C A P Í T U L O DOS

Sweet Poison

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Han pasado dos días desde mi encuentro con aquel hombre y me alegra decir que todo ha vuelto a la normalidad, con la excepción, de que aquella noche, recibí un regaño de Black porque vio al misterioso cliente salir hecho una furia del cuarto de privados. Solo me quedó asentir, morderme la lengua y mantener la frente en alto para pedir disculpas a mi jefe, sin embargo, después del incidente, mi cuenta recibió la ganancia de quince mil dólares. Al fin y al cabo valió la pena.

Ahora mismo, me encuentro conduciendo por las soleadas calles de Hollywood, con el sonido constante del tráfico, observando el alumbrado de distintos escaparates que tornan el panorama lleno de contenido visual, altas palmeras en los límites del andén y por último una gran cifra de personas caminando sumergidas en sus asuntos, derrochando dinero en cada paso que dan sus zapatos costosos. Para mi suerte, soy una de ellas, con la diferencia de que estoy montada en mi Maserati Levante color gris.

Estaciono en mi lugar de destino, me deshago de los lentes y observo la fachada del lugar que próximamente va a ser mío. Las puertas de cristal aún tiene tallado el nombre de una pastelería y está enmarcada con madera de color morada.

-¡Buenos días! - Saluda la dueña con una sonrisa radiante en cuanto me ve bajar del auto.

-Gusto en verla, señora Portman - Le devuelvo el saludo y dejo que me abrace con algo de incomodidad.

-¿Lista?- Pregunta.

-¿Lo está usted?

-Es difícil de asimilar, voy a vender este lugar después de trece años, pero la edad no llega sola y estoy exhausta - Responde caminando detrás de la barra donde antes servía comida.

Observo a la mujer e cabello crespo recogido en una coleta alta mientras busca una carpeta, donde supongo estarán los papeles de venta, luego, aprovecho para mirar a mi alrededor, las baldosas son una mezcla entre blanco y negro, tienen encima un amplio espacio con sillones blancos adornados con cojines morados, estos cuentan con una vista a las calles atestadas de gente. Aquí pienso poner todo en tonos rojos, negros y dorados, será el sitio donde los clientes ordenarán trago y se deleitarán con varios shows que tengo pensados planear, aunque tengo la idea de que cada piso cuente con una tarifa y temática distinta.

-Confío en que mantendrás el legado de este lugar ¿Verdad, hija? - Soy huérfana - últimamente esta zona ha empezado a poblarse de bares mundanos y pecadores ¿Ya has pensado qué vas a montar aquí?

- Aún no - Miento mientras finjo una sonrisa.

Si supiera que va a ser el mejor cabaret de toda la jodida ciudad...

-Iré al segundo piso ¿Le molesta?

-¡Por supuesto que no! Adelántate, llevaré algo para comer mientras firmamos los papeles.

Subo las escaleras y en cuanto llego veo varias mesas cuidadosamente decoradas con floreros, las ventanas con guirnaldas de bombillos, continuo subiendo, encontrándome con una bodega equipada de varios cuartos donde se almacena la comida, envases y frutas. Allí serán las habitaciones donde se realizarán los privados. Bajo al segundo piso nuevamente para encontrarme con la molesta mujer que parece estar irradiando paz y amor a cada instante y tomo asiento en frente de ella preparándome para sacar mis dotes de actriz.

-¿Podemos terminar con esto de una vez? No tengo mucho tiempo - Propongo en un intento de sonar amable.

Los próximos quince minutos se ven acompañados de una charla llena de anécdotas estúpidas, hasta que por fin llega el momento de firmar el contrato para que esto sea mío oficialmente.

-Primer piso con una barra y cocina, segundo piso amoblado, tercer piso con varias habitaciones usadas como bodegas y el sótano por donde traían los productos para el negocio - Enumera la señora Portman.

-¿El sótano? - Pregunto con curiosidad.

Un sótano era lo que faltaba para que este lugar fuera perfecto, podré crear una especie de salón VIP para gente que esté en la capacidad de pagarlo.

-¿Me estás escuchando?

-Lo siento ¿Qué decía?

-Decía que debo irme, toma las llaves, si me quedo un minutos más aquí voy a arrepentirme y ... - Sigue hablando pero yo solo puedo pensar en la felicidad que me produce saber que esto ahora es de mi propiedad - Cuida mucho este sitio, de verdad, es todo para mi o mejor dicho ,lo era.

Sus ojos se llenan de lágrimas y me parece el gesto más insoportable que ha hecho en toda la conversación.

-La acompaño a la puerta - Me pongo de pie y la sigo hasta el primer piso, con ganas de sacarla de una buena vez.

-¡Suerte querida! Haz de este lugar algo mejor de lo que hice yo - Dice antes de salir por la puerta.

Cuando me quedo sola suelto un grito eufórico. Por fin voy a cumplir mi sueño de tener un lugar donde voy a mandar y uno donde seré yo misma sin órdenes ni reprimendas por mostrarme tal cual como soy.

Cabaret Sweet Poison: Donde el veneno más grande son las fantasías que se pueden cumplir.

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Estoy contando los días para poder tener mi cabaret decorado como lo quiero, lo cierto es que falta un montón, las remodelaciones a parte de ser costosas, son demoradas y no pienso aceptar un trabajo mediocre, necesito algo hermoso y lujoso, aunque eso signifique esperar un tiempo.

Es jueves, lo que significa día de ensayo, el trabajo se torna más pesado dado que es necesario aprender nuevas coreografías y hacer pruebas de vestuario. Con ropa deportiva a juego, llego al bar Hades después de firmar los papeles de esta mañana, un grupo de tres mujeres que conozco a la perfección ya están montadas en la tarima recibiendo el discurso de nuestro jefe. Vamos a ver con qué sale ahora.

