venía tras Mikey. Ese hombre era bastante alto a comparación del primero y tenía un corte que consistía en los lados de la cabeza afeitados, mostrando un tatuaje de dragón. Su cabello negro y largo en la parte superior de su cabeza, el cual ataba en una trenza dejando unos pocos mechones de cabello en el frente.

Él si la ignoró a ella y a todos los presentes desde el principio, se notaba que era una persona pilar en la organización con solo mirarlo.

Aunque quien realmente generó algo fuerte en Reb, fue la última persona que apareció tras ellos.

Era un hombre de estatura mediana cuyo cabello era rubio y llevaba lentes. Este no parecía destacar tanto a primera vista, pero era claro que también se trataba de alguien importante. Pero dejando todo eso de lado, Reb sin duda se fijó mucho en él y no por las mismas emociones que sintió con Mikey, sino que estás eran diferentes...

Era un sentimiento de cruda ansiedad.

Rebeca comenzó a experimentar que su cuerpo pensaba más que de costumbre, todo a su alrededor se iba poniendo negro mientras su mente le jugaba sucio haciéndole sentir que el piso la llevaba en dirección a esa persona. Sus manos se sintieron entumecidas hasta el punto de que soltó el vaso vacío haciendo que este se rompiera en mil pedazos en el suelo, logrando llamar la atención de los presentes.

En especial de los tres líderes que habían entrado.

El miedo era tal que Reb ignoró por completo que Mikey se giró para mírala ya que su atención estaba a ese extraño hombre de lentes que también la miró, haciendo de él temblor de su cuerpo se convierta en parálisis que hasta le cortó el aire.

¿Por qué le tenía tanto miedo a este desconocido?

Sintió que en cualquier momento se pondría a llorar y a gritar que quería  desesperadamente salir de ahí pero fue salvada por las manos de Mavis quien puso sus dos manos en sus hombros llamando su atención con una sonrisa cálida haciendo que Reb respirara de nuevo al centrarse en su amable mirada.

—¿Eh, estás bien? —preguntó Mavis de forma amable dejando pasmada a la castaña—. Estos vasos son un poco difíciles de llevar, no te preocupes. Suele pasar que se nos caen de repente —dijo tratando de aligerar el ambiente.

—Mavis.

Una voz gruesa y masculina llamó el nombre de la rubia haciendo que Reb se pusiera nerviosa. Se trataba del hombre más alto de los tres quien tenía una mirada severa hacia las dos, Reb comenzó a sentirse nerviosa de nuevo al pensar que quizás por su error, Mavis también sería perjudicada.

Cuando sintió que Mavis avanzaba un paso, Reb se alteró del miedo queriendo tomar del brazo de la rubia para impedir que fuera hacia ellos, pero no sabía si eso empeoraría su situación o no por lo que se detuvo en media acción.

Todo el salón era un silencio total mientras se veía a la rubia avanzar hacia el hombre que la había llamado hacia él.

—Hola, Draken —habló la rubia con calma una vez que estuvo frente a él.

Rebeca presionó con fuerza su mandíbula esperando cualquier cosa de esa situación, incluso quería apartar la mirada por el miedo que le generaba la espectacion. Pero grande fue su sorpresa cuando Draken acortó la distancia entre ambos para pasar su mano por la estrecha cintura de la rubia hasta tomarla para pegar su cuerpo al de ella mientras le dedicaba una mirada de satisfacción con solo verla.

—Tú y yo tenemos mucho de que hablar —añadió el hombre con cierta irritación, ignorando por completo el incidente anterior. Por lo visto su único interés ahora mismo era aquella joven rubia.