-Es temporada de inicio de año, lo que significa que el trabajo tiene hasta los cojones a todo el mundo, por lo que se aproxima una horda de clientes hambrientos, las quiero a todas lo más lindas y sensuales posible, necesito que el nombre del bar se vea enaltecido por sus bailes ¿Comprendido?

Todas asienten en lo que me monto en la tarima, ganándome una mirada de irritación por parte de Black. Genial.

-Llegas tarde, Sweet - Dice cruzándose de brazos.

-Lo siento - Digo sonriéndole con inocencia y decide seguir con su monólogo.

-Ya que llegaste, puedo comentarles el plato fuerte de nuestro fin de semana, algunos derrochadores han pagado por ver un show al estilo brasilero, pues ahora mismo se está celebrando el festival de Río de Janeiro, así que necesito que se aprendan la coreografía lo antes posible, quiero que salga perfecto ¡A trabajar!.

Se retira y nos deja solas con la encargada de enseñarnos, Tony es nuestra mentora, cada semana debemos aprender varios estilos de música, por lo que es sencillo para nosotras acoplarnos a cualquier tipo de ritmo, aunque no puedo negar que mis danzas favoritas son las que tiene un ritmo lento y erótico. Son las que mejor se me dan.

-Ya lo oyeron chicas, tenemos mucho trabajo por delante - Se da la vuelta y enciende el reproductor de música dando paso a la canción con evidentes vibras brasileñas solo que en una especie de versión más lenta.

-¿Hablas en serio? - Pregunta Cloe a mi lado.

Es una morena de ojos oscuros, con una melena negra que le roza la cintura, además de poseer un cuerpo bastante bien dotado con alguna que otra cirugía, lo cual la hace ver muy sensual, convirtiéndola en una de las más apetecidas en Hades.

-Si, esta es la canción que me pasaron - Responde Tony mirando exasperada hacia el techo.

-Eso no tiene nada que ver con el festival de Río de Janeiro - Murmura con algo de enfado - Nos vamos a ver ridículas.

-Pero lindas - Habla Sasha por primera vez mientras se hace una coleta con su cabello rubio.

Ella es mi principal competencia y también es la que peor me cae dentro de mis compañeras de trabajo. Cloe, Sasha y yo somos las tres Strippers principales del bar, lo que implica que la mejor de las tres es la que recibe mayor privilegio en las puestas en escena, de ahí la razón de mis conflictos constantes con ella.

-Sweet te quiero en el centro, Cloe a la derecha y Sasha a la izquierda, hagan una especie de triángulo - Obedecemos, unas con más entusiasmo que otras.

Suerte para la próxima cielo.

-La música brasilera tiene su punto principal en las caderas, cada subida o bajada de ritmo implica cierto movimiento en el trasero, abran las piernas en este ángulo - Imito su postura - Ahora, vamos a iniciar moviéndonos de un lado al otro, izquierda, derecha, paras, izquierda, derecha, paras - Se da la vuelta para mirar mientras lo hacemos - Correcto.

Reinicia la música una vez más, guiándonos para seguir el compás.

-Cuando se detengan, quiero que eleven el trasero, al ritmo de la canción, luego vamos a menear la cadera, siempre con la mirada en alto, seduciendo, tentando y retando.

Seduciendo, tentando y retando.

- Ahora giren, de espalda al público, inclinen un poco la espalda hacia adelante y damos inicio a una especie de cuadro con la cintura, luego, de nuevo un balanceo de izquierda a derecha, cuando aumente la intensidad, rienda suelta al movimiento en los muslos, arriba, abajo, necesito ver movimiento, así es Cloe, arriba, abajo, más intensidad Sweet, más movimiento Sasha, izquierda, derecha...

Meneadas, sacudidas, rebotes y azotes de trasero más tarde, hemos avanzado parte de la coreografía, tengo los muslos doloridos. Por más que la canción sea en una versión más lenta, la melodía no da tregua y exige un movimiento tras otro.

-Mañana debemos concluir, nos falta otra coreografía chicas - Informa Tony recibiendo jadeos de cansancio de nuestra parte.

Me despido lo más rápido que puedo de todas, necesito un baño urgente, tengo la piel pegajosa a causa del sudor y mi cabello está hecho un desastre. Me subo en mi auto y conduzco hasta mi apartamento situado en una zona residencial conocida, donde los edificios de varios pisos llegan a intimidar.

-Señorita, buenas noches, le llegó un paquete ¿Quiere que lo suba? - El portero me recibe con una calurosa sonrisa.

-Por favor, ten linda noche - Respondo devolviéndole la sonrisa y sigo mi camino.

Abro la puerta sin reparar mucho en el interior y busco el baño, me quito la ropa sucia apresuradamente y permito que las gotas de agua se deslicen por mi piel caliente. Justo lo que necesitaba.

Minutos más tarde, el amable y tierno portero llega a mi puerta con una caja, la recibo y destapo con curiosidad, esperando con ansias que sea lo que ordené hace unos días, pero para mi mala suerte, no lo era, ni siquiera era algo que esperaba. Un conjunto de ropa interior color verde con cuidadosos detalles brillantes reposan en la caja, paso mis dedos por el bordado y siento la buena calidad de la tela y lo fino de la pedrería puesta con sumo cuidado. Tomo la etiqueta y veo que es una edición limitada de Victoria's Secret.

Sigo confundida cuando decido abrir la tarjeta que venía con el paquete.

"Espero vértelo puesto el fin de semana.

Regla uno y tres: No cuestiones, solo obedece"

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