—Claro, como gustes —habló la rubia con una sonrisa cortés, como si fuera una profesional en fingir simpatía. Aquello llamó la atención de Reb ya que era muy distinto el semblante que cada uno mostraba, después de todo, la mirada de Draken hacia ella era demasiado intensa para ser un simple capricho y por lo visto, que Mavis lo tratara como si fuera un cliente más, lo irritaba ansiosamente—. Bienvenido, Mikey —dijo también mirando al de cabello blanco que sin duda era el líder. Este solo asintió sin decir una palabra.— Oh, también tú, Kisaki. Eres más que bienvenido —dijo con un tono que rozaba lo sarcástico, Rebeca se dió cuenta que Draken presionó a la rubia un poco más sobre su cuerpo cuando dijo esas palabras pero ella estaba imperturbable.

—Tan amable y servicial como siempre, Mavis —habló el rubio de lentes con una sonrisa divertida—. Lastima que el buen servicio se limite a ti y no a las demás muchachas que dices supervisar —añadió el muchacho haciendo sentir que a Reb como si toda la atención volviera en ella.

—Cuida tu boca, Kisaki —soltó Draken con la molestia reflejada en su voz mientras sostenía posesivamente a la rubia entre sus brazos

En cambio Mavis, miró a Kisaki con tranquilidad pero en sus ojos verdes se podía notar el hielo cortante que se dirigía a él por sus insinuaciones.

—No te preocupes, las chicas son geniales. Solo que a veces ocurren circunstancias inesperadas —respondió Mavis mostrando una fingida sonrisa.

—Mavis, vendrás con nosotros para mostrar tus reportes junto a Koko —habló Mikey mientras avanzaba al sector diamante sin esperar a los demás.

—Claro, Mikey —respondió la rubia con amabilidad.

—Sí, lo espero ansioso —dijo Kizaki soltando una pequeña risa divertida mientras avanzaba para seguir a Mikey.

Mavis quedó con Draken un momento y Reb no pudo escuchar de que estaban hablando mientras terminaba de juntar los pedazos que se habían destruido en el piso. Mientras llevaba la bandeja a la barra notó que la rubia se separó del mayor mientras él iba a con Mikey y los demás y ella se dirigía a la castaña.

—Reb, será mejor que te retires ahora —avisó Mavis una vez tuvo a la castaña cerca de ella—. Tendré algunos problemas por tus faltas pero no es algo que no pueda solucionar —explicó suspirando—. Me ayudaría más que te quedes y muestres tu trabajo pero te prometí que no dejaría que te acuestes con nadie aquí y ya algunos me pidieron por ti está noche. Si me lo pide alguien importante no podré negarme, además está el maldito de Kisaki aquí y todo se complicó más.

Reb se quedó pensativa un momento por la situación de la rubia pero entendió que no podía quedarse más tiempo ahí, la anterior dueña de ese cuerpo causó demasiados problemas que ella aún no sabía de qué trataban y además, ella realmente no pertenecía a ese mundo como para hacer el sacrificio de quedarse por personas que no conocía, por muy agradable que hubiera Sido aquella rubia.

—Lo siento mucho por todos los problemas que te causé —habló la castaña con vergüenza— y gracias por dejarme ir... —añadió finalmente soltando un abrazo hacia la rubia lo cual dejó paralizada a la contraria puesto que al parecer no se había esperado algo así—. Te lo agradezco mucho.

Mavis se quedó extrañada por el comportamiento de "Rebmi" porque eso no era algo propio de ella, pero tenía demasiadas cosas encima como para darle importancia por lo que solo le dió una pequeña palmada en la espalda para despedirla.

—Luego hablaremos —añadió la rubia mostrándole una pequeña sonrisa cansada—. Por ahora sal de aquí y ve directo a casa.

Rebeca asintió con ánimo despidiéndose una vez más de la rubia y ya estaba dispuesta a irse de no ser por una voz inoportuna que las detuvo a las dos.

—Oye, Rebmi —soltó una voz que cargada de veneno hizo que Reb se sintiera intoxicada—. Sería bueno que tú también nos acompañes al sector diamante. Mikey te está esperando.

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